Cuando el Nadie sonriente se instaló en la Moncloa, éste era un país rico. Siete años después, está en la ruina. Cuando el pánico colectivo puso el Estado en manos del ángel de las «ansias infinitas de paz», España había haciéndose un sitio en el juego de las relaciones internacionales. Siete años después, nos queda Chávez. Y una guerra. De verdad. Absurda. No sé si será cierto lo de que piensa marcharse ahora, tras haber enlodado realidad y retórica de un modo loco. Para volverse a casa. Tan tranquilo. Yo en su lugar, al menos, me volaría los sesos. Dignamente.
Gabriel Albiac, ABC.
Simpático el muchacho, no? Encantador. He aquí un verdadero forofo del suicidio asistido.
Yo creo que si a la mayoría de los fachas se les planteara la legalización de la eutanasia poniendo como referente una foto de Zapatero difunto, votaban en masa todos a favor.
Yo intentaría esa estrategia para colarles la gamba. Total, perder no se pierde nada.
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