domingo, 8 de enero de 2017

El amor del revés, by Luisgé Martín

Hace pocos meses escribí un post que algunos recordaréis. Era una carta abierta a mi hermano muerto. En él hablaba de cómo marcó su vida el hecho de ser homosexual, y hablaba del descubrimiento de su sexualidad en la adolescencia, la salida del armario, sus primeras aventuras...

Los 80 no eran tiempos fáciles para ser homosexual, sobre todo en una pequeña ciudad de provincias en la que la sociedad era en general bastante pacata, conservadora y borreguil. En fin, la historia de mi hermano terminó trágicamente el día en el que él decidió ponerle fin, acabando con un intenso sufrimiento cuya base era precisamente su "anomalía" sexual.

Si la recordáis en mi carta le reprochaba que hubiera tenido tanta prisa en quitarse de en medio porque se perdió un montón de avances sociales que más temprano que tarde le hubieran permitido ser una persona normal y vivir una vida como la que a él le habría gustado vivir, con sus amores, sus desamores... como la de todo el mundo, pero a plena luz del día, lejos de la sordidez y la clandestinidad que eran norma en aquellos tiempos.

Estos días de vacaciones navideñas he estado leyendo un libro muy revelador que me ha emocionado muchísimo. Se titula "El amor del revés", una especie de autobiografía sentimental y erótica de su autor, el novelista Luisgé Martín, de quien confieso que no había leído nada hasta el momento.

En cuanto supe de qué iba el libro comprendí que tenía que leerlo y también que iba a ser una lectura dura y dolorosa para mí, por la posibilidad de despertar recuerdos dormidos y vivencias casi olvidadas. Y efectivamente así ha sido; todo lo que cuenta Luisgé sobre su vida y sobre el descubrimiento de su sexualidad me suena mucho y me duele aún más. Porque él afortunadamente pudo sobrevivir a aquellos años difíciles, y a su sensación de ser un bicho, un monstruo, una cucaracha, alguien que debía ocultar la terrible enfermedad con la que había sido condenado a vivir, su homosexualidad. Otros se quedaron en el camino.

Luisgé lo cuenta como un proceso de metamorfosis al revés del Gregorio Samsa de Kafka. Si éste pasó de persona a cucaracha, nuestro amigo evoluciona del bicho infecto que durante su adolescencia y buena parte de su juventud creyó ser a la persona amante y amada que es hoy. Y lo hace con toda crudeza y sin compasión hacia sí mismo, revelando las partes más íntimas de sus pensamientos, de sus emociones, superando el pudor que sin duda tuvo que sentir al escribir un libro en el que se desnuda con una sinceridad tan brutal y tan impactante.

Ha sido, por tanto, un libro difícil de leer por lo que ha supuesto de reencontrarme con el fantasma de mi hermano muerto, con sus ilusiones, sus miedos, sus vergüenzas... Y tengo que reconocer que además de recordar cosas vividas también me ha hecho pensar sobre otras que nunca llegué a imaginar. Por poner un ejemplo, Luis habla de sus enamoramientos secretos de personas heterosexuales, amores imposibles, inconfesables y muy dolorosos. Así fueron algunos de sus primeros amores, ilusiones vanas que nunca podrían llevarse a la realidad, ni siquiera verbalizarse. Y de repente he pensado que tal vez, con toda probabilidad, a mi hermano debió de sucederle algo así, y a pesar de la confianza que teníamos y de que yo creía saberlo todo sobre él, de eso nunca me habló. Quiso quizás a alguien de su entorno de esa forma desesperanzada y secreta? Pues nunca había pensado en esa posibilidad, y solo la lectura de la vida de Luis ha hecho que me la plantee.

Me gustaría decirle muchas cosas al escritor. Me gustaría felicitarle por haberse convertido en una persona como la que es hoy, digna de amar y ser amada y orgullosa de sí misma. Y felicitar a su familia también por que en ningún momento se planteara, por hundido que estuviera, acabar con su sufrimiento.  Felicitarle por que la vez que más cerca estuvo, el día en el que comprendió que Arturo nunca sería suyo en aquel pueblecito de verano al que había ido en su busca, no se despeñara y cayera al mar. Sé que cuando uno está muy angustiado solo piensa en sí mismo y nunca en lo que deja atrás.

Puede que ahora, tantos años después de esa noche horrible en la que lo único que movía el mundo era su propio dolor, sea capaz de entender que si aquel día hubiera muerto no sólo su vida se habría truncado, sino que en un efecto mariposa de proporciones impredecibles, muchas vidas a su alrededor habrían cambiado para siempre. Por supuesto, y sobre todo, las de sus padres y hermanos. Nunca nada habría sido igual para ellos. Ese día en el que Luis no murió se salvó él mismo y se permitió la oportunidad de tener la vida que tiene ahora, pero también los salvó a todos ellos de vete tú a saber qué horrores y secuelas. De algunos podría hablarle yo largo y tendido.

Me gustaría poder hablar de todo esto con Luisgé porque creo que para un escritor es importante conocer el efecto que su obra tiene sobre sus lectores, máxime cuando se trata de un desnudo integral del alma como éste. Y cuando los lectores, como es mi caso, se sienten especialmente impactados por su historia porque les toca la fibra de un modo tan directo.

Gracias, Luis, por haber tenido la generosidad de compartir ese largo y tortuoso camino que ha sido tu vida con nosotros. Y gracias por haberme hecho entender mucho mejor a mi hermano, incluso tantos años después de haberlo perdido. Encantada de haberte conocido. Me habrías molado mucho de cuñado.

2 comentarios:

  1. Jo, duele un chin leerte, niña ;). Dejo un abrazo lo más cálido que se pueda a través de este medio, y un feliz 2017, que es lo que toca por las fechas.

    Por si acaso, como nunca se sabe, dejo un par de enlaces, por si puedes tirar del hilo y contactar con Luisgé Martín, que parece un señor bien majete ;)

    http://luisgemartin.es/

    https://twitter.com/luisgemartin?lang=es

    Con respecto a tu pérdida, que casi duele pensarla (por desgracia para mi, algo sé sobre ese tipo de pérdidas absurdas), con todo el respeto y el miedo del mundo que me da rozar algo tan sensible y personal, decirte que tu hermano estaría y estará orgullosísimo de la persona que eres, porque eres un amor de niña, a pesar de tu metamorfosis fachilla ;) (perdón por la broma idiota ;)). Estoy seguro de que tuvo que sentir cosas espectaculares hacia ti y de que estar a tu lado bien vale una vida ;). En cuanto lo meritorio de saltar al vacío o no, de dejarse ir o no, tampoco le echaría yo muchas cuentas ni méritos a nada, ya que a veces es cuestión de puta mala suerte, de un mal momento, o de un bajadón chorra del que estamos todos muy cerca siempre (no sé si me explico demasiado bien, pero quiero decir que no hay más méritos en aguantar que en romperse, a veces pasa y todos tenemos un punto de ruptura).

    Dejo abrazo y canción, que me lío ;), y una de los secretos, que justo sonaba ahora ;)

    https://www.youtube.com/watch?v=oMQoo0pjXSc

    Y una rosa ;) @>--/--

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola, Vencejo, muchas gracias por tu respuesta.

      Respecto a Luisgé me alegra decirte que ya le mandé mi post a su twitter y que además de leerlo me ha contestado muy amablemente. Creo que igual que a mí me ha ayudado mucho su libro para entender ciertas cosas, a él también le ha ayudado mi post a ponerse en el lugar de las familias que también sufren lo suyo con todas las cosas que les pasan a sus miembros. Lo mismo nunca se lo había planteado desde esa perspectiva.

      Y sobre lo del suicidio estoy de acuerdo en que no es un acto de valentía ni de cobardía; lo que sí es siempre es un acto de desesperación. Ya hace años que dejé de estar enfadada con mi hermano por eso, bastante mal tenía que estar él para hacerlo.

      Creo que sí, que a él le gustaría la persona en la que me he convertido y que estaría orgulloso de mí, como yo, ahora sí, lo estoy de él.

      Gracias por tu rosa y por tu canción. Preciosa.

      Eliminar