Estoy terriblemente apabullada por un extraño fenómeno que me ha sucedido hace un par de días y necesito urgentemente desfogarme vía post.
No sé si os lo he contado alguna vez pero la cuestión es que yo soy una compradora compulsiva de artilugios de adorno para la cabeza, un vicio como otro cualquiera, pero como soy carnaza de chinos tampoco me sale tan caro. He pasado por todas las fases; tuve mi fase gorras, mi fase boinas, mi fase sombreros, mi fase pinzas de colores, mi fase felpas... ahora por ejemplo estoy en fase pañuelos, así entre perroflauta, pitonisa Lola y chica gran Gatsby años 20... En fin, que cuando me da, me da, y puedo comprar decenas de lo que sea.
Pues bien, hace un tiempo me entró el flash felpas y adquirí algo así como un millón. El caso es que, ahora, una vez superada esa fase, ocupan un espacio del que no dispongo; algunas las tengo colocadas en la cabeza de un muñeco Bob Marley que tengo en mi mesilla de noche (que el pobre está hecho un fantoche con tanto brillantito y tanto floripondio entre las rastas), otras las tengo colgadas en ganchos por toda la habitación... vamos, que están por todas partes, como dios.
En fin, que como a mi vicio de compradora compulsiva se une otro de pertinaz recicladora, tengo la costumbre de deshacerme de cosas chulas dejándolas "olvidadas" en algunos sitios para que alguien las encuentre y se las quede. Siempre confío en que darán con el propietario adecuado, que las tratará con el mayor de los cariños. Sí, soy una romántica empedernida, lo sé.
La cuestión es que tenía una de esas felpas, que no es porque sea mía pero que es preciosa, muy sencilla, finita y con tres pequeñas florecitas a un lado... Idealdelamuerrrrrte. Lo que pasa es que no me la había puesto nunca porque es negra y con mi pelo tan oscuro casi no se veía, así que estaba a estrenar. Y pensé yo pa mí misma: me la llevo al tren y cuando no haya nadie en el vagón la dejo como quien no quiere la cosa en un asiento y me largo. Ya la encontrará en el siguiente viaje un chico para regalársela a su novia (mejor si la novia es rubia), o una chica para ella o para una amiga o... yo qué sé, yo ya elucubrando, claro.
7'20. Llego al tren, la felpa bien guardada en el fondo de la cesta de la bici; Rabanales, mi vagón se queda al fin desierto, yo cojo la felpa, la dejo caer en un asiento al azar y me piro como si nada, como cada día pero más feliz por haber hecho mi buena acción de reciclaje. Ayyyyyyyy, quién la encontrará. Qué elegante cabellera rubia adornará.
15'15. Tren a Córdoba. Bajo al andén y me dirijo a la salida, y a esto que viene corriendo hacia mí el conductor del turno de tarde.
"Eeeeeeeh, esperaaaaaaaaa!"
(Ay dios mío, qué quiere éste? Violarme no será, que estoy sin depilar).
Noooooooooooooooooo, no quería violarme, no.
"A que esto es tuyo??????"
Horrorrrr, la felpa!!!!!!!!
(Hijoputa, cómo lo sabes, si no me la he puesto en la vida?????)
"Lo supe en cuanto la vi, esto es de la muchacha de la bici."
"Puessssssss.... sí, es mía".
Pude haber dicho que no, es cierto, y cumplir así con mi objetivo, pero fue tal la impresión de enfrentarme de nuevo a la dichosa felpa, que parecía perseguirme con dedo acusador, que sólo me salió ese triste sí.
"Lo sabía, lo sabía, tenía que ser tuya!!!!!
(Por qué, por qué, por quéeeee? Cómo has podido saber que era míaaaaaa????? A diario se montan algo así como 25.000 tías en ese tren con artilugios para el pelo de todas las formas y colores... Por qué coño tenía que ser míaaaaaaaaa???????
Pero la cosa no queda ahí, no, para nada.
Subiendo las escaleras mecánicas me intercepta el revisor, otro que tal baila: "Te han dado la felpa????? Porque era tuya, verdad????? Lo sabíaaaa, lo dije en cuanto la vi, esto es de la muchacha de la bici"
Hossssssstia, esto qué es??????? Una conspiración?????
Pero no, tampoco quedó así. Cuando al día siguiente ya me había olvidado del asunto y había hecho sitio a la diadema entre las rastas de Marley mientras pensaba en alguna manera más contundente de deshacerme de ella, llego a la estación y cuando piso el andén se me acerca sigilosamente otro conductor, el del turno de mañana:
"Te dieron ayer la felpa??? A que era tuya????
Yo aún dormida, hecha mierda, con la moral destrozada:
"Sí, era mía".
"Lo sabíaaaaaaa! La encontré yo y me dije: esto tiene que ser de la muchacha de la bici!"
"Qué bien!!!!"
"Menos mal que la encontré yo, que si no, la pierdes y no la vuelves a ver porque se la hubiera quedado alguien seguro".
"Pues sí, menos mal. Qué suerte!!!!"
Tal vez vivo en el día de la marmota; tal vez el resto de mi vida cada vez que llegue al andén de la estación alguien me dirá: "la felpa es tuyaaaaaa". Tal vez esto sea una pesadilla...
En fin, si conocéis a alguna rubia pinturera y estilosa ya sabéis que reciclo felpa.
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