Escucho en la radio que según los últimos datos del CIS el problema de la desigualdad entre hombres y mujeres ocupa el penúltimo lugar en la lista de preocupaciones de los ciudadanos. No recuerdo exactamente el porcentaje pero es totalmente ridículo. Es decir, la mayoría de la gente piensa en ese asunto poco o nada. O al menos así era en la última encuesta.
Paralelamente con motivo del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, este país ha sido objeto informativo en todo el mundo por las impresionantes movilizaciones feministas que han tenido lugar, incluida una huelga de mujeres sin precedentes. Siendo el nuestro uno de los países del mundo con un grado de igualdad mayor entre hombres y mujeres y con el índice de preocupación por este asunto que refleja el CIS llama bastante la atención que seamos la nación en la que las protestas feministas se hayan producido con mayor intensidad y afluencia.
No sé qué conclusiones sacará quien lea estos datos. Para mí está claro que lo que se ha producido es una sobreactuación espoleada por distintos medios de comunicación y por las redes sociales, que se han tirado las últimas dos semanas convirtiendo lo que en principio no era un problema importante para la gente en el GRAN PROBLEMA. Con la inestimable colaboración de las grandes reinas de la tele y la radio: Ana Rosa, Susanna Grisso, Julia Otero, Pepa Bueno... todas unidas en amable sororidad por una gran causa.
Mi fe en la humanidad, como sabéis, es cada vez menor. Sobreexcitar a la masa con algún tema determinado es sumamente fácil porque la gente, seamos francos, tiene un criterio bastante pobre. A fin de cuentas, para el ciudadano no existe lo que no sale en los medios, salvo que él personalmente esté viviendo en propia carne algún conflicto. Por eso nos interesan las guerras en unos países y no tenemos ni idea de las de otros, siendo igual de asquerosas y destructivas. Y por eso podemos tirarnos meses y meses hablando de un tema que a ellos les interesa sin que en realidad influya mayormente en el día a día de la gente. Por ejemplo, el tema catalán. Llevamos años dale que te pego, ha sido durante meses monotema nacional, y han conseguido convertirlo en una de las principales preocupaciones de los españoles, cuando en realidad me apuesto la cabeza a que poca gente no implicada directamente ha perdido un minuto de sueño por este asunto.
Con esto de la mujer ha pasado exactamente igual pero en tiempo récord. Para mí es el paradigma máximo de una buena campaña mediática. Hace dos semanas este asunto no le preocupaba a casi nadie, y en ese período de tiempo han conseguido activar una supuesta conciencia igualitaria que ha sobrepasado todas las expectativas.
La fórmula ha sido sencilla. Establecer como axiomas una serie de obviedades con las que todo el mundo, salvo algún que otro cavernícola que quede por ahí, no tiene más remedio que estar de acuerdo. Principios inapelables, como:
- Igualdad salarial. A igual trabajo igual salario.
- No a la violencia contra las mujeres.
- Corresponsabilidad de los padres en el cuidado de los hijos.
- No al acoso sexual en el trabajo.
Cosas así. Se podrían poner un montón de ejemplos de adhesión universal sobre otros temas:
- Pensiones dignas.
- No al acoso escolar.
- Salarios dignos.
- Vivienda para todos.
Si además aderezas la cosa con una serie de eslóganes que hacen sentir a la gente como miembro de una tribu fuerte y empoderada, tienes todo el trabajo hecho. Eslóganes potentes como:
- Si paramos nosotras, para el mundo.
- No es que queramos trabajar, queremos mandar.
Tanto se han venido arriba algunas que se dan casos como el de la inefable periodista Elisa Beni, que ante un comentario de Albert Rivera en el que decía sentirse concernido por la lucha feminista porque se trataba de luchar por "nuestras madres, nuestras hijas y nuestras parejas", ella se indignó por el uso de ese "nuestras" y lo tachó de inmediato en las redes de paternalismo machista heteropatriarcal de la peor calaña. Vamos, que si decimos que luchamos por el bienestar de nuestros hijos o por los derechos de nuestros mayores estamos siendo paternalistas y probablemente los estemos insultando. Erradiquemos los adjetivos "mío" y "nuestro" y sus variantes femeninas y plurales para referirnos a personas. Con los animales de momento podemos seguir usándolo sin que se ofendan, pero no sabemos hasta cuándo. Vamos, una ida de pinza más.
Casi todos los comentarios que leo y escucho sobre lo sucedido el 8-M son elogiosos. Joder, nuestras mujeres! (Uyyyyys, perdón, se me ha escapado) Joder, las mujeres españolas, qué comprometidas, qué valientes, qué concienciadas, qué pedazo de tías!
Yo lo veo de una forma muy distinta; lo veo con un poco de horror. La capacidad de manipulación de los medios me da escalofríos. Cómo todas esas cientos de miles de tías que hace dos semanas eran totalmente indiferentes a este asunto han sido estimuladas artificialmente desde los medios y las redes para apuntarse a un carro que lleva unas razones muy respetables y encomiables pero que hasta este momento no les había preocupado lo más mínimo ni para dar un paso. Es más, la inmensa mayoría colaborando activamente para perpetuar el estado de las cosas. Es decir, un montón de gente sin criterio ninguno a la que puedes convencer con una buena campaña de que se movilicen por algo que hasta ese día no les había importado una mierda. Ese inmenso poder de los medios da mucho miedito porque lo mismo que se puede usar por una causa buena o al menos inofensiva como ésta puede funcionar igual para causas execrables. La pena de muerte para pederastas, por ejemplo. Yo creo que sería relativamente fácil movilizar a mucha gente.
En la prensa veo una foto bastante curiosa y polémica de Jennifer Lawrence, una actriz muy comprometida con el movimiento feminista. Está en lo que parece ser la azotea de un edificio rodeada de hombres. Ellos todos con anoraks y bufandas, se ve que hace frío; ella con un vestido de noche con escote palabra de honor y una enorme raja que permite ver toda su pierna derecha. Es decir, ella pasando un frío de muerte mostrando carne y probablemente promocionando al diseñador de ese vestido y ellos vestidos como exige la temperatura del momento.
Por ahí empiezan muchas cosas. Que ella, que es una tía activista y concienciada, no se dé cuenta de la clase de machismo brutal que va implícito en esa foto, de verdad, es realmente significativo de lo que pasa con este tema. Todo el mundo ve un montón de machismos y micromachismos en los demás pero no son capaces de verse a sí mismos cometiendo en el día a día gilipolleces mil veces más gordas que las que critican en los otros.
Miles de mujeres que salieron a la calle a manifestarse el 8-M saldrán a la calle de nuevo la noche del 31 de Diciembre casi desnudas porque se supone que eso es lo que se espera de ellas. Ellos , caballerosos, les echarán sus chaquetas por encima para arroparlas y ellas se lo agradecerán con un beso y una mirada arrobada. Y ni siquiera se darán cuenta de que, fueraparte de ser unas pedazo de gilipollas por exponerse a una pulmonía del copón, están llevando a cabo un acto completamente machista.
Y hasta es posible que el 8 de marzo siguiente vuelvan a salir indignadas a la calle contra el heteropatriarcado machista si las reinas de la tele y la radio las espolean lo suficiente.
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