Esto del comportamiento perruno es supercomplicado. Cuantas más cosas leo sobre el tema más difícil me parece todo.
Ahora estoy liada con el tema de las peleas entre perros porque he observado que Martínez y Kowalski se enzarzan de vez en cuando en unas broncas brutales, por lo menos hacen un ruidazo de la hostia. Anoche Kowalski creo que salió mal parada de la trifulca porque incluso se vino debajo de mi silla y no había forma de que se moviera de mi lado. Ahora sin embargo están echadas en la misma camita con las cabezas pegadas y no parece que ninguna tenga miedo de la otra. No entiendo nada.
La verdad es que ahora mismo no tengo tiempo ni de leer ni de ver pelis ni de guasear ni de nada porque me paso todo el rato observando a ver qué hacen las prendas lerendas. Esto es un mundo de verdad apasionante. Todo lo más me meto en Internet a leer cosas sobre perros a ver si aprendo algo y consigo enterarme de cuál es mi papel en todo esto. También me ayuda mucho mi novio, que se pasa la vida metido en páginas de adiestramiento canino y asesorándome. Pero de todas formas a mí me gusta buscar en mis propias fuentes porque toda información es poca. Y de verdad que esta vez tengo ganas de hacerlo bien y de que mis perritas sean felices pero estén bien educadas.
Leo en todas partes que cuando los perros se enzarzan en peleas lo suyo es dejarlos a su bola para que ellos solitos determinen quién es el líder. Con los perros no valen los principios democráticos, ellos tienen clara la jerarquía y esos son los valores por los que se rigen. Así pues cuando en un mismo territorio convive más de un animal sienten la necesidad de establecer esas jerarquías. Y aquí viene lo mejor: el dueño tiene que respetar esa jerarquía que ellos han establecido.
Vamos, que nada de ir a acariciar y consolar al perrito que sale mal parado de una pelea por mucha penilla que te dé y por muchas ganas que tengas de acogerlo en tu seno. Eso podría enfurecer al líder y llevarlo a romperle la próxima vez el pescuezo. Lo que tú tienes que hacer como dueña de pro es acariciar al líder, o sea, al dominante, al hijoputa, al explotador, al puto amo, y dejar que el otro se lama solo las heridas. Y en todo caso cuando el otro no te vea si eso ya te acercas y le haces mimitos al perjudicao.
Diossssss, qué duro es esto!!!! Porque a mí lo que me sale del alma es irme pa mi Kova, que al parecer es la perdedora en todas las trifulcas, y comérmela a besos. Y a Martínez echarle una bronca del copón y castigarla de cara a la pared. Esto haría si fueran niños y es lo que me gustaría poder hacer, pero por lo visto es totalmente contraproducente porque me arriesgo a que Martínez se coma viva a Kova en el próximo rifirrafe.
En cuestiones perrunas la justicia y la igualdad no tienen cabida. Sólo ellos pueden decidir cómo van a relacionarse y tú sólo puedes aceptar su decisión. Vamos, que de puta ama nasti de plasti, tú eres una mandá y punto. Pero esto es lo que te dicen en todas las páginas sobre perros.
El otro día escuché en un programa de radio que los perros siberianos que llevan trineos, que van en grupos pero siempre con un líder al frente, tienen que tener muy claras esas jerarquías, porque los lleva una persona y si todos fueran unos iguales no tendrían el menor problema en volverse y comerse a esa persona. Por eso les tiene que quedar claro desde el principio que el amo es la persona que los lleva y que luego hay un líder de la manada, que siempre come primero y es el primero en todo, por supuesto después de la persona. Y al final lo que queda de comida, de agua o de lo que sea se les da a los otros y ya que se maten entre ellos por pillar cacho.
Así pues me olvido de mi relación con el Manolo, que era muy en plan colegas, de igual a igual, y aquí a dejar claras las jerarquías desde el principio, y a respetar lo que salga de los combates entre las leonas. Y a mi Kova, por muy buena y noblota y tranquila que sea... pues a dejarla en manos de la fiera corrupia dominanta de Marti.
Ayyyyyy qué duro va a ser esto!!!!!! Porque a mí lo que de verdad me pìde el cuerpo es coger a Kova en brazos y protegerla y darle cariñitos y hartarla a besos, pero no puedoooooooor!!!!!
Que sí, que son perros, ya lo sé, que no se les puede humanizar, también lo sé. Pero cuando Kova me mira a los ojos con su mirada dócil y enamorada, yo lo siento, me hago agua. Y cuando me mira Martínez con sus ojillos pícaros y traviesos lo que me entran ganas es de pegarle una regañina y mandarla al rincón de pensar sin comer y sin ladrar. Y si pudiera la pondría de rodillas con un manual de Bioquímica en la cabeza.
Al final va a ser que la que tengo que reeducarme voy a ser yo. Ufffffff, saldré de esta convertida en puta ama o en puta cabra?
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domingo, 26 de marzo de 2017
domingo, 19 de marzo de 2017
Martínez y Kowalski: un reto educativo
Queridos lectores, como sabéis hace unos días adopté unas perrillas de la perrera municipal y ahora mismo gran parte de mis intereses se centran en ellas, en nuestras aventuras y desventuras como compañeras de piso y en su adaptación al medio doméstico.
En términos generales mis chicas son bastante buenas y obedientes, Martínez un poco más nerviosilla que Kowalski y pelín tocapelotas porque no la deja tranquila nunca. Kowalski es muy pachona pero Martínez necesita compañera de juegos y no se resigna a ser ignorada, así que ahí que va, a incordiar todo lo que puede. Además tiene una cara de bichillo! A la pobre Kowalski la tiene frita.
Este finde ha sido muy provechoso educativamente hablando. He recibido muy buenos consejos de personas bastante sabias y autorizadas en el tema perruno y me he decidido a empezar a educar a mis nenas para convertirlas en unas perritas de pro de las que poder sentirme orgullosa cuando las presente en sociedad. Hasta ahora me he limitado a darles mucho cariño y calor de hogar para que se sientan queridas, seguras y tranquilas, para que pierdan el miedo a ser abandonadas y gocen de cosas normales de la vida perruna, como pasear con su dueña, relacionarse con otros congéneres y cosas así. Pero ahora ha llegado el momento de la verdad, hay que empezar a trabajar, chicas.
Lo primero ha sido bajarlas del sofá, donde habían anidado tan ricamente a cuenta de la pena que me daban. Llegaron las pobres un día infernal de lluvia y frío y no paraban de tiritar. Las sequé, las abracé, les di todos los mimos que soy capaz de dar, les puse el radiador y naturalmente las alojé en el sofá, tapadas con sendas mantitas, y las pobres de ahí no se movieron en un día entero. No bajaron al suelo ni a mear ni a cagar, tal era su agotamiento y su miedo.
En el tema de la comida desde el principio, por mucha penilla que me diera, he sido tajante: pienso y punto pelota. De vez en cuando les doy alguna guarrerida como chuches perrunas, trozos de salchichas o de jamón de pavo, pero siempre a modo de premio cuando logran una hazaña. Pero con lo del sofá hasta ahora no me había atrevido. Las veía tan felices apalancadas cada una en su lado del ring!
Pero claro, con el tiempo se estaban haciendo con el territorio y yo empezaba a ser poco menos que su igual, y eso no podía ser. Yo tengo que ser la puta ama y eso tiene que ser indiscutible. De igual a igual nada de nada, monadas. De manera que he aprovechado el finde para modificar el estado de la cuestión y sacar todas mis armas de dominatrix encantadora de perros.
Y así llevo todo el día de hoy. Levantándome tooooooooooodo el tiempo para agarrarlas del collar cuando se suben al sofá y arrastrarlas hasta la camita que les he preparado justo enfrente.
Al principio me ha ayudado mi novio, que el pobre lleva todos estos días empapándose de vídeos en el Youtube sobre educación canina (Ayyyyy que lo quiero!). Él me ha enseñado cómo va el tema y las primeras veces lo ha hecho él, pero luego cuando se ha ido ya he seguido yo el sistema. Que se sube una... ahí voy yo y sin decir palabra (esto me lo han recomendado todos los sabios perrunos) la agarro del pescuezo y la bajo y la coloco en su colchón. Y así una vez y otra y otra y otra... he debido de hacerlo como unas 965 veces aproximadamente. Ya véis, llevo una jornada dominical la mar de entretenida. Pero la educación canina es así, requiere esfuerzo y tesón.
La verdad es que ya simplemente cuando veo a alguna acercarse al sofá hago "cheeeeee" y la disuado de momento. Son muy buenas mis niñas. Ahora mismo están ahí tumbadas, cada mochuela en su olivo, pero mirándome de reojo y estudiándome concienzudamente. De vez en cuando alguna, sobre todo Martínez, se levanta y se acerca sigilosamente al sofá. Y entonces yo digo "cheeeeeee" y se vuelve cabizbaja a su sitio.
Estoy flipando de ver todas las cosas que estoy consiguiendo en tan poco tiempo. Sólo es cuestión de paciencia y cariño y tener las cosas claras. Martínez ya sube las escaleras. Es verdad que a veces hay que tirar de ella pero ya casi que va cogiendo velocidad, avanza por días. Kowalski es bueníiiiiiiiisima, es dócil, noble, tranquila... Ya no le dan ataques de ansiedad, salvo cuando me paso mucho tiempo fuera y me ve. Entonces se ponen atacadas las dos. Pero también he aprendido a entrar en casa y en lugar de hacerles fiestas ni nada cuando están así lo que hago es ignorarlas y ponerme a hacer cosas hasta que veo que se tranquilizan, y ya entonces me acerco y les hago todas las caricias que he reprimido y les digo cositas y me sale toda la vena de dueña babosa y amorosa que llevo dentro.
Sé que no va a ser tan fácil. Probablemente durante muchos días intentarán buscarme las vueltas para subirse al sofá. Seguro que tendré que levantarme a bajarlas otras 976.937 veces más. Tengo que armarme de valor y mostrar mucha seguridad en mí misma y muchas dotes de mando. Pero soy una tía cabezona y disciplinada y cuando me propongo algo casi siempre, si la cosa solo depende de mí, lo consigo.
En fin, seguiré informando de mis progresos y retrocesos. Y como siempre digo, al que no le interese este tema con no leerme tiene bastante.
Ya está Martínez otra vez roneando el sofá. Hijaputa, qué sinvergüenza es! Allá voy!
CHEEEEEEEEEE!
En términos generales mis chicas son bastante buenas y obedientes, Martínez un poco más nerviosilla que Kowalski y pelín tocapelotas porque no la deja tranquila nunca. Kowalski es muy pachona pero Martínez necesita compañera de juegos y no se resigna a ser ignorada, así que ahí que va, a incordiar todo lo que puede. Además tiene una cara de bichillo! A la pobre Kowalski la tiene frita.
Este finde ha sido muy provechoso educativamente hablando. He recibido muy buenos consejos de personas bastante sabias y autorizadas en el tema perruno y me he decidido a empezar a educar a mis nenas para convertirlas en unas perritas de pro de las que poder sentirme orgullosa cuando las presente en sociedad. Hasta ahora me he limitado a darles mucho cariño y calor de hogar para que se sientan queridas, seguras y tranquilas, para que pierdan el miedo a ser abandonadas y gocen de cosas normales de la vida perruna, como pasear con su dueña, relacionarse con otros congéneres y cosas así. Pero ahora ha llegado el momento de la verdad, hay que empezar a trabajar, chicas.
Lo primero ha sido bajarlas del sofá, donde habían anidado tan ricamente a cuenta de la pena que me daban. Llegaron las pobres un día infernal de lluvia y frío y no paraban de tiritar. Las sequé, las abracé, les di todos los mimos que soy capaz de dar, les puse el radiador y naturalmente las alojé en el sofá, tapadas con sendas mantitas, y las pobres de ahí no se movieron en un día entero. No bajaron al suelo ni a mear ni a cagar, tal era su agotamiento y su miedo.
En el tema de la comida desde el principio, por mucha penilla que me diera, he sido tajante: pienso y punto pelota. De vez en cuando les doy alguna guarrerida como chuches perrunas, trozos de salchichas o de jamón de pavo, pero siempre a modo de premio cuando logran una hazaña. Pero con lo del sofá hasta ahora no me había atrevido. Las veía tan felices apalancadas cada una en su lado del ring!
Pero claro, con el tiempo se estaban haciendo con el territorio y yo empezaba a ser poco menos que su igual, y eso no podía ser. Yo tengo que ser la puta ama y eso tiene que ser indiscutible. De igual a igual nada de nada, monadas. De manera que he aprovechado el finde para modificar el estado de la cuestión y sacar todas mis armas de dominatrix encantadora de perros.
Y así llevo todo el día de hoy. Levantándome tooooooooooodo el tiempo para agarrarlas del collar cuando se suben al sofá y arrastrarlas hasta la camita que les he preparado justo enfrente.
Al principio me ha ayudado mi novio, que el pobre lleva todos estos días empapándose de vídeos en el Youtube sobre educación canina (Ayyyyy que lo quiero!). Él me ha enseñado cómo va el tema y las primeras veces lo ha hecho él, pero luego cuando se ha ido ya he seguido yo el sistema. Que se sube una... ahí voy yo y sin decir palabra (esto me lo han recomendado todos los sabios perrunos) la agarro del pescuezo y la bajo y la coloco en su colchón. Y así una vez y otra y otra y otra... he debido de hacerlo como unas 965 veces aproximadamente. Ya véis, llevo una jornada dominical la mar de entretenida. Pero la educación canina es así, requiere esfuerzo y tesón.
La verdad es que ya simplemente cuando veo a alguna acercarse al sofá hago "cheeeeee" y la disuado de momento. Son muy buenas mis niñas. Ahora mismo están ahí tumbadas, cada mochuela en su olivo, pero mirándome de reojo y estudiándome concienzudamente. De vez en cuando alguna, sobre todo Martínez, se levanta y se acerca sigilosamente al sofá. Y entonces yo digo "cheeeeeee" y se vuelve cabizbaja a su sitio.
Estoy flipando de ver todas las cosas que estoy consiguiendo en tan poco tiempo. Sólo es cuestión de paciencia y cariño y tener las cosas claras. Martínez ya sube las escaleras. Es verdad que a veces hay que tirar de ella pero ya casi que va cogiendo velocidad, avanza por días. Kowalski es bueníiiiiiiiisima, es dócil, noble, tranquila... Ya no le dan ataques de ansiedad, salvo cuando me paso mucho tiempo fuera y me ve. Entonces se ponen atacadas las dos. Pero también he aprendido a entrar en casa y en lugar de hacerles fiestas ni nada cuando están así lo que hago es ignorarlas y ponerme a hacer cosas hasta que veo que se tranquilizan, y ya entonces me acerco y les hago todas las caricias que he reprimido y les digo cositas y me sale toda la vena de dueña babosa y amorosa que llevo dentro.
Sé que no va a ser tan fácil. Probablemente durante muchos días intentarán buscarme las vueltas para subirse al sofá. Seguro que tendré que levantarme a bajarlas otras 976.937 veces más. Tengo que armarme de valor y mostrar mucha seguridad en mí misma y muchas dotes de mando. Pero soy una tía cabezona y disciplinada y cuando me propongo algo casi siempre, si la cosa solo depende de mí, lo consigo.
En fin, seguiré informando de mis progresos y retrocesos. Y como siempre digo, al que no le interese este tema con no leerme tiene bastante.
Ya está Martínez otra vez roneando el sofá. Hijaputa, qué sinvergüenza es! Allá voy!
CHEEEEEEEEEE!
viernes, 10 de marzo de 2017
Estudio etológico de Martínez y Kowalski
En el capítulo anterior de "Mi vida con las supernenas" ha escrito un comentario la amiga Yo diciendo que es aficionada a la Etología. Confieso que no tenía ni puta idea de lo que era la cosa esa, así que me he puesto a googlear y así he descubierto que la Etología es la ciencia que estudia el comportamiento animal. Bueno, pues una palabra más que he aprendido.
También me dice que seguirá leyendo mis aventuras y desventuras, entiendo que para asesorarme cuando tenga tiempo y ocasión. Así que voy a informar de nuestros progresos y sobre todo de las cosas de las perrillas que más me llaman la atención, por si Yo o cualquier otro visitante tiene a bien darme algún consejillo de utilidad.
Para empezar las dos le tienen un miedo enfermizo a la calle. Kowalski poquito a poco se va espabilando pero de todas formas cuando me ven acercarme con la correa se ponen nerviosísimas. A Martínez directamente hay que sacarla a rastras. Luego una vez en la calle ya anda, con reticencias pero anda, pero si quiero entrar a algún sitio o incluso a mi propio portal se tira al suelo y no hay manera. Kowalski se pasa todo el camino mirándome y pegando saltos y metiéndose entre mis piernas por lo que el paseo es complicado e incluso arriesgado. Entre los empujones que se pegan ellas y los líos que se forman con las correas y con mis piernas salir con ellas es un deporte de riesgo que me río yo del puenting.
Volver a casa es otro poema porque Martínez se niega en redondo a subir un solo escalón por lo que tengo que cogerla en brazos mientras procuro que Kowalski suba sin enredarse entre mis piernas o con mi bolso. En fin, que llego a casa destrozada, estresada y muerta como si acabara de correr la maratón de Nueva York.
Hay quien me aconseja que no las saque si no quieren y quien me aconseja todo lo contrario, que hay que sacarlas sí o sí y que se vayan acostumbrando a la calle y a la idea de que no las voy a abandonar y que siempre volvemos a casa. Al principio las sacaba por turnos y desde luego era más cómodo para mí pero luego me aconsejaron que las acostumbrara a salir juntas y en ello estoy. Pero ya digo que me parece más duro que participar en una competición de Triatlón.
En casa son totalmente diferentes, la noche y el día, y no solo porque una sea negra total y la otra rubia. Lo único en lo que se parecen es en que cuando llego a casa pegan unos triples saltos mortales alucinantes, por supuesto enredándose entre ellas, pisoteándose, mordiéndose, empujándose y obstaculizándose la una a la otra todo lo que pueden. Lo mismo pasa si me acerco a acariciar a una, que la otra acude de inmediato, pega el empujón correspondiente y se sitúa por delante para que la acaricie a ella.
Kowalski curiosamente es más parada en casa. Es difícil moverla del rincón del sofá que ha elegido como refugio. Se baja para mear, cagar y comer pero nada más. Ni aunque intente sobornarla con chuches, se ve que sufre y se plantea bajar pero no termina de decidirse. Tiene un miedo atroz a bajar del sofá. Ni siquiera se acerca a la terraza.
Martínez en cambio es una exploradora nata. Todo el espacio que tengo habilitado para ellas se lo tiene requeteestudiado y si abro la terraza se sale y se apalanca al sol como una lagartija. En eso es muy parecida a mi Manolo, que era un lagarto nato. Es muy graciosa porque cuando estoy en la cocina viene y asoma la cabeza pero cuando voy hacia ella sale corriendo a esconderse. Viene detrás de mí a todas partes y no me quita ojo. Kowalski también me mira fijamente todo el rato pero sin moverse del sofá. No se pierden detalle de nada de lo que hago.
Martínez ya no ladra tanto. Es bastante obediente cuando le riño. En general se ponen bastante mohínas cuando me enfado con ellas. Se encogen y se meten en su rincón si las miro ceñudamente y pongo voz de madrastrona. Con poner los brazos en jarras ya se repliegan y se tiran un rato sin moverse.
A Martínez le gusta morder las cosas. Eso me preocupa porque temo que se le forme una bola en el estómago. He observado que se come hilos de las mantas y que intenta morder la tela del sofá. Cuando estoy yo le riño y deja de hacerlo pero pasan tanto rato solas que me da miedo que lo haga cuando no la veo. Por eso de momento no las dejo solas con la terraza abierta mucho tiempo, porque temo que se coma el cañizo protector y haga un agujero por el que se pueda caer. Una amiga también aficionada a la Etología perruna me dijo que no me preocupara, que tienen vértigo y no se asoman a los balcones pero no me fío de que no me haya tocado una perra suicida que no le tenga miedo a las alturas.
La comida. Se ve que donde hayan estado comían de todo porque les está costando bastante hacerse a la idea de que solo van a comer pienso. Esto es algo que tengo muy claro porque después de lo que me pasó con Manolo no pienso arriesgarme a darles nada que les pueda perjudicar y la mejor forma de asegurarme es no dándoles nada que no sea específicamente para perros. Intentaré darles premios y algunos caprichitos caninos de vez en cuando pero nunca comida de personas. De momento ya van aceptando que cuando voy con mi comida ni se me acerquen, pero les cuesta. Me da penilla porque para Manolo comer manjares humanos era un gran placer y me gustaría que ellas también pudieran gozarlo pero en eso sí que todos mis consejeros, incluída la veterinaria, han sido tajantes: SOLO COMIDA PARA PERROS.
Duermen muy bien. Cruzo los dedos por si acaso. Por la noche cuando les apago la luz chapan y ya hasta que no me sienten por la mañana no las escucho. Alguna que otra vez en medio de la noche Martínez ha ladrado un poco pero he dado un golpe en la pared y se ha callado de momento.
Kowalski es propensa a los ataques de ansiedad. Cuando se tira mucho tiempo sin verme y llego a casa incluso llora, supongo que de los nervios o la emoción. Martínez es más pasota, va más a su bola. Siempre y cuando Kowalski no se me acerque ni yo a ella, porque si lo hago inmediatamente se pone celosa y acude rauda a pedir su ración de cariñitos. Me recuerda muchísimo al Manolo, es digna heredera suya pero mucho menos esaboría, que mi perrillo era famoso en el barrio por sus malas pulgas y por su principio vital de que la calle era suya y solo suya.
Supongo que todas estas cosas las iremos puliendo con el tiempo. No hace todavía ni una semana que están en casa y me parece que no se lo terminan de creer pero hemos hecho muchos avances. Siguen asustadas, me da la sensación de que si están mucho tiempo solas creen que ya no voy a aparecer, que las han vuelto a abandonar y por eso se ponen tan nerviosas cuando comprueban que no.
De momento lo que más me preocupa es esa afición de Marti por comerse las cosas y la tosecilla que tiene, que aunque le estoy dando antibióticos no se le termina de quitar.
En fin, seguiré informando. Gracias anticipadas a todos los etólogos aficionados o profesionales que se avengan a echarme una mano en la crianza de mis supernenas.
También me dice que seguirá leyendo mis aventuras y desventuras, entiendo que para asesorarme cuando tenga tiempo y ocasión. Así que voy a informar de nuestros progresos y sobre todo de las cosas de las perrillas que más me llaman la atención, por si Yo o cualquier otro visitante tiene a bien darme algún consejillo de utilidad.
Para empezar las dos le tienen un miedo enfermizo a la calle. Kowalski poquito a poco se va espabilando pero de todas formas cuando me ven acercarme con la correa se ponen nerviosísimas. A Martínez directamente hay que sacarla a rastras. Luego una vez en la calle ya anda, con reticencias pero anda, pero si quiero entrar a algún sitio o incluso a mi propio portal se tira al suelo y no hay manera. Kowalski se pasa todo el camino mirándome y pegando saltos y metiéndose entre mis piernas por lo que el paseo es complicado e incluso arriesgado. Entre los empujones que se pegan ellas y los líos que se forman con las correas y con mis piernas salir con ellas es un deporte de riesgo que me río yo del puenting.
Volver a casa es otro poema porque Martínez se niega en redondo a subir un solo escalón por lo que tengo que cogerla en brazos mientras procuro que Kowalski suba sin enredarse entre mis piernas o con mi bolso. En fin, que llego a casa destrozada, estresada y muerta como si acabara de correr la maratón de Nueva York.
Hay quien me aconseja que no las saque si no quieren y quien me aconseja todo lo contrario, que hay que sacarlas sí o sí y que se vayan acostumbrando a la calle y a la idea de que no las voy a abandonar y que siempre volvemos a casa. Al principio las sacaba por turnos y desde luego era más cómodo para mí pero luego me aconsejaron que las acostumbrara a salir juntas y en ello estoy. Pero ya digo que me parece más duro que participar en una competición de Triatlón.
En casa son totalmente diferentes, la noche y el día, y no solo porque una sea negra total y la otra rubia. Lo único en lo que se parecen es en que cuando llego a casa pegan unos triples saltos mortales alucinantes, por supuesto enredándose entre ellas, pisoteándose, mordiéndose, empujándose y obstaculizándose la una a la otra todo lo que pueden. Lo mismo pasa si me acerco a acariciar a una, que la otra acude de inmediato, pega el empujón correspondiente y se sitúa por delante para que la acaricie a ella.
Kowalski curiosamente es más parada en casa. Es difícil moverla del rincón del sofá que ha elegido como refugio. Se baja para mear, cagar y comer pero nada más. Ni aunque intente sobornarla con chuches, se ve que sufre y se plantea bajar pero no termina de decidirse. Tiene un miedo atroz a bajar del sofá. Ni siquiera se acerca a la terraza.
Martínez en cambio es una exploradora nata. Todo el espacio que tengo habilitado para ellas se lo tiene requeteestudiado y si abro la terraza se sale y se apalanca al sol como una lagartija. En eso es muy parecida a mi Manolo, que era un lagarto nato. Es muy graciosa porque cuando estoy en la cocina viene y asoma la cabeza pero cuando voy hacia ella sale corriendo a esconderse. Viene detrás de mí a todas partes y no me quita ojo. Kowalski también me mira fijamente todo el rato pero sin moverse del sofá. No se pierden detalle de nada de lo que hago.
Martínez ya no ladra tanto. Es bastante obediente cuando le riño. En general se ponen bastante mohínas cuando me enfado con ellas. Se encogen y se meten en su rincón si las miro ceñudamente y pongo voz de madrastrona. Con poner los brazos en jarras ya se repliegan y se tiran un rato sin moverse.
A Martínez le gusta morder las cosas. Eso me preocupa porque temo que se le forme una bola en el estómago. He observado que se come hilos de las mantas y que intenta morder la tela del sofá. Cuando estoy yo le riño y deja de hacerlo pero pasan tanto rato solas que me da miedo que lo haga cuando no la veo. Por eso de momento no las dejo solas con la terraza abierta mucho tiempo, porque temo que se coma el cañizo protector y haga un agujero por el que se pueda caer. Una amiga también aficionada a la Etología perruna me dijo que no me preocupara, que tienen vértigo y no se asoman a los balcones pero no me fío de que no me haya tocado una perra suicida que no le tenga miedo a las alturas.
La comida. Se ve que donde hayan estado comían de todo porque les está costando bastante hacerse a la idea de que solo van a comer pienso. Esto es algo que tengo muy claro porque después de lo que me pasó con Manolo no pienso arriesgarme a darles nada que les pueda perjudicar y la mejor forma de asegurarme es no dándoles nada que no sea específicamente para perros. Intentaré darles premios y algunos caprichitos caninos de vez en cuando pero nunca comida de personas. De momento ya van aceptando que cuando voy con mi comida ni se me acerquen, pero les cuesta. Me da penilla porque para Manolo comer manjares humanos era un gran placer y me gustaría que ellas también pudieran gozarlo pero en eso sí que todos mis consejeros, incluída la veterinaria, han sido tajantes: SOLO COMIDA PARA PERROS.
Duermen muy bien. Cruzo los dedos por si acaso. Por la noche cuando les apago la luz chapan y ya hasta que no me sienten por la mañana no las escucho. Alguna que otra vez en medio de la noche Martínez ha ladrado un poco pero he dado un golpe en la pared y se ha callado de momento.
Kowalski es propensa a los ataques de ansiedad. Cuando se tira mucho tiempo sin verme y llego a casa incluso llora, supongo que de los nervios o la emoción. Martínez es más pasota, va más a su bola. Siempre y cuando Kowalski no se me acerque ni yo a ella, porque si lo hago inmediatamente se pone celosa y acude rauda a pedir su ración de cariñitos. Me recuerda muchísimo al Manolo, es digna heredera suya pero mucho menos esaboría, que mi perrillo era famoso en el barrio por sus malas pulgas y por su principio vital de que la calle era suya y solo suya.
Supongo que todas estas cosas las iremos puliendo con el tiempo. No hace todavía ni una semana que están en casa y me parece que no se lo terminan de creer pero hemos hecho muchos avances. Siguen asustadas, me da la sensación de que si están mucho tiempo solas creen que ya no voy a aparecer, que las han vuelto a abandonar y por eso se ponen tan nerviosas cuando comprueban que no.
De momento lo que más me preocupa es esa afición de Marti por comerse las cosas y la tosecilla que tiene, que aunque le estoy dando antibióticos no se le termina de quitar.
En fin, seguiré informando. Gracias anticipadas a todos los etólogos aficionados o profesionales que se avengan a echarme una mano en la crianza de mis supernenas.
martes, 7 de marzo de 2017
Martínez, Kowalski e Inma: conociéndonos
Aun a riesgo de ponerme pesada voy a seguir hablando de mis perrillas. Ahora mismo ocupan prácticamente casi todos mis pensamientos y son mi principal preocupación.
Después de lo de Manolo me he quedado bastante tocadilla y tengo mucho miedo de que les pueda pasar algo a ellas. Además Marti, la pequeña, hace un ruidillo raro, como una especie de tos asmática. Ayer hice de tripas corazón, porque me costaba un huevo volver a ir al veterinario después de mi dramática visita última, y la llevé. No parece que tenga nada de bronquios pero me dijo que muchos animalillos que vienen de la perrera están enfermos y que algunos incluso mueren. No se sabe dónde han estado ni si los han maltratado, si han vivido en pisos o en el campo, con o sin niños. Lo único seguro es que en la perrera han pasado un frío de muerte y necesitan calor de hogar. Y una terapia de adaptación y muuuucha muuuucha paciencia.
Intenté sacarlas de paseo pero tienen pánico a la calle. Lo pasaron fatal, se tiraban al suelo y no había forma de que se movieran. Creo que tienen miedo a volver a ser abandonadas o a que las lleve de vuelta a la perrera. Criaturitas.
Reconozco que ayer tuve un momento pánico muy intenso, algo parecido a cuando eres madre primeriza y el bebé llora y no tienes ni puta idea de lo que le pasa y te sientes aterrorizada porque no sabes si lo vas a hacer bien y crees que la vas a cagar y que menudo embolao en el que te has metido.
Marti se puso a ladrar como una posesa y se tiró así una hora. Yo estaba a punto de echarme a llorar porque no había manera de callarla. No sabía lo que le pasaba ni sabía cómo calmarla. Tuve un momento de desesperación total. Necesito urgentemente un encantador de perros.
Me siento también un poco culpable porque me he lanzado alegremente a la adopción y lo cierto es que yo paso muchas horas fuera de casa. Es verdad que mi jornada es intensiva y luego tengo las tardes libres y los fines de semana enteros pero claro, son muchas horas fuera y estos animalitos necesitan ahora mucha atención. Manolo estaba acostumbrado y además era un perro muy independiente, no me hacía ni puto caso en todo el día, sólo protestaba para que lo sacara. Ellas en cambio son hiperdependientes, sólo quieren estar pegadas a mí, me miran todo el rato y si me levanto del sofá se ponen de los nervios.
Ahora me doy cuenta de la poca vida de sofá que yo hago. En realidad estoy muy poco tiempo sentada en casa. Mis horas de sedentarismo terminan cuando salgo del trabajo porque lo cierto es que en casa no paro, estoy todo el rato de un lado para otro. Y digo que lo noto ahora porque cada vez que me levanto es un poema, se ponen las dos enloquecidas, y me da muchísima pena dejarlas.
Cuando Manolo vino vivíamos todos en casa y si no estaba uno siempre estaba otro; el animal pasaba muy poco tiempo solo. En cambio ellas me tienen a mí y punto pelota. Estos primeros días se está llegando mi hija un rato por la mañana a darles una vuelta y ver cómo están pero eso será hasta que se adapten y se tranquilicen y vean que no las he abandonado; luego tendrán que quedarse solas cuando yo esté trabajando. Supongo que es cuestión de tiempo y de paciencia.
Ufffff, la verdad es que esto es toda una aventura y tengo un montón de miedo de no estar a la altura. Ahora en el trabajo estoy mucho más tranquila pero anoche no me eché a llorar de puro milagro.
En fin, ya os iré contando los progresos que vaya haciendo con las Koplowitz. A quien no le gusten los temas de perros con no leerme tiene bastante.
Y si hay alguien por aquí que sepa de la vida perruna, porfi, todos los consejos son pocos. Reconozco que estoy más perdida que el barco el arroz.
Después de lo de Manolo me he quedado bastante tocadilla y tengo mucho miedo de que les pueda pasar algo a ellas. Además Marti, la pequeña, hace un ruidillo raro, como una especie de tos asmática. Ayer hice de tripas corazón, porque me costaba un huevo volver a ir al veterinario después de mi dramática visita última, y la llevé. No parece que tenga nada de bronquios pero me dijo que muchos animalillos que vienen de la perrera están enfermos y que algunos incluso mueren. No se sabe dónde han estado ni si los han maltratado, si han vivido en pisos o en el campo, con o sin niños. Lo único seguro es que en la perrera han pasado un frío de muerte y necesitan calor de hogar. Y una terapia de adaptación y muuuucha muuuucha paciencia.
Intenté sacarlas de paseo pero tienen pánico a la calle. Lo pasaron fatal, se tiraban al suelo y no había forma de que se movieran. Creo que tienen miedo a volver a ser abandonadas o a que las lleve de vuelta a la perrera. Criaturitas.
Reconozco que ayer tuve un momento pánico muy intenso, algo parecido a cuando eres madre primeriza y el bebé llora y no tienes ni puta idea de lo que le pasa y te sientes aterrorizada porque no sabes si lo vas a hacer bien y crees que la vas a cagar y que menudo embolao en el que te has metido.
Marti se puso a ladrar como una posesa y se tiró así una hora. Yo estaba a punto de echarme a llorar porque no había manera de callarla. No sabía lo que le pasaba ni sabía cómo calmarla. Tuve un momento de desesperación total. Necesito urgentemente un encantador de perros.
Me siento también un poco culpable porque me he lanzado alegremente a la adopción y lo cierto es que yo paso muchas horas fuera de casa. Es verdad que mi jornada es intensiva y luego tengo las tardes libres y los fines de semana enteros pero claro, son muchas horas fuera y estos animalitos necesitan ahora mucha atención. Manolo estaba acostumbrado y además era un perro muy independiente, no me hacía ni puto caso en todo el día, sólo protestaba para que lo sacara. Ellas en cambio son hiperdependientes, sólo quieren estar pegadas a mí, me miran todo el rato y si me levanto del sofá se ponen de los nervios.
Ahora me doy cuenta de la poca vida de sofá que yo hago. En realidad estoy muy poco tiempo sentada en casa. Mis horas de sedentarismo terminan cuando salgo del trabajo porque lo cierto es que en casa no paro, estoy todo el rato de un lado para otro. Y digo que lo noto ahora porque cada vez que me levanto es un poema, se ponen las dos enloquecidas, y me da muchísima pena dejarlas.
Cuando Manolo vino vivíamos todos en casa y si no estaba uno siempre estaba otro; el animal pasaba muy poco tiempo solo. En cambio ellas me tienen a mí y punto pelota. Estos primeros días se está llegando mi hija un rato por la mañana a darles una vuelta y ver cómo están pero eso será hasta que se adapten y se tranquilicen y vean que no las he abandonado; luego tendrán que quedarse solas cuando yo esté trabajando. Supongo que es cuestión de tiempo y de paciencia.
Ufffff, la verdad es que esto es toda una aventura y tengo un montón de miedo de no estar a la altura. Ahora en el trabajo estoy mucho más tranquila pero anoche no me eché a llorar de puro milagro.
En fin, ya os iré contando los progresos que vaya haciendo con las Koplowitz. A quien no le gusten los temas de perros con no leerme tiene bastante.
Y si hay alguien por aquí que sepa de la vida perruna, porfi, todos los consejos son pocos. Reconozco que estoy más perdida que el barco el arroz.
domingo, 5 de marzo de 2017
Martínez y Kowalski: las supernenas
Martínez y Kowalski son mis perrillas. Las he adoptado este fin de semana de la perrera municipal.
Fue amor a primera vista. No fui capaz de elegir a una y dejar allí a la otra. No hubiera podido dormir, habría tenido que ir al día siguiente a recoger a la otra. Habrá quien me llame loca pero es lo que hay. Qué otra cosa podía hacer?
Llovía a cántaros, hacía una pelúa que no veas, y estaban allí, a la intemperie, ateridas. Ellas y decenas de perrillos más. Mecagoenlaputamadre de los cabrones que los han abandonado a todos. Hijosdeputaaaaaaaaa!
A Kowalski me la dieron tiritando. Con el cuerpecito chorreando. Solo quería refugiarse en mi anorak. Se metía debajo de mi brazo temblando. Ufffff, tendríais que haberla visto. Habría que ser de piedra pómez para dejarla allí.
Estuve a punto de llamarla Kowalski de Arimatea pero pensé que era ya demasiado nombre para una perrilla, así que se ha quedado en Kowalski, Kova para los amigos.
Por qué Martínez y Kowalski?
Pues porque no me gustan los nombres habituales de perro. Se llamaban Calabaza y Pascua. Paso. Creo que mis perras, unas supervivientes y unas campeonas, merecen nombres importantes. Únicos.
Y va a ser difícil encontrar otro perro que se llame Martínez o Kowalski.
Kowalski ya hace tiempo que no aparece por aquí. No es probable que se entere de que una de mis perras lleva su nombre. Aunque creo que le habría gustado el detalle.
Martínez no sé cómo se lo tomará. Espero que entienda que es un homenaje a su persona y un gran piropo.
Ahora empieza una gran aventura, la de vivir con mis supernenas. La de criarlas, conocerlas, conseguir que confíen en mí, que no se asusten con cada ruido que escuchan, que no le tengan miedo a la calle, que no crean que si las saco es para dejarlas tiradas. Qué miedo tienen mis perrillas! No lo podríais creer!
Para mí son como las hijitas del Manolo. Son sus descendientes porque gracias a él yo hoy soy la que soy y por él he ido a buscar a las perrillas.
Creo que le habría gustado que fueran chicas; él llevaba muy mal lo de los otros perros. Era muy dominante y muy macho alfa. Creo que estaría encantado en este pequeño gineceo que he montado en casa. Tres cánidas supervivientes. Creo que mis supernenas y yo nos vamos a entender muy bien y que nos vamos a querer mucho.
Para terminar este post unas sevillanas de Paco Candela dedicadas a los hijosdeputa que abandonan perrillos. Casualmente la he escuchado hoy y se me han puesto los pelos como escarpias:
https://www.youtube.com/watch?v=XiQ-Ze9Wg60
Un amigo no se deja en la calle, cabroneeeeeees! Mamarrachoooooooos!!!!!!
Fue amor a primera vista. No fui capaz de elegir a una y dejar allí a la otra. No hubiera podido dormir, habría tenido que ir al día siguiente a recoger a la otra. Habrá quien me llame loca pero es lo que hay. Qué otra cosa podía hacer?
Llovía a cántaros, hacía una pelúa que no veas, y estaban allí, a la intemperie, ateridas. Ellas y decenas de perrillos más. Mecagoenlaputamadre de los cabrones que los han abandonado a todos. Hijosdeputaaaaaaaaa!
A Kowalski me la dieron tiritando. Con el cuerpecito chorreando. Solo quería refugiarse en mi anorak. Se metía debajo de mi brazo temblando. Ufffff, tendríais que haberla visto. Habría que ser de piedra pómez para dejarla allí.
Estuve a punto de llamarla Kowalski de Arimatea pero pensé que era ya demasiado nombre para una perrilla, así que se ha quedado en Kowalski, Kova para los amigos.
Por qué Martínez y Kowalski?
Pues porque no me gustan los nombres habituales de perro. Se llamaban Calabaza y Pascua. Paso. Creo que mis perras, unas supervivientes y unas campeonas, merecen nombres importantes. Únicos.
Y va a ser difícil encontrar otro perro que se llame Martínez o Kowalski.
Kowalski ya hace tiempo que no aparece por aquí. No es probable que se entere de que una de mis perras lleva su nombre. Aunque creo que le habría gustado el detalle.
Martínez no sé cómo se lo tomará. Espero que entienda que es un homenaje a su persona y un gran piropo.
Ahora empieza una gran aventura, la de vivir con mis supernenas. La de criarlas, conocerlas, conseguir que confíen en mí, que no se asusten con cada ruido que escuchan, que no le tengan miedo a la calle, que no crean que si las saco es para dejarlas tiradas. Qué miedo tienen mis perrillas! No lo podríais creer!
Para mí son como las hijitas del Manolo. Son sus descendientes porque gracias a él yo hoy soy la que soy y por él he ido a buscar a las perrillas.
Creo que le habría gustado que fueran chicas; él llevaba muy mal lo de los otros perros. Era muy dominante y muy macho alfa. Creo que estaría encantado en este pequeño gineceo que he montado en casa. Tres cánidas supervivientes. Creo que mis supernenas y yo nos vamos a entender muy bien y que nos vamos a querer mucho.
Para terminar este post unas sevillanas de Paco Candela dedicadas a los hijosdeputa que abandonan perrillos. Casualmente la he escuchado hoy y se me han puesto los pelos como escarpias:
https://www.youtube.com/watch?v=XiQ-Ze9Wg60
Un amigo no se deja en la calle, cabroneeeeeees! Mamarrachoooooooos!!!!!!
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