sábado, 28 de mayo de 2016

El flamenquín

Hace unos días estuve rememorando con unos amigos algunas anécdotas infantiles que no recordaba hacía tiempo y de repente pensé que debería abrir un apartado de memorias en este blog en el que recogiera esas historias divertidas que, aunque en su día fueran para mí auténticos dramones, hoy son dignas de por lo menos un breve recordatorio.

Yo de pequeña era bastante delicaducha para la comida, y como mi madre y mi padre trabajaban los dos, tanto mis hermanos como yo teníamos la costumbre de comer lo que nos daba la gana y tirar lo que no nos apetecía.

Al principio lo tirábamos en la basura pero como mi madre lo descubrió y se dedicó a registrarla cada día para ver lo que habíamos tirado, empezamos a buscar otras alternativas.

Nosotros vivíamos en un cuarto piso (sin ascensor, por cierto), y debajo de mi casa había unos jardines pertenecientes a una guardería infantil. Justo debajo de nuestras ventanas había unos setos bastante grandes que daban paso al césped de los jardines. Bueno, pues los setos eran un lugar idóneo para camuflar la comida que tirábamos, que además como era toda materia orgánica seguro que daba alimento a cientos de animalitos hambrientos, por lo menos más hambrientos que nosotros. A mí eso me consolaba, qué quieres.

Un buen día mi madre dejó para comer macarrones y flamenquines. Los flamenquines eran una de mis pesadillas, por increíble que parezca, porque es una comida que encanta a casi todos los niños. A mí no, a mí se me hacían unas bolas en la boca que pa qué, me podía tirar horas y horas masticando aquella bola, y cuando mi madre estaba en casa y no tenía más remedio que tragármelos, lo pasaba francamente mal. Se me caían lagrimones como puños.

En fin, que tuve clarísimo que yo mi flamenquín no me lo iba a comer. De manera que cogí el susodicho flamenquín y me asomé a la ventana buscando el sitio idóneo para tirarlo. Como había bastante ropa tendida en los pisos de abajo tenía que esquivarla para que cayera en el seto y no rozara la ropa tendida.

Pues bien, tuve una puntería que te cagas, porque a pesar de que penduleé el flamenquín todo lo que pude para que cayera en el seto, el hijoputa fue a parar dentro de unos calzoncillos del marido de la Zozozo, una vecina que vivía dos pisos más abajo y que como era gaditana y hablaba con la zeta la llamábamos así.

Horreaurrrrrrr! Cuando yo vi ese flamenquín estratégicamente situado a to lo largo de los calzoncillos no me lo podía creer. Si hubiera intentado colarlo así a cosa hecha no lo habría conseguido en la vida. Imposible!!!! Y sin embargo había ocurrido.

Una vez superado el impacto inicial, cogí la escoba y con el palo, asomando medio cuerpo por la ventana, intenté llegar a los calzoncillos para moverlos y sacar de allí el flamenquín, pero mis intentos fueron inútiles. Eran dos plantas y el palo no llegaba ni de lejos.

Desesperada empecé a rezar interiormente para que se produjera un huracán o algún fenómeno de similar naturaleza que hiciera que el flamenquín saliera de los calzoncillos. Pero nada, mis ruegos no fueron escuchados.

En esto que oigo un jaleo tremendo en la escalera. Se veía que algo importante había pasado, y yo, que no era ajena a los hechos, estaba muerta de miedo esperando a que cayera sobre mí todo el peso de la ignominia.

Llaman a la puerta. Sudores de todos colores me recorrieron el cuerpo. Diossss míoooo, ya vienen a por mí!!!! Muerta de terror abro.

Era mi prima, que a la sazón vivía en la puerta de al lado y que venía de la calle en ese momento. Y me espeta tal que así:

- Tú qué tenías hoy de comer?

- Yo macarrones.

- Y qué más?

- Nada, mi madre solo ha hecho macarrones.

- Mira, a mí me da igual lo que hayas comido, pero resulta que la Zozozo tiene un cabreo que pa qué porque alguien ha tirado un flamenquín en los calzoncillos de su marido, y que sepas que está llamando puerta por puerta y que viene para acá, así que tú sabrás lo que le vas a decir.

- Vale vale. Gracias por el aviso.

Ay, señooooooorrrrr!!!!!! Todos mis temores se hacían realidad. La Zozozo ya había visto mi hazaña y subía a pedir cuentas. Mis sudores se multiplicaron por mil.

Efectivamente a los dos minutos suena otra vez el timbre:

- Hola.

- Dónde eztá tu madre?

- Trabajando.

- Y tú hoy que has comido?

- Yo macarrones.

- Zolo macarrone?

- Sí.

- Y de cegundo qué?

- Nosotros no comemos segundo; solo un plato.

- Ezo no me lo creo. Déjame que pace a la cocina que yo lo compruebe perzonalmente.

- No. Mi madre me tiene dicho que no deje entrar a nadie cuando esté sola.

- Poz alguien ha tirado un flamenquín en los calzoncillo de mi marío y ezto no va a quedar ací.  Y que cepa que ce lo voy a contá a tu madre.

- Pero si yo no he sido!!!!

- Y ci no ha cío tú, que eztá aquí zola, entonce quién ha cío?

- Pos habrán sido los niños de arriba seguro, que siempre están tirando cosas. A nosotros nos tiraron a la terraza el otro día un salchichón.

Inspiración divina.

Y la Zozozo:

- Huuuuummmmmm! Voy a zubí a preguntá.

- Sube sube. Se pasan el día tirando de todo. Como su madre no les hace ni caso!!  A nosotros nos tienen hartos.

- Voy a zubí pero que cepa que como no hayan cío ello ce lo voy a decí a tu madre y te va a enterá.

- Vale vale.

Sí, soy una repugnante mentirosa y una miserable, pero era cuestión de vida o muerte.

Oye, y la Zozozo daba mucho miedo.

Y yo era una niña zola y abandonada a la buena de Dios.

Quise decir sola, que to se pega.

De todas formas ahí no quedaron mis desencuentros con la Zozozo. Aún hubo otras desventuras dignas de pasar a la posteridad.

Pero ésas ya las contaré otro día.

Ps. Zozozo, si lees esto te pido perdón. Sí, fui yo.

Ps2. Y ya que he confesado abiertamente lo que hice, ego me absolvo in nomine patris et filii et spiritui sancti. Amen.

12 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Bueeeeeeeno, digamos que me estoy haciendo pseudovegetariana y ahora mismo entre un nabo y un flamenquín me quedo con el nabo.

      Uyssss, eso ha sonado fatal, no?

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    2. Martínez, te noto últimamente muy interesado en mis gustos gastronómicos. Que si la tortilla con cebolla y sin cebolla, que si los flamenquines...

      No estarás pensando invitarme a cenar, no?

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  2. Siempre he pensado que el nabo es de las hortalizas que menos uso se le da en la cocina, salvo la típica crema de apionabo que es realmente finísima. No obstante, su sabor es, cuando menos, particular.

    Ahora bien, si a ti te gustan los nabos pues no tengo nada que objetar. Bueno sí, si a alguien le gusta más un nabo que un flamenquín es ciertamente preocupante.

    Por cierto, una persona medianamente inteligente como tú no se hace vegetariana, ni pseudo. Es una soberana sandez, pues tu sistema digestivo es el que es y ha sido configurado durante millones de años, como para que ahora unos modernos vengan a enmendarle la plana a la madre naturaleza.

    Lo que sí tengo que hacer yo es parecerme a ti, es decir, tomar mucha más verdura y menos carne y grasa. Mañana comienzo. Se me olvidaba, tendrás a cientos que están locos por invitarte a cenar ¿verdad?

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    1. Ayyyyyy, Martínez, algún dísertaré ampliamente en el blog acerca de mis poco exitosos coqueteos con el vegetarianismo.

      Lo cierto y verdad es que después de un montón de elucubraciones sobre si hacerme o no vegetariana al final he llegado a la conclusión de que al cuerpo lo mejor es darle lo que pida. Y teniendo en cuenta que el mío cada vez va pidiendo menos carne, si me he hecho pseudovegetariana es por eso, más que nada.

      Pues sí, hay miles de tíos locos por invitarme a cenar en esta ciudad y en buena parte del mundo. Lo que pasa es que no lo saben. Una pena, porque yo cuando me invitan a cenar soy sumamente agradecida, pero qué se le va a hacer.

      Oye, Martínez, tu cumple era por estas fechas si mal no recuerdo, no? FELICIDADEEEEESSSSSSSS!!!!!!

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  3. jajaajaj, cuantos años tenias?

    tiene pinta de hijaputa la gitana, como te has salvado!...

    pseudovegetariana? que significa pseudo? yo llevo sin comer carne dos semanas. aunque tengo que decir que eso de engullirme nabos gordos a pares dista de ser lo mio.

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    1. eso si, las zanahorias una tras otra!

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    2. https://es.m.wikipedia.org/wiki/Flamenquín

      jajakajajajaja, acabo de mirar que es un flamrnquin, y joder, si que debia gastarlos de talla grande los gambullos el tio como para que eso se quede atascao ahi! jajajajahahajaja

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    3. Querido Román, hay flamenquines de muchos tamaños. Los de la Cigala del Sur, por ejemplo, son tamaño mega. Solo caben en una fuente.

      Pero el flamenquín standard es un poco más largo que una salchicha y cabe perfectamente en unos gayumbos.

      Pseudovegetariana es casi vegetariana, un poco vegetariana pero no del todo. O sea, persona que preferiblemente come cosas que no sean de origen animal pero que no las descartan por completo, solo lo justo para nutrirse de proteínas y vitaminas esenciales para la vida.

      Más o menos mi pretensión es esa. pero como ya le dije a Martínez he llegado a la conclusión de que lo mejor es darle al cuerpo lo que te pida, sobre todo si tienes un cuerpo sabio como el mío, que siempre pide exactamente lo que necesita. Ni más ni menos ni menos ni más.

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  4. Gracias Inmaculada por tu felicitación y especialmente por acordarte. Un beso

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  5. Las generaciones de la posguerra (llegando hasta los años 70, si me apuras) comían carne, a lo sumo, una vez en semana. Las proteínas las adquirían de la combinación de leguminosas y cereales.
    Y dos anécdotas que quizás ilustren:
    -Mi padre decía que si las personas adultas tuvieran que matar el animal cuya carne se comían, el consumo de carne sería mucho menor.
    -Tengo una amiga guiri que cuando vio por primera vez un espeto de sardinas dijo: "No puedo 'comeg' esto. Estos peces me están 'migando'".
    Disfrazamos lo que comemos para no saber de dónde viene. Un lechón entero asado asado es menos soportable para mucha gente que un flamenquín.

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  6. Del tema del nabo... prefiero callarme...

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