martes, 11 de enero de 2022

Pensemos por un momento: vacuna o medicamento?

He sabido estos días que en los CDC (Centros para el Control y Prevención de Enfermedades) de Estados Unidos han cambiado recientemente la definición de vacuna, sustituyendo el concepto de inmunidad por el de refuerzo del sistema inmunitario, con el fin de poder incluir a las vacunas contra el Covid 19 en esta definición.

Y yo me pregunto hasta qué punto tiene sentido este tipo de cambios. Es un cambio con un sentido científico o político? Porque dependiendo de que sea una cosa o la otra sería o no justificable.

Hasta ahora entendíamos por vacunas unos compuestos farmacológicos que nos inoculaban con  un virus debilitado que producía una enfermedad determinada con el fin de inmunizarnos contra ella. Las vacunas podían tener más o menos efectividad pero ése era básicamente el funcionamiento.

A estas alturas ya todos sabemos que las vacunas con las que ahora contamos para el Covid-19 no inmunizan. Únicamente evitan la gravedad de la enfermedad si te contagias del virus. Que no es poco, eh? Es importantísimo. Yo soy una gran defensora de estas vacunas, de hecho acabo de ponerme la dosis de refuerzo, y además me congratulo de que la ciencia haya sido capaz en tan poco tiempo de dotarnos de este mecanismo de protección que, estoy segura, ha evitado muchísimas muertes y muchísimas enfermedades graves.

Dicho esto, no entiendo por qué han tenido que cambiar la definición de vacuna, en lugar de llamarlas como se ha llamado de toda la vida a estos compuestos, o sea, medicamentos. Preventivos, pero medicamentos. Creo que el problema de haberlos considerado "vacunas" es que mucha gente ha confundido el concepto. Y por un lado los "antivacunas" se ufanan de la cantidad de contagios que sigue habiendo a pesar de la masiva vacunación, y por el otro muchos "provacunas", que en nuestro país somos inmensa mayoría, a menudo se sienten decepcionados al saber que personas con la pauta completa del medicamento siguen contagiándose y algunas hasta lo pasan regular, aunque no terminen en una UCI. Si dejáramos de llamarlos vacunas a lo mejor los conceptos quedaban más claros para todos.

Hace unos días vi en la Sexta Noche una entrevista que se hizo viral en las redes. El entrevistado era Ángel Martín, el humorista y presentador que acaba de publicar un libro contando su experiencia con una enfermedad mental. Como de costumbre,  hicieron lo de siempre, le preguntaron por toda la actualidad. Luego la gente se queja de que los famosos opinen de todo. Pero coño, qué quieres, si son los periodistas estos de pacotilla que sufrimos los que les preguntan por virus, volcanes, cambios climáticos o fenómenos paranormales?

En fin, el planchazo del presentador fue apoteósico. Le salió el tiro por la culata totalmente. La pregunta iba teledirigida pero Ángel, en mi opinión muy inteligentemente, no se dejó avasallar ni conducir y opinó libremente. Tal vez tenga que ver con que viene de un lugar muy oscuro y ya le importa una mierda lo que la gente pueda pensar de él. 

Para los que no lo hayáis visto ni oído os reproduciré poco más o menos la pregunta y la respuesta:

- Y qué opinas de que haya negacionistas que insolidariamente no quieran ponerse la vacuna poniendo en peligro a toda la sociedad con su actitud? (Nótese la total imparcialidad periodística del sujeto - modo ironía on) 

- Pues mira, lo que creo que es un verdadero peligro es este intento de enfrentarnos los unos a los otros. Esta vacuna no inmuniza, no evita los contagios, sólo evita la gravedad de la enfermedad. Así que si yo me la pongo me estoy protegiendo a mí mismo y no tengo por qué convertir en mi enemigo al que no se la ponga. Y al revés igual. Si no te la pones te perjudicas a ti mismo. Esta polémica es totalmente artificial, sobre todo en este país, en el que de forma voluntaria más de un 90% de la población se ha vacunado. Y los medios también juegan un papel importante en este estado de enfrentamiento. Porque si muere de Covid alguien que no estaba vacunado es un bombardeo diario y permanente, pero si muere alguien que sí lo estaba, o se obvia la cuestión o se le quita importancia. Y esto es hacer trampa. O jugamos todos a lo mismo o no jugamos. A mí en esa batalla no me van a encontrar.  

La carita del presentador fue un poema. Os la podéis imaginar?

Pero los aplausos mentales míos y de muchísima otra gente ante estas palabras ahí quedan. Y no sólo mentales, puesto que Ángel, como ya he dicho, fue TT, y el apoyo fue mayoritario.  Y me alegré bastante porque en un país tan polarizado en todo como éste, en el que o eres antivacunas a muerte o eres tan forofo de las vacunas que quieres ponerte una cada semana, que haya una postura de sentido común como la suya y que sea aplaudida por tanta peña, con lo que es Twitter, con la fauna que hay ahí metida, joder, me reconcilió por un día con el mundo. Mi misantropía habitual se alivió una mijilla.

Llevo meses discutiendo con antivacunas y con forofovacunas por igual. Con los que intentan convencerme de no vacunarme porque tengo el coco comido y vete a saber lo que me están metiendo y la de catástrofes que me pueden pasar en un futuro más o menos próximo (oye, que me acabo de vacunar y lo mismo me da un pelotazo hoy o dentro de unos días y la palmo, pero ésa ha sido mi opción y he valorado la relación riesgo-beneficio y me ha compensado, aunque me pueda salir rana, como todo en la vida)... bueno, pues eso, discuto con éstos, pero también me doy de hostias con los que quieren obligar a todo el mundo a vacunarse sí o sí, amenazándoles con repudiarlos socialmente y mandarlos a guettos en los que no puedan relacionarse con nadie hasta que entren en razón y se pinchen, aunque esto sea una tortura para ellos porque estén convencidos de que se están metiendo una bomba de relojería que les hará explotar en días o semanas. 

A mí, como a Ángel, tanto miedo me dan unos como los otros.  Y los que intentan confrontarnos constantemente para que al pelearnos entre nosotros no los miremos a ellos. Ya, ya sé. No hace falta que me lo digáis: soy equidistante.  El palabro supuestamente "ofensivo" que debería hacer que me sintiera insultada. En fin, yo también, como Ángel, he pasado por unos cuantos infiernos, e igualmente me suda lo que nadie pueda pensar de mí. Y si lo peor de lo peor es que te llamen equidistante, pues de puta madre.

Tampoco termino de entender en este país el sentido del pasaporte Covid. Recuerdo cuando el año pasado lo propuso Díaz Ayuso en los aeropuertos y en las fronteras para no tener que cerrar la hostelería en Madrid y la pusieron a parir por "señalar" a la gente como en tiempos del nazismo.  Los mismos que la llamaban nazi y loca ahora son superforofos del pasaporte y lo han adoptado entusiasmadísimos, como han hecho en toda Europa. Y fíjate, puede que entonces, cuando ella lo propuso, no fuera tan mala idea, porque había muy poca gente vacunada y al menos pretendía que los que lo estuvieran o hubieran pasado la enfermedad y estuvieran inmunizados, pudieran entrar y darle un poco de vidilla a la hostelería y al turismo. Y por aquel entonces aún creíamos que las vacunas eran verdaderas vacunas y evitaban los contagios. Pero ahora... ahora que ya estamos la inmensa mayoría vacunados y además sabemos que no estamos inmunizados y que podemos contagiarnos y contagiar, de qué coño sirve el puto pasaporte? Para que la gente tenga una falsa sensación de seguridad y se meta a mogollón en sitios cerrados a infectarse unos a otros como si no hubiera un mañana?

En fin, a estas alturas la decepción con la clase política en general y con los medios es inmensa. Hace mucho tiempo que decidí no volver a votar a ninguno de estos majaderos que creen representarnos. A mí no me representa ninguno. No soporto sus medidas de postureo, ni de unos ni de otros (lo de volver a las mascarillas en exteriores me terminó de rematar, cuando ya todos sabemos cómo funciona este virus) ni me creo ni media palabra de unos medios que claramente siguen el discurso oficial..., y ay del que se salga medio milímetro!

Yo por suerte tengo mi blog para poderme expresar libremente. Y mi postura es ésta:

Creo en el bien que estos medicamentos, que erróneamente llamamos vacunas, están haciendo. Me alegro de que en tan poco tiempo la ciencia nos los haya puesto a disposición. Me he vacunado libremente asumiendo los posibles riesgos y animo a la gente a hacerlo. Pero respeto totalmente a quien decida no hacerlo, por el motivo que sea. Jamás intentaré convencer a nadie de que haga lo que he hecho yo ni mucho menos intentaré criminalizarlo ni aislarlo de la sociedad. Lo haría si su actitud me pusiera en riesgo a mí, como lo haría con un conductor borracho que pone en peligro la vida de los demás. Pero no con esta gente que sólo se perjudica a sí misma. 

Y me alegro enormemente de que haya gente como Ángel Martín, capaz de no dejarse teledirigir por preguntas capciosas tendentes a reforzar el discurso oficial.  Me apunto totalmente a respetar las decisiones de la gente, a exigir que se respeten las mías y a que me llamen equidistante todos los gilipollas que se creen con derecho a imponer a los demás sus ideas y sus opciones vitales.

Como diría mi admirado Fernando Fernán -Gómez: "Váyanse a la mierdaaaaaaaa!"

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