Hoy, queridos amigos, os traigo una doble lectura sobre una misma realidad. En el número de hoy de El País Semanal aparece en una página la columna de Rosa Montero y en la siguiente la de Javier Marías, ambas dedicadas al mismo tema aunque desde perspectivas muy distintas. Se trata de esta nueva corriente feminista que viene empujando con el movimiento Metoo y otras iniciativas por el estilo.
Como siempre digo, me parece un ejercicio mentalmente saludable leer opiniones variopintas sobre todos los temas, así que aquí os traigo los enlaces a sus artículos junto con un par de copipegas de cada uno para los más perezosos que no quieran molestarse en leerlos enteros. Primero va Montero y después Marías:
https://elpais.com/elpais/2018/02/02/eps/1517574544_713786.html
Un perfecto ejemplo de respuesta reaccionaria es la carta de las intelectules francesas; primero, porque está firmada por mujeres, demostrando lo que siempre digo, que el machismo es una ideología en la que se nos educa a todos y que también nosotras lo practicamos; pero, sobre todo, por su falacia al intentar confundir la agresión y la humillación con el cortejo amoroso. Seguro que hay denuncias exageradas o falsas dentro del aluvión de los últimos meses, ¡segurísimo! Los humanos somos así. Pero ya están los jueces para dirimir eso.
Y por cierto: todo esto no es un tema de mujeres, no es algo que nos interese sólo a nosotras. La deconstrucción del sexismo cambia profundamente el modelo social y por tanto las vidas de los hombres y de las mujeres. Es una causa que nos implica a todos. Apoyemos y empujemos, para que los dos malditos pasos sean hacia delante.
https://elpais.com/elpais/2018/02/02/eps/1517571327_169234.html
Dar crédito a las víctimas por el hecho de presentarse como tales es abrir la puerta a las venganzas, las revanchas, las calumnias, las difamaciones y los ajustes de cuentas. Las mujeres mienten tanto como los hombres, es decir, unas sí y otras no. Si se les da crédito a todas por principio, se está entregando un arma mortífera a las envidiosas, a las despechadas, a las malvadas, a las misándricas y a las que simplemente se la guardan a alguien. Podrían inventar, retorcer, distorsionar, tergiversar impunemente y con éxito.
El resultado de esta “barra libre” es que las acusaciones fundadas y verdaderas —y a fe mía que las hay a millares— serán objeto de sospecha y a lo peor caerán en saco roto, haya o no pruebas. Eso sería lo más grave y pernicioso.
Os invito a que os toméis la molestia de leerlos para tomar vuestra propia conclusión sobre cuál de ellos os convence más, porque a mi entender lo que plantean los dos escritores son visiones bastante contrapuestas sobre este fenómeno.
Yo ya habréis adivinado que estoy mucho más con Marías. Hace muy poco escribí un post al respecto que viene a decir poco más o menos lo mismo que él. A mí lo de olvidarnos con tanta alegría de la presunción de inocencia cuando se trata de este tipo de acusaciones me preocupa tanto como a Javier. Por si alguien se perdió mi post copio también el enlace:
http://arfondoalaizquierda.blogspot.com.es/2018/01/woody-nuestro-que-estas-en-los-infiernos.html
Por el contrario a Montero la veo últimamente bastante fanatizada con este asunto, al modo de esas corrientes hiperfeministas representadas por blogueras como la inefable Barbijaputa y otras por el estilo. En definitiva, tías que tienen una visión totalmente ortodoxa del feminismo, que no admiten matices ni tampoco la menor objeción y que o les compras el pack completo o inmediatamente te tachan de machista heteropatriarcal, que es lo más bonito que te pueden decir. Más o menos como se refiere Montero a las intelectuales francesas que ponían en tela de juicio algunos de los principios del Movimiento Metoo.
Hace unos días me decía una amiga hablando sobre estos temas que casi le da miedo opinar sobre ellos porque en seguida la gente, en cuanto le llevas mínimamente la contraria, te tacha de reaccionaria. Y efectivamente así es. Lo que pasa es que yo a estas alturas de mi vida paso por veintemil tubos de que me tachen de lo que les dé la gana. Ya estoy muy granaíta para saber bien lo que pienso y lo que soy, y de qué lado estoy en cada contencioso vital.
Y yo tengo muy claro que estoy del lado de las mujeres si de lo que se trata es de reivindicar la igualdad total de derechos y oportunidades. Que estoy por el reparto igualitario de tareas del hogar y de cuidado de hijos y dependientes. Que estoy por valorar nuestro trabajo al mismo nivel, y esto requiere empezar a educar a las propias mujeres para que no sean las primeras en tirar sus carreras por la borda en cuanto son madres y la conciliación se convierte en una cuesta arriba muy dura de sobrellevar. Y también por que ellas mismas consideren sus trabajos igual de importantes que los de sus maridos y no un mero complemento, un aporte secundario del que en un momento dado se puede prescindir y no pasa nada. Mientras todo esto no ocurra todos los pasos adelante que demos no servirán una mierda.
Pero es cierto que en el momento en el que pones en duda esta corriente, que es una especie de cajón de sastre, al más puro estilo del de la violencia de género, donde todo se mezcla y todo cabe por igual, desde la mutilación genital a que un señor se meta contigo por la calle, desde una violación a que te toquen el culo en la feria, que siempre te puedes volver y soltarle una hostia al tipo o por lo menos ponerlo a parir; y donde en todas las acusaciones sin excepción la presunción de inocencia brilla por su ausencia... pues nada, si objetas algo de todo esto ya eres una reaccionaria de tomo y lomo, una facha y una machista del copón. Otra pena pa mi coño. Yo, desde que hay independentistas catalanes que llaman facha a Serrat estoy de vuelta de todo.
En fin, hasta aquí mi opinión, que es sólo eso, una opinión, espero que tan respetable como cualquier otra. Yo os dejo ahí ambos artículos y que cada cual sopese y practique el sano ejercicio del razonamiento. Y si luego os echáis una carrerita o un buen paseíto campestre para ejercitar el cuerpo mejor que mejor.
Mens sana in corpore sano.
Estupendo argumento en base a dos artículos periodísticos. Personalmente, defiendo la postura de que no se están haciendo las cosas bien en este sentido, y por una razón bastante simple, que es la raíz de todo el problema. Las mujeres maltratadas no se percatan del maltrato al que están siendo sometidas, y eso ha hecho que el código penal se endurezca para protegerlas a ellas. Estrechando el cerco, hemos podido comprobar cómo la picaresca ha metido sus garras en este asunto, y las mujeres maltratadas continúan quitando denuncias y omitiendo su dolor, por miedo y por absoluta nulidad a la que son sometidas.
ResponderEliminarYa, bueno, sobre eso podríamos hablar mucho pero a mí lo que de verdad me gustaría saber es qué tiene que ver el maltrato con este post.
EliminarHe esscrito algo así como 20.000 posts sobre el maltrato y no me contesta ni Dios y ahora me pongo a escribir sobre feminismo y sobre el Metoo y todo ese rollo y me viene alguien con el rollo del maltrato.
En fin, cada loco con su tema.
Si quieres podemos hablar de perros, que es un tema que también mola un montón.
Claro que muchos comportamientos tienen que ser revisados pues se alimentan en parte desde parámetros sociales trasnochados inaceptables hoy. Pero una visión exclusiva desde esa óptica es claramente errónea. Tanto el machismo como el maltrato no son solo productos históricos y sociales. Son configuraciones que se repiten en cualquier sociedad, periodo, estrato social y edad. Si no somos capaces de asumir, comprender y aceptar que se trata también y sobre todo de perfiles antropologicos evolutivos y biológicos estaremos dando palos de ciego y engañándonos por enésima vez. O asumimos nuestra naturaleza animal y todo lo que implica y conlleva o jamas afrontaremos una visión profunda de estos asuntos. Distinto es que nos guste o no enfrentarnos al espejo de nuestra especie animal. Saludos
ResponderEliminarInteresante reflexión, Martínez.
EliminarCuando tengas un ratillo podrías desarrollarla? A modo de explicación, digo.
http://www.elmundo.es/opinion/2018/02/12/5a80aa4746163f61168b4622.html
ResponderEliminarHoy es políticamente incorrecto y no se tiene que coincidir en todo, pero mucho de lo que indica es difícil de rebatir. El habla de psicología evolutiva pero es evolucionista. Sí quieres profundizar más investiga en ella, es, sin duda, lo que más se acerca a lo que he pensado siempre. El animal humano está mucho más configurado por elementos biológicos y evolutivos que sociales y culturales. La psicología evolucionista explica hasta el origen de la religión con parámetros evolutivos en la especie, de ahi su existencia en cualquier lugar, tiempo y espacio. Eso no quiere decir que tengamos que seguir aceptándola pero es bueno saber que su origen no es cultural y sí tuvo una razón práctica evolutiva para explicar lo enexplicable en una especie que se pregunta todo. También, probablemente, vinculada a la aparición del abstracto en la mente humana. Como eso mil cuestiones que ni imaginamos, como por ejemplo el altruismo. Es un campo apasionante para investigar. Besos
ResponderEliminarPues tengo que decir que estoy fundamentalmente bastante de acuerdo.
EliminarMuy interesante el tipo este.