lunes, 21 de marzo de 2011

El huevo frito (1ª parte)

Llego al curro y le digo a mi compañera, amiga y confidente que me sople en el ojo, que creo tener un pizco; se dispone a soplarme pero en seguida se retira acojonada.
- Tíaaaaaa, tienes un huevo frito! Yo no me atrevo a soplarte, no vaya a ser que te lo explote. Ve a mirarte.
Salgo corriendo al servicio y me miro en el espejo. Cielosssssssss, un pedazo de huevo frito, purulento, amarillo, asqueroso. Salgo medio descompuesta; otras compañeras no tan amigas y mucho menos confidentes intentan animarme:
- Y si fuera un desprendimiento de retina?
-Dios mío!
Otra acude en mi auxilio.
- Deberías salir corriendo a la enfermería no vaya ser que sea una subida de tensión y devenga en un glaucoma.
Glaucoma! Hostiasssssssssss!
Salgo corriendo a la enfermería; la ATS me mira con expresión muy muy muy preocupada.
- Mira, yo no sé lo que es esto, pero mu buena pinta no tiene; yo de ti salía corriendo y me iba a la clínica oftalmológica de urgencias porque , por lo que yo sé, podría ser cualquier cosa.
Vuelvo al curro cada vez más pálida y digo que me voy a urgencias; mi compañera, amiga y confidente dice que se viene conmigo.
- No hace falta, tía; si ver veo y puedo conducir de puta madre.
- Nada, nada, que estás mu nerviosa; no se hable más, me voy contigo.
En el coche:
- Tía, qué mala suerte! Quedarme ciega tan joven. Qué lástima mis niños, una madre cegata, hostias! Es que soy un desastre, coño, me pasa de to. Pobrecillos!
- La verdá es que sí; es una putada.
- En el mejor de los casos me tendrán que operar urgentemente y me tiraré todo el verano con una venda en el ojo, sin poder ir a la piscina ni nada. (Silencio) Tú sabes si venden parches por ahí al estilo princesa de Éboli?
- Yo nunca los he visto, desde luego. A lo mejor en sitios de moda especializada para tuertas... Y a to esto, en qué quedamos? Tú te ibas a quedar ciega o tuerta?
- Eso nunca se sabe, tía. A lo mejor los venden en distintos colores para poder combinar con la ropa.
- Pues sí, seguro.
- Prométeme que si tienen que operarme antes de salir de la clínica me traerás disquitos de varios colores y si hay esmaltes de uñas compañeros también me los traes.
- Te lo prometo.
(Silencio)  Una vez leí un reportaje de una madre ciega que se las apañba de puta madre con sus niños. Además, como era ciega, a la gente le daba pena y la ayudaban un montón todos sus amigos.
- Ya, pero conmigo no cuentes; yo estoy mu ocupá y además tus niños son unas fieras.
- Tía, eres una hijaputa. Tu mejor amiga está a punto de quedarse ciega; joer, podías tener un mínimo de delicadeza por lo menos.
- Ya estoy teniendo un montón de delicadeza aguantándote la paranoia.
- Eso también es verdá.
- Tendré que aprender Brailley. Como soy una tía lista yo creo que en un par de meses podré defenderme. Además en la ONCE lo mismo me subvencionan un ordenador para ciegos. Lo importante es que no me cambie mucho la vida después de la operación.
- Sí, desde luego, eso es fundamental.
(Silencio).
- Tía, estoy teniendo un momento pánico. No ves que estoy sudando?
- También podría ser porque son las 4 de la tarde, es 30 de junio y estamos en Córdoba, no?
- Pero qué me estás contando? Hoy no hace ni pizca de calor; acabamos de pasar por un termómetro y pone 30 grados y yo no empiezo a sudar nunca hasta los 35. Además, este sudor es frío y con el calor no da sudor frío. Y para colmo, tengo ganas de vomitar; es pánico seguro.
- Pues sí, eso parece. Harfavó de mirar a los otros coches.
- Estoy a punto de quedarme ciega y tú preocupándote por el tráfico.
- Bueno, siempre será mejor que te quedas ciega sólo tú y no las dos; así yo podré describirte las cosas, no?
- Pues es verdá, oye.
Llegamos a la clínica; me tiemblan las piernas. Me dirijo a la recepcionista y le cuento mi problema; nos hace pasar a la sala de espera. Dos minutos después nos dice que podemos pasar.
- Lo ves? Extrema gravedá, te lo dije. Cuándo has visto tú que entres a un hospital y te hagan pasar a los dos minutos?
- Sí, es una prueba concluyente de que te vas a quedar ciega de un momento a otro; agárrate a mí por si te quedas ciega antes de entrar a la consulta.
- Fale.

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