El problema con el conductor suicida no es que se mate él, es que mate a una familia que va tranquilamente a Cuenca en su Skoda Octavia respetando todas las señales de tráfico.
No sabemos cuántos huesos se rompió Zapatero (parece que ninguno) aquel día de mayo de 2010 en el que se puso a conducir, contra su propio código, a 200 por hora. Pero a nosotros, sus votantes, nos reventó literalmente. ¿Dónde va ese loco?, decíamos mientras él hacía señas de que éramos nosotros quienes conducíamos en la dirección equivocada. Lo malo de estas conductas indeseables es que provocan enseguida imitadores.
Ahí tienen ahora a Rajoy saltándose todos los stops y cedas el paso que había jurado respetar, y con los mismos argumentos que su antecesor: el de escuchar voces que le impelen a tomar las direcciones prohibidas de la autopista. Las voces obligaron a Zapatero a ciscarse en su programa como obligan a Rajoy a cagarse en el suyo. Lo raro es que las voces que escuchan los políticos son siempre de derechas, al modo en que las órdenes que escucha los locos son siempre las de matar. Si no lo hacemos, dicen, nos obligarán a hacerlo. ¿Quiénes?, preguntamos. ¿Las mafias financieras, los especuladores bursátiles, los pistoleros de los unos y de los otros, quizá el mismo Dios? Tanto nos da.
Un político que oye voces debería dimitir, convocar elecciones y volver a presentarse con el programa de las voces. Eso sería lo decente, pero la decencia, en La Moncloa, dura menos que un porro a la puerta de un instituto. Algún beneficio personal obtendrán, aparte del de salvar a la patria, que tampoco, porque la patria era la familia que iba a Cuenca en el Skoda Octavia.
En poco menos de un año, entre unos y otros, han convertido la política en un burdel. Gracias, querida Narbona, por decirnos lo que ya sabíamos. Pero llega un poco tarde. A quién creer.
Juan José Millás.
http://www.elpais.com/articulo/ultima/quien/creer/elpepiult/20120106elpepiult_1/Tes
Me ha gustado mucho este artículo de Juanjo Millás y lo cuelgo aquí porque efectivamente creo que somos muchos los que estamos hartos de que nos prometan unas cosas y luego hagan otras porque "oyen voces".
Somos muchos los hartos de voces, de dictados y de órdenes de dirigentes a los que no hemos votado. Zapatero en mayo del 2010 debió haber dimitido y convocado elecciones porque le querían obligar a hacer algo que contradecía profundamente su programa. Si quería hacerlo debió presentarlo como nuevo proyecto y llevarlo a cabo sólo si la gente lo aprobaba.
Y Rajoy debió haber dicho la verdad de lo que sabía que iba a tener que hacer porque cuando llegó al poder los suyos ya gobernaban casi todas las comunidades y por tanto sabían que el déficit pactado era incumplible.
Su programa a todas luces ambiguo y vago no decía nada concreto, pretendía contentar a todos y sólo hablaba de que él generaría confianza y crearía empleo; debió habernos informado de lo que iba a tener que hacer, aunque muchos ya lo sabíamos. Lo que duele es que además nos traten de gilipollas y no nos digan lo malo hasta que ya no hay marcha atrás.
Lo siento por los votantes del PP, porque Zapatero al menos tardó 6 años en darnos el palazo; éste no ha tardado ni 6 días.
De todas formas no me cabe la menor duda de que ellos siempre encontrarán algún argumento para justificarlo: el PSOE nos ha dejado en la ruina, y cosas así. Y seguro que hasta pagarán sus impuestos no sólo religiosamente sino con verdadera devoción. Y veremos a los que siempre habían despotricado de las subidas impositivas alabar sus beneficios y condenar sin paliativos a los que digan algo en contra. Si no, al tiempo.
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