jueves, 28 de octubre de 2021

Si algún parecido ves... pura coincidencia es (The end)

Recordaréis que habíamos dejado a la malvada bruja volviendo a pedir a su mayordoma el escobófono, toda enloquecida de rabia, ira e indignación.

Esta tónica de comportamiento continuó así durante un tiempo. Todos los días agarraba el escobófono y le soltaba una brujichapa a la jefa de brujas que la tenía fritita a la pobre mujer, que ya no sabía qué decir ni qué hacer ni cómo calmarla. No era tan fácil despedir a la empleada díscola porque ésta tenía una plaza fija en Brujilandia y era complicado tener que mover otras fichas para resituarla a ella sólo por el capricho de esta bruja caprichosa, desquiciada y piradísima.

Entre tanto la empleada se había dado cuenta de que lo mejor para ella era invisibilizarse ante los ojos de la arpía. Y como era una chica bastante espabilada estuvo investigando con varios ingredientes de última generación y consiguió descubrir una pócima mágica que la volvía completamente transparente. De este modo acudía cada día a su puesto de trabajo y en la puerta, antes de entrar, se tomaba unas gotas del bebedizo y automáticamente desaparecía a la vista de la pérfida.

Sin embargo, lejos de calmar esto a la bruja, lo que hizo fue desquiciarla todavía más. Porque ella sabía que la empleada estaba allí. La olía, la sentía, veía sus materiales de trabajo moverse y sabía que estaba presente, pero el hecho de no poder verla, de no saber dónde estaba en cada momento, de ignorar qué hacía o dejaba de hacer, de que su ama de llaves espía no pudiera informarla de los movimientos de la rebelde, la traían a maltraer. Cada día se ponía más loquísima. Destrozó varias escobas estrellándolas contra la pared, la verruga se le reventó otras tantas veces, tuvo que rellenarla con ácido hialurónico para evitar que desapareciera, puesto que era su signo de identidad como bruja. Una bruja sin verruga es una bruja sin dignidad.

La fama de su chifladura fue extendiéndose por Brujilandia. Sus gritos escobofónicos a la jefa se oían en varios kilómetros a la redonda. Todas sus compañeras sabían de su locura y miraban horrorizadas su deterioro como profesional. Al mismo tiempo, crecía la fama del ingenio de la empleada, y su invento de la pócima de la invisibilidad. Todas las brujas querían tener acceso a ese líquido evidentemente lleno de posibilidades. Y ocurrió el milagro. Algunas de ellas escobofonearon a la jefa pidiéndoles la incorporación de la empleada a su equipo. Por fin veía una salida al final del tunel!

La jefa de brujas llamó a la trabajadora y le lanzó una oferta que difícilmente podía rechazar. Una subida de categoría profesional en el sitio más deseado por todas las empleadas del gremio: en la escuela de brujaaaaas! Era un sitio maravilloso en el que se conservaban miles y miles y miles de recetas de pócimas desde el principio de los tiempos. Allí era donde acudían las brujas a formarse, a perfeccionar sus artes, a debatir sesudamente sobre todos los aspectos de la brujería. Se organizaban congresos, simposios, jornadas. Las mayores expertas del mundo acudían a la escuela a dar conferencias, era un lugar de sabiduría, de recogimiento, de estudio, el sitio favorito de cualquier aspirante a bruja o a asistente personal de bruja. Y era allí donde requerían los servicios profesionales de la empleada!!!!!

Cuando la perversa criatura supo que le habían ofrecido ese puesto a su aborrecida empleada sintió primeramente alivio por haber conseguido su objetivo, pero inmediatamente surgió un sentimiento de rabia por el hecho de que alguien en el mundo, y sobre todo en la escuela de brujas nada más y nada menos, quisiera los servicios de aquella malnacida. Pero se consoló de momento pensando en las nuevas empleadas que le mandarían a las que podría mangonear a su gusto, tratarlas a latigazo limpio y mandarlas a las mazmorras, que era donde a ella le gustaba tener a su personal encerrado.

Pero a estas alturas la fama de la bruja malísima era ya conocida a nivel mundial y varias líderes de pensamiento en Brujilandia habían puesto pie en pared. Es verdad que no podían deshacerse de aquella bruja que daba tan nefasta imagen del colectivo, puesto que por su antigüedad era prácticamente intocable, pero sí podían intentar controlar los efectos perversos de sus desmanes, de su crueldad y de su tiranía. 

Para empezar, la mazmorra en la que encerraba a las desgraciadas trabajadoras, por orden brujijudicial fue clausurada, tapiada y las llaves arrojadas a un pozo de profundidad insondable. Ya nunca nadie más tendría que quemarse las pestañas en aquel lugar indigno en el que jamás entraba la luz del dia. Y lo mejor de todo, las nuevas empleadas fueron seleccionadas cuidadosamente entre miembros de la resistencia brujeril, un grupo de rebeldes curtidas en mil batallas que de ninguna de las maneras se dejarían putear por tan maléfica criatura. Eran guerreras y acudieron con las armas levantadas desde el primer día, dispuestas a luchar a muerte por sus derechos. La empleada rebelde había servido de inspiración para muchas otras que, hartas de aguantar carretas y carretones de brujas enloquecidas, déspotas y mamarrachas, no estaban dispuestas a dejarse avasallar ni un milímetro. Desde el primer momento se presentaron ante la bruja poniendo los puntos sobre las íes y dejándole clarinete que trabajarían siempre en la sala amplia, luminosa y cálida y que tendría que poner a su disposición todos los materiales necesarios para realizar sus tareas, respetando escrupulosamente sus turnos laborales.

La bruja se acojonó toda cuando vio a aquellas aguerridas muchachas que no tenían nada que ver con las anteriores empleadas sumisas que siempre había tenido. Cuando fue a agarrar el escobófono para protestar ante la jefa por haberle mandado unas sustitutas casi peores que la rebelde, se plantaron ante ella, la miraron con ojos asesinos y le espetaron friamente:

- A quién vas a llamar?

Al ver aquellas miradas dispuestas a todo, se cagó viva. Pero que se cagó literalmente. O sea, un liquidillo marrón se deslizó por sus pantalones blancos, su color favorito hasta aquel aciago día. Y lo que en principio fue un fino hilillo en cuestión de segundos se convirtió en una cagada monumental. Toooooodo el pantalón se volvió marrón. La descomposición que le entró fue tal que echó ahí hasta pedazos del intestino. El bochorno que le entró es indescriptible. La verruga le estalló en ese momento de puritita vergüenza, uniendo su purulencia al líquido elemento fecal. La servil mayordoma intentó tapar aquello como buenamente pudo pero era imposible, por no hablar de la insoportable fetidez que lo acompañaba. Bendito karma! Toda la mierda que había arrojado siempre sobre sus trabajadoras se volvió contra ella.

Naturalmente las nuevas empleadas estallaron en sonoras carcajadas, lo cual aumentó la sensación de oprobio. Jamás había pasado una vergüenza semejante en la vida. Como buenamente pudo la mayordoma la sacó de allí y la llevó al baño para meterla bajo la ducha, pero la noticia ya había trascendido por toda la ciudad primero, luego por todo el país y finalmente por todos y cada uno de los rincones del planeta.

Nadie volvió a verla nunca, desapareció de la faz del planeta. Lo sucedido pasó a los anales de la historia de Brujilandia como una de las anécdotas más divertidas jamás contadas. Una vez alguien comentó que la había visto en Transilvania, escondida dentro de un ataud, haciéndose pasar por vampira, pero nunca ha podido ser confirmado el rumor.

Desde entonces transcurrió una época dorada de esplendor en aquella casa que había pertenecido a la bruja malvada y que fue concedida a otra hechicera famosa por su amabilidad, sabiduría y equidad. La  concordia reinó para siempre en aquel lugar y ninguna bruja se atrevió nunca más a tratar a sus empleadas con crueldad, tiranía o desprecio. 

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

miércoles, 20 de octubre de 2021

Se me explota la perola con lo de la Carmen Mola

 - "No nos hemos escondido detrás de una mujer, sino detrás de un nombre", dice el trío que firmaba como Carmen Mola. No es cierto, ellos crearon una imagen falsa de una mujer.

- Es una estafa! Vamos a denunciarlo!

- Supongo que será una fina ironía.

- No, vamos a denunciarlo.

- Pero por qué? Estás de coña? Desde cuándo es delito escribir bajo pseudónimo?

Reproduzco aquí una conversación por Twitter que mantuve ayer con una individua que estaba supercabreada por lo del Planeta. El intercambio de impresiones llegó hasta aquí porque la tía me bloqueó ipso facto.

Sin duda a estas alturas estaréis enterados, pero bueno, por si acaso vivís debajo de una piedra os lo resumo brevemente. Resulta que la ganadora de este año del Premio Planeta no es en realidad una mujer, sino un trío de guionistas blancos heteros (esto último no podría asegurarlo, la verdad) que escriben sus novelas bajo el pseudónimo de Carmen Mola.

Según cuentan, cuando pensaban en un posible nombre, uno de ellos dijo "Carmen". Y otro contestó "Mola". Bueno, pues Carmen Mola.

Esto, así contado, en un principio no tendría por qué pasar de ser una sencilla curiosidad, incluso divertida si me apuras. Pero lo verdaderamente cachondo viene con el pollo que se ha liado después, puesto que diversos colectivos feministas han puesto el grito en el cielo por la elección. Y aquí viene lo mejor: resulta que muchas habían recomendado los libros de la tal Carmen Mola... como literatura feminista!!!!! Memeooooooooo!!!!!

Claro, imaginad la gran cagada. Recomiendas los libros de una tía como feministas sólo por el hecho de estar escritos por una mujer, y cuando te enteras de que la tal mujer sólo era un pseudónimo bajo el que se escondían tres maromos... qué cara se te debe de quedar? Jajajajajajaja!

Pero todavía mucho mejor, si es que se puede esto mejorar, es la de tías que ahora dicen que se habían dado perfectísima cuenta de que era un hombre porque se notaba muchísimo que el autor carecía de la sensibilidad que sin duda se detecta en la literatura femenina. Yo me parto el culo, jajajajaja!

En fin, hay poco que comentar, la verdad. Es todo tan ridículo, tan patético y da tanta risa que todo lo que se pueda decir se queda corto. Doy infinitas gracias desde aquí al jurado del Planeta por haberle dado el premio a estos tipos porque la jartá reír que me estoy pegando a cuenta del temita pa mí se queda.

Sólo quería compartirlo con vosotros, por si algún despistadillo no estaba al tanto de este despropósito.

Me están entrando hasta ganas de leerme la novela, y eso que hace años que no leo ningún Planeta. Pero es que me lo estoy pasando tan bien gracias a ellos que igual les doy una oportunidad.

En fin, me lo pensaré.

martes, 19 de octubre de 2021

Si algún parecido ves... pura coincidencia es (Continuación)

Como recordaréis, en el capítulo anterior habíamos dejado a la bruja malvada toda enloquecida chillándole por el escobófono a la jefa de brujas y exigiéndole la inmediata expulsión de la empleada que se le había rebelado.

La cuestión es que milagrosamente se tranquilizó de momento y durante unos días pareció más apaciguada. Aunque todos a su alrededor temían que volviera a sufrir un nuevo brote brujipsicótico y observaban con pavor la verruga, por si se le volvía a hinchar en cualquier momento, los días se iban sucediendo sin incidentes, al menos en apariencia.

Mientras tanto la vida continuaba, pero una semilla había germinado entre las empleadas y estaba a punto de dar sus frutos. Veréis, en las casas de todas las brujas había amplias salas donde las subalternas trabajaban creando las pócimas, organizándolas según su utilidad y estudiando nuevas combinaciones mágicas. Para ello necesitaban espacios con buena visibilidad y adecuados a estas tareas. En Brujilandia eran muy estrictos con estas normas porque vivían de esas pócimas secretas y no podían descuidarlas.

Pues bien, la bruja malvada prefería tener a sus empleadas en una mazmorra, una especie de zulo que tenía en el sótano de su mansión. Un lugar pequeño, oscuro y frío donde jamás entraba un rayo de sol. A ella no le gustaba ver a las empleadas cerca de sus aposentos, que por supuesto eran amplios, luminosos y cálidos. Sólo de pensar que sus criadas pudieran disfrutar de una pizca de ambiente saludable se descomponía. La verruga le estallaba cada vez que imaginaba esta posibilidad. Su mayor disfrute consistía en bajar varias veces al día a comprobar que las empleadas trabajaban sin levantar cabeza en aquella mazmorra, completamente pálidas por la falta de luz natural y quemándose las pestañas intentando leer las indicaciones de los ingredientes para los bebedizos. Las pobres usaban lupas de aumento para poder ver algo entre tanta oscuridad. Y en invierno se morían de frío con las corrientes de aire que convertían aquel inhóspito cuartucho en un verdadero vendaval.

Varias veces la jefa de brujas la había conminado a habilitar un espacio digno para las muchachas. Le comparaba las condiciones de trabajo de empleadas de otras brujas y le decía que como viniera una inspección de brujas le iban a meter un buen paquete por tenerlas en ese lugar abyecto. Pero a ella le daba igual. Aunque en la planta superior disponía de un espacio óptimo para el trabajo brujeril, porque la habían obligado los jefes supremos a instalarlo, a ella no le gustaba que sus empleadas estuvieran tan cerca. Podían infectarla de algún virus o algo. Y además era desagradable la visión constante de personas de clase inferior. Lo más que soportaba a duras penas era la presencia de su servil mayordoma, que apenas la molestaba porque no levantaba la cabeza de las pócimas. Y además porque le pasaba el escobófono cuando sonaba y le filtraba las llamadas.

Un buen día la empleada díscola subió por error a la sala iluminada a todas horas por la luz del sol, sintió sus rayos calentándole la espalda y comprobó la espectacular visibilidad de aquella sala hermosa, diáfana y acogedora. No necesitaba ni siquiera gafas para leer perfectamente los ingredientes de los tarros, ni los efectos secundarios, ni la letra más pequeña que indicaba las posibles contraindicaciones. Pensó que era un lugar precioso y que la malvada bruja no tenía ningún derecho a mantenerlas a ella y a sus compañeras encerradas en aquella covacha con la vista cada vez más deteriorada y sin saber si era día o noche, invierno o verano, si llovía o si lucía el sol. Y en un acceso de rebeldía tomó una firme decisión: 

- A la Gran Bruja pongo por testigo de que nunca volveré a ese lugar inmundo!

Y dicho y hecho, bajó al siniestro habitáculo, cogió sus trastos y subió decidida a la amplia sala. Sus compañeras le preguntaron dónde iba y ella les contó lo que había decidido. Unas a otras se miraron y dijeron:

- Pues si tú te subes nosotras también.

Fue una rebelión en toda regla. Una declaración de intenciones clara. Sabían que cuando la bruja se percatara de aquella revuelta la verruga se le volvería a hinchar y entraría en erupción. Pero no estaban dispuestas a rendirse, aunque tuvieran que perder la vida en el intento.

Cuando la bruja se levantó de una prolongada siesta y bajó al zulo ya se habían ido todas las empleadas, pero observó algo raro. Sus utensilios de trabajo no estaban a la vista, aquello parecía una vieja nave abandonada, no había signos de vida humana. Todo aquello le pareció muy extraño.

Al regresar a sus aposentos pasó por la puerta de la gran sala donde se guardaban las pociones y... horroooooooor! Vio desperdigados por aquí y por allá todos los materiales de trabajo que usaban sus sirvientas.

En principio no reaccionó. Fue tal el shock que no podía creer lo que sus ojos veían. No entendía cómo podían haber llegado aquellas cosas allí sin su previo consentimiento. Eso no cabía en su maléfica  cabeza. La desobediencia de sus subalternas no entraba en sus previsiones.

Casualmente se cruzó en ese momento con una de sus empleadas más antiguas, que llegaba en el turno de tarde.

- Qué ha pasado aquí?

La valerosa empleada, que estaba bastante curtida en refriegas brujeriles con la vieja arpía, contestó serenamente:

- Pues que hemos decidido subirnos a esta sala.

Máxima tensión, el aire podía cortarse. La reacción de la pérfida era imprevisible.

- Habéis decidido... quiénes?

- Nosotras.

- Nosotras quiénes?

- Pues primero ha dicho X (léase aquí el nombre de la rebelde) que ella no se bajaba y luego la hemos secundado las demás.

- Ajá! Mmmmmmmm! Bien bien bien! Y desde cuándo X organiza las cosas en Brujilandia, y concretamente en mi casa?

- No sé, ha dicho que aquí hay mucha mejor visibilidad y que teniendo un lugar óptimo para trabajar no tenía sentido estar abajo en la mazmorra.

- Conque... eso ha dicho. Ya!

Increíblemente la verruga de la malvada pécora, aunque temblaba de indignación, no terminaba de estallar como en otras ocasiones. La impresión no la dejaba reaccionar. Apretaba fuertemente la escoba con el puño pero no dejaba de sonreír, aparentemente tranquila. La empleada, aterrorizada, esperaba la explosión de un momento a otro, pero sin dar crédito a sus ojos lo que vio fue a la bruja dar media vuelta sin decir una palabra más, tiesa como un palo, y retirarse a sus aposentos.

Un minuto después se oyó al otro lado de la puerta un terrible grito, un aullido desgarrador, un sonido terrorífico que la antigua sirvienta jamás podría olvidar.

-Aaaaaaaaaaaaaaaaaarrrrrrrrrrggggggggggg! Pásame el escobófonooooooooooo!!!!!

(Continuará)


domingo, 17 de octubre de 2021

Las cosas de mi chiquilla, de tal palo tal astilla

 - Mamá, últimamente me siento superacomplejada con mis amigas.

- Y eso?

- Pues que tengo complejo de giganta.

- Pero si tú eres un retaco, como yo.

- Ya pero soy la única que lleva tacones de 15 centímetros.

- Joder, pues quítate los tacones.

- No puedo. Van con mi personalidad.

- Ya, te entiendo. Esto me recuerda a cuando yo estaba acomplejada por el tamaño de mis tetas y no tenía tetas porque me las habían quitado y lo que llevaba era algodones.

- Ves? Pues algo así.

- Ya pero yo me di cuenta, reaccioné y me quité unos cuantos algodones, y se acabó el complejo.

- Mira esta foto. Es o no es para estar acomplejada?

- La verdad es que pareces Blancanieves rodeada de enanitas. Pues verás el día que te bajes de los tacones el palo que se va a pegar todo el mundo. Te advierto que también me ha pasado.

- No, si ya me ha pasado, pero al revés. Alguna gente del gimnasio me ha visto de copas y no me ha reconocido, por la estatura.

- No me extraña. Es que 15 centímetros son muchos centímetros como para identificar a la gente.

- Me siento fatal.

- Podrías avisar a la gente. Si conoces a alguien de salir de fiesta enseñarle una foto tuya de retaco, y si conoces a alguien de hacer deporte enseñarle una foto de tu faceta night-fever.

-Ya, pero eso no soluciona lo de sentirme acomplejada con mis amigas. Es que les saco una cuarta a todaaaaaas!!!!!

- Claro, la misma cuarta de los tacones. Pues hija, no sé qué solución darte, si no estás dispuesta a bajarte del andamio.

- Eso nunca. Antes muerta que retaca.

- Ay por Diossssss, a quién habrás salido?

- Einnnnnnnn?

- Ejem! Bueno... vale. Pero... se pasa con los años.

- De verdad?

- Palabrita.

sábado, 16 de octubre de 2021

Hoy me he puesto un nuevo reto, revelaré mi secreto

No sé si habré hablado de esto alguna vez aquí. Son ya tantos años contando cosas que igual sí lo he hecho, pero como no me acuerdo hago como si lo revelara ahora de nuevas. Ahí va:

Yo bailo todos los días una hora.

Sí, amigos, como os lo cuento. Mucha gente me pregunta qué hago para mantenerme en forma, si tengo un pacto con el diablo o qué. Bueno, pues ni pacto ni pollas. Una hora de baile al día. Algo que recomiendo a todo el mundo porque es una receta fantástica tanto para el cuerpo como para el alma. A la par que se hace ejercicio es un subidón de moral de la hostia. Os animo a que lo probéis.

Sé que mucha gente se apunta al gimnasio y al cabo del tiempo se terminan cansando y dejando de ir. Lo entiendo, ir al gimnasio es un coñazo, salvo que te guste socializar mientras haces ejercicio y sudas, claro. A mí ni me gusta hacer deporte ni me gusta sudar ni me gusta socializar, porque como sabéis soy de naturaleza asocial. Hacer ejercicio y tener que interactuar al mismo tiempo con otra gente me parece un esfuerzo tremendo, sobrehumano y totalmente inadecuado para mí.

En cambio mi rutina de una hora diaria de baile es ideal para alguien como yo. Además, a quién no le gusta bailar? A lo mejor  hay gente a la que no le gusta hacerlo públicamente porque es tímida, pero quién no se ha puesto a bailar en su casa escuchando su música favorita? Yo no conozco a nadie.

En fin, por si os animáis a seguir mis consejos os diré cómo es mi rutina dancing.

Primero seleccionar la música. Yo me pongo la radio a veces y otras cojo algún disco de grandes éxitos del Spotify. Soy muy ecléctica en cuanto a gustos musicales, pero para bailar mis favoritos son Abba, Raffaella y los Bee Gees. Me pongo muy loquísima con ellos. 

Luego otra cosa importante. Hacerlo frente a un espejo. Esto da un subidón del copón. Un espejo a cierta distancia, claro. No vale ponerse ante el del armario a un metro. Eso puede ser demoledor, ni se os ocurra.  Tampoco valen gafas ni lentillas.  Esto es de importancia vital. Yo al espejo de mi habitación le hago luz de gas, lo ignoro por completo. Mi referente visual es el espejo del baño, a unos cinco metros de distancia desde mi posición de baile. Y también hay que estudiar el tema de la luz. Por ejemplo, yo tengo justo la ventana detrás, lo cual favorece una barbaridad. Ese trasluz es pura magia visual. Como ya he dicho, aparte del ejercicio físico la elevación de la autoestima es fundamental.

Tema vestuario. En verano bailo en bikini y en invierno tiro de licra: mallas y camiseta. También me embadurno de aceite de oliva virgen extra, porque así se ve la piel brillante y mola más todavía. 

(Hago un inciso para contar otro de mis secretos de belleza: el aceite de oliva virgen extra como hidratante corporal, facial y manual.  Hoy lo estoy dando todo contando secretos, eh? En fin, antes usaba cremas como todo el mundo, pero dejé de hacerlo porque ni me gustan los envases de plasticuchi ni los productos tóxicos que llevan ni la experimentación con animales para conseguirlas. Puedo admitir que se experimente con seres vivos por cuestiones de salud pero no para la industria cosmética. Que experimenten con su abuela. Por eso prefiero un producto totalmente natural y además de la tierra. De ahí mi elección del aceite de oliva virgen extra. Además sólo compro los envasados en vidrio, que es mi tipo de envase favorito. Ya sé que es carillo, pero oye, la gente se gasta auténticos pastizales en potingues para la cara, en gimnasios o en tratamientos de belleza. Por que yo me compre una botella de aceite de vez en cuando para uso cosmético tampoco estoy cometiendo ningún crimen. Y además apoyo a la industria local. Qué coño!)

Y una vez terminado este inciso, continúo con mi rutina de baile. 

Estábamos en que a una prudente distancia del espejo enchufas el Spotify y te lanzas a darlo todo. Y como te estás viendo a esa prudente distancia, con esa luz favorecedora y escuchando de fondo tu música favorita, empiezas a flipar contigo misma. Tal que si te hubieras metido entre pecho y espalda cinco whiskazos.  Eres una dancing queen total. Ya no te ves a ti en ese espejo, ves a la mismísima Beyoncé. Y claro, te vienes arriba: 

Japuta, qué buena estás. Pedazo cuerpo. Brutal. Te sales, te rompes, lo petas. Ole la madre que te parió!

Tú te lo guisas, tú te lo comes. No hay mejor piropo que el que se echa una a sí misma, con absoluto convencimiento autenticidad y entrega.

Y esto al mismo tiempo que te contorsionas toda enloquecida y chillas, por ejemplo:

MORE THAN A WOMAAAAAAAAN, UUUUUUUUUUUUUUH, MORE THAN A WOMAN TO MEEEEEEEEE!

Olvidad depresiones, ansiedades, bajonazos. Ésta es la medicina, la auténtica, la mejor. Música, aceite y baile.

Y nada, luego te duchas, y como nueva.

Mano de santo. Palabrita.


viernes, 15 de octubre de 2021

Un homenaje sentido a este sitio tan querido

Sé que más pronto que tarde tendré que irme de aquí. 

Y me da muchísima pena. Porque amo este lugar. Sí, aunque lleve sólo un año aquí y no me haya dado tiempo a vivir muchos momentos memorables, pero me encanta. Me encanta la gente, me encantan mis compañeros, me encantan los niños... Conozco ya a muchos de ellos y en general son educados, amables, buenos chicos. Todos muy estudiosos. Estoy segura de que entre ellos hay muchas lumbreras del futuro. Pero sobre todo... me encanta el lugar. Es una biblioteca preciosa. Cálida, acogedora, luminosa. Siempre está llena, la gente se da tortas por venir, y la verdad es que no me extraña. 

Hasta a lo que peor llevaba al principio le he terminado cogiendo el punto. Os acordáis de lo que me quejaba de los baños cuando llegué? Que había que cruzar todo el patio, y en invierno te mueres de frío. Bueno, pues una vez que he vivido la experiencia en verano me he dado cuenta de lo agradable que es ese fresquito y de lo bien que sienta ese paseo al aire libre. Es cierto que en invierno no apetece mucho, pero bueno, es un paseíto, te abrigas bien y con eso te mueves y haces algo de ejercicio. Y meas menos.

Mis baños favoritos, creo que os lo conté, son los del aula de disección. Como he donado mi cuerpo a la ciencia sé que ése será mi ultimo destino. Cuando voy a mear siempre pienso en que algún día estos niños me abrirán ahí en canal para estudiar anatomía, y aunque haya quien pueda pensar que es una idea tétrica, a mí, que siempre he sido rarita, me reconforta, porque siento que es el final perfecto para una buena vida. Terminar sirviendo para algo útil. No sé, es como quien mira un paisaje y piensa que algún día le gustaría que sus cenizas fueran echadas allí. Pues eso es lo que me pasa a mí pero con el aula de disección. Además, la de risas que se pueden echar con mis tetas de agua! Igual se las pasan como una pelota. No sé, eso me hace ilusión, que la gente se divierta conmigo hasta después de muerta.

Al principio no me gustaba hacer tantos turnos de tarde pero con el tiempo mi cuerpo se habituó y recordé algo que había olvidado a fuerza de repetir pesadas rutinas: recordé que nunca me ha gustado madrugar. Y que siempre me había prometido a mí misma que cuando mis hijos estuvieran grandes me cogería un turno fijo de tarde. Nunca os habéis dado cuenta de lo que se deteriora la gente que madruga? De las ojeras, las bolsas, la palidez cetrina de la piel... Y luego está lo otro, lo peor. Que el cuerpo se les habitúa tanto que cuando se jubilan ya son incapaces de estar en la cama más tarde de las 7. Están condenados a madrugar de por vida. Es horribleeeeee! Yo no creo que a este paso vaya a jubilarme nunca, pero no quiero que se me ponga cara de jubilada insomne, que es la cara que tiene todo el mundo que madruga. Además salir a la calle de madrugada cuando aún no ha amanecido debería de estar prohibido, es antinatura. Es una agresión que nadie tendría que soportar. No me extraña que la gente tenga tantos problemas de salud mental, la verdad.

Y luego está que en el turno de tarde el trabajo es tu feudo y tú reinas en él. Normalmente en los turnos de tarde no hay jefes, nadie te incordia, te organizas el trabajo como te da la gana sin tener a nadie encima; si además estás en un sitio precioso, un sitio que te gusta, una biblioteca, rodeada de gente joven, con ilusiones, con proyectos de vida... es la pera! Lo creáis o no, eso se transmite, se contagia, se respira en el ambiente. Claro, no será lo mismo trabajar en turno de tarde en un vertedero, en un matadero o en una UCI, pero en una biblioteca con tanto traqueteo de gente es una pasada. Palabrita.

Desde la terraza de mi casa veo mi biblio, y desde mi biblio veo mi casa.  Me tomo una cervecita a mediodía en la terraza viendo la facultad. Y al revés, cuando salgo de aquí a los cinco minutos me estoy tomando esa cervecita o en mi casa o en algún baretillo de mi barrio. En verano antes de venir a trabajar me bajo un rato a la piscina y me tomo la cerveza allí. Salgo con el tiempo justo para vestirme, coger la bici y venir a trabajar. Vengo relajada, fresquita y feliz, y me paso la tarde aquí igual de relajada, de fresquita y de feliz. Se me pasa el tiempo volando, y cuando quiero darme cuenta es la hora de salir. Cuando voy cerrando ventanas y apagando luces miro a mi casa y me digo: hogar, dulce hogar, ya mismo estoy ahí repantingada en el sofá. No sé, creo que no se puede pedir más, la verdad.

Por eso, porque estoy tan contenta me da mucha pena pensar que tendré que irme, con la ilusión que me hacía quedarme aquí ya para siempre. Cuando pedí el traslado lo hice con esa idea, y ahora, un año después, puedo decir que fue una fantástica decisión. Mi calidad de vida se multiplicó por mil, y con ella mi sensación de que había encontrado por fin mi sitio en el mundo.

No quiero hablar aquí del problema por el que seguramente me tendré que ir. La mayoría lo sabéis y no es necesario mencionarlo. Por muy feliz que yo sea aquí y por muy enamorada que esté del sitio, hay fuerzas de la naturaleza que escapan a mi control. Y además estoy segura de que también estaré bien donde vaya. Pero no querría hacerlo sin despedirme de este lugar maravilloso, sin dedicarle mi pequeño homenaje. En realidad es una declaración de amor en toda regla.

No sé cuándo será la despedida real, pero hoy me ha parecido el día perfecto para escribir esto. Un viernes por la tarde, un día precioso de otoño, disfrutando de esta soledad, de este silencio casi sagrado, de este luminoso ambiente de paz, estudio y sabiduría. Mirando con anticipada nostalgia mis dominios y despidiéndome íntimamente de ellos, con muchísima pena pero también con la sensación de haberlos disfrutado intensamente. Y de que siempre guardaré el mejor recuerdo de este lugar.

Hasta siempre, querida biblio.

Venga, Inma, a trabajar!


viernes, 1 de octubre de 2021

Me he autoevaluado y la duda me he quitado

Queridos amigos, como sabéis, hace tiempo que en mis incursiones tuiteras estoy triunfando plenamente. No hay día que no sea obsequiada con epítetos como cuñada, equidistante, fascista, machista, voxera... Bueno, y esto es lo más bonito que me dicen. Pero dado que este blog se denomina "Arfondoalaizquierda" precisamente por un acto de orgullo personal hacia esa adscripción política (orgullo que, lo confieso, ya no siento en absoluto; hoy por hoy no considero nada halagador ser de izquierdas, visto lo visto, leído lo leído y oído lo oído), he decidido autoevaluarme en función de una serie de parámetros objetivos que considero que definen la condición más o menos izquierdista de una persona. Así que allá voy.

1. Derechos civiles.  Soy una auténtica defensora de todos los derechos y conquistas sociales. La regulación del aborto por ley de plazos, la regulación de la eutanasia, la igualdad de derechos para todas las personas, sea cual sea su religión, condición sexual o ideología; soy incluso partidaria de causas más polémicas, como la legalización de las drogas, la gestación subrogada y la prostitución voluntaria. En el aspecto individual soy liberal a tope, que cada cual haga, diga o piense lo que le dé la gana, siempre y cuando no choque con la libertad de los demás. Soy también defensora de la causa animalista, sin llegar a los extremos de pensar que los gallos violan a las gallinas o que las granjas de pollos son equivalentes al holocausto. No soy partidaria de prohibir cosas, prohibiciones las menos posibles. Así que en este punto de la autoevaluación me pongo un 9, estoy a la izquierda de toda la gente que conozco. Y no me pongo más por modestia. 

2. Religión. A pesar de lo que he dicho anteriormente sobre respetar los derechos de todas las personas, sea cual sea su religión, considero que las religiones junto con los nacionalismos son auténticos cánceres para la sociedad. Por ello soy partidaria de que la religión se viva en la intimidad o en los templos habilitados para ello y que salga de la vida pública, sobre todo de las escuelas. Es una lucha personal mía de toda la vida. Ni mis hijos están bautizados ni han hecho la comunión ni han dado clases de religión jamás en el colegio, y mi deseo, que ya considero de imposible cumplimiento, siempre ha sido que alguna vez por fin la asignatura de religión dejara de estudiarse, al menos en la escuela pública, que debería ser laica totalmente.  En fin, es una batalla perdida, pero mi laicismo, mi agnosticismo y mi anticlericalismo creo que me conceden otro merecidísimo 9 en este apartado. El punto que me falta para la excelencia me lo quito por alguna vez que he flaqueado asistiendo a alguna misa de difuntos, aunque lo haya hecho con todas las reticencias del mundo. Pero bueno, he ido y me quito el punto para ser completamente honesta en esta autoevaluación.

3. Feminismo. Me considero la persona más feminista del mundo. Creo absolutamente en la igualdad de hombres, mujeres y cualquier otra variante que pueda darse. No tengo la menor duda de que cualquier mujer puede conseguir lo que se proponga. Por supuesto, no tengo que decir que a igual trabajo igual salario y que cualquier otra cosa me parece aberrante.  Tanto creo en la igualdad que no soy partidaria de hacer distingos entre la violencia según la cometa un hombre o una mujer o según sea el sexo de la víctima. Por ello ya sabéis que soy una ferviente detractora de la Ley de Violencia de Género, como lo soy de las cuotas en los partidos políticos o de cualquier tipo de diferencia que se pueda establecer entre las personas en función de su sexo. Creo que tanto padres como madres deben gozar de los mismos permisos laborales, para que la maternidad no suponga una rémora en la carrera profesional de las mujeres. Y excepto por el hecho de que hoy por hoy los hombres no pueden parir, considero que tanto en el cuidado de los hijos como de las personas dependientes o en las tareas del hogar deben participar en igualdad de condiciones que las mujeres. Por tanto me puntúo aquí con otro 9 y de este modo considero probada matemáticamente mi condición feminista y niego rotundamente la acusación que con frecuencia se me hace de ser cómplice de la violencia machista, de los abusos del heteropatriarcado y no sé cuantas mil falacias más que injustamente se me atribuyen.

4. Economía. Socialdemócrata a tope. Soy partidaria de una fiscalidad justa con la que los impuestos vendrían a paliar las desigualdades sociales. La mejor sanidad del mundo debería ser la pública y también la mejor educación. La educación es, de hecho, el mejor ascensor social que se ha inventado, después del braguetazo, y pienso que es irrenunciable que la pública, la de todos, tenga la mayor calidad. No me importa pagar muchos impuestos si con ellos contribuyo al reparto equitativo de la riqueza. Pero no me gusta la demagogia económica que practica buena parte de la izquierda. Una alta fiscalidad da para mucho pero no para todo. Por eso la bonanza económica de un país no puede fundamentarse sólo en lo público, también hay que incentivar la inversión privada y no hacer sangre constantemente con los enfrentamientos entre trabajadores y empresarios. Y como no soy partidaria de la demagogia no creo que el sistema de pensiones actual sea sostenible a largo plazo con el envejecimiento constante de la población, y pienso que los políticos deberían ser valientes y decirlo claramente en lugar de pasarse la vida inventando gilipolleces para mantenernos en la inopia. En fin, como habrá quien me discuta la nota si me puntúo muy alto en este apartado voy a ser modesta y me pondré un 7. Que no se diga que no estoy siendo completamente honrada.   

5. Forma de Estado. Como ya he manifestado en múltiples ocasiones soy republicana de pura cepa. Aunque yo no creo que el republicanismo sea exclusivo de la izquierda, es evidente que hay una amplia mayoría de simpatizantes de la causa a este lado del espectro ideológico. Esto me daría la máxima puntuación, incluso matrícula de honor si añadimos mi aversión absoluta por la monarquía en general y más concretamente por la borbónica en particular. En cuanto al asunto territorial soy una entusiasta federalista. No creo que el estado de las autonomías sea muy distinto a un estado federal, pero vamos, que si hay que avanzar hacia un mayor federalismo, que cuenten conmigo. Tampoco tengo ningún problema con que se independice quien le dé la gana. Si por mí fuera hace ya años que vascos, catalanes, navarros y todo el que lo pidiera habría tenido su referéndum correspondiente y se hubieran largado del país y dejado de dar por culo con sus constantes exigencias. Mi patriotismo tiene un nivel muy bajo en ese sentido. Si tengo que cambiar la forma del mapa me aprendo la nueva y ya está. De hecho ya lo hice cuando dejé de pintar el mapa de España como una carita con la nariz de Portugal. Empecé quitándole la nariz y si tengo que quitarle el flequillo y el gaznate se lo quito sin problemas. Como si nos quedamos solos los andaluces. En realidad yo me considero ciudadana europea, así que todos los límites que están por debajo de ese me la refanflinflan. Bueno, menos cordobesa, que eso reconozco que sí me gusta ser. Así que en este punto me voy a poner matrícula de honor, ni modestia ni nada, no me quito ni un punto. Estoy a la izquierda de todo el mundo y es casi imposible adelantarme.

Pues nada, una vez autoevaluado mi izquierdismo, aunque soy bastante patata en lo que a matemáticas se refiere, queda claro que mi nota media estaría muy cercana al 9. Es decir, conforme a unos parámetros objetivos soy indiscutiblemente una persona de izquierdas, y por tanto, el título de este blog sigue teniendo la mayor vigencia. Y por eso creo que tengo toda la autoridad moral para decir bien alto y bien claro que la izquierda actual, con la que no me siento en absoluto identificada, por su autoritarismo y su tendencia al prohibicionismo, al dogmatismo y al sectarismo, es una puta mierda como la copa un pino. He dicho.