domingo, 26 de julio de 2015

Una historia de amor diferente

Hoy me han contado una historia que ha conseguido emocionarme, y como me ha parecido preciosa he pensado que debía compartirla con cualquiera que pase por aquí y tenga a bien leerla.

El padre de una amiga mía, viudo el hombre, padece una especie de demencia senil que no es Alzheimer pero se le parece. El señor tiene casi 90 años, y lo que pasa por su cabeza es un enigma difícil de explicar. Hay días que reconoce a sus hijos y otros días que no, días en los que tiene un discurso más o menos coherente y otros en los que disparata constantemente. Como casi todas las demencias.

En fin, cuando le diagnosticaron esta enfermedad sus hijos no vieron más salida que ingresarlo en una residencia pero a él le dijeron que aquello era un hospital y que estaría allí hasta que se recuperara, y la historia coló. Al principio no le gustaba y les decía todo el tiempo que cuándo lo iban a sacar de allí y llevarlo a su casa, pero en los últimos tiempos ha surgido una novedad: el señor se ha enamorado.

La agraciada es otra abuelilla con Alzheimer que lógicamente tampoco se entera de casi nada. Por lo visto la mujer apenas come pero él se sienta a su lado en el comedor y la anima. Y el caso es que, según las cuidadoras, lo ha conseguido. Puede que la señora no se entere muy bien de que tiene un pretendiente pero el caso es que ha empezado a comer bastante mejor.

Os podéis imaginar la sorpresa que se llevaron sus hijos el día que fueron a visitarlo y el señor les dijo: "tengo una amiga que me gusta". Desde entonces no deja de hablar de ella, en todas las visitas, sin que ellos le pregunten, más tarde o más temprano termina contándoles cosas de ella. Es su monotema. Además les ha dejado muy claro que no es una aventura sin importancia y que no busca en ella lo que buscaba cuando era joven, sino que es algo serio.

Cuentan las cuidadoras que son muy graciosos. A ella le gusta mucho ver la tele y aunque a él no le gusta, se sienta a su lado y mientras ella la mira él le coge la mano.

Mi amiga a veces lo pasa mal porque su padre confunde a la señora con su mujer muerta. Un día le dijo señalándola: "por qué no le has dado un beso a tu madre?". Pero bueno, las más de las veces sí sabe quién es.

Ahora se han peleado. En la última visita el señor dijo:

- Esta relación se ha terminado.

- Por qué, papá?

- Por incumplimiento.

- Qué incumplimiento, papá?

- Incumplimiento.

Y ya no dio más explicaciones.

Es difícil imaginar qué clase de incumplimiento ha cometido la señora. Al parecer desde hace unos días no está allí porque la han ingresado en el hospital. Igual él no lo sabe y piensa que ella le ha fallado. Lo mismo da por sentado que tienen una cita todos los días y como ella últimamente no aparece cree que le ha dado plantón y está enfadado.

Sea lo que sea lo que se le pase por la cabeza es lo más bonito que he escuchado en mucho tiempo. Que a los 90 años y con la cabeza más pallá que pacá las personas sean capaces de enamorarse, de ilusionarse y de sufrir por amor es de ese tipo de cosas por las que una sigue creyendo en el ser humano. Que dentro de la nebulosa mental en la que viven los dos protagonistas de esta historia hayan ido a encontrarse en algún punto de semilucidez que haya hecho posible esa complicidad es casi un milagro de la vida.

Espero que cuando la señora vuelva del hospital el padre de mi amiga la perdone por el fatal "incumplimiento" y retomen la relación. Me partiría el corazón que se olvidara de ella y volviera a dejar de comer porque ya nadie la cuidara. Sería maravilloso que esa mujer siguiera comiendo hasta el último día de su vida y que su admirador le siguiera cogiendo la mano mientras ella mira la pantalla de la televisión.


5 comentarios:

  1. Ya me dijiste alguna vez que soy una maricona (o algo así) por enternecerme con historias similares. Pues vale, soy una maricona.

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  2. Maricona yo nunca digo. Mariconada sí.

    En todo caso te habré dicho moñas, que eso sí lo digo bastante.

    Pero eso lo digo porque yo soy la más moñas del mundo mundial. Idiota.

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  3. Han pasado muchos días sin que publiques nada. Preocupado me hallo. No quisiera pensar que mis desabridos comentarios anteriores te hayan conducido al suicidio. Ruégote que publiques, a la mayor brevedad, alguna de tus nimias vivencias para que este humilde mortal vuelva a conciliar el sueño.

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  4. Kowalski, desde cuándo tenemos problemas vos y yo con las horas, los días o los meses? Desde cuándo el tiempo importa? (Y aquí vendría ahora el fantasma del guasap que saca la lengua)

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