Casi 300 muertos en Lampedusa. Inmigrantes que huían de la miseria en sus países de origen y pretendían acceder a la "Tierra prometida" de Europa. El Papa Francisco (sí, ese Papa que nos gusta mucho más a los ateos que a los de su propia cuerda) califica el hecho de "Vergüenza". Una palabra exacta, adecuada, justa. Simplemente es eso, una vergüenza.
Es una vergüenza que la riqueza del planeta esté concentrada en unos cuantos países del Norte, mientras que la pobreza más ominosa se cierne sobre la inmensa mayoría del Sur. Pero mucha más vergüenza es lo que pasó la semana pasada en las orillas de la isla italiana.
Sangran las noticias que nos llegan de personas ahogándose en el agua pidiendo socorro desesperadamente mientras varios pesqueros que navegaban por el lugar se daban media vuelta y los dejaban morir a sus espaldas.
O los servicios de rescate que tardaron casi una hora en llegar, cuando ya prácticamente todos los que corrían peligro de ahogarse habían sido tragados por las aguas del Mediterráneo.
Y digo que es vergüenza porque ni siquiera se puede explicar este comportamiento atendiendo a la funesta ley Berlusconi que amenazaba a cualquiera que auxiliara a un inmigrante ilegal con ingentes multas e incluso con penas de cárcel. Esto no exonera a nadie de su culpa. Qué clase de mamarracho se pone a pensar en una posible multa mientras decenas de personas están muriendo delante de sus narices. Estamos enfermos o qué?
En España aún no hemos llegado a esos niveles en nuestro trato a los inmigrantes, aunque buen camino llevamos. Si no hemos llegado es porque competir con un campeón mundial como Berlusconi en nivel de abyección es muy difícil, pero ya digo que nuestras autoridades hacen lo que pueden.
Como ejemplo de leyes vergonzantes tenemos ésa que expulsa a los inmigrantes sin papeles de nuestro sistema público de salud, algo que les parece estupendo a muchos votantes del partido en el poder, y lo que es aún más sangrante, incluso a bastantes votantes de otros partidos, para oprobio de todos sus demás compatriotas.
Para los gobiernos las personas no existen, sólo existen los números. En eso poco se diferencian nuestros dirigentes del delincuente Berlusconi. Ellos hacen sus cuentas: hay X inmigrantes y nos podemos ahorrar Y si no los atendemos en nuestros hospitales o si los dejamos morir en las orillas de nuestras costas. Pues está claro lo que hay que hacer.
Pero los que no somos el gobierno sabemos que no son números, que son personas, como tú y como yo. No eran números los que murieron esta semana en las costas de Lampedusa. Tenían caras y nombres. Ni son números los que acuden a nuestra sanidad para salvar su vida.
En qué cabeza cabe que un médico o un enfermero que han estado asistiendo a un inmigrante con cara, nombre y apellido, un paciente, que le han estado administrando diálisis por sus problemas renales, o quimioterapia para curarle un cáncer, en qué cabeza cabe que un buen día, porque a un político desalmado se le ponga en la punta de la polla, manden a esa persona a morir a la calle negándole la medicación que le está dando la vida. Qué clase de persona es capaz de negarle la diálisis a un enfermo de riñón porque no tiene papeles?
Tal vez el mismo tipo de persona que es capaz de no auxiliar a un inmigrante que se está ahogando a veinte metros porque tiene miedo de una multa.
No sé vosotros pero yo definitivamente me apunto al club "Cuanto más conozco a las personas, más me gustan los animales".
Totalmente de acuerdo con tu artículo.
ResponderEliminarEn esta época el dinero y el poder es más importante que cualquier vida humana o animal. Si para esto ha servido la evolución, mejor nos hubiésemos quedado en monos.
Y ya no es sólo el dinero o el poder, Carlos; es el miedo. Hablamos de gente que ha dejado morir a decenas de personas por miedo a una puta multa!!! No hay palabras para definir esto.
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