Escucho en la radio (Onda Cero, radio poco sospechosa de sectarismo progreta) a la madre de una niña transexual de 6 años que va a un colegio concertado malagueño en el que no están dispuestos a cumplir con los protocolos establecidos por la Junta de Andalucía (por cierto, protocolos similares a los de casi todos los países europeos) con respecto al trato a estos niños.
La verdad es que desconocía casi todo sobre el tema de los niños transexuales, no tengo ningún caso cercano. Por suerte son casos muy minoritarios. Junto con la madre de la niña, Isabel Gemio entrevista a un endocrino especializado en estos asuntos. Ambos hablan de forma muy esclarecedora sobre un tema que por distintos motivos conocen muy bien.
El endocrino comenta que lo que es la identidad sexual de las personas suele coincidir en la mayoría de los casos con los genitales, pero que se da un porcentaje, como digo bastante pequeño, de personas en las que no se corresponde una cosa con la otra. El doctor no habla de personas encerradas en un cuerpo equivocado, como se había tratado siempre este tema, sino de niños o niñas con los genitales equivocados. Es decir, prevalece la identidad sexual sobre la genitalidad. El problema no es de ellos sino de sus genitales, que son los que están mal. Es una diferencia importante
La madre de la niña con genitales de niño cuenta la historia de su hija. Desde muy pequeña, uno o dos años, la chiquilla daba signos de una identidad sexual muy clara que no se correspondía con su pequeño pene. Además, por lo visto, estos niños tienen muy exacerbada su sexualidad. Vamos, que aunque las niñas "normales" pueden usar pantalones o jugar al fútbol, ellas no quieren ni oír hablar de prendas ni aficiones tradicionalmente masculinas. Son auténticas "princesitas". Todo lo quieren rosa, sólo se ponen faldas, vestidos, bolsitos y bailarinas y no se reconocen cuando se dirigen a ellas con el género masculino.
La mujer comenta lo difícil que fue para ella asimilar todo esto, siendo como era una persona muy religiosa y de ideología conservadora. Al principio procuraba no darle mayor importancia y lo consideraba una especie de capricho infantil que ya se le pasaría. Hasta que a los 5 años entró en el baño y se encontró a la cría con unas tijeras dispuesta a cortarse el pito porque esa cosa no era de niñas. Ahí fue donde se dio cuenta del problema y empezó a comprender que no se trataba de ninguna tontería. La señora esta se puso a estudiar, a investigar y a informarse y así supo que su hija no era un caso único y que había bastantes más por el mundo.
También contactó con el endocrinólogo que fue entrevistado con ella. Y supo que en muchos países este tipo de conflictos estaban ya resueltos mediante un sencillo protocolo que intenta respetar sobre todo la identidad del crío. Porque claro, tú en tu casa puedes tratar a tu hija como niña y referirte a ella en femenino siempre, pero cuando esa chiquilla sale a la calle y va al colegio y le dicen "Manolito" y tiene que entrar al baño de chicos todo su mundo se hunde. Y hablo de niños con cuatro o cinco años, niños que sufren muchísimo y que lo pasan fatal en la escuela.
Luego llamaron otras madres de niños en situación similar; en el caso de los varones es igual. Están hipersexualizados también, son muy machotes muy machotes. Nada de muñecas ni de colores rosas ni de vestiditos; desde que son unos mocosos sólo usan pantalones, balones y cosas de chico y todo lo que suene a niña les produce urticaria y rechazo inmediato.
En fin, el asunto es que la Junta ha establecido, como dije antes, un protocolo escolar para estos niños que coincide básicamente con el establecido en el resto de Europa y del mundo civilizado. En la escuela se respetará el sentir del niño, se le dejará que se vista conforme al sexo con el que se identifica, se le nombrará como desee ser nombrado y entrará en los servicios correspondientes a ese sexo. Así de simple y así de sencillo es paliar el sufrimiento de estos críos y conseguir que se sientan fuera de casa igual de niñas o de niños que se sienten dentro. También se desdramatiza el asunto y se consigue que no se sientan bichos raros o enfermos.
Pues bien, en Andalucía hay varios casos de niños con este problema y hasta ahora no había habido ningún conflicto. Bien es verdad que todos esos niños acudían a escuelas públicas en las que se ha respetado sin dudarlo el protocolo establecido. Hasta que llegamos a la niña de Málaga y a su colegio concertado.
Hablo de un colegio en el que se niegan a hablarle a la niña en femenino o a dejarla que use el uniforme escolar para niñas. Y lo más heavy es que cien familias de ese colegio han firmado un escrito en el que avalan la decisión del centro negándose a aceptar que la niña sea tratada como tal. Lo consideran un capricho infantil que podría perjudicar muy seriamente la disciplina del colegio y, por tanto, de sus hijos.
La verdad es que no puedo concebir qué clase de gente es capaz de firmar un escrito como ése. Qué clase de gente considera un perjuicio para sus hijos que una niña acuda al servicio de niñas o sea llamada Carmencita y no Ramón si eso es lo que ella siente que es. No entiendo a esos padres, no puedo respetar sus razones. Qué más les da a ellos cómo se llame a esa niña o con qué uniforme asista al cole? En qué perjudica eso a sus hijos?
Pero bueno, sin entender a estos padres ni respetar mínimamente su postura intolerante hacia lo diferente, menos aún entiendo que los padres de la niña no la hayan sacado inmediatamente de ese antro de mierda. Que son conservadores y muy religiosos y les gusta mucho ese colegio? Y qué? Tu hija está sufriendo ahí, está rodeada de niños cuyos padres no la quieren, que la rechazan y hacen que sus hijos la rechacen también.
Puede que se hayan tomado esto como una cruzada personal, que quieran conseguir a toda costa que en ese colegio, como en todos los demás, se respete el reglamento establecido por la Junta. Pero hablamos del dolor de su propia hija, están sacrificando en su intento a lo que más quieren en el mundo.
Sacad a esa chiquilla de ese sitio asqueroso ya, joderrrrr! No es justo para ella estar ahí ni un día más, es una tortura. Sería muy sencillo llevarla a cualquier otro cole en el que desde el primer día la llamaran Carmencita o Mariloli o Pilarín, como ella quiere, y respetaran sus vestidos de princesa y sus carpetas rosas. Y luego demandáis al colegio concertado y le pedís daños y perjuicios por lo que ha sufrido vuestra hija en él, y les sacáis hasta las higadillas. Pero lo primero es poner a esa niña a salvo de semejantes becerros, pordiosssssss.
En fin, tan indignada estoy con los padres que firmaron ese siniestro manifiesto tachando de capricho infantil el problema de esa cría como con los propios padres de la criatura, que la mantienen en ese repugnante lugar en el que su hija sólo encontrará dolor, rechazo y muy probablemente burlas.
Y si algo tengo claro en este mundo es que si alguno de mis hijos hoy, mañana o pasado se quiere llamar Maricarmen y ponerse lacitos rosas o si mi hija se quiere llamar Curro y dejarse barba y bigote, me cago en la puta madre de todo el que se lo pretenda impedir, y mi guerra será a muerte contra todos los que pretendan hacerle el más mínimo daño con sus hechos, con sus palabras o con sus gestos. Sí, qué pasa, yo también POR MIS HIJOS MAAAAA-TOOOOO.
Ps. Aprovecho para decirles a los padres que firmaron ese manifiesto contra la chiquilla cerdos mamarrrrrrrrachos hijos de puta cabrones de mierda. Ojalá les salieran a vuestros hijos tetas como carretas y a vuestras hijas cojones como melones. Uffffffffff, qué biennnnn!
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