- Jo, mamá, las fotos que te pones de perfil de guasap! Qué vergüenza, pareces una adolescente petardal
- Pos si te da vergüenza no las mires o si las miras tápate los ojos pudorosamente.
- Pero no te da na colgar esas fotos?
- A mí no. Qué pasa con mis fotos?
- Que son de adolescente petarda.
- Pos seré una adolescente petarda.
- Las adolescentes se pasan el día haciéndose selfies y colgándolos en Instagram presumiendo de cuerpo.
- Pos yo no tengo Instagram pero sí que presumo de cuerpo. Si tengo 51 años y puedo presumir de cuerpo, pos presumo.
- Mamá pordiosssssss!
- Ni pordiosssss ni por na! Cada cual presume de lo que puede y quiere.
Mantengo esta conversación con mi hija, pero en realidad lo de mis fotos de perfil de guasap viene de largo.
Hace años también hubo polémica por una foto que colgué en la que se veía exactamente el lacito del bikini, parte de una pierna, una cerveza y un libro al lado y la piscina de fondo. Mi pretensión obviamente era dar testimonio gráfico de que estaba en la piscina más a gusto que un arbusto con mi cervecita y mi lectura veraniega. Me costó un huevo sacar el selfie perfecto porque unas veces no salía la cerveza, otras no se veía bien el libro y las más de las veces las tetas me tapaban el conjunto. Finalmente dí con el selfie ideal y lo colgué. Y resulta que hubo quien vio cieeeeeerta sombra que por lo visto asomaba por el filo del bikini y que al parecer podía insinuar que ahí estaba cieeeerta parte de mi cuerpo... total, que la foto fue instantáneamente catalogada como pseudopornográfica.
Hice hasta una encuesta en mi entorno entre lo que veían las tías y lo que veían los tíos. Efectivamente ninguna tía se percató de la susodicha sombra, pero casi todos los tíos consultados consideraron que la foto era altamente provocadora.
Desde entonces no me corto un pelo. Me saco las fotos que me da la gana, como me da la gana y cuelgo las que me da la gana. Punto y pelota.
Y como todos los días me hago selfies para mandárselos a mi novio (las relaciones a distancia son así, hay que hacer recordatorio visual, y a mí me gusta mandarle mi look diario porque pa eso me pongo mu monísima y mu conjuntada todos los días pa salir de paseo y a él le gusta verme y me responde con un amplio catálogo de piropos que por supuesto no voy a reproducir aquí)... pos eso, que como me hago selfies a diario para que él me vea, algunas veces que me encuentro yo especialmente favorecida decido colgarlos en mi perfil.
También puedo presumir de otras cosas, que conste, y a veces lo hago. He colgado fotos chulas con mis hijos, o con mis amigas, incluso alguna con mi novio, pero lo cierto y verdad es que lo que más tengo son selfies así que es normal que lo que más cuelgue sean selfies.
Pensándolo bien, es que yo ahora mismo puede que sí que sea talmente una adolescente petarda. Enamorarse a mi edad tiene esas cosas. Hacerme fotos a diario para que mi novio vea mi look y me silbe y me ponga emojis con corazoncitos en los ojos es claramente de adolescente petarda. Es más, ya el hecho de mandarnos constantemente emojis con corazoncitos es superpetaaaaaaardo!
Sé que mi hija cuando lea esto se pondrá colorá como un tomate y querrá que se la trague la tierra. Puede que hasta me bloquee en el guasap y no vuelva a leer nunca más mi blog. Pero hossstia! Y lo bien que yo me lo estoy pasando con esto de volver a los 17? Que me quiten lo bailao!
Es como cuando ves en el First a los abuelillos. Ellas con su pestañeo coquetuelo y su cardado impecable, ellos presumiendo de que todavía cuando se ponen son unos toretes, unos y otras haciendo juegos de palabras con doble sentido y ruborizándose... Jodeeeeeeer, qué pasada a los 85 años volver a ser adolescentes petardos!
Juliaaaaaaaa, que síiiiiiiiiiii, que soy una adolescente superpetaarrrrrdaaaaaa!
Y a mucha honra. Ea!
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