jueves, 31 de marzo de 2016

Je t'aime moi non plus

Le he puesto a este post el título del inolvidable tema del gran Gainsbourg porque es justamente la música que me vino a la cabeza ayer cuando en medio de la cena vi toda horrorizada las bochornosas imágenes del encuentro entre los líderes del PSOE y Podemos ante las puertas del Congreso. Fue verlos a los dos caminando y mirándose azorados acercándose desde la lejanía, posando sonrientes y encantados ante el aluvión de fotógrafos y cámaras que ovejunamente los enfocaban con sus objetivos, y automáticamente oír en mi interior los acordes de la famosa canción que en su día cantaron, o más bien jadearon a dúo Gainsbourg y Birkin.

Y del bochorno y la vergüenza pasaba a la incredulidad y a la indignación, y de ahí otra vez al incontenible rubor y así todo el tiempo de un lado al otro en un bucle sin fin del que no conseguía salir de ninguna de las maneras.

No tuvimos bastante con tener que tragarnos durante la interminable campaña electoral a Iglesias, Sánchez, Rajoy y Rivera mostrándonos ante las cámaras lo sencillos y humanos que son, jugando a baloncesto o tocando la guitarra con Pablo Motos, escalando montañas con Jesús Calleja, charlando amigablemente con el hipermegacampechano Bertín Osborne en su inefable sofá, cocinando, bailando como Iceta en el Intermedio, dando simpáticas collejas a sus hijos como Rajoy en un programa radiofónico deportivo… en fin, intentando ganar en una absurda competición por ser el más cercano, el más divertido, el más amable, el mejor candidato a vecino de al lado. No, no bastaba con eso. Ahora ha llegado el momento del AMOR.

Iglesias y Sánchez, tras semanas mareando la perdiz imposible de un pacto que nunca llegará, anuncian durante la Semana Santa a bombo y platillo un encuentro. No, un encuentro no, EL ENCUENTRO. Y todas las cámaras allí, como la panda de gilipollas que son al obedecer a la panda de gilipollas que las envían a cubrir estas patochadas, para recoger el GRAN MOMENTO.

Y qué hacen los dos mamarrachos estos? Pues aparecer los dos juntitos hombro con hombro, charlando amigablemente, por una esquina de la calle y saludar a los fotógrafos como si estuvieran desfilando por la alfombra roja de los Goya o por la pasarela Cibeles o posando para el Hola como hacen los monarcas europeos cuando se dejan fotografiar en sus “espontáneos” momentos de intimidad familiar. Qué asssssssssco, lavirrrrgen!!!!!!

Y por si esto aún no fuera poco, luego nos enteramos de que las dos lumbreras, Pedro y Pablo, Pablo y Pedro, tanto monta monta tanto, han estado charlando cordialísimamente sobre series de televisión, sobre cine, sobre baloncesto, sobre música, sobre la familia y sobre las vacaciones de Semana Santa. Pero es que NOS HEMOS VUELTO TODOS GILIPOLLAAAAAAAAAAAAASSSS?

Cómo podemos consentir que nos tomen el pelo de esta manera?? Que nos cuelen estas impresentables y horterísimas campañas de marketing y quedarnos tan tranquilos mientras que no hacen absolutamente nada de lo que están obligados a hacer, que es dejarse de chorradas y ponerse de acuerdo en asuntos básicos que es urgente arreglar?? Todavía hay alguien en este país dispuesto a seguir votando a estos mastuerzos que nos toman por imbéciles, por espectadores absortos y encantados con sus bochornosos paseíllos de cartón-piedra??

SOMOS UNOS GILIPOLLAAAAAAAAAS!

Y  si estos tíos el año que viene siguen ahí encabezando sus respectivas formaciones es porque nos los merecemos, porque un pueblo con dignidad y con amor propio se encargaría de que estos políticos impresentables se fueran a sus casas para siempre y no volvieran nunca más.

Tu vas, tu vas et tu viens
Entre mes reins
Tu vas et tu viens
Entre mes reins
Aaaaah, ahhhhhh, ahhhhhh, ahhhhhh
Aaaaaaaaah, Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!


Oda a mi cuerpo

Hoy vengo a hablar de mi cuerpo, pero advierto desde ya que no lo haré desde el punto de vista erótico-guarrete que a algunos les podría gustar e incluso estimular. Advierto en cambio que este post tiene un toque escatológico que puede herir ciertas sensibilidades, por lo que si temas como la menstruación o las actividades evacuatorias no son de vuestro interés os aconsejo que cerréis este post ahora mismo y paséis a otra cosa.

En fin, la cuestión es que mi cuerpo me tiene francamente alucinada; no he visto cosa más lista en mi vida. Es como las madres estas que dicen de sus niños “Hay que ver lo que sabe el mocoso este”; o los dueños de mascotas, que te dicen de su perrito “Es más listo que el hambre”. Pues a mí eso me pasa con mi cuerpo.

Ya he comentado alguna vez que me encuentro menstrualmente hablando en ese estado transitorio en el que ni estás ni no estás pero que cuando estás  es de un porculero acojonante. También abrí un post hace poco sobre mis deseos fervientes de que me llegue la menopausia para liberarme por fin de esta cruz que la regla se ha convertido para mí.

Desde hace unos meses vengo padeciendo unas reglas de un abundante que roza lo hemorrágico. No, no lo roza, directamente lo es. Son solo un par de días malos al mes, el resto de la regla es más o menos normal, pero ay diossssss, esos dos días son francamente una pesadilla. Me paso todo el tiempo en el baño, más o menos cada 20 minutos tengo que cambiarme si no quiero correr el riesgo de terminar pareciendo una víctima de Freddy Krueger. Ni los tampones más gordos y más absorbentes ni las compresas más de última generación ni todo junto consigue que pueda aguantar más de esos 20 minutos. Termino tan estresada y tan de mala hostia que algunos días con gusto me abriría en canal y me sacaría el útero yo misma y le prendería fuego para no tener que verlo nunca más.

Os podréis hacer una idea de que esos días estoy prácticamente inhabilitada para cualquier cosa que no sea estar pegada a un baño esperando que pasen los 20 minutos de rigor para  cambiarme una y otra vez. Cualquier salida, cualquier traslado, suponen un problema importante. Pero claro, una no puede dejar de ir a trabajar cada vez que le viene la regla, así que por huevos tengo que pasar por el trance. Lo que hago es cambiarme justo antes de salir de casa y justo cuando llego al trabajo a todo correr, y rezar mucho por el camino para que  aguante sin desbordarse todo el aparataje de absorción que llevo de un lado al otro. Ya una vez en el curro me relajo porque tengo un baño a dos pasos y sé que estoy segura hasta que llegue la hora de hacer el trayecto inverso. En fin, lo dicho, una pesadilla.

Pues bien, lo que me tiene alucinada son las noches. Cuando estoy con hemorragias lo que más miedo me da es dormirme y despertarme bañada en un charco de sangre. Como además soy de muy buen dormir y, cuando caigo, caigo de verdad, me pongo muy nerviosa de pensarlo. Es verdad que por la noche, al estar tumbada y relajada no tengo que cambiarme con tanta frecuencia, más o menos cada dos horas o así. Bueno, pues lo creáis o no, mi cuerpo se despierta justo justo a tiempo. Tengo una especie de alarma interior; me duermo como un lirón y a las dos horas aproximadamente me despierto, voy, me cambio y me vuelvo a dormir ipso facto hasta dos horas después, que me vuelvo a despertar. No es para autodevorarme a besos? Ya que tengo que pasar por el trance asqueroso este de la premenopausia, no es una pasada que mi cuerpo sea un pedazo de acompañante y tenga esa sabiduría natural?

Mira que le tengo cariño de toda la vida porque me ha dado muchas satisfacciones (y algún que otro sustillo, es verdad, pero han sido los menos) pero ahora, que se está portando como un campeón y el tío me deja dormir tranquilamente justito justito hasta el momento de riesgo de desbordamiento, ahora ya es que me lo como!!

Otra cosa que demuestra la sabiduría de mi cuerpo es el tema evacuatorio. (Ya advertí de que el post era escatológico; si a estas alturas aún sigues por aquí es culpa tuya). Creo que ya he hablado alguna vez sobre esto, pero bueno, por si acaso no me importa repetirme para quien no lo haya leído, porque lo mío es realmente prodigioso. Lo creeréis o no, pero yo solo voy al baño cuando no madrugo. Vaya, como os lo cuento. En vacaciones voy todos los días, los fines de semana no fallo, ni los puentes ni los días de asuntos propios ni los que trabajo de tarde. En cambio los días que madrugo, que son casi todos los de la semana, nasti de plasti, y nunca mejor dicho. Pero es que ni ganas, tú.

Es increíble cómo mi cuerpo busca la forma de decirme que se siente violento y agredido con el acto de madrugar. Cómo intenta comunicarme su desazón y su disgusto por que lo haga levantarse de la cama, que está él tan calentito y tan a gusto, para salir a la intemperie y ponerse involuntariamente en acción.

No le gusta, es una agresión en toda regla, y claro, se rebela. Cómo? Negándose a realizar las funciones a las que puede negarse. Porque claro, a comer no puede negarse porque eso es un acto voluntario mío. Pero se niega a evacuar lo que como, que eso ya no depende de mi voluntad sino de la suya.

No es verdaderamente un pedazo de cuerpo? Un cuerpo que intenta comunicarse con su propietaria por encima de todo, que toma sus propias decisiones y que me obliga a mí a actuar en consecuencia. Tanto es así que me he pedido en mi trabajo un día a la semana de tarde, para ahorrarme un madrugón en días laborables y así darle a mi cuerpo la posibilidad de que haga una evacuación extra con la que antes no contaba. Y con este arreglo estamos felices los dos porque nos tomamos un respiro de tanta agresión semanal y le pegamos un empujoncito a mi tránsito intestinal para que se dé una alegría.

En fin, que me gusta mi cuerpo. Me habla, interactúa conmigo, y el tío cuando me porto bien con él se enrolla de puta madre. No te digo que algún día probablemente no me dé un  disgusto, es ley de vida, pero de momento (y cruzo los dedos para que sea por mucho tiempo) me tiene muy contenta. Y por eso he escrito este post, para darle las gracias públicamente y también para ensalzar sus cualidades y su inteligencia ante mis lectores. Es algo muy íntimo y personal pero para que veáis que os tengo confianza os hago partícipes de esta satisfacción mía.

Gracias, cuerpo. Que sepas que eres supermajo y que me encantas. Y no solo por lo bueno que estás, que también.

sábado, 26 de marzo de 2016

Periodistas

Soy yo la única que se ha dado cuenta de que los periodistas de hoy en día hacen unas preguntas chorras que harían enrojecer de vergüenza a una lechuga?

Os propongo un inocente juego. Adivina adivinanza: pregunta real o imaginaria?

- José, qué sintió cuando su vecino de asiento en el tren estallaba en mil pedazos y su cabeza desprendida del cuerpo se le incrustaba a usted en el pulmón?

- María, cómo se encuentra después de que su hijo fuera atropellado por aquel conductor borracho que se saltó la mediana y posteriormente se lanzó a la fuga?

- Perdone que le moleste, solo una pregunta para Atresferia: cuando se recupere de la anestesia por su doble mastectomía le importaría acudir en calidad de participante a nuestro nuevo reality "Sin mamas pero con papas"?

- Manuel, es usted consciente de que cuando le clavó aquel cuchillo a su esposa y la lanzó por la ventana en un irreprimible arrebato de cólera no actuó correctamente?

- Paquito, si estuvieras ahora ante tus compañeros de colegio que te llamaban cosas como maricóndemierda, putilladealcantarilla, culojondo o gargantaprofunda qué les dirías?

- Isabeeeeel Isabeeeeeel, estás contenta por haber salido de la cárcel?

- Señor B., aunque lo haya negado rotundamente ante el juez, le importaría decir ante nuestras cámaras si su partido realmente se financiaba a costa de las mordidas que distintos empresarios del sector de la construcción abonaban a cambio de futuros favores?

- Carmeeeeeeeen, baja la ventanilla, por favorrrrrr! Es cierto el rumor que circula por algunos medios de que te acaban de diagnosticar un cáncer de páncreas con metástasis en la médula, el cerebro, el omóplato izquierdo y la carótida?

- Caballero, puede confirmarnos desde debajo de las ruedas de este camión que efectivamente el conductor no se saltó el stop sino que fue usted mismo quien se arrojó voluntariamente?

- Marilux, es cierto que Jonatan te besó el dedo meñique del pie izquierdo en vuestra última cita antes de que él decidiera abandonar el concurso e ingresar en el convento de los Carmelitas Descalzos de Sant Feliu del Llobregat?

- Presidenteeeeee, presidenteeeeeee!! Podría confirmarnos que se está preparando un operativo policial secreto de grandes proporciones para detener a una célula yihadista en el barrio de Tetuán?

Y así un día y otro día y otro y otro...

Y si creéis que exagero, probad a ver un rato la tele.

(Probablemente continuará)

(Por cierto, se admiten ideas)



jueves, 24 de marzo de 2016

La odisea penitente

Es Semana Santa y he quedado con una amiga en un bar. Cuando me bajo del autobús y me dirijo al lugar de encuentro de repente me percato de que tengo que pasar por las Tendillas (para quien no sea de Córdoba, es la plaza principal de la ciudad) y que es imposible porque está lleno de gente y no voy a conseguir atravesar el muro humano de ninguna de las maneras. Decido desviarme por una salida lateral para intentar llegar a donde hemos quedado siguiendo en paralelo los desfiles procesionales por las calles adyacentes.

Total, que me pongo a seguir a un grupo de gente, pensando que intentan hacer lo mismo que yo, y así, todo el rato detrás de ellos, empiezo a callejear sin ton ni son hasta que llegado un punto me doy cuenta de que me he perdido. Miro para todos los lados y no tengo ni la más remota idea de dónde estoy, y lo que es peor, tampoco de la dirección en la que voy. He perdido la orientación por completo y no sé si me estoy alejando o acercando a mi destino.

La sensación es completamente surrealista, onírica. En mi propia ciudad, en pleno centro, estoy perdida!!!! Me siento como en un sueño, no me suena nada de lo que veo, es como si estuviera en una ciudad desconocida. Total, que intento calcular más o menos en qué dirección podría estar el sitio al que voy y sigo caminando con la esperanza de que más tarde o más temprano saldré a algún lugar reconocible.

Efectivamente, después de un buen rato completamente alucinada, sin tener ni idea de mi localización, por fin un edificio que me suena, una iglesia. Respiro aliviada, uffff. Pero el problema es que tampoco sé por dónde tirar porque las calles adyacentes también están a tope; son carrera oficial y están empetás de forofos semanasanteros.

En fin, en un momento dado dudo si volverme a casa y llamar a mi amiga para decirle que he sido incapaz de llegar, o bien seguir intentando acercarme poco a poco, aunque tenga que dar una vuelta tremenda, a riesgo de volver a perderme por callejuelas que no conozco y terminar en el río o vete tú a saber dónde. Pero reflexiono y llego a la conclusión de que todos los caminos llevan a Roma y que sabré llegar desde alguna parte. En fin, que continúo avanzando, procurando no alejarme demasiado de la calle principal que sí conozco.

En esto que por fin llego a otra calle que me consta que lleva directamente al lugar de la cita. El problema es que, como no podía ser menos, también está pasando una procesión. Hossssstia, qué pessssadillaaaa!!!!! Qué hago, qué no hago? A base de empujones, pisotones, peticiones de perdón y encogimientos varios (mi capacidad de encanijarme y minimizarme para poder atravesar espacios minúsculos es similar a la de las cucarachas) consigo ir atravesando el muro, que es más pequeño que el de las Tendillas pero con todo  y con eso de un grosor importante. La gente por supuesto me mira como si quisiera matarme porque se piensan que lo que quiero es colocarme delante para ver mejor la procesión. Algunos incluso me obstaculizan el paso sin recato hasta que les explico que lo que quiero es cruzar al otro lado.

Por fin consigo salir a la calle en cuestión, y ahí sí que me veo en una situación completamente surrealista. Estoy en medio de la procesión, y no puedo de ninguna manera tirar ni para un lado ni para el otro porque la calle es muy estrecha y la gente se apelotona a los lados sin que quepa un alfiler. La única solución es intentar avanzar entre los nazarenos. Con el miedo que me dan a mí esos tíos!!!! Sí, ya sé que son gente normal  y corriente con un capirote pero a mí de siempre me han provocado auténtico pavor, sobre todo los muy grandes, los que llevan esas cachiporras de hierro que como se mosqueen te pueden pegar un garrotazo que te matan fijo. Además el inquietante parecido del uniforme con el de los miembros del Ku Klux Klan tampoco es que sea muy tranquilizador. Para colmo, con la confusión no veo bien y termino pisando con mis tacones a un par de ellos, que me ponen a parir desde debajo de sus capuchas. Rezo para no pisar a alguno que vaya descalzo y que encima sea portador de uno de esos garrotes que tanto miedo me dan.

Sigo avanzando a duras penas entre los nazarenos hasta que por fin llego a un punto en el que es imposible continuar. Con el paso hemos topado. Un pedazo de armatoste que ocupa toda la calle y por el que ya sí que no puedo saltar ni salir por los lados ni nada, por mucho que me minimice al máximo. Estoy atrapada. Atrapada en una procesión. Diosssssss! Solo puedo hacer una cosa: ir de penitente detrás del paso.

Ay Virgen santa, cómo me he metido yo aquí? Rodeada de un montón de tías vestidas de mantilla rezando el rosario ahí me tienes a mí toda muerta de vergüenza detrás del santo, rezando yo también pero para que no me vea ningún conocido en tan poco airosa situación. Yo, una atea convencida y entusiasta, procesionando junto con una panda de beatas, deseando que la tierra se abra y me trague, o volverme invisible o cualquier cosa que me permita pasar desapercibida entre ellas. Porque además, como soy la única que desentona en la vestimenta, es casi imposible no reparar en mi presencia. Ay señorrrrr! Lo único que me faltaba es que un espontáneo saltara a cantar una saeta y la procesión se parara.

Cómo que lo único que te faltaba? A ti que no te falta de na, chiquita. Justo en el momento en el que lo estoy pensando oigo un vago quejío al otro lado del paso; un saetero o saetera (no sé el sexo porque con el jaleo de la gente y el bochorno que estoy pasando no oigo casi nada) se ha lanzado a echar un cante y, como era de temer, el paso inmediatamente se ha parado. Por mi parte otro quejío: Ayyyyyyy!!

Yo con la cabeza agachada, todo lo posible que se puede agachar una cabeza sin arrancártela de cuajo, imagino que con aspecto de estar rezando con devoción al santo al que estoy siguiendo ovejunamente junto con las damas de mantilla. Maldita sea mi suerte.

Al fin se ve que la saeta ha terminado porque el paso se ha puesto de nuevo en marcha y yo, junto con el resto de mis compañeras penitentes, también avanzo con él. Con incredulidad a la par que alivio observo que estamos llegando al punto en el que por fin podremos separarnos el paso y yo.

Sí, sí!! Y una mierrrrrda!! Cuando llego al cruce de la calle que tengo que tomar para bajar al punto de encuentro, topo con una valla y un montón de gente detrás taponando cualquier posible escapatoria. Desesperada miro para todos lados pero soy incapaz de ver  un sitio por donde salir. Es una puta pesadilla. Estoy acorralada; todo el centro es como un laberinto infernal del que es imposible escapar.

Pero se ve que mi ángel de la guarda vela por mí y ya ha considerado que mi calvario ha sido suficiente. Un amable policía se me acerca y viéndome tan desesperada, confusa, desorientada y al borde del llanto, me pregunta: Quieres salir?

- Siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii, por favooooooooooooooooooooooooooorrrrr!!!

Y ese ángel uniformado que se ha compadecido de mí abre levemente la valla, aparta un poco a la gente que se agolpa tras ella y me abre paso entre la multitud enfervorecida.

Por fin libreeeeeeeee!!!!

Juro que hubo momentos en los que creí que nunca lo conseguiría, que tendría que ir detrás del paso irremediablemente hasta que llegara a su templo y se recogiera. Quién sabe si no tendría incluso que dormir con él.

No volveré a ir al centro en toda la Semana Santa. Ni muerrrrrta.

Ahora entiendo perfectamente los artículos desesperados de Javier Marías despotricando enérgicamente año tras año contra estas fiestas y la toma absoluta y total de las calles por parte de las hermandades y cofradías y por su público entusiasta. Si ese pobre hombre vive en pleno centro es normal que sea imposible para él salir de su casa ni entrar en ella. Siempre cuenta que en su puerta se apelotona la gente de tal manera que se la taponan por completo. Es normal que se suba por las paredes. A mí esta odisea me ha pasado una vez, pero si tuviera que pasar por el mismo trance cada día para llegar a mi casa me volvería loca.

En fin, ha sido una experiencia acojonante que, una vez pasados el bochorno y el mal rato, he querido compartir con mis lectores. Porque además una de las cosas que me aliviaban un poco mientras estaba sumida en mi estación de penitencia involuntaria, era pensar en el momento en el que, ya libre y segura cual compresa con alas, me sentara tranquilamente a contar esto en el blog. Aparte de que, con la suerte que me caracteriza, es más que probable que alguno de vosotros me viera cuando iba de supuesta penitente en la procesión, y necesito dar una explicación medianamente coherente de mi presencia allí.

Queridos amigos, una y no más Santo Tomás. No me vuelven a ver el pelo fuera de mi barrio en todo el puente. Al santo que me tocó seguir pacientemente pongo por testigo. Virgencita virgencita, que me quede donde estoy.

sábado, 19 de marzo de 2016

Pongamos que hablo de... mi pesadilla.

- Por qué eres así? Llevo dos días diciéndote que recojas la ropa de la secadora y la dobles, y ni puto caso. Y que recojas el baño, y ni puto caso. Y que laves tus cacharros, y ni puto caso. Y que arregles tu habitación, y ni puto caso. Pero pero.... por qué eres así?

- Mamá, eres una histérica y una pesá. Y cansas. Ya es que no te escucho de lo pesá que eres.

- No sería ni la mitad de pesá si tú hicieras las cosas a la primera.  No tendría que estar todo el puto día con este triste mantra. Y tanto tú como yo seríamos mucho más felices de lo que somos.

- Mamá, estás totalmente pirada y te quejas de vicio. Tienes unos hijos que ya te puedes dar con un canto en los dientes. Yo soy buen estudiante, no me drogo, no soy un tirao, hago deporte, me caliento mi comida, recojo mis platos y los lavo, hago cosas en la casa que ninguno de mis amigos hace y que sus madres jamás les piden, y tú me hablas como si fuera uno de esos tarados de "Hermano Mayor" que son un despojo humano. Eres una histérica total.

Tengo esta conversación con el menor de mis hijos, y después de estas demoledoras palabras me retiro toda mohína y hecha polvo.

La noche de antes he tenido una pesadilla. Él es pequeño, como de unos dos años, y está colgado del balcón con un solo dedo y está a punto de caer cuando yo corro y lo salvo en el último minuto. Entonces llorando toda loca le pido que me prometa que nunca va a volver a hacerlo, y él se ríe a carcajadas y me dice que no. Y yo lo zamarreo y lo abofeteo y se lo vuelvo a pedir una y otra vez, efectivamente histérica perdida, y él sigue erre que erre riéndose y negándose.

Me despierto toda bañada en sudor y en llanto, y pienso que tengo que hablar con él porque esa pesadilla tiene mucho que ver con nuestro día a día y con nuestras peleas domésticas.

Y bueno, el resultado de esa decisión es la conversación que introduce este post. Y a la vista de los resultados es más que probable que esta noche vuelva a soñar lo mismo. Está cantao.

En fin, hecha polvo me rindo y me voy al salón. Allí está mi hija y le cuento la charla.

- Tú también crees que soy una histérica?

- Mamá, ya hemos hablado de esto un montón de veces. No, no eres una histérica. Todos tenemos el mismo problema con él. La cuestión es que él no entiende que haga nada mal porque muy probablemente es verdad que la mayoría de sus amigos no hacen ni el huevo en su casa.  Yo conozco a un montón de tíos que son igual, y muchas tías también. Que no saben lo que es cambiar el rollo de papel higiénico cuando se gasta.  Que no recogen el baño cuando se duchan y van luego sus madres a hacérselo. Que tampoco recogen su habitación, y mucho menos lavan sus platos ni doblan su ropa. Él está indignado porque tú intentas obligarlo a hacer algo que a los demás les hacen sus madres y sus padres. Y le parece que con no ser un mal estudiante ni un borracho ni un drogadicto ni un degenerao ya tienes bastante. El problema no es tuyo; es que nadie colabora contigo. Estás sola en tu lucha.

- Qué mierdaaaaaa! Pero vosotros también se lo decís y tampoco hace ni puto caso.

- Porque ni nos escucha. Le da igual. Y yo ya mismo me iré de aquí y ya me he rendido. Y cada uno tenemos nuestra vida y cada vez pasamos menos tiempo en casa y lo sufrimos menos. Y si el baño está hecho unos zorros hacemos de tripas corazón. Pero tú estás aquí y llevas toda la vida peleándote con él y no te rindes. Pero el final es que va a seguir igual hasta que se vaya, y no puedes hacer nada.

- Pues hay gente que me dice que es que no lo estoy haciendo bien, que he errado en la estrategia, que fijo que de buenas maneras y con cariño...

- Venga ya, mamá, que aquí ya sabemos lo que hay. Lo has intentado de todas las maneras posibles, con castigos, con premios, por puntos a lo supernany, con sobornos... y sencillamente no hay nada que hacer, porque él no cree que esté haciendo nada mal. Y se compara con sus amigos  y resulta que es el único pringao que recoge platos, que los lava, que tiene que arreglar su habitación y al que su madre cuando le trae unas notas estupendas le dice "Vale, pero puedes doblar y guardar tu ropa?"

Vaya, en definitiva, que tengo la batalla perdida. Muy probablemente es verdad que la mayoría de la gente por no discutir se ha rendido y recogen ellos la ropa, la mesa, los platos... Si los niños son buenos y ayudan motu proprio bien pero si pasan, como que pa qué vamos a estar todo el día en pie de guerra y encima tener la casa hecha un asco? Si luego el niño es buena gente, no roba, no mata, no vomita todos los sábados en el sofá, y es de los mejores de su clase... de qué te quejas, colega? Pos eso, date con un canto en los dientes.

Pero NOOOOOOOOOOOOO. ME NIEGOOOOOOOO!!!!!

Puede que continúe teniendo pesadillas de balconing con este niño hasta que me muera, pero no me rindo. Esto es LA PUTA GUERRA!!!!!!!!

De hecho, tengo varias ideas de guerra psicológica, y las voy a compartir.

Para quien se decida a acompañarme en esta lucha contra los déspotas que invaden nuestras casas, amparados en sus supuestos derechos filiales. Ahí van:

- No voy a tocar nada ni de su cuarto ni de su baño. A mi hija, que sufre igual que yo por su guarrez manifiesta, ya le he dicho que a partir de ahora use mi baño y solo mi baño, que por supuesto tiene un candado para que bajo ningún concepto entren ellos. Su baño, el de ellos, que se hunda de mierda. Y cuando vengan visitas las llevamos directamente al nuestro. Y ellos a sus amigos que los lleven al suyo, si es que tienen cojones.

- Voy a comprar un cesto enorrrrrrme en el que meteré toda la ropa de ellos que saque de la secadora. Si quieren ponerse algo tendrán que rebuscar en la cesta-armario, como si estuvieran en un relío del mercaíllo. Hasta que no encuentren nada, claro. Por de pronto ya uno ha venido hoy a preguntarme dónde puede encontrar unos calzoncillos. Y sencillamente me he encogido de hombros. La guerra es así, no hay tregua ni compasión. Por mí como si salen en pelotas a la calle.

- Voy a conseguir que no encuentren nada simple y llanamente por el sencillo procedimiento de pegarles una patada a sus cosas y mandarlas a tomar por culo. No descarto tirar por el balcón sus pertenencias, empezando por el móvil y terminando por su cartera, que es lo que más les duele.

- Tal vez, con toda la mala leche del mundo que como madre me avala, decida esconder algunas de sus más queridas pertenencias. En sitios en los que jamás buscarían, por ejemplo, en donde están los productos de limpieza, que no saben ni que existen.

Esto es la guerra y yo voy a muerte.

Puede que tenga pesadillas hasta que me muera. Pero no me rindo!!

Soy una tía fuerte y puedo contra todo. Me da igual que el resto de los padres del mundo les quiten a sus hijos los calzoncillos del baño. Yo no quito ya más nunca ni un puto calcetín.

A Dios pongo por testigo de que nunca volveré a...

Qué coño! A Dios pongo por testigo de que volveré fijo a rajar de lo mismo mil veces.

Cagoenlavirrrrrgensanta!! No somos nadie!!

viernes, 18 de marzo de 2016

En brazos del hombre casado (2ª parte)

Hace tiempo escribí un post sobre mi filosofía personal acerca de las relaciones con hombres casados que pasó por aquí un poco sin pena ni gloria.

Por si alguien se lo perdió en su día, y como éste está directamente relacionado, enlazo el enlace:

http://arfondoalaizquierda.blogspot.com.es/2014/07/en-brazos-del-hombre-casado.html

Pues bien, en ese post enumeraba las múltiples ventajas que tienen las relaciones con hombres casados. Por supuesto siempre y cuando se lleven con inteligencia y siguiendo mis principios y consejos básicos. Porque conozco a un montón de tías que sufren como cerdas por una relación de éstas, en mi opinión sin motivo ni razón, solo porque son pelín estúpidas y nada inteligentes emocionalmente. Y perdón si alguna está entre mis lectoras, pero tía, eres muuuuuuu tonta.

De todas formas no es que piense así solo por preservar la institución familiar; también lo hago por sencilla higiene mental. Es que nunca he entendido cómo puede haber tías tan básicas (y eso que creo que intelectualmente somos superiores porque no tenemos una polla que nos disloque el entendimiento) como para querer cambiar las tornas, cuando lo único que consiguen es pasar a ser las "unas" y que ellos vayan buscando por ahí a otras "otras". Eso cuando no consiguen directamente que la ex pase de ser la "una" a ser la "otra". De hecho tengo varias amigas a las que sus ex persiguen como monos para echar un triste polvo con ellas. Que el que nace lechón muere cochino, y ésa es una máxima infalible.

Tengo incluso una amiga que hace algo que yo nunca haría y que además me parece poco sano. Esta se acuesta de vez en cuando con su ex, no porque le apetezca ni nada, que tiene de sobra con quién acostarse, sino por pura venganza primaria hacia la tía por la que él la dejó, tipo "ojo por ojo, diente por diente, nena. Te vas a enterar". Ella le manda un guasap al muchacho y le dice simplemente "ven ahora", y el tío corre que se las pela a follársela. Yo nunca he entendido por qué lo hace, si además la nueva señora nunca se va a enterar. Pero cuando se lo digo ella siempre sonríe enigmáticamente y contesta tal que así: "Tranquila, se va a enterar. Y no por mí. Se lo va a contar él. Es así de gilipollas." Su razonamiento además es impecable: "Si ella se acostaba con él cuando estaba conmigo, por qué no voy a hacer yo lo mismo ahora?". Pero vamos, sigo pensando que ese afán de venganza no es sano.

En fin, este post es una especie de continuación de aquél. Por si alguna gente piensa que yo escribo alegre e inconscientemente de las cosas pero luego mi realidad está a años luz de mis escritos y de mi filosofía de vida (caso de la mayoría de los políticos, por ejemplo), tengo que decir que soy una de las personas más coherentes que conozco respecto a la relación entre forma de pensar y vida personal.

Sí, amigos. Yo tengo un novio que está casado. Y soy muy feliz con esta situación, que por supuesto no quiero que cambie en modo alguno ni ahora ni nunca.

Mi novio es un tipo alucinante. Me quiere a tiempo completo, a pesar de la distancia y del escaso tiempo del que disponemos para vernos (o tal vez, muy probablemente, gracias a ello). Puede que querer a tiempo completo sea una mera cuestión de disponer de la persona solo a tiempo parcial.

En realidad no es que mi novio me quiera, no; es que me adora. Me adora como jamás me adoraría si fuera un novio formal, y no digamos ya un marido. Como muy sabiamente diría el gran Julio Iglesias, lo mejor de su vida me lo estoy llevando yo. Fijo.

No me gustan los novios formales a los que puedes presentar a todo el mundo. Me gusta mi novio, que es una historia clandestina para la mayoría de la gente, un novio cuya existencia solo conocen las personas que yo deseo que lo hagan. Obviamente, queridos lectores, he decidido incluiros en el selecto club, dado que sois más bien escasos y que la mayoría no creo que podáis escandalizaros demasiado conmigo a estas alturas.  Si pillo a alguno nuevo que ponga el grito en el cielo, mala suerte, lo siento por él.

Mis hijos también saben que mi novio es un señor casado, y sospecho que a alguno el tema le mosquea un poco. Mis amigas opinan que no tendría que haberles dado esa información pero yo estoy convencida de que sí. Para empezar porque son mayores, no son niños pequeños a los que les suponga un problema educativo-filosofal esta situación. Y además porque yo no creo estar haciendo nada malo (más bien al revés, creo que hago un bien social, luego explicaré por qué) y si mis principios son éstos quiero presentarlos claramente ante las personas a las que debo educar. Forma parte de la coherencia de mi pensamiento y de mi forma de actuar, y quiero que ellos lo sepan. Si lo comparten bien, y si no también; son muy libres de pensar a su bola, porque para eso también los he educado para que cada cual piense lo que le salga de las pelotas/higuillo.

Y alguien puede decir: "Bueno, y a nosotros qué nos importa esto? Tú siempre te quejas y rajas de la gente que exhibe públicamente sus relaciones, estilo "yuhuuuuuuuu, peñaaaaaa, tengo noviooooooo"

En efecto, pero para empezar yo no estoy exhibiendo a mi novio públicamente porque este blog es tan minoritario que, siento decíroslo, no dais para llamaros público. Aparte de que obviamente este post no lo voy a publicitar entre mis conocidos.Y para terminar porque yo con este alegato no pretendo dar a conocer mi relación sino reafirmarme en un modo de pensar, en una filosofía de vida, y hacerlo dando testimonio real. Es decir, predicando con el ejemplo. Para aquellos que crean que no se puede mantener una relación así y ser feliz... aquí estoy yo para demostrar lo contrario.

Y para los que piensen que soy una hijadeputa destrozafamilias o algo así... Alto ahí!!!!!! Hasta aquí hemos llegao!!!! Si una familia y un matrimonio están a salvo ahora mismo en este mundo son los de mi novio. Él sabe perfectamente que yo no tengo la menor intención de cambiar en nada nuestra situación actual, pero es que además si viera la menor muestra por su parte, yo saldría corriendo espantada como alma que lleva el diablo. En realidad yo soy un seguro de vida matrimonial infalible.

Querida amiga, si alguna vez tu marido te pone los cuernos, reza para que sea con una tía como yo, que piensa que el matrimonio y la familia son sagrados, y que jamás jamás será tu competidora en el amor; en todo caso tu complementaria. Tú le aportas unas cosas y yo otras, y entre las dos tenemos a este hombre como a un rey, porque además se lo merece. Por querernos a las dos y no morir en el intento.

Ps. Ah, olvidé incluir en mi otro post entre las ventajas de los hombres casados que son unos amantes muuuuuuuy entusiastas. Llevan tantos años practicando sexo conyugal, que como todos sabéis se caracteriza básicamente por ser escaso y bastante aburrido, que son superagradecidos con cualquier novedad. Otra cara, otro coño... cualquier cosa les vale.

Ps2. En fin, también olvidé decir, creo, que es muy importante saber que las relaciones tienen fecha de caducidad, porque eso las convierte en algo realmente valioso. La mayoría de la gente entra en modo rutina en su vida porque dan por sentado que sus historias son para siempre. Y perdona, pero eso aburre hasta a las cabras.

jueves, 3 de marzo de 2016

Manías y rarezas

Últimamente hay varias personas que me han hecho notar la extrañeza que les producen algunas de mis rarezas y manías más emblemáticas.

Siempre he dado por sentado que todo el mundo, o al menos la mayoría de la gente, tiene algún tipo de manía y por eso no le daba la menor importancia a las mías, pero ya digo que empiezo a plantearme que tal vez mi anormalidad, de la que siempre he hecho gala con orgullo, sea especialmente anormal e incluso preocupante.

En fin, que he decidido hacer una recopilación de mis rarezas más características y contarlas en el blog para que el que quiera opine acerca de ellas. De algunas ya he hablado en alguna otra ocasión y casi todas son conocidas por mis amigos, vamos, que ninguna es secreta secreta del todo.

Allá voy. Hoy quiero confesaaaaaaaaar:

MI TRAPO DE DORMIR

Esta manía la conocéis muchos. Yo siempre duermo con un trapo de dormir. En realidad no es solo de dormir, me gusta llevarlo todo el rato conmigo, por lo menos cuando estoy en casa. Lo toco constantemente pero sobre todo lo necesito para dormir porque si no lo tengo en la mano no puedo pegar ojo.

Mi trapo de dormir siempre ha sido un trapo con un tacto especial. Mi costumbre es sostenerlo entre el pulgar y el corazón y sobarlo hasta dejarlo hecho un trapajo. Normalmente lo saco de camisetas especialmente gustositas al tacto. Siempre que encuentro una cuando está muy vieja la parto en trozos y los guardo para cuando se me gaste el trapo viejo.

Si me despierto por la noche y veo que no lo tengo en la mano soy capaz de montar el cirio padre para encontrarlo. De esto es testigo mi ex, que al pobre lo despertaba cada dos por tres zarandeándolo por si mi trapo estaba debajo de él. Por eso muchas veces cuando se despertaba él y encontraba el trapo en su sitio me lo metía en la mano.

En fin, en los últimos tiempos he encontrado una solución mucho mejor para no perder el trapo, que es dormir con él puesto. Vamos, con la prenda en cuestión, por muy vieja que esté. En lugar de partirla en trocitos como hacía antes ahora la llevo siempre puesta y así puedo tocarla sin que se me pierda.

Mi trapo actual es una camisetilla de tirantes sueltecita negra; es de los mejores trapos que he tenido nunca, tiene un tacto superagradable. Ya tiene varios agujeros pero espero que me dure un montón de años.

Más de una vez he pensado no quitármela nunca y traérmela a trabajar debajo de la ropa pero me parece que ya sería pasarse. Además para la calle tengo otro vicio del que hablaré un poco más adelante.

MIS CALCETINES DESPAREJADOS

Esta es una manía relativamente reciente que inicié por esa capacidad que todos sabéis que tienen los calcetines de desaparecer de uno en uno. Al parecer es una cosa que no solo pasa en mi casa sino que mucha gente me ha contado que también le pasa.

Bueno, pues yo al principio despotricaba como todo el mundo y me cagaba en to la nación de la lavadora. Pero con el tiempo descubrí que es mucho más divertido llevar los calcetines cada uno de un color; le da vidilla a los pies. Y yo intento combinar tonos que no se maten pero incluso las combinaciones raras quedan chulas: rojo y rosa, verde y azul… Hoy por ejemplo llevo uno azul y otro rosa.

De todas maneras lo desparejado a mí siempre me ha gustado. Soy aficionada también a ponerme de vez en cuando los pendientes desparejados, los pasadores y en general todo lo que va en pareja.

Y cuando me pinto las uñas me gusta hacerlo de varios colores, como mínimo dos, y a ser posible diferentes de una mano a la otra o de un pie al otro.

MIS PALILLOS CHINOS

Esta rareza me viene de hace años y la comparto con mi hija; no creo que le importe que lo diga porque nunca lo hemos llevado en secreto.

Yo empecé a hacerlo cuando descubrí el sushi y me di cuenta de que era mucho más divertido comer con palillos que con tenedores.

Al principio me costaba mucho porque era torpona en el manejo de los palillos pero en cuanto le cogí el truco pillé un vicio que no veas, y empecé a comer los espaguetis enrollándolos en los palillos, y de ahí pasé a hacerlo con todo lo demás, legumbres incluídas, aunque reconozco que agarrar los garbanzos con los palos es bastante complicado. Pero como digo es un vicio y cuanto más cueste el alimento en cuestión más me gusta. Además lo encuentro muy glamouroso.

Mi hija se enganchó al verme a mí y también le tomó afición, y ahora compartimos los palillos que hay en casa; el resto de la familia usa las herramientas tradicionales.

MEZCLAR GELES, CHAMPÚS, CREMAS Y JABONES

Pues sí, tengo varios jabones y los uso indistintamente y a menudo los combino en la ducha. Y con los champús hago igual, uso dos, primero me echo uno y cuando me enjuago el pelo me echo el otro.

Las cremas corporales, que yo las uso para la cara también y para todo, las mezclo también, hago unos mejunjes muy interesantes, y a poder ser les echo también un poquito de protección solar pantalla total, y siempre añado aceite de oliva, para completar la hidratación.

Creo que en lugar de gastar un pastizal en comprar cremas con ingredientes varios en cantidades mínimas, los ingredientes que quiera se los puede añadir una misma en cantidades industriales.

Y lo mismo en geles y champús. Si dicen que la cerveza es buena para el pelo por qué no añadírsela a tu champú? O el vinagre, que deja un brillito muy chulo. O el aceite de oliva o de argán en la crema suavizante. En fin, no esperar a que saquen el producto industrialmente ni pagar un ojo de la cara por él al fabricante sino montárselo en plan casero y en las cantidades que a cada cual le venga bien.

MIS ETIQUETAS DE CERVEZA

Es el equivalente cuando estoy en la calle a mi trapo de dormir. Por eso es una de mis manías más conocidas.

Esto me viene de cuando dejé de fumar, que empecé a arrancar las etiquetas de las cervezas y a liarlas y sobarlas hasta dejarlas hechas un gurruño de difícil identificación.

Con el tiempo dejé de sentir ansiedad por el tabaco pero ya me había enganchado a este otro vicio, mucho menos peligroso que el anterior, prácticamente inofensivo. Pero vamos, que cuando no tengo etiqueta de la cerveza para enrollar puedo incluso matar.

La buena noticia es que a unas malas la puedo sustituir por cualquier otro papelillo: etiquetas de refrescos, servilletas de papel, billetes de bus, incluso klínex.

MI CANIBALISMO

Bueno, yo creo que esto lo comparto con muchísima gente, por lo menos con todos los que nos hemos comido las uñas y los padrastros alguna vez.

Yo ya casi no me los muerdo directamente; me costó muchísimo quitarme el vicio de pequeña; reconozco que el tabaco me ayudó un montón, porque es muy difícil fumar y comerte las uñas al mismo tiempo aunque cuando se tiene mucho vicio es perfectamente posible. Doy fe.

Con el tiempo no me arranco las uñas y los padrastros a mordiscos sino que me los quito con las otras uñas, a tirones, y luego ya sí me los como y los vuelvo a incorporar a mi cuerpo, aunque de otra manera, en forma de alimento.

De resultas de este vicio ya van varias veces que se me han infectado los padrastros y he tenido que ir a que me saquen la pus de manera punzante y dolorosa. Cuando me pasa eso me autoflagelo duramente y me prometo a mí misma dejar de hacerlo. Pero es inútil, siempre vuelvo, es superior a mí.

El autocanibalismo es un vicio muy extendido pero que no deja de ser bastante asqueroso cuando lo cuentas, aunque reconozco que es mogollón de gozoso. Por eso es muy difícil dejarlo. A mí comerme mis uñas me encanta, y los padrastros igual. Las cutículas también me las como después de arrancármelas con el quitacutículas.

Bueno, y lo más asqueroso. Ya puesta a confesar lo reconoceré: también me arranco de vez en cuando trozos de pellejo del pie y me los como. Limpitos, por supuesto, que una será asquerosa en cuanto a costumbres pero muy escamondá.

En fin, y de momento esto es todo de lo que me acuerdo ahora mismo. Seguro que si me pongo a pensar tengo algunas manías más.

No pasa nada, conforme las vaya recordando prometo que las iré incorporando a este post y os avisaré para que lo releáis y podáis criticarme a gusto.

miércoles, 2 de marzo de 2016

Pongamos que hablo de Joaquín

Me encuentro en una web una entrevista con Joaquín Sabina de ésas en las que es la gente la que hace las preguntas y el artista responde al cuestionario que le pasan. Entre las preguntas hay de todo pero algunas son sobre la actualidad política y él responde bastante escuetamente. Dice entre otras cosas que no le gustan los políticos que piden ministerios y se olvidan de la gente. Habla de Andalucía como de una tierra solidaria, que siempre ha estado por España y la humanidad, como dice nuestro himno, y comenta que él cree en la igualdad territorial y en la solidaridad entre los pueblos. En fin, el tío va contestando a lo que le preguntan más o menos en su línea. Nada que a mí me llame especialmente la atención.

Pero lo que sí me ha llamado la atención,  y mucho, han sido los furibundos comentarios de la gente a sus palabras. Se supone que la web es visitada por gente de izquierdas pero de repente arremeten contra Sabina de una manera feroz que no ha dejado de sorprenderme.

Yo había oído siempre ataques tremendos contra él por parte de la derecha. Sabina no es santo de la devoción de los fachas, eso está claro; muchas de sus letras son bastante comprometidas e invitan descaradamente a la rebelión y al desorden moral. Y nunca se ha cortado además de señalarse como persona de izquierdas y con las ideas muy claras.

Por eso esto me ha sorprendido tanto, porque la virulencia de los ataques desde la supuesta izquierda sea mucho peor que la de la derecha que lo había insultado toda la vida. No había visto una saña igual en la vida. Bueno, sí, la que genera indefectiblemente entre los fachas la familia Bardem al completo y muy especialmente Javier.

Estos días he estado leyendo la última novela de Marta Sanz, Farándula, que aprovecho para recomendar, en la que se trata justamente de este asunto. En ella hay un personaje, Daniel Valls, que vive una vida cómoda y llena de lujos en París pero que se siente fuertemente comprometido con la justicia social y lo reivindica constantemente a pesar de que con ello se granjea la antipatía y el odio de buena parte de la sociedad. Pues al ver lo de Sabina me ha recordado un montón.

Un subnormal anónimo hace el siguiente comentario: “Y a quién le importa lo que piense un cantante trasnochado que no se entera de nada?”  Como si el artista estuviera hablando y opinando sin que nadie le hubiera preguntado, como yo o como él mismo. Sabina habla porque un montón de personas le han hecho preguntas y quieren conocer sus respuestas. Y además lo hace lo más escuetamente posible, como siendo consciente del lío en el que puede meterse simplemente por opinar de forma contraria al que lo lee.

Resulta alarmante que esté proliferando una izquierda, y creo que cada vez más extendida,  con un talante dictatorial como el de todos esos “analistas” de la entrevista de Sabina. Gente que en el momento en que manifiestas una opinión algo diferente a la suya, aunque en definitiva su ideología sea la misma que la tuya, monten en cólera y sean capaces del más feroz ataque.

Me pasa mucho leyendo la web de “El diario.es”, de la que soy socia desde hace tiempo porque es un periódico que subsiste a base de donativos en el que colabora gente muy interesante, como Isaac Rosa, Suso de Toro, Antón Losada o Cristina Pardo, gente toda claramente de izquierdas pero con distintas sensibilidades. Porque la izquierda abarca desde esa socialdemocracia a la que últimamente se ha apuntado la directiva en pleno de Podemos al marxismo leninismo más rancio del PCE. Izquierda somos todos y como hay distintas sensibilidades por eso hay distintos partidos a los que votar. Lo que no se entiende es ese rencor, esa furia dentro de la propia izquierda, casi más fuerte que la que procede de la derecha, que a fin de cuentas debe disfrutar bastante viendo cómo nos matamos entre nosotros.

Joaquín Sabina, un tipo ampliamente admirado cuya adscripción política siempre ha sido clara, de repente se convierte en blanco de las iras de un montón de exaltados de supuestamente su misma ideología, no entiendo muy bien por qué. Cuál es el problema? Que ha hecho una leve crítica de la obsesión de Podemos por los sillones? Y el talante de los “nuevos partidos”  y sus clubs de fans es no admitir ni la menor crítica a sus decisiones? Y eso es lo que nos piden que votemos?

Yo puedo estar más o menos de acuerdo con Joaquín en ese punto o en otros pero jamás se me ocurriría ponerlo a parir ni decir, como he leído de alguno de estos desatados, que no debería hablar porque no sabe de lo que habla. Si este tío, que lleva toda la vida comprometiéndose a través de sus canciones y de su poesía, con un montón de causas políticas… no sabe de lo que habla entonces quién es el que sabe? Toda esa gente que no pasa de la treintena que es actualmente la cúpula de Podemos?

Cada vez estoy más decepcionada de esta gente y sobre todo, del talante soberbio y despreciativo que muestran hacia todo lo que no sea exactamente de su cuerda, lo cual puede significar perfectamente que disientas un poco con sus modos o con alguna declaración subida de tono o algo similar. Porque si lo haces ya te tachan de Psoeista, que para ellos es lo peor que se puede ser en este mundo, aunque no hayas votado en tu vida al PSOE ni se te pase por la cabeza hacerlo.

Ya me está tocando mucho los ovarios esa actitud intolerante hacia todo lo que se salga mínimamente de la foto. Para dictadores ya tuvimos en este país uno durante muchos años. Si ésta es la actitud y éste es el talante conmigo que no cuenten. Prefiero mil veces no votar o votar en blanco a darle el menor cuartelillo  a quien es incapaz de aceptar la más mínima disidencia entre sus propias filas.