jueves, 26 de noviembre de 2015

Pitufa Gruñona (Capítulo 20.000)

Nunca entenderé a las señoras que salen a andar por la mañana temprano.

Sí, ya sé que he tocado este tema antes aquí, pero es que cada día estoy más alucinada con el asunto este. Esta mañana me he encontrado a dos señoras que además no paraban de cascar, con su chandal puesto, con un frío que pelaba, que iba yo en la bici forrada como un astronauta, y las dos tías ahí, tan frescas, pegando la hebra y caminando como si no tuvieran otra cosa mejor que hacer.

No las entiendo, no las puedo entender. Con lo agustito que se está en la cama a esa hora, sobre todo en invierno, que da una dinero por no tener que levantarse y vestirse de mamarracha para salir a la calle . Y las señoras estas lo hacen VOLUNTARIAMENTEEEEEE! Joder, sin que nadie las obligue! Sin que les pague nadie por hacerlo! Anda que si no tuviera yo que ganarme la vida me iba a levantar tan temprano, por los cojones!

Señoras, por favor, pero qué hacen? Por qué no se quedan ustedes en sus camitas tan ricamente mientras el mundo entero se levanta para ir a trabajar por esa maldición divina que un buen día nos echaron que nos obliga a ganarnos el pan con el sudor de nuestra frente. Y ustedes que son libres, que no tienen que hacerlo, van y se levantan para…  andar!! Para andaaaaarrr!! Por el amor de Dios, aun en el supuesto caso de que no puedan ustedes dormir, que tengan un insomnio galopante, que estén hartas de pegar vueltas en la cama… Y ese sueñecito tan rico mañanero que entra muchas veces después de una noche toledana? Han pensado que ese bendito sueño reparador les podría sobrevenir a las 8 de la mañana y que podrían dormir tan calentitas y tan agustísimo hasta las 12 por lo menos?

En fin, sé que es hablar por hablar porque ellas no me escuchan. Y hoy para colmo he estado a punto de llevarme por delante a una de estas señoras andarinas. Había yo girado para subir a la estación y la señora esta, en lugar de ir rápido como sus congéneres, iba pisando huevos y yo con la bici detrás pisando otros huevos para no atropellarla porque no quería adelantarla malamente, y de repente va y se vuelve y me suelta tal que así:

- Es que no hay sitio en el carril bici pa que tengas que ir por la acera?

A lo que yo he contestado visiblemente irritada:

- Señora, tengo que tirar por aquí para subir a la estación. No querrá usted que me quede en el carril bici a vivir para siempre solo porque usted ha salido a andar a esta hora.

Y me he quedado con la gana de añadir: So bruja!

Total, que la tía me ha fulminado con la mirada, y yo a ella igual. Si las miradas mataran ahora mismo estaríamos las dos muertas.

Y luego encima voy y me monto en el tren y se me sientan justo detrás cuatro tíos ya granaítos que no han parado de cascar en todo el camino. Qué pesadilla!!!! Y eso que ya he desistido de refugiarme en el último vagón, que era el mío de toda la vida, porque hay una panda de hijosdeputa veinteañeros con las caras empedrás de espinillas que quedan allí todas las mañanas para montar unos jolgorios mañaneros que me matan. No me explico si se van a inflar de gritar y de armar jaleo por qué coño quedan en el último vagón. Qué pasa, que si quedan en el primero se va a perder alguno?

En fin, mi problemática de siempre. Ya en vista de que se lo han tomado por costumbre y siempre se reúnen en MI VAGÓN he tenido que cambiar mis hábitos y refugiarme en el penúltimo vagón, que es un vagón poco emblemático para quedar con nadie y no creo que haya gente que se junte ahí. Pues bueno, resulta que hoy se han reunido los cuatro tíos estos con una cháchara tan insoportable que casi me revienta la cabeza. Después de lo de la vieja justo lo que me faltaba.Y yo con los ojos cerrados intentando no escucharlos, habría dado la vida por unos tapones para los oídos. Para más delito cuando se ha parado el tren las puertas se han atascado y no se abrían y las cuatro momias estas con un cachondeo que te cagas, y yo encerrada allí con ellos!!!!!! Y cada vez más espantada porque había confiado en que por lo menos al llegar se iban a bajar rápido y me habría quedado un par de minutos sola en bendito silencio en el tren, hasta que subiera el conductor. Y una mierda, Inma!

Vamos, que entre la andarina y éstos me han vuelto a dar la mañana. Por qué, Dios mío, por qué las señoras mayores salen a andar a la hora en la que yo voy a trabajar? Por qué no se levantan media hora más tarde, si ellas no tienen que fichar en ninguna parte? Y por qué la gente habla tanto y desde tan temprano? No saben lo maravilloso que puede llegar a ser el silencio? No han probado nunca a viajar calladitos, con los ojitos cerrados, relajados, dejándose llevar por el leve traqueteo del tren? Fijo que no han probado nunca ese placer; si lo hubieran hecho no me putearían de esta manera, y yo no tendría que ir por la vida de Pitufa Gruñona como no tengo más remedio que ir. Ayyyyyyyy Diossssssss, por qué me estás poniendo siempre pruebas de estas para torturarme? Tan malísima fui en mi vida anterior? Tuve que ser muy bruja y muy arpía para tener que soportar ahora esto. Otra explicación no tiene.

2 comentarios:

  1. Lo que cuentas es equiparable es a los jubilados que se tiran la mañana dando vueltas en el autobús y te miran mal cada vez que les niegas el asiento. Y es que está claro que van ahí a matar el tiempo, es gente que se aburre, uno escucha sus conversaciones (que algunos se conocen ya y todo, de estar todos los días ahí) y se caga en todo, pues comprende que no es gente que necesita desesperadamente el uso de ese medio.

    ¿Para eso nuestro queridísimo gobierno les baja el precio del abono a 12,30€? Al menos me río cuando alguno pasa la tarjeta por el lector metálico cinco veces y les da negativo, hasta que el conductor le dice, en tono crispado que su abono está caducado y que tiene que pagar. O cuando el típico abuelo que se entera a la media hora de que su parada ha pasado y se produce un desternillante intercambio de gritos entre él y el conductor al no querer abrirle este último.

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    1. Jajajaja, veo que tú también tienes tus conflictillos con la tercera edad.

      En este espinoso territorio comanche cada cual tiene sus filias y sus fobias.

      A mí personalmente me encantan los jubilados observadores de obras, de hecho siempre he soñado con ser uno de ellos.

      Sin embargo las señoras que se levantan para andar de madrugada me sublevan. No puedo con ellas. Y es que las tías ni siquiera son capaces de esperarse a que salga el sol, son auténticas vampiras!!

      Si alguna vez me convierto en algo así espero sinceramente que alguien me eutanasie.

      Si yo algún día, sin necesidad alguna, me levanto a las 6 de la mañana para salir con todo el frío a la calle a caminar y a hablar con otra petarda, quiero morirmeeeeeeeee! Ese sería el fin.

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