Hablaba con una amiga el otro día sobre ese momento en el que las cosas empiezan a fallar en las parejas y yo le exponía mi teoría al respecto. Creo que ya he hablado alguna vez de este asunto en el blog pero si lo he hecho hace ya tiempo y nunca está de más volver sobre las cosas importantes.
En mi opinión en un altísimo porcentaje la mayoría de las parejas fallan en el momento en el que empieza a fallar el sexo. Salvo cuando hay de por medio cuestiones graves de otra índole, como malos tratos, adicciones varias, enfermedades o algo así, en las parejas más o menos normales, sin grandes trastornos, las cosas siempre empiezan a ir cuesta abajo cuando a uno de los miembros, generalmente la mujer, le empieza a doler la cabeza.
Muchas veces esto coincide con la llegada del primer hijo, y se vive como un verdadero cataclismo en la relación. Y se vive así porque a casi nadie le pilla preparado, pese a que es una reacción que responde escrupulosamente a los mandatos biológicos del ser humano, es decir, a la propia naturaleza de la especie.
Por mucho que como especie hayamos ido evolucionando y estableciendo sofisticados sistemas de cortejo y apareamiento y hayamos optado culturalmente por la monogamia como método idóneo para perpetuar la especie y garantizar el cuidado de las crías, lo cierto es que la naturaleza sigue su curso pasando olímpicamente de todos nuestros esfuerzos por civilizar los mecanismos amatorios. Y es que todo ese proceso (cortejo, conquista y apareamiento) solo tiene un fin biológico, que es el reproductivo. Una vez consumado y conseguido ese fin la naturaleza actúa con la crueldad que la caracteriza, sin ningún miramiento, y la hembra, como las hembras de casi todas las demás especies animales, pierde por completo el interés por el macho que la ha fecundado, y centra toda su atención y su interés en sus crías.
Es verdad que mucha gente, en un encomiable afán de superar lo puramente biológico y justificar su elección monogámica, intentan con todas sus fuerzas restablecer el estado original de la situación, pero pocos lo consiguen y además siempre a duras penas, de una manera totalmente forzada porque no en vano es un proceso antinatura.
Hay mucha gente que se machaca un montón por estas cosas. Parejas que acuden desesperadas a absurdas terapias para reavivar la llama de la pasión (como si lo muerto pudiera reavivarse), libros de autoayuda, incluso medicamentos para dar una "ayudita" a esas ganas perdidas. Todo en vano porque como ya digo, la naturaleza habla en última instancia, y el ser humano simplemente obedece. Al final divorcios traumáticos, niños separados de sus padres, dramones interminables... una mierda, vamos.
Los hombres por su parte no tienen este tipo de problema de centrarse en sus crías; ellos ya han fecundado y siguen escuchando la llamada de la naturaleza, necesitan seguir plantando su simiente, si no es aquí, pues que sea allí o donde tercie. Y como la mayoría de la gente no entiende estos procesos biológicos y se empeñan en eternizar lo ineternizable se producen un montón de tensiones en las parejas derivadas del remoloneo femenino a la hora de aparearse de nuevo y de la insistencia masculina, que en muchas ocasiones roza la pesadez insoportable.
Tensiones, tensiones y más tensiones, malos rollos a mansalva que solo tienen una razón: no saber aceptar la naturaleza de las cosas y empeñarse en ir contra ella. Así hay la cantidad de frustraciones y de gente insatisfecha de la vida que hay por ahí.
También puede darse, aunque en menor porcentaje, un caso distinto. Que sea el macho el que, una vez fecundada la hembra, deje de mirarla como tal hembra y la considere ya en su nuevo aspecto de madre y cuidadora. Esto les pasa a algunos hombres, que una vez preñada su señora, dejan de interesarse sexualmente por ella. Son los menos pero haberlos haylos, doy fe porque a algunos he conocido. En estos casos el efecto inmediato es el renovado interés sexual de la hembra, por encima incluso del que le despiertan sus crías. pero sólo es por el miedo a que una nueva hembra les quite a su macho. Éstas son esas parejas en las que la tía está todo el rato reprochando al marido su desinterés, lo cual choca bastante entre amigos y conocidos porque la queja general es más bien al revés.
En fin, una de las cosas que más me llaman la atención de la especie humana es esa constante obsesión por torcer el curso natual de las cosas, a pesar de estrellarse constantemente contra la realidad. Ya digo que eso explica muchas frustraciones, mucha gente tratándose médicamente de cosas que son perfectamente naturales, que no reponden a ninguna enfermedad. Al final terminan covirtiendo en patológico el comportamiento natural y en deseable el antinatural. Y venga a sacar libros de autoayuda y métodos de reeducación sexual y pastillitas para levantar los ánimos. Y esas pobres criaturas que no les pasa nada; nada que no esté dentro de lo lógico y natural y esperable.
Mucho mejor haría todo el mundo en dejar de torturarse por sentir lo que está diseñado y previsto que debe sentir y en aceptarlo como algo positivo, puesto que se ha cumplido con el mandato natural de la vida. Y si los señores necesitan seguir "plantando su simiente" por ahí, pues que lo hagan con toda tranquilidad y sin ningún sentimiento de culpa, por favor. Entiéndase que, tal y como está la vida, lo de plantar la simiente lo digo en sentido metafórico, por supuesto. Pero no se puede uno estar reprimiendo constantemente y tampoco obligando a su señora a que se muestre receptiva a aparearse cuando ella está en lo que está, que es en el cuidado y crianza de su prole.
Un poquito de respeto por la naturaleza, por favor. Y dejemos de intentar resucitar naturalezas muertas a base de farmacopea y palizas mentales. Menos emparanoiarse y más vivir conforme a lo que nuestra propia idiosincrasia establece. Coño ya!
Ah, chicos, y dejad a vuestras señoras tranquilas cuando dicen que tienen jaqueca, que bastante cruz tienen las criaturas teniendo que soportar vuestra mala leche cuando no folláis y teniendo que inventar constantemente excusas imaginativas y variadas para poder descansar en paz. Que sois muy pesaoooooos y muuuuuuuuy jartibles! Si necesitáis urgentemente esparcir vuestra simiente echaos una paja o una novia, cada uno según sus posibilidades, pero no déis por culo.
Atiza! Que confundida me tienes niña. Por un lado parece que está entrada la ha hecho Félix Rodríguez de la Fuente, y por otra un miembro sectario del Opus Dei! En fin. Lo que he entendido sería tal que así: unas vez que has procreado le cierras la entrepierna a tu ya ex, y por eso el hombre va a por tabaco o tú lo mandas a comprarlo, da igual. Y por efecto dominó sucede lo mismo con tu novio.. que en su caso sólo lo mandan a comprar de vez en cuando para que así su señora pueda dormir a pierna suelta, no? Lo he entendido?
ResponderEliminarOye, no digas ordinarieces en mi blog, haz el favor. Yo jamás le pregunto a mi novio sobre su vida sexual con su señora, me parece una falta de respeto y de consideración de la hostia. A mí la única vida sexual que me interesa es la suya conmigo.
EliminarCon respecto a lo que he querido decir en mi post, pues está bastante claro. No hay que ser miembro del Opus Dei para llegar a la conclusión de que la naturaleza humana debe ser respetada en toda su complejidad.
Como ya he dicho, opino que si la gente tuviera más en consideración sus instintos naturales y no tanto las estúpidas convenciones sociales todo el mundo sería más feliz.
Y sí, las mujeres sienten, sentimos, con mucha frecuencia, una propensión natural a cerrarnos de piernas durante la crianza de nuestra prole. Y eso tiene una explicación biológica clara y contundente, estamos centradas en otra cosa.
Eso lo sabe todo el mundo, parece mentira que a estas alturas haya que ir explicando por ahí cosas tan básicas.
Que cerril! Eres tú la que estás generalizando Inma. TÚ naturaleza es la que extiendes como norma para el resto de las mujeres. Y por supuesto eres TÚ , y no yo, la que al generalizar hablas tanto de él como de ella, o los demás nos tenemos que sentir reflejados y ellos son Jet Set de tus comentarios? Me está sonando a resquemor...
ResponderEliminarPues claro que estoy generalizando. En el mundo natural todo son generalizaciones. Se sabe que los perros levantan la pata para mear y marcar territorio; lo que no quita que haya algún perro que mee con las patas juntitas y se agache y hasta luego se limpie con papel higiénico.
EliminarE igualmente es un hecho incontestable de la naturaleza que cuando las hembras tienen crías su atención se centra mayoritariamente en ellas. Ocurre en todas las especies y la nuestra no es ninguna excepción.
Mientras yo estoy hablando de instintos naturales duros y puros tú estás haciendo una valoración moral y/o cultural de lo que yo digo. Vamos, lo que tiende a hacer todo el mundo, tampoco es que seas muy original
Tu teoría sobre el comienzo de la degradación en la pareja por el hecho de la pérdida o disminución de relaciones sexuales es absurdo, pues es tan natural como aquello que comenta sobre la biología de la mujer durante la crianza. Si, por un lado, defiendes que el hombre asuma y asimile dicho estado en su pareja cuando ha llegado hijos, por pura lógica biológica, del mismo modo también tienes que defender que ambos también asuman que una pareja no puede mantener el mismo nivel sexual con veinte años que con sesenta, por poner un ejemplo (no solo por factores físicos, también de conocimiento vs costumbre). Igualmente pasa con el apetito gastronómico o con el alcohol, los viajes o las rutas de senderismo o bicicleta. Por otro lado mantener teorías generales en temas tan complejos como las relaciones afectivas es como hablar del sexo de los ángeles. No hay que ser ningún experto o haber tenido cien parejas como para comprender que cada una de ellas es distinta y única. La misma persona puede tener parejas con las que exista una actividad sexual abundante y otras más escasa, pero no necesariamente son mejores las primeras que las segundas, o sí o no. Me da la sensación Inma que tu experiencia sentimental es muy limitada y hablas en base a una muestra muy, muy escasa o sobre conversaciones mantenidas con amistades o asimilados. Yo es que sobre estos temas procuro no dogmatizar. Saludos
ResponderEliminarSuscribo totalmente lo que dice Juanjo.
ResponderEliminarY añado que el brusco adiós sexual que cuenta Inma por los hijos es más un asunto de falta de tiempo (sí, ese sociológico de la vida moderna civilizada)y exceso de estrés que de biología. De hecho las parejas sin hijos sufren exactamente lo mismo pero sin ese escalón brusco, de una forma gradual, pero la causa efecto es la misma: que el sexo es amigo de la novedad y el descubrimiento y enemigo de la rutina.
Y eso tiene poco que ver con la biología; si no mira cómo esas madres en edad de crianza e inapetencia automáticamente ponen la maquinaria a punto si aparece un nuevo macho. Y eso no tiene que ver con la simiente.
Correcto, cuando aparece nuevo macho el impulso sexual se reactiva ciertamente. Pero en mi opinión sigue siendo por un deseo instintivo de ser fecundada por el nuevo macho.
EliminarQué duda cabe de que el desgaste normal de las relaciones también influye, por supuesto. Pero a lo que voy es a que yo creo que en todo ello hay un trasfondo natural que suele escapar a la mayoría de análisis.
En las parejas sin hijos ocurre lo mismo; en un principio la pareja parece idónea para la fecundación y con el tiempo esa idoneidad es puesta en cuestión y el macho deja de interesar a la hembra hasta que aparece nuevo macho.
Jajajajaja qué va amiga, ese trasfondo natural no creo que escape a nadie, se trata sólo de trascenderlo; demostrar que la especie va más allá de la biología, que otras mil variables y no sólo aquella tienen potestad sobre el destino; que igual intentamos curar el cáncer que tomar medicinas para los lumbagos.
ResponderEliminarO acaso a ti no te da gustito cuando ves a una pandilla de octogenarios bailando y haciendo el chorra en Benidorm o haciendo senderismo por esos picachos en vez de aplicarse a las sopas y el mando de la tele?
Querida amiga, soy una auténtica fan superentusiasta de la farmacología, todo lo que sirva para vivir mejor de puta madre.
EliminarEso sí, siempre que no des por culo a los demás. Si te quieres tomar unas pastis pa irte a la discoteca con 95 años a mover el esqueleto por mí de puta madre; pero si lo que quieres es tomarte una Viagra para que se te ponga dura y que tu señora de 99 años te tenga que hacer un apaño, vete al carajo, tío.
En esos casos, mucho mejor sopitas y mando a distancia. Pero vamos, sin dudarlo.
Y luego está el aspecto cultural/económico/religioso/político que afecta a que si el macho se dedica a diseminar/inseminar por ahí, las hembras que acepten la semilla querrán retener al macho para que colabore en la crianza. Eso suele ser lo que genera más tensiones en las parejas: el hecho de ir por ahí esparciendo semilla se contrapone al concepto de familia tal como la entendemos en casi todo el mundo.
ResponderEliminarOtra cosa es el estado natural. La antropología demuestra que en aquellas civilizaciones que viven en la actualidad como en el neolítico los hijos/as son de la tribu, sin un padre o una madre claramente identificables o identificados. En esos casos la familia es la tribu.
Si añadimos el derecho a la propiedad de las sociedades actuales (con el derecho de herencia y el de propiedad privada) tenemos un cocktail que a duras penas se sostiene con la legislación en pro de la familia nuclear moderna.
Una hembra actual difícilmente acepta que lo que es de sus vástagos se reparta con los de otras hembras.
En fin, un lío.
Querido Ardaler, para evitar ese sindios se inventaron los anticonceptivos precisamente. Así uno puede seguir más o menos sus instintos sin tener que procrear necesariamente. Las semillas se esparcen sólo figuradamente y todo el mundo contento.
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