miércoles, 6 de julio de 2016

Expectativas

Estos días han sucedido varias cosas que me han hecho reflexionar bastante sobre la relación entre las expectativas que nos creamos y nuestro nivel de satisfacción en la vida.

Seguro que la mayoría habéis sido testigos de la hazaña del equipo de Islandia en la Eurocopa. Un equipo de un país que tiene una población similar a la de Córdoba, que nunca había llegado a jugar en una competición tan importante, ha conseguido llegar a cuartos de final, algo que nuestra selección sí esperaba y no ha podido lograr, para frustración de todos los aficionados.

Sin embargo los islandeses recibieron a su selección con toda clase de alharacas y muestras de cariño. Les aplaudieron a rabiar con esas palmas vikingas que estos días tan famosas se han hecho y ovacionaron ampliamente a todo el equipo a la par que se ovacionaban a sí mismos como aficionados.

También la política nos hado últimamente muestras de lo relativos que son los resultados de unas elecciones en función de las expectativas. Hace unos años, cuando las europeas, Podemos, una formación que daba sus primeros pasos, no recuerdo ni siquiera si aún estaba formada como partido al uso, obtuvo cuatro inesperados escaños en el Parlamento de Bruselas, y todo eran parabienes y felicitaciones por un éxito tan inesperado como súbito e inexplicable.

Apenas dos años después obtienen más de 70 escaños en las generales y el planchazo ha sido descomunal. Dado que esperaban pegar un vuelco al voto de izquierdas y convertirse en la principal alternativa de gobierno al PP, un punto en el que prácticamente coincidían todas las encuestas (malditas encuestas, dirán ellos), el palo ha sido brutal y la sensación de frustración tremenda.

Por contra el PSOE, que también veía las mismas encuestas y esperaba un tanto encogido el golpe de la ola podemita que iba a pasarle por encima, de repente se quedó patidifuso al ver que, aunque efectivamente había perdido unos cuantos escaños más con respecto a las elecciones de diciembre, el temido sorpasso no se había producido. Milagrosamente seguían ahí, en segunda posición. Muy alejados del PP, sí, cada vez más, pero en el segundo puesto. Ya con eso se daban con un canto en los dientes y a algunos les resultaba difícil la noche electoral no esbozar una sonrisa de moderada satisfacción.

Visto lo visto, no podemos más que concluir en la gran razón que lleva el famoso dicho: "No es más feliz quien más tiene sino quien menos desea", que vendría a ser la traducción a la filosofía popular y tabernística de la conclusión a que nos llevan estos hechos incontestables que acabo de enunciar.

Y bueno, dado que todos andamos a la búsqueda de ese absoluto que es la FELICIDAD, qué tal si nos fijamos un poco en esos islandeses locos de gozo por el éxito de su equipo, o en aquellos podemitas de los primeros tiempos que estaban exultantes con sus cuatro diputados para el Parlamento Europeo, y que tan poco se parecen a los deprimidos militantes y votantes actuales, que no salen de su incredulidad y su depresión por los resultados obtenidos?

Me parece en general una buena filosofía de vida, junto con mi máxima favorita, el carpe diem. Porque además si juntas los dos conceptos sale una forma de entender el mundo que solo puede ser gozosa por cojones. Vivir al día sin pensar demasiado en lo que esté por venir, y por tanto sin temerlo ni padecerlo con anticipación, y no montarse películas sobre el futuro ni plantearse unas ambiciones desmesuradas puede ser el sencillo secreto de una vida feliz.

Personalmente siempre he llevado a la práctica los dos preceptos y no me ha ido mal del todo. Puede que cumplirlos al cien por cien sea difícil para mucha gente pero al menos si tienes claro que ése es el camino y lo vas intentando probablemente te pegarás muy pocas decepciones en la vida, te sentirás raramente defraudado por la gente o por los resultados de tus esfuerzos y seguro que tu corazón y tu cutis te lo agradecerán.

No quiero decir con esto que no se tengan ilusiones y proyectos chulos; eso sería muy triste. Pero siempre teniendo en cuenta eso, que son simples ilusiones, esas cosas que decía Fito Páez que ayudan a vivir, pero que lo realmente importante es el día a día y gozar al máximo de tu presente, y que esos proyectos y esas ilusiones no se pasen siete pueblos de tus verdaderas posibilidades.

En fin, no soy muy de dar consejos gratuitos pero, visto lo visto, o sea, lo bien que se lo han pasado en esta Eurocopa nuestros simpáticos amigos vikingos, no he podido resistirme.

Ah, se me olvidaba. Aprovecho para aplaudir desde aquí por su gesta a los chicos de la selección islandesa y a su pedazo de afición. Y lo haré a su original manera:

PLAS BUM-BUM PLAS BUM-BUM PLAS BUM-BUM PLAS BUM-BUM
PLAS BUM-BUM PLAS BUM-BUM PLAS BUM-BUM PLAS BUM-BUM

Ole vuestros huevos, chavales!

Y los ovarios de las vikingas también, qué coño!

3 comentarios:

  1. Interesante entrada... Ni me imaginaba que pudieras estar tan puesta en el fútbol.

    Si aceptamos que la postura innata de la mayoría de las personas es la ambición (me refiero a que la mayoría sí que se monta películas sobre el futuro y se plantea unas ambiciones desmesuradas), la enfermiza búsqueda de la perfección, un plan que siempre parece que tendrá su culminación en un futuro, me pregunto, ¿qué es lo que lleva a una persona a pensar de otro modo, como tú en este post?

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  2. Interesante entrada... Ni me imaginaba que pudieras estar tan puesta en el fútbol.

    Si aceptamos que la postura innata de la mayoría de las personas es la ambición (me refiero a que la mayoría sí que se monta películas sobre el futuro y se plantea unas ambiciones desmesuradas), la enfermiza búsqueda de la perfección, un plan que siempre parece que tendrá su culminación en un futuro, me pregunto, ¿qué es lo que lleva a una persona a pensar de otro modo, como tú en este post?

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    1. La inteligencia emocional, querido Román, algo que no abunda demasiado por ahí.

      Las personas emocionalmente inteligentes, sin ser conformistas en absoluto, sí tienen bastante tendencia a valorar muchísimo las cosas buenas que les ha dado la vida y a minimizar en lo posible las malas. Básicamente ése es el truco.

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