Lo creáis o no, hay empresas que tratan a las personas que son víctimas de una pandemia como si de una enfermedad venérea se tratase. Algo que si le toca a alguno de sus trabajadores hay que ocultarlo como si fuera secreto de estado.
Por eso, porque sé que existe este tipo de directivos en nuestra sociedad quiero dejar claras una serie de cosas.
Amigos y amigas directivos y directivas, padecer una infección por un virus en el contexto de una pandemia no es como padecer una enfermedad venérea, ni siquiera como otro tipo de enfermedad. Y no, no vale alegar que existe una Ley de Protección de Datos. Para estas cosas esa ley no existe.
Ya os habréis dado cuenta de que es difícil encontrar en las noticias titulares tales como "la ministra Fulanita tiene candidiasis" o "el vicepresidente cual padece sífilis". A que no? Pero a que sí habéis escuchado últimamente muchas noticias relativas a personas famosas, políticos, cantantes, actores, escritores, etc., que padecen Coronavirus?
Os explicaré por qué, estimados y estimadas directivos y directivas..
(Inciso: a la gente normal sé que no hay que explicarle estas cosas, no os ofendáis. Si queréis podéis dejar de leer aquí; pero sí es necesario explicárselo a alguna gente que puede leer este post y no es capaz de distinguir la diferencia).
Veréis. Si alguien padece cáncer de próstata es muy libre de decírselo a quien quiera y no decírselo a quien no quiera, y eso hay que respetarlo siempre. Y si padece gonorrea también es libre de contarlo o no (aunque si mantiene relaciones íntimas con alguien y no se lo dice se está portando como un auténtico cabroncete, por decirlo suavemente).
Pero queridos directivos y directivas, imaginad que uno de vuestros empleados padece el Covid-19. Y que unos días antes ha mantenido reuniones de trabajo en las que ha tenido estrecho contacto con otros trabajadores de vuestra empresa o de cualquier otra. Bien, pues si no informáis a esas personas de que ese compañero está infectado, si tuvieran o tuviesen síntomas de la enfermedad y sus médicos les preguntaran si han mantenido contacto con alguien que padezca el virus.... esas personas contestarán que no. Por qué? Pues porque no lo saben. Hasta aquí lo vais pillando?
Bien, pues ahora imaginad que esos compañeros se hubieran contagiado durante esas sesiones de trabajo y no lo saben. Y que en sus casas tengan contacto con mayores, o con familiares que padezcan enfermedades respiratorias, por poner un suponer. Estáis ocultando a esa gente una información vital para su salud y la de su familia!!!!!!
Lo entendéis ahora???? Entendéis por qué razón en cuanto se tiene conocimiento en una empresa de que alguien padece este virus la obligación de los responsables es ponerse en contacto con el resto de personal que haya tenido contacto profesional con esa persona y preguntarle si tiene síntomas, y los tenga o no, informarle de que han mantenido contacto con alguien que sí ha dado positivo????
ENTENDÉIS AHORA POR QUÉ NO SE PUEDE TRATAR UNA INFECCIÓN POR CORONAVIRUS COMO UNA PUTA GONORREA????
Perdón, quizás he levantado un poco la voz, pero es que hay cosas que... de verdad, no puedo. Me superan.
Ufffffff, es que es muy duro estar rodeada de incompetentes y gilipollas.
jueves, 26 de marzo de 2020
domingo, 22 de marzo de 2020
El amor y el odio en los tiempos del Coronavirus
Hola amigos, qué tal lleváis el confinamiento? Espero que le estéis echando paciencia y que reine la concordia familiar a los que vivís acompañados y la concordia con vosotros mismos a los que lo lleváis en estricta soledad.
Por mi parte lo llevo bien. Como ya sabéis, tengo un talante asocial bastante acentuado, así que echo poco de menos la vida social. Todos los días tengo una serie de rutinas que cumplo a rajatabla: cuatro comidas, dos paseos diarios para sacar a la Bimba, la compra, teletrabajo, lectura, gimnasia, baile, momento aplausos sanitarios en el balcón, ducha, serie por las noches.... En fin, que casi no me dan las horas para todo.
También estoy muy entretenida con el Twitter. A decir verdad estoy superenganchada. Menos mal que con todas las otras actividades me queda poco tiempo libre, pero reconozco que me quedo pilladísima con todo lo que está sucediendo en la red. Hay una dinámica de amores y odios que me tiene totalmente flipada. Pero oye, pasiones superintensas, como no había visto yo hace mucho tiempo. Por eso he decidido titular este post así, el amor y el odio en los tiempos del Coronavirus. No es sólo un pequeño homenaje a mi idolatrado García Márquez; es que de verdad es un fenómeno que me parece digno de reflexión y análisis.
Hay gente que con esto del Coronavirus y la gestión que se está haciendo por parte del Gobierno ha desarrollado un odio aterrador hacia la autoridad competente, que ahora mismo es por decreto la estatal; al mismo tiempo que otros estarían dispuestos a batirse en duelo a muerte por defender la honra y el buen hacer del Presidente y sus ministros.
En fin, desde mi óptica de observadora imparcial (y digo imparcial porque no me apunto a ninguno de los bandos y soy capaz de entender perfectamente la parte de razón que pueden llevar unos y otros y la parte de ceguera ideológico-emocional) me limitaré a referir y analizar lo que leo.
Por dónde empiezo? Por el amor o por el odio? Casi mejor empiezo por el odio para terminar con el amor, que es un poco más reconfortante, aunque a menudo igualmente ciego.
1. ODIO.
Los detractores de este Gobierno andan supercabreados por varios motivos. Consideran que se ha llegado a esto tarde y mal, que se ha ido totalmente de las manos y que la prueba de la mala gestión es la cantidad de muertes que está habiendo, en comparación con otros países de nuestro entorno en los que se está controlando mejor la mortalidad de la enfermedad. Y no entienden que no haya pruebas para gente con síntomas pero sí para hacerlas por duplicado a políticos y familiares. Y ahí llevan toda la razón, las cosas como son.
También tienen un cabreo mayúsculo por que no se prohibieran las manifestaciones feministas del 8-M. Aunque en esto hay bastante de impostura, porque si bien es cierto que desde mi punto de vista fue una gran irresponsabilidad alentar a la gente a salir a manifestarse en un momento en el que no era difícil ver venir que era arriesgado hacerlo (y más el gobierno, que probablemente disponía de mucha más información que el resto de los ciudadanos), lo cierto es que a esta gente lo que de verdad le jode es que esas manifestaciones fueran feministas y que la izquierda las usara a modo propagandístico. Dudo mucho que mostraran la misma irritación si hubieran sido manifestaciones, yo qué sé, en contra de la eutanasia, por ejemplo.
Bueno, pues este sector odiador está que trina. Hiperventila literalmente. El vocabulario para referirse a Sánchez o a Iglesias es verdaderamente superlativo. No es difícil encontrar calificativos como criminal, asesino, terrorista, psicópata.... En fin, todo cosas de ese pelaje.
Como a mí me gusta meterme en todo tipo de berenjenales, muchas veces les llamo la atención sobre esta hiperbolización odiadora y hago llamamientos a la mesura y la moderación, pero ellos atienden poco, la verdad. Vamos, que no me hacen ni puto caso. Alegan en su defensa que Sánchez agredió verbalmente a Rajoy hasta límites insoportables cuando la crisis del Ébola, en la que sólo enfermó una enfermera y murió sacrificado preventivamente su perrito Excalibur, como recordaréis.
Y llevan razón en que entonces la actitud de Sánchez fue bastante deplorable y sobreactuada. Pero no me parece que la mejor manera de actuar en este momento sea emular la actuación injusta y oportunista que entonces tuvo el Presidente. Vamos, que no entiendo que tu manera de protestar por algo sea comportarte de una forma que te resulta repulsiva cuando la ves en otros.
Los odiadores llevan muy mal también lo de las caceroladas al Rey. En esto te dicen que no es el momento de hacer manifestaciones de odio (jajajajaja, palabrita), que es tiempo de unidad y de ir todos a muerte con los sanitarios y con la gente que lo está dando todo en el frente. De verdad, lo prometo. A ellos les gusta mucho lo de las balconadas de aplausos a las 8, pero nada lo de las caceroladas.
Yo les he invitado a hacer su propia cacerolada antigubernamental, y de hecho les he pasado la convocatoria que había para este sábado. Muchos se han apuntado, y me parece bien. Oye, que bastante que estamos encerrados y con nuestra capacidad de libre expresión coartada. Que nos dejen al menos el derecho al pataleo y la protesta. Puede que no podamos salir a manifestarnos por las calles, pero qué pasa por salir con nuestros cazos y nuestras sartenes al balcón a decir alto y claro que estamos hartos?? Del Rey, del Gobierno, de lo que a cada cual le dé la gana, coño!! Pos claro, hombre!! Salid a vuestros balcones, joder!!
En fin, hasta aquí los odiadores. Pasemos a los amorosos.
2. AMOR.
Aquí están todos los que se multiorgasman cada vez que ven a Sánchez (y en menor medida a Iglesias) salir a dar su periódico mítin "informativo".
Hay gente de verdad enamorada de cómo está gestionando el Gobierno esta gran crisis, y estarían dispuestos a matar por defender esa gestión. Éstos no ven ningún tipo de error ni retraso ni nada, todo bien, todo perfecto. Alegan además, al igual que los odiadores con la cacerolada real, que no es el momento para recriminaciones, que es el momento de ir todos a una, de aplaudir a las 8 a los sanitarios y de cumplir a rajatabla con las ordenanzas gubernamentales.
Muchos de ellos son los mismos que, efectivamente, cuando lo del Ébola pusieron el grito en el cielo por la gestión de Rajoy, y no vieron necesidad entonces de ir a una para evitar la expansión del virus. Pero hicieran lo que hicieran entonces, lo cierto es que ahora llevan razón. Habrá tiempo para analizar lo que el Gobierno está haciendo cuando todo esto termine y entonces se podrán pasar las facturas correspondientes.
Ahora mismo lo único que podemos hacer todos es cumplir con lo que nos mandan, que básicamente es quedarnos en casa para aburrir al puto virus hasta que se termine muriendo de no poder saltar de unos a otros.
Pero bueno, tampoco tenemos que ser santos varones y hembras. Que no pasa nada por despotricar o por hacer caceroladas o por amar con pasión a Sánchez o Iglesias o por odiarlos. Manifestar los sentimientos no debería prohibirse nunca. Es verdad que yo pediría un poco de mesura, sobre todo a los haters. Sánchez y el Gobierno en general pueden ser calificados de muchas cosas. Puedes considerar que son unos inútiles, unos cínicos, incluso unos mentirosos o unos trileros. Pero hombre, de ahí a lo de criminales, psicópatas, terroristas o asesinos, de verdad, va un trecho que nadie debería traspasar. Por mucho que creas que la memoria histórica de agravios pasados te sirve como coartada.
Amigos, amigas, no nos queda otro remedio que respetar este confinamiento y por nuestro propio bien, de la mejor manera posible y con el talante más paciente. En mi opinión va para largo y es muy probable que nos veamos obligados a tirarnos semanas conviviendo con nosotros mismos y con nuestros familiares más cercanos.
Todos sabemos que están pasando cosas terribles: personas que están muriendo completamente solas, sin un ser querido cerca; personas encerradas en sus casas con sus maltratadores, con sus peores enemigos (por cierto, no sólo mujeres, también niños, ancianos, dependientes, padres y madres puteados); otra gente que está enferma y que ni siquiera ha podido hacerse el test para saber si está o no infectada por el virus pero que mientras tiene que hacer como si lo estuviera; familias separadas por miles de kilómetros... muchas tragedias grandes y pequeñas.
Por favor, hagamos lo que nos piden, echémosle paciencia y el mejor humor posible, y si nos apetece aplaudir aplaudamos, o hacer caceroladas hagámoslas, o bailes colectivos en los balcones, o ponernos a parir en Twitter... no pasa nada. Algún día saldremos y volveremos a ser nosotros. Nos volveremos a tocar, besar, babosear y abrazar. Algunos volverán a follar, otros con mejor suerte se estarán hinchando ahora, a falta de nada mejor que hacer. Habrá que ver el babycoronaboom dentro de unos meses.
Pero sobre todo, que salgamos de todo esto habiendo aprendido algo. Me encantaría que todos recordáramos esta etapa tan rara de nuestras vidas como "El amor en los tiempos del Coronavirus". Pero hay que ser realistas, la vida es amor, pero también hay cabida para el odio. Ojalá todo ese odio se limitara a las gilipolleces que la gente se suelta por las redes, ojalá nunca saliera de ahí, ojalá siempre hubiera un virus que lo mantuviera a raya. Y que al final siempre triunfara el amor.
Con mis mejores deseos para todos, odiadores y amantes. Sobre todo, seguid respirando, ahora mismo es lo que más me importa.
Por mi parte lo llevo bien. Como ya sabéis, tengo un talante asocial bastante acentuado, así que echo poco de menos la vida social. Todos los días tengo una serie de rutinas que cumplo a rajatabla: cuatro comidas, dos paseos diarios para sacar a la Bimba, la compra, teletrabajo, lectura, gimnasia, baile, momento aplausos sanitarios en el balcón, ducha, serie por las noches.... En fin, que casi no me dan las horas para todo.
También estoy muy entretenida con el Twitter. A decir verdad estoy superenganchada. Menos mal que con todas las otras actividades me queda poco tiempo libre, pero reconozco que me quedo pilladísima con todo lo que está sucediendo en la red. Hay una dinámica de amores y odios que me tiene totalmente flipada. Pero oye, pasiones superintensas, como no había visto yo hace mucho tiempo. Por eso he decidido titular este post así, el amor y el odio en los tiempos del Coronavirus. No es sólo un pequeño homenaje a mi idolatrado García Márquez; es que de verdad es un fenómeno que me parece digno de reflexión y análisis.
Hay gente que con esto del Coronavirus y la gestión que se está haciendo por parte del Gobierno ha desarrollado un odio aterrador hacia la autoridad competente, que ahora mismo es por decreto la estatal; al mismo tiempo que otros estarían dispuestos a batirse en duelo a muerte por defender la honra y el buen hacer del Presidente y sus ministros.
En fin, desde mi óptica de observadora imparcial (y digo imparcial porque no me apunto a ninguno de los bandos y soy capaz de entender perfectamente la parte de razón que pueden llevar unos y otros y la parte de ceguera ideológico-emocional) me limitaré a referir y analizar lo que leo.
Por dónde empiezo? Por el amor o por el odio? Casi mejor empiezo por el odio para terminar con el amor, que es un poco más reconfortante, aunque a menudo igualmente ciego.
1. ODIO.
Los detractores de este Gobierno andan supercabreados por varios motivos. Consideran que se ha llegado a esto tarde y mal, que se ha ido totalmente de las manos y que la prueba de la mala gestión es la cantidad de muertes que está habiendo, en comparación con otros países de nuestro entorno en los que se está controlando mejor la mortalidad de la enfermedad. Y no entienden que no haya pruebas para gente con síntomas pero sí para hacerlas por duplicado a políticos y familiares. Y ahí llevan toda la razón, las cosas como son.
También tienen un cabreo mayúsculo por que no se prohibieran las manifestaciones feministas del 8-M. Aunque en esto hay bastante de impostura, porque si bien es cierto que desde mi punto de vista fue una gran irresponsabilidad alentar a la gente a salir a manifestarse en un momento en el que no era difícil ver venir que era arriesgado hacerlo (y más el gobierno, que probablemente disponía de mucha más información que el resto de los ciudadanos), lo cierto es que a esta gente lo que de verdad le jode es que esas manifestaciones fueran feministas y que la izquierda las usara a modo propagandístico. Dudo mucho que mostraran la misma irritación si hubieran sido manifestaciones, yo qué sé, en contra de la eutanasia, por ejemplo.
Bueno, pues este sector odiador está que trina. Hiperventila literalmente. El vocabulario para referirse a Sánchez o a Iglesias es verdaderamente superlativo. No es difícil encontrar calificativos como criminal, asesino, terrorista, psicópata.... En fin, todo cosas de ese pelaje.
Como a mí me gusta meterme en todo tipo de berenjenales, muchas veces les llamo la atención sobre esta hiperbolización odiadora y hago llamamientos a la mesura y la moderación, pero ellos atienden poco, la verdad. Vamos, que no me hacen ni puto caso. Alegan en su defensa que Sánchez agredió verbalmente a Rajoy hasta límites insoportables cuando la crisis del Ébola, en la que sólo enfermó una enfermera y murió sacrificado preventivamente su perrito Excalibur, como recordaréis.
Y llevan razón en que entonces la actitud de Sánchez fue bastante deplorable y sobreactuada. Pero no me parece que la mejor manera de actuar en este momento sea emular la actuación injusta y oportunista que entonces tuvo el Presidente. Vamos, que no entiendo que tu manera de protestar por algo sea comportarte de una forma que te resulta repulsiva cuando la ves en otros.
Los odiadores llevan muy mal también lo de las caceroladas al Rey. En esto te dicen que no es el momento de hacer manifestaciones de odio (jajajajaja, palabrita), que es tiempo de unidad y de ir todos a muerte con los sanitarios y con la gente que lo está dando todo en el frente. De verdad, lo prometo. A ellos les gusta mucho lo de las balconadas de aplausos a las 8, pero nada lo de las caceroladas.
Yo les he invitado a hacer su propia cacerolada antigubernamental, y de hecho les he pasado la convocatoria que había para este sábado. Muchos se han apuntado, y me parece bien. Oye, que bastante que estamos encerrados y con nuestra capacidad de libre expresión coartada. Que nos dejen al menos el derecho al pataleo y la protesta. Puede que no podamos salir a manifestarnos por las calles, pero qué pasa por salir con nuestros cazos y nuestras sartenes al balcón a decir alto y claro que estamos hartos?? Del Rey, del Gobierno, de lo que a cada cual le dé la gana, coño!! Pos claro, hombre!! Salid a vuestros balcones, joder!!
En fin, hasta aquí los odiadores. Pasemos a los amorosos.
2. AMOR.
Aquí están todos los que se multiorgasman cada vez que ven a Sánchez (y en menor medida a Iglesias) salir a dar su periódico mítin "informativo".
Hay gente de verdad enamorada de cómo está gestionando el Gobierno esta gran crisis, y estarían dispuestos a matar por defender esa gestión. Éstos no ven ningún tipo de error ni retraso ni nada, todo bien, todo perfecto. Alegan además, al igual que los odiadores con la cacerolada real, que no es el momento para recriminaciones, que es el momento de ir todos a una, de aplaudir a las 8 a los sanitarios y de cumplir a rajatabla con las ordenanzas gubernamentales.
Muchos de ellos son los mismos que, efectivamente, cuando lo del Ébola pusieron el grito en el cielo por la gestión de Rajoy, y no vieron necesidad entonces de ir a una para evitar la expansión del virus. Pero hicieran lo que hicieran entonces, lo cierto es que ahora llevan razón. Habrá tiempo para analizar lo que el Gobierno está haciendo cuando todo esto termine y entonces se podrán pasar las facturas correspondientes.
Ahora mismo lo único que podemos hacer todos es cumplir con lo que nos mandan, que básicamente es quedarnos en casa para aburrir al puto virus hasta que se termine muriendo de no poder saltar de unos a otros.
Pero bueno, tampoco tenemos que ser santos varones y hembras. Que no pasa nada por despotricar o por hacer caceroladas o por amar con pasión a Sánchez o Iglesias o por odiarlos. Manifestar los sentimientos no debería prohibirse nunca. Es verdad que yo pediría un poco de mesura, sobre todo a los haters. Sánchez y el Gobierno en general pueden ser calificados de muchas cosas. Puedes considerar que son unos inútiles, unos cínicos, incluso unos mentirosos o unos trileros. Pero hombre, de ahí a lo de criminales, psicópatas, terroristas o asesinos, de verdad, va un trecho que nadie debería traspasar. Por mucho que creas que la memoria histórica de agravios pasados te sirve como coartada.
Amigos, amigas, no nos queda otro remedio que respetar este confinamiento y por nuestro propio bien, de la mejor manera posible y con el talante más paciente. En mi opinión va para largo y es muy probable que nos veamos obligados a tirarnos semanas conviviendo con nosotros mismos y con nuestros familiares más cercanos.
Todos sabemos que están pasando cosas terribles: personas que están muriendo completamente solas, sin un ser querido cerca; personas encerradas en sus casas con sus maltratadores, con sus peores enemigos (por cierto, no sólo mujeres, también niños, ancianos, dependientes, padres y madres puteados); otra gente que está enferma y que ni siquiera ha podido hacerse el test para saber si está o no infectada por el virus pero que mientras tiene que hacer como si lo estuviera; familias separadas por miles de kilómetros... muchas tragedias grandes y pequeñas.
Por favor, hagamos lo que nos piden, echémosle paciencia y el mejor humor posible, y si nos apetece aplaudir aplaudamos, o hacer caceroladas hagámoslas, o bailes colectivos en los balcones, o ponernos a parir en Twitter... no pasa nada. Algún día saldremos y volveremos a ser nosotros. Nos volveremos a tocar, besar, babosear y abrazar. Algunos volverán a follar, otros con mejor suerte se estarán hinchando ahora, a falta de nada mejor que hacer. Habrá que ver el babycoronaboom dentro de unos meses.
Pero sobre todo, que salgamos de todo esto habiendo aprendido algo. Me encantaría que todos recordáramos esta etapa tan rara de nuestras vidas como "El amor en los tiempos del Coronavirus". Pero hay que ser realistas, la vida es amor, pero también hay cabida para el odio. Ojalá todo ese odio se limitara a las gilipolleces que la gente se suelta por las redes, ojalá nunca saliera de ahí, ojalá siempre hubiera un virus que lo mantuviera a raya. Y que al final siempre triunfara el amor.
Con mis mejores deseos para todos, odiadores y amantes. Sobre todo, seguid respirando, ahora mismo es lo que más me importa.
lunes, 9 de marzo de 2020
Mi Día de la Mujer
Pues sí, amigas y amigos, yo también tuve ayer mi particular Día de la Mujer. Lo pasé, como no podía ser menos, peleándome por el Twitter con mis "amigas" radfem, ésas que tanto cariño me tienen y tan buenos deseos me muestran siempre.
A decir verdad me he pasado toooooda la semana dedicada a esta edificante actividad bélico-tuitera. He estado la mar de entretenida y debo confesar que he disfrutado bastante en las sangrientas reyertas en las que me he embarcado.
Todo empezó con la aprobación en el Consejo de Ministros del Anteproyecto de Ley de Libertad Sexual (también conocida como Ley del Sí es Sí, además de otro montón de nombres, y más ahora con esta moda que han extendido las rad de referirse a todo en plural para amplificar al máximo (las libertades sexuales, las violencias machistas... en fin, las cosas de ellas).
No es que haya trascendido mucho de la Ley, puesto que con las prisas por presentarla antes de la fecha mágica del 8-M, por lo visto lo que se aprobó no era más que una sarta de proclamas fem que ningún ministro había tenido huevos de tragarse y que después se está volviendo a redactar a marchas forzadas para darle forma de documento legislativo medianamente serio y sujeto a derecho.
En realidad todo lo que ha trascendido ha sido a base de filtraciones procedentes a todas luces del propio Gobierno (se rumorea que la mano de la maquiavélica y taimada Calvo podría andar detrás, pero vete a saber). La cuestión es que han salido a la luz pública varios aspectos que sugieren que estamos ante una chapuza legislativa, además de completamente inútil, más regresiva que otra cosa.
Básicamente por dos cosas:
1ª. El famoso "Sí es Sí" no soluciona en absoluto el problema de las sentencias a la carta, dependiendo del juez que las redacte. En caso de que haya dos versiones distintas de un delito sexual es imposible demostrar ese "Sí es Sí", con lo cual la decisión final sigue quedando en manos del juez, que tendrá que evaluar la verosimilitud de las declaraciones de los implicados y decidir quién dice la verdad. Vamos, que salvo que haya un documento escrito en el que el consentimiento quede explícitamente demostrado, seguimos en las mismas.
2ª. La nueva Ley equipararía los delitos de abuso y agresión, reduciéndolos todos a este último tipo. Tal equiparación, lejos de clarificar nada ni de suponer un cambio progresista, es profundamente injusta y regresiva. De hecho fue el propio PSOE el que hace años introdujo una reforma en el Código Penal para hacer esta distinción, partiendo con toda lógica, de que hay distintos grados de gravedad en los delitos sexuales. Ahora nuestras amigas lumbrerillas, en lugar de clarificar al máximo las diferencias entre uno y otro para evitar interpretaciones subjetivas por parte de los jueces, lo que hacen es meterlo todo en el mismo saco, de forma que a partir de la aprobación del engendro la misma calificación legal tendría que te toquen el culo en el bus y que te pillen cuatro tíos en un descampado, te pongan una navaja en el pescuezo y te violen por todos los orificios.
Vamos, que en lugar de poner límites precisos entre ambos delitos (por ejemplo, dejar claro que tener sexo con una persona inconsciente por consumo de alcohol o drogas no es abuso sino agresión, una modificación que desde mi punto de vista sería acertadísima), lo que hacen es quitarse de un plumazo el abuso y meterlo todo por igual en el ámbito de la agresión. Sí, amigos, recordáis aquella antigua costumbre adolescente masculina de ir bajando la manita en los bailes lentos para catar algo de culillo en las fiestas de los 70 y los 80? Sí, hombre, aquella práctica que tan gloriosos momentos nos dejó en forma de contundentes hostias y/o plantones en mitad de la pista. Pues hoy en día, con esta innovadora ley, eso sería tan agresión como coger a la muchacha, arrastrarla de los pelos hasta el baño y forzarla hasta reventarla.
Al menos ésa es la intención de la legisladora, salvo que alguna mano con un poco de sentido común lo remedie antes de que llegue la aprobación.
En fin, que por estas y otras razones similares llevo yo varios días dedicada a batallar contra las hordas de entusiastas podemitas forofas del "Sí es Sí", del "Hermana yo sí te creo" y de otros inventos panfletarios por el estilo, que están muy bien para ponerlos en pancartas en las manifas pero no para legislar con un mínimo de rigor.
Y en esto estaba cuando de repente me encuentro con el cantante José Manuel Soto de Trending Topic en Twitter. Como sé que este señor es simpatizante, si no militante del partido Vox, y que esta circunstancia da muchos puntos para convertirse en Tendencia en esta red social, no se me pasó ni por un momento por la cabeza lo típico cuando aparece de sopetón un nombre, o sea, que se trate de una defunción.
(Breve inciso: para quien no sea usuario, en Twitter cuando te encuentras un nombre en los TT con frecuencia es sinónimo de palmatoria).
En efecto, mi intuición no me engaña. Soto es Tendencia no por su fallecimiento súbito sino por unas declaraciones. Concretamente por éstas:
"Si un "no" fuera siempre un "no" muchos no hubiéramos venido al mundo"
Tachán tacháaaaaaan!! Bueeeeeeno..... pa qué queremos más?
Que si Soto es un machista del heteropatriarcado que justifica las violaciones. Que si Soto reconoce ser fruto de una violación de su padre a su madre..... En fin, os podéis imaginar, todo por el estilo. Un desbarre tras otro de los que hacen época.
Y claro, yo que entiendo perfectamente la frase de Soto, no me puedo creer que se haya podido liar semejante pollo por algo que es una realidad incuestionable. Y es que somos muchos los que efectivamente jamás habríamos venido al mundo si nuestros padres se hubieran conformado con el primer NO de nuestras madres.
Salvo unos pocos suertudos que conseguían un SÍ en primera instancia de la chica de sus desvelos, la inmensa mayoría de los varones de la época se tenían que currar muy mucho el anhelado SÍ y tragarse entre medias infinidad de Noes de distinta calaña. Nuestros progenitores gastaron muchas energías, imaginación, horas de sueño, y sobre todo dinero en intentar encandilar muchachas, a base de flores, regalitos varios, invitaciones a merendolas, a comidas, a cubatas o a lo que quiera que ella fuera aficionada.
Pero Noes a todo de tooooodo. No a bailar contigo. Luego No a salir contigo. Luego No a vernos a solas. Luego No a darme la mano. Luego No a un casto beso en los labios. Luego No a la lengua. Luego No a tocarme la teta....... Y en fin, así se pasaban años y años avanzando lentamente, a paso tortuguil, hasta ir conquistando poco a poco al principio centímetros de espacio corporal y después centímetros de piel de la amada.
Y van los muy mastuerzos y mastuerzas, y dicen que este señor con esa frase lo que está es defendiendo la violación como medio reproductivo. O aún más, confesándose a sí mismo fruto de una agresión sexual matrimonial.
Pero alguien con un mínimo de buena fe puede creer que ese hombre ha querido decir ni lejanamente algo así? Claro que sabemos que eran otros tiempos, que las cosas han cambiado y que los códigos sociales y amorosos actuales no son los mismos que los de entonces. Y que hoy en día las cosas son mucho más claras y ni las tías tienen necesidad de hacerse valer a base de Noes ni los tíos de insistir e insistir hasta morir cuando son rechazados. No creo que eso se le escape a nadie. Pero vamos, que reconocer que eso hasta hace muy poco no era así es reconocer un hecho tan real como constatable.
Ufffffff, ya sé, todo esto da mucha pereza, pero qué queréis? Me puede. Comprobar que la gente es capaz de lapidar en espacio público a alguien por cosas como ésta me sigue dejando a estas alturas patidifusa. Que haya cientos, miles de gilipollas, capaces de retorcer unas palabras completamente inocuas con el fin de agredir a una persona me provoca estupor e indignación. Y yo, que no simpatizo ni mucho ni poco con este señor ni soy especial aficionada a su música, me veo saltando en su defensa cual loba, enfrentándome con uñas y dientes a cara de perro a sus detractores.
Y lo difícil que es a veces no soltar un sencillo: GILIPOLLAAAAAAS!!!!!! No por nada, si no porque estos idiotas son de piel muy fina, se pican rápido, se cabrean, montan en cólera, te delatan y te cierran la cuenta en menos que canta un gallo. Así que encima tiene una que ser fina y segura, y hacer gala de ingenio y cautela máxima para terminar diciéndoles capullos sin que parezca que se lo estás diciendo.
Pues bueno, ya veréis cómo con todo y con eso cualquier día me mandan la cuenta al carajo.
Con lo coñazo que es abrirse otra!!!!
A decir verdad me he pasado toooooda la semana dedicada a esta edificante actividad bélico-tuitera. He estado la mar de entretenida y debo confesar que he disfrutado bastante en las sangrientas reyertas en las que me he embarcado.
Todo empezó con la aprobación en el Consejo de Ministros del Anteproyecto de Ley de Libertad Sexual (también conocida como Ley del Sí es Sí, además de otro montón de nombres, y más ahora con esta moda que han extendido las rad de referirse a todo en plural para amplificar al máximo (las libertades sexuales, las violencias machistas... en fin, las cosas de ellas).
No es que haya trascendido mucho de la Ley, puesto que con las prisas por presentarla antes de la fecha mágica del 8-M, por lo visto lo que se aprobó no era más que una sarta de proclamas fem que ningún ministro había tenido huevos de tragarse y que después se está volviendo a redactar a marchas forzadas para darle forma de documento legislativo medianamente serio y sujeto a derecho.
En realidad todo lo que ha trascendido ha sido a base de filtraciones procedentes a todas luces del propio Gobierno (se rumorea que la mano de la maquiavélica y taimada Calvo podría andar detrás, pero vete a saber). La cuestión es que han salido a la luz pública varios aspectos que sugieren que estamos ante una chapuza legislativa, además de completamente inútil, más regresiva que otra cosa.
Básicamente por dos cosas:
1ª. El famoso "Sí es Sí" no soluciona en absoluto el problema de las sentencias a la carta, dependiendo del juez que las redacte. En caso de que haya dos versiones distintas de un delito sexual es imposible demostrar ese "Sí es Sí", con lo cual la decisión final sigue quedando en manos del juez, que tendrá que evaluar la verosimilitud de las declaraciones de los implicados y decidir quién dice la verdad. Vamos, que salvo que haya un documento escrito en el que el consentimiento quede explícitamente demostrado, seguimos en las mismas.
2ª. La nueva Ley equipararía los delitos de abuso y agresión, reduciéndolos todos a este último tipo. Tal equiparación, lejos de clarificar nada ni de suponer un cambio progresista, es profundamente injusta y regresiva. De hecho fue el propio PSOE el que hace años introdujo una reforma en el Código Penal para hacer esta distinción, partiendo con toda lógica, de que hay distintos grados de gravedad en los delitos sexuales. Ahora nuestras amigas lumbrerillas, en lugar de clarificar al máximo las diferencias entre uno y otro para evitar interpretaciones subjetivas por parte de los jueces, lo que hacen es meterlo todo en el mismo saco, de forma que a partir de la aprobación del engendro la misma calificación legal tendría que te toquen el culo en el bus y que te pillen cuatro tíos en un descampado, te pongan una navaja en el pescuezo y te violen por todos los orificios.
Vamos, que en lugar de poner límites precisos entre ambos delitos (por ejemplo, dejar claro que tener sexo con una persona inconsciente por consumo de alcohol o drogas no es abuso sino agresión, una modificación que desde mi punto de vista sería acertadísima), lo que hacen es quitarse de un plumazo el abuso y meterlo todo por igual en el ámbito de la agresión. Sí, amigos, recordáis aquella antigua costumbre adolescente masculina de ir bajando la manita en los bailes lentos para catar algo de culillo en las fiestas de los 70 y los 80? Sí, hombre, aquella práctica que tan gloriosos momentos nos dejó en forma de contundentes hostias y/o plantones en mitad de la pista. Pues hoy en día, con esta innovadora ley, eso sería tan agresión como coger a la muchacha, arrastrarla de los pelos hasta el baño y forzarla hasta reventarla.
Al menos ésa es la intención de la legisladora, salvo que alguna mano con un poco de sentido común lo remedie antes de que llegue la aprobación.
En fin, que por estas y otras razones similares llevo yo varios días dedicada a batallar contra las hordas de entusiastas podemitas forofas del "Sí es Sí", del "Hermana yo sí te creo" y de otros inventos panfletarios por el estilo, que están muy bien para ponerlos en pancartas en las manifas pero no para legislar con un mínimo de rigor.
Y en esto estaba cuando de repente me encuentro con el cantante José Manuel Soto de Trending Topic en Twitter. Como sé que este señor es simpatizante, si no militante del partido Vox, y que esta circunstancia da muchos puntos para convertirse en Tendencia en esta red social, no se me pasó ni por un momento por la cabeza lo típico cuando aparece de sopetón un nombre, o sea, que se trate de una defunción.
(Breve inciso: para quien no sea usuario, en Twitter cuando te encuentras un nombre en los TT con frecuencia es sinónimo de palmatoria).
En efecto, mi intuición no me engaña. Soto es Tendencia no por su fallecimiento súbito sino por unas declaraciones. Concretamente por éstas:
"Si un "no" fuera siempre un "no" muchos no hubiéramos venido al mundo"
Tachán tacháaaaaaan!! Bueeeeeeno..... pa qué queremos más?
Que si Soto es un machista del heteropatriarcado que justifica las violaciones. Que si Soto reconoce ser fruto de una violación de su padre a su madre..... En fin, os podéis imaginar, todo por el estilo. Un desbarre tras otro de los que hacen época.
Y claro, yo que entiendo perfectamente la frase de Soto, no me puedo creer que se haya podido liar semejante pollo por algo que es una realidad incuestionable. Y es que somos muchos los que efectivamente jamás habríamos venido al mundo si nuestros padres se hubieran conformado con el primer NO de nuestras madres.
Salvo unos pocos suertudos que conseguían un SÍ en primera instancia de la chica de sus desvelos, la inmensa mayoría de los varones de la época se tenían que currar muy mucho el anhelado SÍ y tragarse entre medias infinidad de Noes de distinta calaña. Nuestros progenitores gastaron muchas energías, imaginación, horas de sueño, y sobre todo dinero en intentar encandilar muchachas, a base de flores, regalitos varios, invitaciones a merendolas, a comidas, a cubatas o a lo que quiera que ella fuera aficionada.
Pero Noes a todo de tooooodo. No a bailar contigo. Luego No a salir contigo. Luego No a vernos a solas. Luego No a darme la mano. Luego No a un casto beso en los labios. Luego No a la lengua. Luego No a tocarme la teta....... Y en fin, así se pasaban años y años avanzando lentamente, a paso tortuguil, hasta ir conquistando poco a poco al principio centímetros de espacio corporal y después centímetros de piel de la amada.
Y van los muy mastuerzos y mastuerzas, y dicen que este señor con esa frase lo que está es defendiendo la violación como medio reproductivo. O aún más, confesándose a sí mismo fruto de una agresión sexual matrimonial.
Pero alguien con un mínimo de buena fe puede creer que ese hombre ha querido decir ni lejanamente algo así? Claro que sabemos que eran otros tiempos, que las cosas han cambiado y que los códigos sociales y amorosos actuales no son los mismos que los de entonces. Y que hoy en día las cosas son mucho más claras y ni las tías tienen necesidad de hacerse valer a base de Noes ni los tíos de insistir e insistir hasta morir cuando son rechazados. No creo que eso se le escape a nadie. Pero vamos, que reconocer que eso hasta hace muy poco no era así es reconocer un hecho tan real como constatable.
Ufffffff, ya sé, todo esto da mucha pereza, pero qué queréis? Me puede. Comprobar que la gente es capaz de lapidar en espacio público a alguien por cosas como ésta me sigue dejando a estas alturas patidifusa. Que haya cientos, miles de gilipollas, capaces de retorcer unas palabras completamente inocuas con el fin de agredir a una persona me provoca estupor e indignación. Y yo, que no simpatizo ni mucho ni poco con este señor ni soy especial aficionada a su música, me veo saltando en su defensa cual loba, enfrentándome con uñas y dientes a cara de perro a sus detractores.
Y lo difícil que es a veces no soltar un sencillo: GILIPOLLAAAAAAS!!!!!! No por nada, si no porque estos idiotas son de piel muy fina, se pican rápido, se cabrean, montan en cólera, te delatan y te cierran la cuenta en menos que canta un gallo. Así que encima tiene una que ser fina y segura, y hacer gala de ingenio y cautela máxima para terminar diciéndoles capullos sin que parezca que se lo estás diciendo.
Pues bueno, ya veréis cómo con todo y con eso cualquier día me mandan la cuenta al carajo.
Con lo coñazo que es abrirse otra!!!!
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