A raíz de mi anterior post me escribe una amiga un tanto mosqueá. Que parece mentira que con la mala follá que tengo por las mañanas venga de pasar las noches felizmente tan tranquila y relajada escuchando el programa de El Pulpo y sus ponedores. Que cómo es posible que con tanto buen rollito radiofónico luego le pegue un bufido a cualquiera que ose dirigirme la palabra.
Le contesto por aquí porque me puedo expandir más que en el guasap. Y además así le resuelvo la misma duda a cualquiera que se la pueda plantear igualmente.
Amos a ver, yo soy una entusiasta escuchadora de radio precisamente porque lo único que tienes que hacer es eso, escuchar. La radio no te pide que interactúes, ni siquiera que le prestes atención constante. Puedes escucharla y hacer otras cosas a la vez. Si te interesa el tema prestas atención, si no puedes divagar y ponerte a pensar en lo que quieras. O cambiar de emisora. Nadie fiscaliza si estás más pendiente o si no. Y sobre todo, nadie te pregunta qué opinas ni pretende que contestes a nada. Puedes relajarte tranquilamente porque nadie espera nada de ti, solo que estés ahí de cuerpo presente y punto.
Nada que ver con las relaciones personales. Salir de ese maravilloso mundo-burbuja y tener que hablar con gente de verdad es la peor de mis pesadillas. Porque la gente te habla y pretende que le prestes atención!!!! Incluso que te rías si dicen algo pretendidamente gracioso. Es superdifícil hablar con alguien y ponerte a pensar en tus cosas. Lo sé porque lo he intentado mil veces y he fracasado. Te lo notan enseguida, por lo menos a mí. Y lo que es peor, en lugar de dejarte en paz, te preguntan qué te pasa. Y encima quieren que des una respuesta más o menos coherente.
Yo escucho la radio constantemente porque ahí no siento ninguna presión. Por las noches me engancho a "Poniendo las calles", por las mañanas tertulias políticas diversas (paso por varias emisoras, todas menos la SER, que desde que gobierna el PSOE se volvió totalmente acrítica, servil, comepollas y chupaculera con el poder), y luego me paso a la crónica rosa de Losantos. Por las tardes igual, voy pasando de un canal a otro (menos la SER) según me interese más o menos de lo que están hablando. Esta posibilidad no existe en las relaciones interpersonales. No puedes cambiar de emisora si no te interesa lo que la gente te está contando, te tienes que quedar ahí poniendo cara de parchís esperando que en algún momento te dejen escapar. Es horrible!
Que por qué soy asocial? Pues esta es la respuesta, porque no puedo cambiar de emisora. Ya está, no hay más misterio. Y no tengo las habilidades suficientes para disimular que estoy interesada en algo cuando no lo estoy. Entiendo que esa es la base principal de las relaciones interpersonales, pero yo no tengo ese recurso, y mucho menos por la mañana temprano.
Porque yo entro en el día muy poquito a poco, y voy socializando según va transcurriendo la mañana y van terminando mis programas favoritos. Por ejemplo, cuando termina la crónica rosa, a partir de las 12, ya soy mucho más sociable. Ya se me puede hablar y hasta contesto amablemente. Y para la hora de la cerveza soy otra persona totalmente diferente, capaz de hablar horas y horas como una cotorra, eso sí, con el público adecuado. Tampoco con cualquiera.
Y esta es la realidad. Soy rebelde porque el mundo me ha hecho así? Pues probablemente. Después de años y años escuchando a gente cuya conversación me interesaba entre cero y nada, he conseguido llegar a una edad lo suficientemente provecta como para que me importe una gran mierda lo que puedan pensar de mí. Y eso te hace sentir muy libre y muy bien. Así que, querida amiga, después de poner las calles si no hablo no te rayes.
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