Había un zorro que quería comerse a un gorrioncito. Una vaca que pastaba por allí se percató del asunto y, para proteger al pajarillo de las garras del depredador, se cagó encima y lo dejó tapado.
El gorrión, sofocado por el peso de la caca, protestó: pío pío. El zorro, que estaba alerta, lo localizó de inmediato; se acercó, apartó la mierda, agarró al pajarillo, lo llevó al río, lo lavó y se lo zampó.
Triple moraleja:
No todo el que te cubre de mierda te quiere mal.
No todo el que te quita la mierda de encima te quiere bien.
Y sobre todo, cuando estés cubierto de mierda no digas ni pío.
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