Muchos de vosotros lo sabéis, pero para el que llegue de nuevas o para el que desconozca el hecho, ahí va la noticia: YO TUVE CÁNCER DE MAMA!!!!
Últimamente cada vez me entero de más casos y lo que es peor, de gente más joven... En fin, reconozco que la primera vez que oyes la palabra da un poco de miedo pero me gustaría escribir este post para desdramatizar el asunto, y si conocéis a alguna persona que esté en ello o que simplemente se sienta atemorizada por el tema, ya sabéis, aquí estoy yo, en plan testimonio positivo.
A mí me detectaron el tumor también bastante joven; tenía 34 años y acababa de dar a luz a mi tercer hijo. De hecho fue pura casualidad que no me hubiera borrado del seguro privado porque estaba esperando a que pasara un año del parto para ponerme un DIU y después pensaba dar el gran piro para nuestra querida y solícita Seguridad Social.
Mi madre había muerto unos años antes también de esta enfermedad. Por ese motivo nuestro ginecólogo siempre nos hacía a mi hermana y a mí ecografías mamarias en plan preventivo. Y nada, en una de ésas fue cuando se vio la cosa, y tan fea debía parecer que me dio un par de días para quitármela. Fue visto y no visto: vini, vidi, vinci.
En principio fue sólo el tumor en una intervención rápida, a petición mía con anestesia local, pero en una semana salieron los resultados de la biopsia y efectivamente, el bicho era maligno y además bastante malencarado y saltarín, vamos, que se podía mover de una teta a otra indistintamente con la agilidad de un bailarín de hip-hop. Propuesta médica: mastectomía completa inmediata de las dos mamas. Respuesta mía: ni pensarlo. Acuerdo final tras ardua negociación: cuadrantectomía en la mala y va que chuta.
Explico: la cuadrantectomía es la extirpación de un cuarto de la mama, como su propio nombre indica. Yo me mostré desde el principio contraria a cirugías drásticas, que era lo que por aquel entonces se llevaba: cortar al por mayor y curarse en salud, ésa era la consigna. Afortunadamente hoy en día eso ha pasado a la historia pero por aquellos tiempos era práctica habitual y a la primera de cambio te veías de sopetón destetada sin comerlo ni beberlo.
Tengo que confesar que a mí no me importaba morir; o sí, me importaba, pero mucho más me importaba quedarme sin tetas a los 34 años, y prefería la muerte, a ser posible rápida y sin contemplaciones. Pero bueno, mi gine me convenció bajo estricta promesa de que, teniendo en cuenta la mierda de tetas que tenía (una 85 de sujetador bastante perjudicada por 3 embarazos), cuarto y mitad menos no se notaría lo más mínimo, y con esa promesa de por medio, firmé y consentí en la pequeña masacre mamaria.
Lo cierto y verdad es que el tío cumplió y que no se notaba casi nada, salvo por la cicatriz, mi primera gran herida de guerra, que aquí sigue, intacta 14 años después. Me quitó el cuadrante norte-izquierda y también los ganglios de la axila para analizarlos y ver lo que podía haber por ahí. Por suerte el 21 de diciembre del emblemático año 2000 recibí la gran noticia: no había más nada y aparte de la pupita sana sanita, esas Navidades las celebré como si me hubiera tocado la lotería y hubiera vuelto a nacer. No estoy muy segura (porque afortunadamente he tenido muchísimas navidades felices en mi vida antes y después) pero puede que aquéllas fueran las mejores, más que nada porque yo misma me daba por difunta y de repente me dí por resucitada.
Pero no, amigos, ahí no queda la cosa; todavía queda una gran odisea por contar. Hasta aquí la parte "Cáncer", la menos divertida, pero ahora viene la parte "Tetas" propiamente dichas. El que quiera que se retire y el que quiera que siga, que también tiene su enjundia el asunto.
Vaaaaaamos a por las tetas!!!!!
Mucha gente me dice que hay que ver lo que me gustan a mí los escotazos y el lucimiento de mis encantos superiores, y yo siempre contesto lo mismo: "mi dinero me costaron, y también mi sudor, mi sangre y mis lágrimas. Si encima no las luciera sería pa matarme". Conste que las luzco lo justo y sólo lo que se puede lucir, que no es todo, y si seguís leyendo entenderéis por qué.
Seis meses después de mi cuadrantectomía y posterior resurrección vuelvo al gine a hacerme la pertinente revisión, y hete aquí que aparecen otros tres bultitos sospechosos, uno en la teta lisiada y los otros dos en la aparentemente sana. Termino antes si transcribo cuasi literales las palabras del doctor, un poco aderezadas por mi gracia y desparpajo naturales, y el diálogo que después tuvo lugar:
Doc: "Mira, tenemos un problema. Lo tuyo, como lo de tu madre, es una mastopatía fibroquística importante (traducción simultánea: bultos raros en las tetas), para más inri con antecendentes chungos muy chungos. Tú bultos siempre vas a tener y tenemos dos opciones: o te abrimos cada X meses para sacarte los tumores y analizarlos, con las consiguientes cicatrices y efectos secundarios de tanta operación, o cortamos y acabamos con el problema. Tú misma".
Yo: "Yo sin tetas no pienso quedarme. Si me das una alternativa en la que yo salga del quirófano con tetas repuestas, de acuerdo. Si no, nada."
Doc: "Vale, la alternativa está ahí. Yo te mando a un plástico y lo vemos".
Yo: "Ah, pos vale".
Y fui al plástico; plástica, para ser más exacta. Y el problema fue que ella era una pardilla y yo otra. Hoy en día nada de lo que hice ni lo que ella hizo conmigo lo volvería a repetir (seguro que ella tampoco), pero entonces mis palabras fueron las siguientes:
"Mi plan es salir del quirófano con dos tetas estupendas, y ya que tengo que pasar por este trance por recomendación médica, mi deseo es aprovechar la coyuntura para ponerme un par de tallas más y hacer un completo".
Y ella: "Pos fale".
Lo que voy a explicar a continuación es puramente médico-ortopédico y sólo interesará (y mucho) a las personas que se hayan visto o se vean en esta misma situación. Los demás pueden saltarse esta parte tranquilamente porque es incluso desagradable:
La operación consistía en una mastectomía subcutánea bilateral, hablando en plata: abrir, levantar la piel de ambos pechos y raspar absolutamente todo lo visible e invisible que hubiera dentro, quitar cada célula, cada trozo de tejido y dejar estrictamente la epidermis sola consigo misma. Entre tanto, mientras se analizaban en el laboratorio los tejidos extirpados y los tumores extraídos, la cirujana plástica llevaría a cabo la reconstrucción, implantando una hermosa talla 95 en mis maltrechos pechos, valga la rima.
Craso error, mío y de la cirujana, que a la sazón era novata en estas lides. No se pueden meter dos pedazo de bombas de relojería tamaño superior debajo de una piel terriblemente malherida, que ha sido sometida a los mayores padecimientos, y reducida finalmente a una especie de papel de fumar casi transparente, lleno de moratones.
El procedimiento natural que mi cirujana, de haber sido algo más experimentada, me tuvo que haber propuesto y yo aceptado, hubiera sido implantar en la operación unos expansores, que son unas tetas de agua minúsculas que van creciendo conforme se les va inyectando líquido, y pasado un tiempo, cuando han llegado al tamaño adecuado, se extraen y se cambian por las fetén. Es, para que os hagáis una idea, el procedimiento que se usa habitualmente en transexuales para que la piel vaya dando de sí y se vaya adaptando al volumen del pecho que se va a implantar.
El caso es que no sucedió así, y yo salí de aquella operación, tal y como había pedido, con mis dos tremendas requetemamas puestas. Al principio estaban vendadas y aquello parecía muy gordo, lo cual me hacía muy feliz porque además de que en los análisis de tejidos todo había salido limpio, yo me veía con dos tetas estupendas que jamás había soñado tener, y... ay mísera de mí ay infelice, me dije: "Lista eres, tía! Qué monstrua! Has matado dos pájaros de un tiro: te quitas el peligro del puto cáncer y encima sales hecha un pibón que te cagas".
Y como les suele pasar a todos los listillos que se creen la hostia, me comí una mierda como la copa de un pino. Porque ni la piel aquella toda amoratada pudo soportar los 7 kilos de masa líquida que le habian colado dentro ni yo pude lucir a gusto mis dos beldades una sola vez en todo aquel verano de pesadilla.
Durante dos interminables meses estuve intentando en vano salvar la gran obra de mi cirujana, pero a la pesadez natural de las ubres, se unió el hecho de que empecé a acumular líquido en ellas, con lo que mi talla no pasó a una 95 sino a una 105 o 110, yo qué sé. Hablo de una tía de 50 kilos y 1'65 de estatura. Aquello era una descomunalidad sin sentido, una ordinariez y un escándalo público. Yo iba por la calle y no es que me miraran las tetas los tíos, sino que también me las miraban las tías, los niños, los perros, los gatos, los insectos, los pajaritos, las ratas... Yo en mí misma era un par de tetas con patas, era una mujer a unas tetas pegada; nadie me miraba a la cara puesto que mi cara era un insignificante complemento que llevaban las dos tetas que yo había decidido poner ahí voluntariamente.
Aunque algo bueno sí que tuvo aquella experiencia, y es que me di cuenta de que a mí eso no me pegaba. Ni me gustaba. Ni era lo que yo quería. Fue una buena lección porque si siempre había soñado que me encantaría tener dos peras estupendas que fueran la envidia del mundo entero, entonces comprendí que no, que lo que yo buscaba no era eso.Y que además me daba hasta vergüenza. Y que no es agradable tener unos pechos enormes, salvo que te quieras convertir en una atracción circense... o televisiva, que hoy en día viene a ser lo mismo.
En fin, que al final aquello reventó, literalmente. Cada día me sacaban con una jeringa enorrrme más de un litro de líquido, pero la piel seguía resquebrajándose por aquí y por allá. Ni pomadas ni ungüentos ni masajes linfáticos ni nada de nada pudieron evitar que un día ese papelillo de fumar que soportaba tan descomunal peso se abriera y el líquido empezara a manar, y de ahí a quitarme esa teta hubo un paso, y de ahí a quitarme la otra una semana más. En total fueron cuatro operaciones en todo el verano para intentar salvar lo insalvable.
El pronóstico fue claro: esa piel ya no malherida sino resquebrajada y hecha cisco había que dejarla curar y reposar y al menos en seis meses ahí no se podía meter más nada. Y sabéis lo más alucinante? Que cuando al final me quitaron las dos y por fin me liberé y me quedé sin nada... Recordáis? Lo que yo siempre había temido más que a la muerte, lo que yo le decía al médico que ni pensarlo ni soñarlo... Pues cuando al fin me las quitaron... me sentí tan libre, tan feliz, tan increíblemente ligera, tan liviana y hasta tan hermosa que no me podía creer que unos meses antes me hubiera dejado morir por semejante gilipollez.
Seis meses por delante sin nada. Bueno, sí con dos estupendas bolas de algodón que me apañé para meterme en el sujetador. A propósito de esto tengo que contar una anécdota que me sucedió en un probador que resulta bastante ilustrativa de mi mamotrético caos mental:
INCISO:
Por aquellos días, cuando en lugar de tetas llevaba un par de pelotitas de algodón dentro del sujetador, fui a comprarme ropa, y recuerdo que me metí en un probador para ponerme una camisa negra muy chula, que me quedaba muy ajustada de pecho y muy ancha de cintura. Indignadísima le solté a mi hermana, que venía conmigo: "Qué asssssco, tía. Lo que me queda de puta madre de tetas me flota por la cintura y lo que me queda bien de cintura no me lo puedo ni abrochar por las tetas!!!" Mi hermana me miró fijamente, como no dando crédito a la gilipollez, y de repente las dos bajamos la vista hacia los algodones y nos echamos a reír como locas. Ni que decir tiene que bastó con sacar la mitad del algodón para que la camisa me quedara como un guante.
TERMINA EL INCISO.
La cuestión es que durante esos seis meses destetada me sentí fantástica, divina, segura de mí misma, fuerrrrrrte... nada de lo que yo me hubiera podido imaginar antes. Muy probablemente fue por lo mal que lo había pasado los meses anteriores intentando a toda costa salvar aquellos dos monstruos descomunales que se levantaban ante mí, pero el caso es que fui muy muy feliz sin tetas. Juro ante todos los santos y beatos que ligaba más que nunca (y soy de natural exitosa con los señores, lo prometo). Era divertido ir por la calle y notar que me miraban las "tetas" con avidez porque pensaba: "anda, capullo, que si supieras que estás babeando por dos cachos de algodón!"
Algunos, sobre todo las afectadas, os preguntaréis: y la vida en pareja? Pues mira, aunque esto es muy personal no me importa hablar de ello porque creo que puede ayudar a mucha gente que se coma la cabeza con esta historia, como yo en su día me la comí.
Os acordáis de aquel anuncio? "En las distancias cortas es donde una colonia de hombre se la juega". Bueno, pues en estas tesituras es donde se puede comprobar sin lugar a dudas la grandeza o la mezquindad de la persona con la que compartes tu vida, y si realmente esa relación merece la pena.
Si no tienes pareja no hay problema porque esto es algo temporal, como cuando te cortas el pelo y no te gusta y mientras crece te plantas una gorra chula y a vivir que son dos días; esto te lo puedes tomar como una especie de vacaciones sexuales: puedes tontear en plan calientapollas, sin llegar a más nada, como si tuvieras quince años. O puedes ser un poco más heavy y poner condiciones a los tíos: follamos pero esto no se toca y punto. Y el tío si quiere bien y si no pa su casa calentito. Así pruebas una temporada el rol dominatrix, que no está mal.
El problema es cuando tienes pareja y no sabes cómo afrontar esto. Yo fui drástica, como suelo ser en todo. Era algo que tenía que vivir y que ni siquiera me importaba vivirlo pero quería hacerlo sola y no tener que preocuparme por nadie más. Y así se lo planteé a él:
"Mira, lo mejor es que nos separemos por un tiempo, porque esto es una cosa mía, que yo no quiero compartir con nadie y no quiero tener que estar pendiente de a ti qué te parece o te deja de parecer. Luego cuando yo vuelva a la normalidad pues ya vemos pero ahora mismo no estoy para nada".
Tuve mucha suerte porque ni en mis mejores sueños me hubiera imaginado lo que tuve; él me dijo que por supuesto pensaba respetar todos los límites que yo pusiera pero que se quedaba. Y a dios pongo por testigo de que nunca jamás ha habido nadie que se haya portado con otra persona con más ternura, con más cariño, con más delicadeza, con más "cosita"... Nunca nadie dijo más veces "Qué guapa eres" o ""Qué preciosa", o "Eres la más lista"... y la más valiente, y la más estupenda, y la más mejor del mundo, y no hay nadie como tú y... todo. Me lo dijo todo mil veces y yo me lo creí. Y no había tía en el mundo con la autoestima más alta ni más encantada de haberse conocido ni más segura de que las tetas eran la cosa más prescindible de la tierra. Pudo haberme tocado en suerte un sapo, como sé que les tocó a muchas otras, pero a mí me tocó un príncipe. Gracias, príncipe.
En cualquier caso aquí lo importante es que tú tengas claro que ése es tu tiempo y cómo y con quién lo quieres compartir. Que no dejes que nadie que te haga daño se inmiscuya y que sólo dejes entrar a quien te trate muy muy pero que muy bien. Los demás, todos fuera. Y ante la duda, mejor sola, que es una temporadita, y NO PASSSSA NADA!!!!!!
Bueno, y después de tanto rollo, termino la historia interminable esta. A los seis meses todo estaba bien, la piel se había regenerado, los moratones habían desaparecido, la moral estaba por las nubes y yo dispuesta a recibir mis dos nuevas protuberancias pectorales. Y ya sí, esta vez lo hicimos bien.
Mi cirujana me propuso empezar con expansores y luego, cuando la piel estuviera dispuesta, cambiar a las auténticas peritas pata negra, o bien una alternativa que se llamaba SPECTRUM, consistente en unos expansores definitivos, que también se iban rellenando de agua poco a poco pero que al final no era necesario cambiarlos; se extraía la valvulita por la que se había ido inyectando el líquido y se cerraban. No quedaban tan monas como las otras ni mucho menos pero daban el pego, o sea, hacían bulto, y no había que pasar dos veces por quirófano.
Y qué queréis que os diga? Esto es una decisión muy personal pero yo lo vi bastante claro. Quirófanos ya los justos; demasiadas operaciones en demasiado poco tiempo, demasiadas heridas de guerra, borococos por doquier... Y ya no me interesaban las tetas de mis sueños porque ni siquiera sé cuáles son, desde luego las gordísimas que tuve y no retuve no. Así que opté por las SPECTRUM y con ellas me quedé.
Y ya van para 11 años, oye ( joder, ahora que caigo, deben estar a punto de caducar; cualquier día de éstos me explota alguna). Preciosas no son, y ya te digo que borococos tienen por todas partes y encima cojean que da gusto, por no hablar de los costurones, pero vamos, que el pego lo dan, vaya si lo dan. Una vez iba yo andando por la calle y oí una voz que decía: "Mira, por ahí van las mejores tetas de Rabanales!". Rabanales es el sitio donde trabajo y la voz era la de uno de mis usuarios, y el usuario señalaba directamente a mis tetas. Qué bien engañan las apariencias y qué fácil de engañar es el ojo humano!!! Y el pene humano más todavía, jejeje.
Por eso cuando alguien me dice que hay que ver lo que me gusta lucir mis tetas, que en realidad ahora ya todos sabéis que no son tetas sino expansores SPECTRUM a punto de caducar, pues yo siempre digo lo mismo: "mi dinero me costaron, y también mi sudor, mi sangre y mis lágrimas. Si encima no las luciera sería pa matarme"-
Ojalá esta experiencia le sirva de ayuda a alguien. A mí cuando me pasó todo esto me hubiera encantado conocerla. Probablemente hubiera cometido muchos menos errores y la broma me hubiera salido bastante menos cara.
Y no has tenido que pasar por el trago de la quimio ? a mi me hicieron una mastectomia hace tres meses y me pusieron un expansor con la mala suerte que la válvula me produjo una herida en la piel y al final lo tuvieron que quitar despues de pasar unas cuantas veces por quirófano para limpiarlo.Asi que ahora estoy santa rasa pero no me importa,con mis trucos como tu del algodón y ya cuando acabe con la quimio y la radio me la reconstruirán
ResponderEliminarun saludo
Pues no, no me di quimio ni radio. Tuve mucha suerte porque me pillaron el carcinoma in situ, vamos, encapsulado y no le había dado tiempo a hacer más pupa.
ResponderEliminarY lo de la "tabla rasa", pues eso, que es puramente temporal. Hay que tomárselo e plan "descanso de tetas", jajajaja!
Mucha suerte con lo tuyo, y sobre todo, a desdramatizar, que hoy en día tener cáncer de mama es casi como tener anginas. Eso sí, las revisiones son fundamentales.
Eres genial prima! Una muy buena forma de animar a chicas que por desgracia habéis pasado o están pasando o van a pasar por esto.
ResponderEliminarUn besote fuerte!!!!!
Gracias guapa. Y ya sabes,la prevención es la mejor medicina.
ResponderEliminarMe ha encantado su positivismo, tu alegría para afrontar los malos tragos de la vida y, sobre todo, tu sinceridad. Gracias por compartirlo.
ResponderEliminarGracias a ti por leerlo y hacerme saber que te ha gustado. Y si te ha servido de algo mucho mejor.
ResponderEliminarPor cierto, he leído hoy en las noticias que Angelina Jolie también se ha sometido a una doble mastectomía preventiva porque tenía un riesgo muy alto de padecer cáncer de mama.
Desde aquí animo a todo el mundo que tenga antecedentes en su familia a que se haga las pruebas para ver sus probabilidades y que no tenga miedo a tomar una decisión que puede salvarle la vida. Así, sin paliativos.
Me ha encantado leer tu experiencia, Inma. Tu príncipe, sin duda, sabe que está con una reina. A mí me lo pareces. Gracias por ayudar a las mujeres afectadas por esta maldita plaga.
ResponderEliminarBueeeeeeno, a veces reina y a veces reinona, jajajaja!
ResponderEliminarTan solo decirte que me has parecido, no te conozco, con este relato un ser humano extraordinario, lleno de vitalidad, de sentido común, de sabia ironía, de hondura y humanidad. Me has emocionado y me has hecho sentir que la inteligencia se viste de mujer y que la belleza interior es un regalo que atesoras. Gracias por regalarnos un relato vital excepcional.
ResponderEliminarMartíneeeeeeez, qué alegría de verte! Ya te daba por definitivamente muerto; incluso estaba pensando en organizarte un bonito funeral,jejeje.
EliminarNo, en serio, de verdad que me alegro de verte por aquí y de que mi historia te haya gustado. En realidad me lo he inventado todo, pero a que queda chulo???
Nooooo, que es bromaaaaa!Juro que es verídico total. Y sabes lo peor? Que durante el tiempo que me dí por difunta decidí comprarme una cámara de vídeo y grabarme a todas horas para dejar cientos de mensajes póstumos para mis hijos, que por aquella época eran muy pequeños. Para que recordaran a su madre y eso. No sé qué habrá sido de esa cámara, pero sólo de pensar que por alguna parte hay un montón de cintas conmigo hablando desde el más allá a mis descendientes... no me digas que no da repelús. No se te ponen los pelos como escarpias, Martínez?
Acabo de escuchar en televisión, no leer, el texto que publicó A. Jolie y de inmediato me he acordado del tuyo. Se lo he comentado a mi mujer y se lo tengo que leer uno de estos días. Insisto, me has emocionado y todo, absolutamente todo, desde ese estilo tuyo tan particular y especial, desde esa visión del pequeño mundo (en realidad es el gran mundo) que también sabes transmitir. Alejada de cualquier aspecto manido y dulzón, con una inteligencia y, en el fondo, ternura maravillosa. Me has recordado al gran Willy Wilder y su sabio sarcasmo preñado siempre de una ternura sin par. Yaaaaaaa se lo acabo de leer a mi mujer y también otros artículos tuyos, habiéndole encantado el decálogo de tus felicidades. Así que ya tienes otro lector seguro. Un beso grande y siempre mi cariño. Fran
EliminarPues nada, bienvenida a mi selecto club, señora de Martínez. No hace falta que se quite las tetas, con el sombrero basta, jajaja
ResponderEliminarCuando no hablas de política o de fobias y odios escribes mucho mejor. Mi mujer también ha pasado por algo parecido, aunque no tuvieron que hacerle mastectomía, tenía un carcinoma intraductal in situ de 3 mm., y sólo tuvieron que extirparlo (junto con algunos ganglios para analizarlos), limpiar y unas sesiones de radio. Eres muy vital, pero demasiado impulsiva. Si de vez en cuando te pararas un poco y pensaras un poco más las cosas antes de hacerlas quizás evitarías alguna equivocación. Todos nos equivocamos, pero mientras más vehementes e impulsivos y menos reflexivos más posibilidades de error. Me refiero a lo que dijiste a tu marido. No quiero despojarte de tu derecho a decidir tú vida. Sólo quiero que puedas reflexionar sobre eso. Cuando decidimos unir la vida a otra persona, ambos nos convertimos en nosotros, y las cosas ya se han de vivir en común, y las decisiones deben ser conjuntas. Si tu marido te hubiera puesto pegas podrías haber decidido lo que te hubiera dado la gana, pero no era justo excluirlo a él. Menos mal que él no te dejó sola, (que en realidad no era lo que querías) pero si no hubiera interpretado bien la situación, si hubiera, equivocadamente, querido respetar esa decisión tuya, te habrías encontrado sola pasando ese trago. No seas tan dura y da más oportunidades a los que tienes a tu lado. No te tomes este comentario como una crítica, sólo como una opinión desde la barrera, y desde el desconocimiento de como eres en realidad. Si te he molestado en algo con este comentario te pido disculpas, no era mi intención, pero te veo con tanta fuerza, tan vehemente que pienso que darías mucho más de ti si la canalizaras y la amortiguaras sólo un poco, porque no es bueno que la pierdas. Mi comentario, como tu artículo, sólo tiene la intención de que pueda servirte. Un saludo afectuoso.
ResponderEliminarGrijander, las posibilidades de que algo que tú puedas decirme me pueda molestar a mí son las mismas de que una mantis religiosa me devore después de tirármela en una borrachera.
ResponderEliminarY por supuesto me parece estupendametne que tú lleves tu matrimonio como quieras, faltaría más; igual que yo puedo y debo llevar el mío y entender la pareja como buenamente quiera.
Mucho me temo que mi concepto de pareja es completamente distinto del tuyo, vamos, como el concepto de la vida en general. Yo no creo que haya que compartirlo todo ni mucho menos y por tanto hay cosas que pertenecen a mi más estricta intimidad que no estoy dispuesta a compartir absolutamente con nadie, ni pareja ni amigos ni familia ni nadie. Y una de ellas era precisamente mi mastectomía. Así de fácil.
¡Inma, hola! Hoy he aterrizado por aquí gracias a tu comentario en una de esas estupendas noticias acojonadoras de la sección de salud de El Mundo, y qué bien, porque me encanta tu blog. Tenemos dos cosas en común: el sentido del humor y haber tenido alojado a un bicho hijoputa en una teta. Tal vez tres cosas en común, si mi marido resiste todo esto tan bien como hasta ahora. En mi caso, el bicho me lo quitaron justito cuando publicaste este post, en mayo, y ahora me estoy chupando el venenito. Cuando acabe con el venenito, mi cirujano ya me ha dejado bien claro que no va a conformarse con el cuarto y mitad de teta que me rebanó en las dos tumorectomías, y que quiere ver mis tetas en una bandeja de acero quirúrgico, porque mi bicho, además de extremadamente raro, es de lo peor que te puedes echar en cara. Esto sucederá (Lasquetty mediante) allá para Reyes del año que viene. ¡Yo también he fantaseado con las peazo de tetas que me van a poner a cargo de la Seguridad Social! En mi caso no ambiciono unas grandes, porque ahora tengo una 38F y estoy HARTA de no encontrar arneses para estas dos jamelgas, pero sí que me imagino dos peras bien puestecicas y tiesas. ¿Te importa que te escriba/me escribas un email y hablamos de charcutería mamaria y sus consecuencias? Estoy por aquí atenta a lo que me digas. ¡Besos!
ResponderEliminarNo me importa en absoluto.
ResponderEliminarEn todo lo que pueda servirte de ayuda, estaré encantada.
Mi mail es rujui@hotmail.com