miércoles, 2 de marzo de 2016

Pongamos que hablo de Joaquín

Me encuentro en una web una entrevista con Joaquín Sabina de ésas en las que es la gente la que hace las preguntas y el artista responde al cuestionario que le pasan. Entre las preguntas hay de todo pero algunas son sobre la actualidad política y él responde bastante escuetamente. Dice entre otras cosas que no le gustan los políticos que piden ministerios y se olvidan de la gente. Habla de Andalucía como de una tierra solidaria, que siempre ha estado por España y la humanidad, como dice nuestro himno, y comenta que él cree en la igualdad territorial y en la solidaridad entre los pueblos. En fin, el tío va contestando a lo que le preguntan más o menos en su línea. Nada que a mí me llame especialmente la atención.

Pero lo que sí me ha llamado la atención,  y mucho, han sido los furibundos comentarios de la gente a sus palabras. Se supone que la web es visitada por gente de izquierdas pero de repente arremeten contra Sabina de una manera feroz que no ha dejado de sorprenderme.

Yo había oído siempre ataques tremendos contra él por parte de la derecha. Sabina no es santo de la devoción de los fachas, eso está claro; muchas de sus letras son bastante comprometidas e invitan descaradamente a la rebelión y al desorden moral. Y nunca se ha cortado además de señalarse como persona de izquierdas y con las ideas muy claras.

Por eso esto me ha sorprendido tanto, porque la virulencia de los ataques desde la supuesta izquierda sea mucho peor que la de la derecha que lo había insultado toda la vida. No había visto una saña igual en la vida. Bueno, sí, la que genera indefectiblemente entre los fachas la familia Bardem al completo y muy especialmente Javier.

Estos días he estado leyendo la última novela de Marta Sanz, Farándula, que aprovecho para recomendar, en la que se trata justamente de este asunto. En ella hay un personaje, Daniel Valls, que vive una vida cómoda y llena de lujos en París pero que se siente fuertemente comprometido con la justicia social y lo reivindica constantemente a pesar de que con ello se granjea la antipatía y el odio de buena parte de la sociedad. Pues al ver lo de Sabina me ha recordado un montón.

Un subnormal anónimo hace el siguiente comentario: “Y a quién le importa lo que piense un cantante trasnochado que no se entera de nada?”  Como si el artista estuviera hablando y opinando sin que nadie le hubiera preguntado, como yo o como él mismo. Sabina habla porque un montón de personas le han hecho preguntas y quieren conocer sus respuestas. Y además lo hace lo más escuetamente posible, como siendo consciente del lío en el que puede meterse simplemente por opinar de forma contraria al que lo lee.

Resulta alarmante que esté proliferando una izquierda, y creo que cada vez más extendida,  con un talante dictatorial como el de todos esos “analistas” de la entrevista de Sabina. Gente que en el momento en que manifiestas una opinión algo diferente a la suya, aunque en definitiva su ideología sea la misma que la tuya, monten en cólera y sean capaces del más feroz ataque.

Me pasa mucho leyendo la web de “El diario.es”, de la que soy socia desde hace tiempo porque es un periódico que subsiste a base de donativos en el que colabora gente muy interesante, como Isaac Rosa, Suso de Toro, Antón Losada o Cristina Pardo, gente toda claramente de izquierdas pero con distintas sensibilidades. Porque la izquierda abarca desde esa socialdemocracia a la que últimamente se ha apuntado la directiva en pleno de Podemos al marxismo leninismo más rancio del PCE. Izquierda somos todos y como hay distintas sensibilidades por eso hay distintos partidos a los que votar. Lo que no se entiende es ese rencor, esa furia dentro de la propia izquierda, casi más fuerte que la que procede de la derecha, que a fin de cuentas debe disfrutar bastante viendo cómo nos matamos entre nosotros.

Joaquín Sabina, un tipo ampliamente admirado cuya adscripción política siempre ha sido clara, de repente se convierte en blanco de las iras de un montón de exaltados de supuestamente su misma ideología, no entiendo muy bien por qué. Cuál es el problema? Que ha hecho una leve crítica de la obsesión de Podemos por los sillones? Y el talante de los “nuevos partidos”  y sus clubs de fans es no admitir ni la menor crítica a sus decisiones? Y eso es lo que nos piden que votemos?

Yo puedo estar más o menos de acuerdo con Joaquín en ese punto o en otros pero jamás se me ocurriría ponerlo a parir ni decir, como he leído de alguno de estos desatados, que no debería hablar porque no sabe de lo que habla. Si este tío, que lleva toda la vida comprometiéndose a través de sus canciones y de su poesía, con un montón de causas políticas… no sabe de lo que habla entonces quién es el que sabe? Toda esa gente que no pasa de la treintena que es actualmente la cúpula de Podemos?

Cada vez estoy más decepcionada de esta gente y sobre todo, del talante soberbio y despreciativo que muestran hacia todo lo que no sea exactamente de su cuerda, lo cual puede significar perfectamente que disientas un poco con sus modos o con alguna declaración subida de tono o algo similar. Porque si lo haces ya te tachan de Psoeista, que para ellos es lo peor que se puede ser en este mundo, aunque no hayas votado en tu vida al PSOE ni se te pase por la cabeza hacerlo.

Ya me está tocando mucho los ovarios esa actitud intolerante hacia todo lo que se salga mínimamente de la foto. Para dictadores ya tuvimos en este país uno durante muchos años. Si ésta es la actitud y éste es el talante conmigo que no cuenten. Prefiero mil veces no votar o votar en blanco a darle el menor cuartelillo  a quien es incapaz de aceptar la más mínima disidencia entre sus propias filas.

6 comentarios:

  1. Claro. Por un lado están quienes tienen antigüedad en la militancia política con carnet, o son aún más puros y van a toda clase de reuniones que huelan a tostón, y por otro estamos el resto de los mortales. Y si además el mortal tiene fácil acceso para expresar su opinión política sobre algún tema (aunque maldita sea la gana que tiene de contarla si no le hiceran la pregunta) y el político con carnet pero sin micrófono no tiene modo de que nadie le escuche, pues ya está servido el conflicto: "Con lo que yo sé de esto y nadie me oye, y el gilipollas ese, que cantará muy bien, pero de esto no sabe como yo...". Y así sucesivamente.
    En general, quienes critican eso suelen ser personas cuyas ideas no salen todo lo bien paradas que ellas quisieran de lo dicho por la persona entrevistada. Y el conmigo o contramí que subyace tras esas críticas tiene mucho que ver con aquello de las dos españas, de la intolerancia de la izquierda hacia sí misma y del ardor guerrero que, según uno de los Plinios, era marca España ya en tiempos de los pueblos prerromanos.
    Toma ya pestiño. Espero que me respondas con ardor guerrero. Si es que tienes a bien hacerlo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Por cierto, sales muy guapa en la foto.

      Eliminar
    2. No puedo responderte con ardor guerrero porque la primera que abomina de la izquierda, siendo de izquierdas de toda la vida, soy yo.

      De los políticos de izquierdas actuales al único que medio soporto es a Alberto Garzón. De Podemos, con muchas reservas, tal vez votaría a Errejón el Joven. A Iglesias ni de coña. Y al PSOE... casi imposible, no soporto a casi nadie. El que más me convencía era Madina y ya es hombre muerto.

      Eliminar
    3. Y si me dices que no es cuestión de nombres sino de ideas, te diría... qué ideas?

      Las ideas en un contexto en el que nadie puede llevar a cabo las suyas porque fallan las mayorías no sirven. Sirve la capacidad para llegar a acuerdos sobre las más urgentes y las más importantes. Y si no son capaces de eso... las ideas tampoco me sirven para nada.

      Eliminar
    4. De todas formas, a lo que íbamos. Que la propia izquierda sacuda a un tío como Sabina da qué pensar sobre la intolerancia reinante.

      Yo siempre había sido asidua de webs fachas para reivindicarme como persona de izquierdas, pero lo que no sabía es que si me dedicaba a visitar webs progres al final me iba a terminar reivindicando como persona de derechas.

      Y como el tema vaya de cambiar el nombre del Congreso para ponerlo de Diputados y Diputadas... yo me bajo en la próxima. Y usted?

      Al final voto a Ciudadanos. O no voto.

      Eliminar
  2. Sería largo de debatir y charlar, pero yo a Ciudadanos no. Y no es porque me caigan mal y todas esas tonterías, es su programa el que me tira de espaldas. No hay más que ver lo que opinan sobre la última reforma laboral y lo próximos que están a ella. A mí es que no me gusta nada este mundo y la deriva liberal que ha adquierido. Casa vez pienso más en la autorquía y no saber nada de la globalización y del vecino. Encerrados en nuestro corral y punto.

    ResponderEliminar