sábado, 17 de septiembre de 2016

Caga tu perro por encima de tus posibilidades?

Leo en una revista que en Estados Unidos las heces de los perros empiezan a convertirse en un serio problema medioambiental. Por lo visto desprenden no se qué sustancia tóxica que ha llegado a preocupar a las autoridades por su posible incidencia en la salud pública.

Y claro, aunque hasta aquí el problema no ha llegado (que se sepa, o que se haya dado cuenta alguien) yo no he podido evitar plantearme si nuestros perros no estarán también cagando por encima de nuestras posibilidades.

Particularmente, lo cierto y verdad es que me lo he planteado sobre mi propio perro, para qué voy a engañaros. Estoy yo contribuyendo al deterioro del medio ambiente de mi ciudad por las cagadas de mi perro, que de algún modo son mis propias cagadas?

A ver, ya he hablado aquí largamente de las cagadas de mi Manolo. He contado, por ejemplo, que tiene la costumbre de dar un par de vueltas sobre sí mismo antes de proceder a la defecación propiamente dicha.

También he hablado de que suele sostenerse sobre las dos patas traseras para efectuar el acto evacuatorio, de una forma muy graciosa, al menos para mí, porque le da como un tembleque muy divertido, producto del esfuerzo que hace sobre las susodichas dos patas traseras. Pero en esto del gozoso divertimento reconozco que no puedo hablar objetivamente porque el amor me ciega.

Eso sí, de lo de recoger sus mierdas no he hablado nunca. Básicamente porque nunca las recojo.
 
Y antes de que se me eche España entera encima, por favor, dejadme hablar y defenderme de vuestros ataques gratuitos.

Primeramente, el Manolo caga, cierto es, pero caga poco, en pequeñas cantidades; es un miniperro, casi un nanoperro, pesa solo cuatro kilos. Luego obviamente nunca podría echar un truño en condiciones, de ésos que suele una pisar cuando anda tranquilamente por la calle, llenando de mierda todo el zapato. Las cagadas del Manolo no dan para eso, ni mucho menos. Ni pa un cuarto del zapato; son unas cagadas francamente ridículas, por no decir miserables.

Pero es que además el Manolo caga en dos fases. Lo hace en primera instancia aproximadamente a los dos minutos de pisar la calle, en plan arranque, y luego hay un segundo llamamiento defecatorio más o menos veinte minutos después. Si lo llevas antes a casa puede ser que evites ese segundo momento pero si lo tienes el tiempo suficiente en la calle, no falla. Siempre, por supuesto, con sus dos vueltas de rigor.

Y alguien podría decir: "Bueno, y qué? Déjate de pegos y recoge las mierdas de tu perro, so tía guarra".

Y aquí es donde viene mi explicación: "No, no lo hago y no lo haré por los motivos que paso a exponer":

Como el Manolo caga por partes, caga muy poco cada vez, como ocurriría si tú también cagaras por partes. Si añades a eso que es muy pequeño, caga todavía menos. Con esto quiero decir que la mierda del Manolo no da para recogerla con cierta solvencia y con garantías de éxito. Es muy probable que si intentas recogerla con un pañuelo o una bolsa lo único que consigas es enmierdarte tú sin llegar a capturar ningún elemento sólido o mojón sustancioso que poder soltar en la papelera.

Y luego está el factor B. Desde pequeño yo tengo a mi perro acostumbrado a cagar sobre tierra cultivable. Jamás dejo que cague en asfalto o en terreno duro; si alguna vez hace amago le pego un tirón de la correa y lo dirijo a lugar seguro, o sea, matorral o similar, donde ya dejo que dé todas las vueltas que le de la gana para proceder.

La verdad es que siempre lo he hecho pensando que sus heces servían para abonar la tierra y hacer crecer la flora patria, pero alguien me dijo una vez que las cacas de perro no sirven para abono (la verdad, no sé por qué cuando para abono sirve prácticamente todo). En fin, vale, si no sirven de abono al menos nadie me podrá negar que materia orgánica sí que son. Sirven de alimento a animalitos varios y además la tierra los absorbe y se los traga como tierra que es.

El Manolo también caga todos los días en mi casa. Tengo que reconocer que me falta el valor para sacarlo de su camita a las seis de la mañana sólo porque yo sea una esclava de la sociedad capitalista. Él tiene sus sitios en casa en los que caga tranquilamente y luego cuando yo llego esos sí los recojo. Porque ya son mojoncillos duritos, plan cagarrutas, como churritos que se recogen con facilidad y se tiran a la basura sin problema.  Pero claro, hay que tener en cuenta que mi suelo es de mármol y los suelos de mármol nunca jamás se han tragado la materia orgánica, por mucho que los riegues.

En fin, que no, que no recojo en la calle las mierdas de mi perro. Si tuviera un perro grande que cagara truños con cierta entidad, pues lo haría sin duda ninguna. Incluso aunque cagara en tierra cultivable. Porque las heces en cuestión no son bonitas, no son un espectáculo edificante en el paisaje urbano, dicho finamente. Vamos, que son asquerosas.

Pero mi perro no caga, mi perro minicaga. Y encima en varias etapas. Y además lo hace indefectiblemente en zonas que absorben todo lo que le echan. Si yo me agachara a recoger sus heces, aparte del riesgo de herniarme o de padecer un ataque de lumbalgia, no haría ningún bien a la sociedad, porque solo conseguiría ponerme yo perdida sin beneficio alguno.

Y tampoco nadie me ha demostrado aún que en una papelera la minimierda de mi perro haga menos daño medioambiental que en un matorral que se la va a tragar y muy probablemente va a dar importantes frutos en forma de arbustos, flores o vete tú a saber qué otro bello ornamento de la naturaleza.

En definitiva, la pregunta inicial: caga tu perro por encima de tus posibilidades?

Pues no, el mío no. El mío caga justamente lo que tiene que cagar para no perjudicar al medio ambiente ni a su dueña. Caga pequeño, caga incluso bonito, diría yo, y caga en relación a su tamaño,  y además caga en diferido, como en fascículos, ahora cago un poco, luego otro poco, y así...

Hay dos cosas de las que estoy segura: nadie ha pisado jamás una mierda de mi perro (salvo yo en mi casa porque no la haya visto) y nadie podrá decir jamás que mi perro contamina el medio ambiente porque puedo afirmar rotundamente que en los matorrales favoritos del Manolo para cagar crecen unas rosas preciosas, con un esplendor y una hermosura que no he visto yo jamás en otros matorrales de su misma especie.

Mi perro no solo no contamina sino que contribuye a embellecer la ciudad con sus excrementos. Que ya es mucho más de lo que puede decir de los suyos propios cualquiera que esté leyendo este post. O acaso tú cuando cagas salen rosas preciosas del váter??

Lo ves??

14 comentarios:

  1. Por aportar algo a la entrada contaré que cuando tenía 10 u 11 años (esto es Internet, ya sabes, quien dice 10 u 11 puede referirse a 17-18) mi casa estaba demasiado lejos y como Willy suplicaba por su liberación, me tocó 'hacerlo' más de una vez al aire libre, al igual que Manolo. Al igual que él, sentía predilección por el terreno cultivable (que gracia me ha hecho esto cuando lo he leído). Pero hasta ahí las semejanzas porque en 11 años jamás me plantee acerca de las propiedades de mis heces como estimulante para la flora patria (aunque a decir verdad lo veo dudoso, no sé por qué, porque quizás ya había mucha o solo había matojos disecados o solo arena; antes que fertilizante sería en todo caso una losa más que impidiera la supervivencia de las plantas en un terreno ya de por sí demasiado hostil, poco regado).

    Logicamente el tamaño como ya puedes suponer, nada que ver, incluso la naturaleza de la propia composición me temo que es distinta.

    ¿Sobre el fenómeno de la reabsorción que poder decir? Pues que defiendo a rajatabla mi sentido de la ética. Cuando ya había terminado y me disponía a marchar, y le echaba un último vistazo a modo de despedida a lo que había dejado, como evaluándolo a mí mismo me decía: bueno, ya lloverá.

    Del párrafo anterior se puede inferir que nunca tuve dilemas morales acerca de la recogida de las heces, es algo que directamente jamás me he planteado.

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  2. Con independencia de matices y argumentos de poco o nulo recorrido, la realidad es que hay que recorgerlos sí o sí. Me imagino al pobre jardinero del ayuntamiento meterse en terreno cultivable y llenarse la suela de sus impolutas botas que tan metódicamente ha limpiado su marido, señora, él mismo, su padre o su madre, de mierda de Manolo o de Norberto. Las mierdas de los perros han de ser recogidas por sus dueños os gusto o no, y da igual que el perro pese 4 o 40 kg, pues el hecho en sí es el mismo. Y si encima tu perro hace sus necesidades en forma de bolas secas y rígidas pues mejor que mejor para su recogida con el guante de plastico. Y para terminar, decir que no es propio de una mujer simpatizante de Ciudadanos que no recoga la mierda de su perro. ¿Tú te imaginas a la señora Arrimadas con su caniche y no recogiendo la mierda del suelo que ha caido del impoluto culo del cánido, con un guante de color rosa palo o naranja suave?

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    1. 1. Discrepo enérgicamente. Ningún jardinero municipal, por principio, puede ni debe llevar sus botas impolutas nunca jamás. Es un oxímoron, sencillamente.

      2. Discrepo de nuevo. Mi perro no Hace sus necesidades en forma de bolas secas ni rígidas. Las hace blanditas y ya he dicho que es inútil intentar agarrarlas. Se vuelven duras y rígidas pasado el tiempo, y como tú comprenderás no voy a salir dos horas después a recoger las cagadas ya duritas de mi perro.

      3. Vuelvo a discrepar. Los simpatizantes de Ciudadanos pueden y deben decidir ellos mismos, como cualquier votante de otro partido, si las mierdas de sus perros tienen la suficiente envergadura como para ser recogidas pensando en el bien comunitario.

      4. Discrepo al máximo. Si tuviera que hacerlo, jamás recogería las mierdas de mi perro con guantes rosas o naranjas. Para este y otros menesteres recomiendo siempre el negro, un color elegante y a la par sufrido donde los haya. Que te puedan pillar cogiendo una mierda de tu perro, pero jamás con una mancha ominosa en tu guante.

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  3. Por dios, el guante negro no permite determinar exactamente el alcance y ubicación del objeto mierdero dentro del guante y tampoco la textura de la susodicha mierda. Y claro que las botas de los jardineros reciben periódicamente aseo y cuidados, igual que los culos de los perros al ser convenientemente pelados con tijera cuando los restos dicen de pernoctar. Y aunque no sea costumbre de algún jardinero limpiar sus botas, no es óbice para aceptar que las mismas, aún en su humildad, sean castigados con espesa o cremosa materia fecal, pues al regresar al vehículo municipal, dirigirse hacía el mismo o, en última y peor instancia, ir a la morada familiar en la que esperan los niños y la esposa; puede el hombre que trabaja las áreas cultivables, dejar rastros evidentes nocilleros en aceras, pedales del motocarro y alfombras de la casa y tarimas flotantes, salvo que sea mármol. Al final resultaría curioso que por dejación de la dueña del can su mármol esté limpio y el de la casa del jardinero no. Cosas de la vida.

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    1. Martínez, teniendo en cuenta que los horarios de cagar de mi Manolo no coinciden con los horarios laborales de los jardineros municipales, puedes despreocuparte. Para cuando el empleado esté realizando sus labores, las cacas de mi perro ya estarán convenientemente endurecidas y no mancharán las impolutas botas del caballero en cuestión (o dama, que también haylas).

      Martínez, deja de preocuparte por las mierdas de mi perro y cuídate tú de no pisar por ahí las mierdas de algún otro perro, que las del mío están estratégicamente situadas en lugares no aptos para el pie humano.

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    2. Pero si yo no estoy preocupado por el jardinero, las zonas cultivables de la hermosa ciudad de Córdoba, el olor patrio, el efecto psicológico sobre Manolo en caso de que el animal vea, a partir de ahora, retirar sus desechos o cualquier otra cuestión que se me escape; mi preocupación es por tu economía en caso de que te impongan alguna sanción y, cómo no, velar por tu conciencia, al objeto que no aprezca el más mínimo remordimiento sobre tu actitud cívica. Asimismo, indicar que me preocupa y mucho qué pensarán los chicos y chicas de Ciudadanos sobre una votante y simpatizante que no retira los excrementos de su chucho. Un partido tan limpiio y recatado, tan aseado y pulcro, tan de Arrimadas, pues como que me preocupa tu deriva ciudadana. NO es nada más que eso Inma.

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    3. Has de saber, Martínez, que como buena votante que soy de Ciudadanos, me caracterizo por mi sensatez, mi sentido común y mi capacidad para la conciliación y el acuerdo, con lo cual si algún municipal osara acercárseme para ponerme una multa estoy completamente segura de que lo convencería de momento de la inutilidad y la irracionalidad de su pretensión.

      Le hablaría, por ejemplo, de la imposibilidad de recoger unas cacas tan minúsculas e incluso lo invitaría a que lo intentara él mismo. Y con esto quedaría zanjado el asunto sin duda alguna. Los de Ciudadanos somos así, convincentes por naturaleza.

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    4. Por cierto, hoy he leído que en Canadá o en Alaska o por ahí ha muerto una anciana por la cagada de un San Bernardo.

      Por lo visto el San Bernardo estaba en un tejado y desde allí cagó y hacía tanto frío que el truño se congeló durante el trayecto al suelo y cuando le dio en la cabeza a la anciana ya era un proyectil mortal.

      Ves? Eso sí es un peligro real. Un pedazo de cagada de un San Bernardo cayendo desde una azotea.

      Pero mi Manolo aunque cagara desde una azotea y sus truñillos se congelaran no podrían matar ni a una mosca. Todo lo más le harían un chichón.

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    5. Menuda manera de morir, dios santo jajaja. ¿Quién no querría que su vida viera fin del mismo modo?

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    6. La lectura de esta noticia me acaba de alegrar el día, de una manera que no veas. Es tronchante. Gracias, Inma!

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  4. Depende de la altura. Si Manolo cagara desde las torres Pretonas el impacto cagil seria doloroso, aún siendo la cagada pequeña. Por tanto, no hay que menospreciar los pequeños proyectiles fecales de un perrito minúsculo. Las cagadas al veces no dejan ver la mierda.

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    1. Mi Manolo no puede cagar nunca en la vida desde tan alto.

      Tiene vértigo.

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  5. Ya somos dos. Yo incluso siento vértigo proyectado en otros al verlos en situaciones de altura o parecidas. Transmitele a Manolo mi solidaridad. Y como yo también soy pequeño, creo que también defenderé que mi amigo cánido haga sus cosas donde quiera y a su paseante la exonero de recoger sus cositas.

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