miércoles, 26 de febrero de 2014

Esto es la guerra!!!!!

Llevo semanas anunciando por mi whatsapp que soy carne de presidio. Algunos en este tiempo me han preguntado que por qué digo tal cosa. Pues bien, la respuesta no está en el viento; está... aquí.

Lo de carne de presidio fue a raíz del anuncio de proyecto de ley de seguridad ciudadana según el cual los guardas de idem en adelante tendrían funciones y trato similares a los de la policía y otros cuerpos y fuerzas de Seguridad del Estado. Por lo visto insultar u ofender a una de estas "autoridades" podía ser considerado delito de gravedad e incluso causa de pena de privación de libertad, o sea, carne de presidio.

Fue al saber aquello cuando empecé a verme con el traje de rayas y la bola de hierro atada al tobillo. Y me vi con toda la razón. Porque una es bocazas de nacimiento, y lo sabe, y se conoce, y sabe también que no se calla ni debajo agua ante la injusticia flagrante y galopante.

En fin, os cuento:

Como muchos sabéis, yo voy a trabajar en tren todos los días. Pues bien, como la única manera de viajar en este medio con cierta tranquilidad y una mínima dosis de reconfortante silencio es montarse en el último vagón, acostumbro a coger mi bici cuando bajo las escaleras mecánicas para llegar hasta mi lejano objeto de deseo pedaleando. La verdad es que queda un poco atomarporculo, pero en bici se llega rápido y merece la pena, por la tranquilidad y el relax.

Esto lo hago naturalmente cuando no hay gente o, si la hay, espero pacientemente a que desaparezca la marabunta biberónica que invade Rabanales cada día antes de encaramarme a mi vehículo y empezar a pedalear. Lo que quiero decir es que no existe ningún riesgo de atropellar a nadie ni de nada; el peligro es nulo. Yo circulo completamente so-la por la estación.

Bueno, pues hace unos meses, cuando empezó este curso, como éramos pocos en los andenes, parió la abuela, y RENFE o ADIF, o quien quiera que fuese el lumbreras, contrató agentes de seguridad privados, no sé muy bien con qué finalidad, sinceramente. Para contar los viajeros que vamos en cada tren? Para vigilar que la gente no tire papeles al suelo o ponga los pies en el asiento de enfrente? Tal vez para asegurarse de que no viajamos con mochilas o bolsas sospechosas con el fin de prevenir un posible atentado terrorista? Bueno, esto último tendría sentido, ciertamente.

Pues noooooooo. Han contratado seguridad privada para asegurarse de que nadie monta en bici en la estación!!!! Ésa es la realidad pura y dura, porque todavía no he visto que hagan otra cosa. Podrían entrar veinte terroristas con pasamontañas y kalashnikov a punta pala y ellos los dejarían pasar tan ricamente, pero ay de ti si se te ocurre poner el culo en la silla de tu bici. Agárrate los machos, colega!!!

Desde el principio ya apuntaron maneras. Me pararon un par de veces para decirme que estaba prohibido montar en bici y yo muy educadamente asentí y me di cuenta de que si quería seguir haciéndolo tendría que estar muy atenta a que no estuvieran por allí, o por lo menos a que no estuvieran mirando. Con respeto, en una entente cordiale, tú a mí no me tocas las pelotas y yo a ti tampoco.

Y así ha sido durante todos estos meses. Si yo bajaba las escaleras y detectaba la presencia de alguno de estos especímenes, que además van muy bien señalizados con sus chaquetas reflectantes, caminaba obedientemente hasta el último vagón, aunque no llegara a mi objetivo hasta media hora después. Que no había moros en la costa? Pues caminaba un par de pasitos sigilosamente, miraba para un lado y para el otro y... zas, de un salto raudo me montaba a toda velocidad en mi bici a recorrer el trayecto en un pispás. Sí, de furtiva, pero con dignidad, siempre con dignidad. En fin, el caso es que durante estos meses nos hemos respetado mutuamente y nuestra convivencia ha sido feliz y pacífica... hasta ahora.

Aunque ya venía avisada, todo hay que decirlo. Uno de mis amigos conductores de tren se me acercó el otro día con mucho misterio y me dijo al oído: "Que sepas que los guardas van a por ti y que si sigues montándote en la bici te piensan denunciar". Yo puse cara de espanto total y contesté: "Comorrrrrrrrrr????? Pero es que esa gente no tiene otra cosa que hacer que vigilar que yo no me monte en mi bici?????". Y él: "Yo sólo te aviso".

Pues bien, yo le doy las gracias por la información, atiendo la advertencia y extremo las precauciones. Tengo que poner mucha más atención y no confiarme. Pero hete aquí que ayer, al volver del trabajo, hago como siempre, bajo del tren, dejo pasar a toda la marabunta, no detecto ningún alien y me monto en mi bici para recorrer el andén hasta las escaleras. De repente, oh, cielosssss, a lo lejos creo vislumbrar el verde fosforito de la chaqueta de un guarda. Freno abruptamente, me bajo y muy dignamente continúo mi camino andando. Cuando llego a las escaleras me intercepta la "autoridad".

- Hola, tú sabes que no se puede montar en bici en la estación, no?

- Pues sí. Por eso tengo la deferencia de hacerlo sólo cuando no hay nadie vigilando.

- Y no sabes que hay cámaras de seguridad?

(Ya, el Gran Hermano vigila...

El Gran Hermano vigila que no te hurgues la nariz y pegues tus mocos debajo del asiento.

El Gran Hermano vigila que no pongas los pies en el asiento de enfrente.

El Gran Hermano vigila que no folles en el vagón.

El Gran Hermano vigila que no montes en bici.

El Gran Hermano vigila... El puto Gran Hermano)

- Ah, siiiiiiiiií??? Vaya por Dios!!!!

- Sí, y además te digo una cosa: ésta es tu última oportunidad.  La próxima vez te pongo una denuncia.

La indignación me invade mientras miro el rostro, a todas luces de cortas luces, del vil esbirro del poder. La palabra casi me sale de la boca, se me amontonan las letras en la punta de la lengua: sub-norrrrrrr-mal.

Sub-norrrrrrr-maaaal. Que no tienes otra cosa que hacer que esperar a una tía que no te molesta para nada  y que procura esperar a que desaparezcas de su campo de visión para infringir la estúpida ley que han dictado otros subnormales como tú.

Sub-norrrrrrr-maaaaaal. Que no tienes nada mejor en que ocupar tu tiempo que en amenazar con tu ridículo trajecito de autoridad de pacotilla a una ciudadana ejemplar que paga sus impuestos religiosamente y que no molesta a nadie.  Que por no molestar ni siquiera agrede al medio ambiente con sus humos, sus ruidos y sus mierdas, como seguro que sí haces tú.

Sub-norrrrrrr-maaaaaaal.

Yo sigo muy chula.

- Pues haga usted lo que tenga que hacer, que yo haré exactamente lo mismo.

- Yo te he advertido, ya lo sabes.

Me doy media vuelta muy digna, no sin antes mirarlo de arriba abajo con todo el desprecio del que soy capaz.

Y lo sé, sé que he estado a un paso de ser carne de presidio porque no le he dicho subnormal de puro milagro y porque el tipo tiene toda la cara de ofenderse por mucho menos que eso. No puedo concebir ni el sentido del humor ni siquiera el sentido común en un ente absurdo que va por ahí denunciando a la gente por montar en bici en un andén vacío.

Y alguno me dirá: "mujer, no te pongas así, el hombre sólo obedece órdenes". Pues noooooooooo, te equivocas. Yo a estos tipos los tengo muuuuuuy calados. Hay muchas formas de obedecer órdenes, y si esa orden me la hubieran dado a mí, como se la han dado a sus otros compañeros,  perfectamente habría hecho la vista gorda, mucho más si encima la persona en cuestión que infringe la norma lo hace respetuosamente cuando tú no estás o estás mirando para otra parte. Eso se llama sentido común, eso es hacer las cosas bien, empatizar con el ciudadano y burlar a las absurdas autoridades que dictan sus demenciales y esquizofrénicas normas.

No señor, no. Este fantoche no obedece órdenes; éste disfruta obedeciendo órdenes cuanto más sinsentido mejor. La estulticia se nota en la cara de las personas y éste llevaba un tapiz en plena faz.

Y lo confieso, miedo me estoy dando. No sé qué puedo hacer si me lo vuelvo a encontrar porque se da la circunstancia de que ha ido a topar con su contrapunto moral; todo lo que ese tipo representa es lo que yo no soy: obediente a ciegas, sumisa ante el poder, servil, rastrera... No, no podré contenerme, lo sé.

Seré capaz de no volver a aposentar mis nalgas en el sillín de la bici dentro de la estación? Y si lo hago, mi congénita rebeldía no me provocará una úlcera duodenal?

La suerte que tiene ese mamarracho es que no guindo un huevo y seguramente no sería capaz de reconocerlo de nuevo porque con el uniforme no distingo a uno de otro. Pero vamos, yo he entrado en modo guerra ya. A partir de ahora yo también voy a por ellos. Me saltaré a la torera todas las normas de urbanismo y lo haré con descaro y sinvergonzonería torera. Vale, igual consigue que no me monte en la bici, pero a cambio haré auténticas guarradas: pegaré chicles bajo los asientos, tiraré papeles al suelo, echaré lapos en el andén, escupiré ostensiblemente cuando vea a un guarda... En definitiva, seré una auténtica hijadeputa antisistema.

ESTO ES LA GUERRA!!!!!!!!