Estoy verdaderamente horrorizada. Perpleja. Patidifusa. También desolada.
Acabo de escuchar en la radio que es bastante probable que la última película de Woody Allen, que está en fase de montaje, jamás vea la luz. Nunca llegará a las pantallas, a ninguna pantalla. Ni de cine ni de televisión, ni de ordenador ni de nada.
Y eso por qué?
Pues sencillamente porque el director ha sido acusado, juzgado y condenado todo de un solo tacazo. Y con él su película.
Como probablemente sepáis, hace años una de las hijas adoptivas de Mia Farrow, Dylan, en medio del traumático divorcio de su madre, acusó a Allen de haber abusado de ella cuando era pequeña. En dos ocasiones dos tribunales diferentes han juzgado este caso y en las dos Allen ha sido absuelto.
Pero eso da igual. Estamos en la era del #MeToo, y es suficiente con que alguien acuse a alguien para que automáticamente la condena moral y social, también laboral, recaiga sobre esa persona. Pruebas? Para qué? Si una persona afirma haber sufrido abusos es que es verdad, no se lo va a inventar. Un juicio justo? Venga ya, qué mejor juicio que el popular! Chorradas!
Malos tiempos para la presunción de inocencia, amigos. El caso Allen ni siquiera es comparable en absoluto a los de Harvey Weinstein o Kevin Spacey, ambos acusados por multitud de mujeres y hombres respectivamente, ambos considerados verdaderos depredadores sexuales en sus entornos. Allen sólo ha sido acusado por esta niña, y ya digo que el caso fue visto en dos causas distintas y que fue absuelto.
Pero hay algo mejor que una condena judicial, que es una condena social. Y esa condena tiene que ser completa y ejemplar. En ella no puede caber duda de connivencia o de perdón. Y de este modo no sólo hemos llegado a casos esperpénticos, como el de rodar de nuevo una película en la que salía Spacey para evitar que el actor apareciera en los créditos. No, no basta con eso. Ya hay quien aboga por dejar de distribuir películas o cualquier obra de arte en la que haya participado algún acusado de abuso. Y así se han cancelado exposiciones de fotografías de algunos artistas también acusados por modelos, se han dejado de emitir por televisión películas previamente programadas por haber sido producidas por Weinstein o interpretadas por Spacey, y ahora esto, la última de Woody condenada a muerte sin haber llegado a ver la luz.
Sabéis la de películas que ha producido Weinstein? Todas las de Tarantino, las tres de El señor de los Anillos, el musical Chicago, El indomable Will Hunting, Los otros, El discurso del Rey, etc. etc. etc. etc. Sería fantástico, maravilloso, propio de un mundo ideal libre de pecado que alguien decidiera que ninguna de esas películas volvieran a ser emitidas nunca más por televisión ni editadas en vídeo, que se las borrara de Internet, de todas las plataformas digitales, que hiciéramos como si nunca se hubieran rodado ni las hubiésemos visto. No sea que por haberlo hecho, por haber gozado de ellas o por volver a gozarlas seamos cómplices de sus horribles creadores, y eso sí que no, nunca, jamás.
Ya no es que todo esto sea una ola de puritanismo, como la definían las 100 mujeres francesas firmantes del manifiesto contrario al #MeToo. No, estamos ante una verdadera caza de brujas al más puro estilo del tristemente recordado Macartismo, cuando bastaba con la insinuación de alguien sobre la ideología comunista de una persona para ponerla en la picota y destruir su carrera y su reputación. Cualquiera que tuviera motivos para odiar a alguien podía denunciarle tranquilamente y ya estaba en el punto de mira del senador y sus secuaces. La puta Inquisición.
Y mientras la sociedad juzga y condena no sólo a estos acusados sino de paso toda su obra artística, el flamante presidente de los Estados Unidos, que de ése sí hay pruebas más que contundentes de que, abusando de su poder y su estatus empresarial, le ha metido mano a media América y además se ha jactado de hacerlo... pues eso, el ínclito Trump paseando libremente por el mundo, dirigiendo y decidiendo sobre el destino del planeta entero y sin que nadie se atreva a toserle.
America first, America first.
Asco de mundo!
Woody Allen, Requiescat in pace.
Adiós amigo.
La Rosa púrpura del Cairo nunca decaerá cada tarde y vendrá a visitar mis pupilas a través de una pantalla, convirtiendo mis mejores ilusiones en realidad, viviendo un sueño eterno.
ResponderEliminarFerviente y duro alegato, te sobra razón. Yo pienso que esta actitud tan amanerada y remilgada surge en la sociedad debido al deseo de aparentar; las redes sociales son el gran hermano voluntario al que se exponen las personas con tal de que alguien le preste atención a sus memorables hazañas cotidianas y se embelese con su divina noción de la moral. Por mi se pueden ir a la mierda todos, si yo fuera director y productor de cine de prestigio le daría trabajo a Kevin Spacey. Aparte de porque me parece un semidiós, por joder. En plan de "¡Mirad por donde me paso vuestra estúpida moda, a mí no me sorberéis el seso! A mí que nadie me diga lo que tengo que pensar, pensaré y haré lo que me salga de los huevos y no porque los influencers (captadores de personas sin personalidad propia y les inculcan el juicio que les interesa) digan que ahora se hace esto, es la moda, es guay y quedarás bien, lo meta más importante del mundo mundial.
ResponderEliminarHace mucho tiempo fue al Tú Sí Que Vales una mamarracha transexual que cantaba una canción de algo del Facebook. Para levantar el ánimo del público antes de la prodigiosa interpretación, (mentira, fue una puta mierda) la tía hacia chascarrillos entre los cuales me he quedado con uno: "Si no tienes Facebook ni amigos (obviamente se refería a los del Facebook) te invito a que abandones este planeta". Creo que esta frase lo dice todo, resume a la perfección la mentalidad de la nueva era, al igual que el hecho de que de los jueces profesionales Risto Mejide fuese el único que la dijo que el talento que tenía equivalía a un cero a la izquierda.
Si contrataras a Kevin Spacey el problema es que te arruinarías. Por eso el director de la película ha corrido raudo a volver a rodar todas las escenas en las que salía él, al precio que sea, porque sabe que la gente es tan subnormal que deja de ir a ver una peli porque un actor le vaya metiendo mano a todo lo que se menea.
EliminarHay que ser imbécil de verdad. Si siguiéramos esa consigna no podríamos ver nada de cine, toda la historia del cine se iría al carajo. Hitchcock, Welles, Cary Grant o Errol Flyn fueron depredadores sexuales mucho peores que Spacey. Pero ya me contarás qué habría sido del cine sin sus películas.
A qué película con Spacey te refieres?
ResponderEliminarPues la última de Ridley Scott.
Eliminarhttps://elpais.com/cultura/2017/11/09/actualidad/1510202570_320479.html
Entonces según tú Inma nunca debería ser condenada una persona que abusa de su hijo, no? porque nunca va a haber pruebas, o muy raramente. Crees que se lo ha inventado? qué harías si tu hija te contara ese secreto respecto de su padre? la creerías?
ResponderEliminarNo sé si se lo ha inventado o no porque para determinar eso están los médicos y psicólogos forenses que estudian estos casos. Ellos se encargan de determinar la veracidad de las acusaciones o la posibilidad de que la denuncia haya sido inducida por una madre despechada o algo así. En mi entorno conozco dos casos concretamente de denuncias falsas con la causa archivada. Ese tipo de acusaciones hacen un daño irreparable cuando son mentira y no se pueden tomar a tontas y a locas.
EliminarYo te voy a hacer a ti otra pregunta: crees que es lícito condenar socialmente a una persona por que haya sido acusada si no hay absolutamente ninguna prueba en su contra y habiendo sido absuelta por la justicia, con los informes de expertos poniendo en duda la acusación? Es lo que pareces insinuar.
Por supuesto que yo crería una acusación así de mi hija, porque es una persona bastante equilibrada mentalmente y la considero incapaz de inventar algo así.
Lamentablemente no todo el mundo tiene esa misma madurez emocional ni sus valores éticos. Hay mucha gente por ahí dispuesta a cualquier cosa para joderle la vida a un marido infiel que les ha hecho daño, incluso a manipular a sus hijos para que inventen una historia así.
Por cierto, un muy buen artículo de Julio Llamazares en El País este saado. viene a decir más o menos lo mismo que yo:
Eliminarhttps://elpais.com/elpais/2018/02/02/opinion/1517574396_004303.html
Ah, y suscribo igualmente las palabras de la ganadora del Goya al mejor corto de animación, titulado 'Woody & Woody'.
Dijo exactamente que por encima de todo considera a Woody Allen un genio inigualable y alguien imprescindible en la historia del cine.