La novela me enganchó por su estructura, en la que se mezclan capítulos ensayísticos espeluznantes con otros puramente narrativos más espeluznantes todavía. Pero sobre todo me impresionó por el ambiente opresivo, claustrofóbico y obsesivo en el que se mueve el protagonista constantemente. Y me impliqué total porque a ratos me sentía cabreada con el tío por su pasividad, a ratos lo entendía y me daba pena, y a ratos lo hubiera estrellado contra la pared y le hubiera dado miedo de verdad. Pero es cierto que muchas veces veía en él cosas mías propias, que me asustaban más todavía. Para mí es lo más fuerte del libro, cómo refleja algo que se ve constantemente alrededor, ese miedo que se palpa, se huele y se pega a la piel prácticamente en todas las personas que nos rodean. Al final de leerlo pensé: "hostia, cómo podemos vivir así?"
Tengo que decir que no veo a Carlos en clave de cobarde o valiente. Si se tratara de eso todos estaríamos hechos unos pedazo de cobardes de aquí te espero. Todo el mundo se ha sentido paralizado alguna vez ante una determinada situación, sin saber si ir para adelante o para atrás y sin ver salida a su problema, en este caso un miedo. Lo que tenemos que ver es que todos tenemos algo de Carlos, aunque en la novela obviamente está el conflicto magnificado, se trata de una exageración de lo que es común, pero es que es la manera de que nos demos cuenta de lo que nos está pasando. Intentar miralo en clave de valor o cobardía me parece muy simple.
Es simplemente alguien que en un momento dado ha tomado una decisión errónea y a partir de ahí todo empieza a complicarse cada vez más y conforme pasa el tiempo y la cosa se lía es más difícil resolver la situación sin recurrir a la violencia. Algo que podría haberse solucionado relativamente fácil en un principio luego ya se vuelve completamente complicado. De ahí esa sensación de claustrofobia y esa obsesión del protagonista, que ya no vive más que por y para su problema.
Creo sinceramente que es un error mirar a este personaje como algo extraño a nosotros y no ver al Carlos que todos llevamos dentro. Se trata pura y simplemente de tomar una decisión equivocada en un momento concreto, y ya la vida se nos puede trastocar por completo.
Y para muestra un botón. Hace unos días tuve que tomar un avión y resultó que estaba averiado´, así que primero nos tuvieron así como dos horas montados y al final nos hicieron desembarcar para volver a embarcar al cabo de tres horas más... total, una odisea para despegar. Bueno, pues no os podríais imaginar la de gente que se bajó y dijo que ya no se volvía a montar en ese mismo avión ni harta vino. Unas paranoias increíbles, todo el mundo sacando a colación lo de Spanair, bueno, una paranoia colectiva que no veas. Y me acordé muchísimo de este libro y también pensé en la tremenda sobreinformación que padecemos sobre todo tipo de males y catástrofes. Si sabemos con todo detalle lo que se habló y se dejó de hablar en un avión antes de un accidente y se tiran dos años dándonos la vara con lo mismo, es inevitable establecer paralelismos, relacionar una cosa con la otra y finalmente cagarse. Un asco, vamos.
Yo creo que la única forma de salir de ese círculo es afrontar los miedos, asumirlos, intentar racionalizarlos al máximo y pasar por encima de ellos. Un ejemplo sería lo del otro día del avión. Reconozco que yo también tuve miedo, y creo que todo el pasaje, pero pensé:
Probabilidades estadísticas de accidentes de avión: muy pocas.
Probabilidades de que la tripulación despegue si creen que hay algún fallo que pueda arriesgar su vida: nulas.
Pues palante. Y cuando me llegue la hora, me llegó. Y supongo que lo mismo que yo hizo toda la gente que se quedó
Eso sí, cuando aterrizamos hubo aplauso general al comandante. Creo que no las teníamos todas con nosotros.
Otro tema interesante es la locura. Quién está loco y quién no, dónde termina lo "normal" y empieza lo "patológico", etc. En realidad lo que este libro viene a demostrar es que vivimos en una sociedad "patológica" y si la sociedad está enferma de miedo es completamente natural que sus individuos la acompañen en el sentimiento.
Insisto en que a este hombre lo que le ha pasado es que se le ha ido de las manos un problema que podría haberse resuelto fácilmente en un principio, de haber reaccionado enérgicamente a tiempo. Es su exceso de prudencia el que lo paraliza y al final se ve totalmente desbordado y ya no es capaz de salir del conflicto sin ayuda. Esto, en mayor o menor medida, nos ha pasado a todos alguna vez. O no conocéis a nadie de quien otra persona abuse constantemente por no haber puesto las cosas en su sitio a tiempo, con contundencia y claridad? Porque esto, ni más ni menos, es lo que le pasa a este hombre, un poco magnificado, claro.
Además, en español hay un refrán que describe esto muy bien: "más vale ponerse una vez colorao que veinte amarillo". El refranero, que es muy sabio.
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