martes, 4 de abril de 2017

Querido cuerpo

Leo en El País Semanal una de esas cartas blancas que tanto me gustan. En esta ocasión es la escritora Luz Gabás, y su carta me ha parecido muy original porque la dedica a su cuerpo, a la relación que mantiene con él, y he pensado que es una idea estupenda esa de dialogar un poco con el propio cuerpo, así que allá voy yo también con mi carta:

Querido cuerpo:

La verdad es que no sé cómo todavía me hablas, con lo que te he maltratado. Hay que ver la mala vida que te he dado! Cómo te he puteado y qué poco te he cuidado!

Aún recuerdo cuando no te daba de comer aunque me lo pedías a gritos. Cuando te dejaba horas y horas y hasta días muerto de hambre, a veces con un solo tomate como único alimento. No sé cómo lograste sobrevivir, apenas te tenías en pie. Cada día estabas más débil, más flaco, más en los huesos.

Intentaste rebelarte, ahorrar energía, dejaste de menstruar para no derrochar ni una gota de sangre, pero ni aun así te hice caso. No te escuchaba, no me importaban una mierda tus señales de protesta. Estaba enfadada contigo. Eras mi enemigo. Y no sé por qué, porque eras un cuerpo bonito y muy agradecido. Con cualquier cosilla quedabas bien. Muchas de mis amigas me envidiaban, pero no sé, yo nunca estaba del todo satisfecha, siempre te pedía más. No quería un cuerpo bonito, quería un cuerpo perfecto, y como tú no lo eras me enfadaba.

También te machacaba a base de nicotina y alcoholes de garrafón. Durante años la vida nocturna fue mi sacrosanto refugio y tu tortura. Y tú aguantaste estoicamente todos mis desbarres, tienes que ser muy fuerte.

Hasta que un buen día te hartaste y decidiste vengarte por  mi maltrato persistente. Y apareciste de repente con un cáncer de regalo. Me estabas diciendo claro que estabas hasta los huevos de mí y que me mandabas al carajo. Sólo entonces me di cuenta de lo importante que eres y de lo mal que te había cuidado, como si fueras a estar ahí toda la vida y nunca fueras a fallarme. Qué ingenua, qué ilusa, pobre niña tonta!

Afortunadamente salimos de aquello y de la experiencia aprendí muchas cosas. La vida nos dio una nueva oportunidad, y esta vez sí la he aprovechado.

He tardado muchos años en aprender a quererte y a respetarte, a reconciliarme contigo. He tardado en entender que cuidarte a ti es cuidarme a mí. Y ahora te mimo, te dedico todos los días un montón de tiempo, te regalo una hora de gimnasia para mantenerte en forma, te agasajo con cremas, perfumes y mucho amor, te alimento con lo mejor de lo mejor, y se acabó el garrafón, solo buenos caldos, qué coño, porque tú te lo mereces todo. Y hasta te hago fotos y las pongo de perfil del guasap porque me siento orgullosa de ti. Lo que es la vida! A la vejez viruelas. A una edad en la que mucha gente empieza a enfadarse con su cuerpo porque notan que les falla, voy yo y me reconcilio contigo!

Al final nuestra historia de desamor ha terminado siendo una bonita historia de amor. Sólo espero que sepas perdonar y olvidar todo el mal que por mi ignorancia y mi mala cabeza te hice y que sigas siendo tan buen compañero de viaje todo el tiempo que nos queda juntos.

Te quiero.

Ps. Copio el enlace de la carta de Luz Gabás para el que quiera leerlo.

http://elpaissemanal.elpais.com/columna/luz-gabas-querido-cuerpo/


2 comentarios:

  1. Y por lo que parece te está muy agradecido, no te guarda rencor y te recompensa floreciendo. ¿Quién dijo que nunca una flor tuvo dos primaveras?

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    1. La verdad es que no me puedo quejar. Es un buen compañero de viaje y ha tenido mucha paciencia conmigo.

      Efectivamente un cuerpo agradecido y que me ha dado muchas satisfacciones.

      Casi tantas como la instrucción canina, jejeje

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