Bimba y Lola, Martínez y Kowalski, tanto monta monta tanto

Bimba y Lola son los nuevos nombres de mis perrillas. Noooooo, Martínez, no te precipites y te pegues un sofocón, que no les he cambiado los nombres; solo los he ampliado.

He llegado a la conclusión de que las supernenas son lo bastante importantes como para tener nombres y apellidos, así que he ido al veterinario y oficialmente ya son Bimba Kowalski y Lola Martínez, para regocijo y satisfacción de todos los que no estaban muy convencidos de que solo tuvieran apellidos.

(Inciso: de todas formas, Martínez, entre tú y yo podemos seguir refiriéndonos a Lola como Martínez porque para eso es un apellido ilustre, con prestancia, con enjundia y con pedigrí, los Martínez de toda la vida).

Y por qué Bimba y Lola? Bueno, lo de Lola es un homenaje a la madre del Manolo, que se llama así. Además mi Lola se parece mucho a ella, podría ser perfectamente su nieta de verdad.

Lo de Bimba viene de corrido por la famosa firma de moda de la difunta Bimba Bosé. Y es que creo que mis perritas merecen tener nombres relacionados con el mundo de la moda, por lo estilosas y lo fashion que son.

El otro día me lo comentó una vecina cuando nos vio paseando por la calle con sus abriguitos. Dijo tal que así:

"Míralas qué finas y qué elegantes, como la dueña. Igual que mi Caneli que es achaparraíta como yo".

Efectivamente Caneli es paticorta, regordeta y simpática como su dueña. El parecido entre ambas es innegable.

Dicen que todos los perros terminan pareciéndose a sus dueños y viceversa, pero es increíble lo poco que han tardado las nenas en ser un calco perruno mío. Por poneros un ejemplo, sabéis lo último que hacen antes de salir a la calle? Pues mirarse en el espejo de cuerpo entero del portal. Igualito que hago yo. Se plantan muy juntitas delante del espejo, se miran bien y ya se van para la puerta. Qué os parece? Se han mimetizado conmigo en un tiempo record.

Así que los nombres de Bimba y Lola les van como un guante y todo el mundo me ha dado su beneplácito y ha aplaudido mi decisión.

La verdad es que hoy vengo muerta porque a las 3 de la mañana una de ellas (por el ladrido presiento que Lola) se puso a ladrar como una loca. Decidí no levantarme porque no quiero que se acostumbren a que yo acuda rauda a sus ladridos, podrían pillarle el gusto y tenerme todas las noches en blanco. Así que he aguantado estoicamente durante cinco minutos y efectivamente, al final se ha callado ella sola, pero a esas alturas yo ya había perdido el sueño por completo, y de resultas he pasado una noche toledana durante la cual me ha dado tiempo a escribir mentalmente este post de pe a pa (ahora me limito a pasarlo al ordenador porque ya estaba escrito en mi cabeza), y  a darle un repaso completo a mi vida.

Lo bueno que tengo es que no me pongo nerviosa cuando no puedo dormir, dedico el tiempo a pensar y a disfrutar de estar calentita en la cama. Lo único malo también es que siempre hay un momento duro en el que me acuerdo del Manolo y de lo que pasó aquella noche horrible en la que murió y yo lo tocaba y estaba tan frío y... en fin, ese momento siempre surge en mis noches insomnes. Pero en seguida cambio el chip y me pongo a escribir mentalmente posts o a pensar en cualquier otra cosa. Tengo una capacidad innata para cambiar de tercio y huir de los pensamientos tristes.

Ahora empiezo a sentir ese soporcillo tan agradable que precede al sueño y ya sé que me tiraré tooooooda la mañana haciendo toooooodo tipo de malabarismos para no quedarme sopa en el trabajo. Las hijaputas de las nenas estarán ahora mismo sobando tan ricamente en su camita mientras mamá tiene que ponerse pegamento en las pestañas para que no se le cierren los ojillos en su jornada laboral.

En fin, gajes de la maternidad perruna, que en ese aspecto es muy parecida a la maternidad humana.

Bimba y Lola, Martínez y Kowalski, tanto monta monta tanto. Unas perritas estilosas, finas, elegantes, pintureras y garbosas como su dueña, pero... vaya pedazo de cabronas!