martes, 7 de febrero de 2023

Dondequiera que ella ande siempre será la Inma Grande

Una vez más el cáncer se lleva a alguien de mi familia. Después de la dolorosa muerte de mi sobrina Helena hace tres años, ahora le toca a mi prima Inma. Se lo detectaron al mismo tiempo que a Helena, creo que pudo ser incluso la misma semana. Vivieron a la vez todo el sufrimiento, el palo, los tratamientos, las operaciones, hasta que Helena se fue, la pobre sólo aguantó siete meses. Mi prima ha logrado sobrevivir tres años, tres años preciosos gracias a los cuales ha podido conocer a sus nietecitos, con toda la felicidad que eso le ha reportado y la ha ayudado en este tiempo de sufrimiento, dolor y miedo. Sus hijos y sus nietos han sido el motor que la levantaba cada vez que caía y volvía a caer. Esta terrible enfermedad no conoce la compasión.

Lo peor es que ella, que trabajaba en la sanidad, había visto pasar, antes del suyo, muchos otros cánceres, de familiares y amigos. Nunca le agradeceré bastante su apoyo durante las enfermedades de mi madre, mi padre y mi sobrina. Siempre pendiente, preguntando a los médicos, abordándolos por los pasillos para pedirles información, la misma que inmediatamente pasaba a la familia, atendiendo a las necesidades de todos, contestando a nuestras dudas, resolviendo papeletas. Nunca nos falló, siempre estaba ahí, incluso durante la enfermedad de Helena, que coincidió en el tiempo con la suya. Tuvo que ser muy duro verla languidecer, consumirse y finalmente morir, cuando ella misma tenía un futuro igualmente incierto. 

Sé que el paciente oncológico tiende al autoengaño, porque lo necesita para sobrevivir. Necesita creer que todo el sufrimiento que está pasando va a tener un buen fin. Las caídas y recaídas le hunden pero para volver a levantarse y continuar en la lucha tiene que creer firmemente que se va a salvar. Así ha sido siempre en mi familia. Helena, por ejemplo, no se dio por vencida en ningún momento. El mismo día de su muerte seguía pensando que, aunque los médicos la habían desahuciado, estaban equivocados, ella iba a demostrarles que estaban en un error. Mi prima no creo que haya podido permitirse esa pequeña alegría. Al menos no en los últimos tiempos. Ha tenido que luchar contra su dura experiencia, ha tenido que ver cómo le iban  pasando las mismas cosas que ya había visto y que terminaban inexorablemente en la muerte. 

Ha tenido que enfrentarse también al miedo a morir que todos tenemos, y a la pena de perderse tantos momentos que les quedan por vivir a sus hijos y nietos, momentos en los que ella no podrá estar. Estará como está mi madre en nuestras vidas, siempre presente en el recuerdo, pero ausente en las fotos, en los abrazos, en los brindis. Quedará ese espacio vacío en la mesa, en la cocina, en la casa... ese dolor que con el tiempo se va difuminando pero que nunca se termina de ir del todo. Quedarán las charlas que sus hijos, su marido, sus hermanas, su madre, toda la familia, sin duda tendrán con ella. Mirando su foto, mirando al cielo, las estrellas, el mar, seguro que le hablarán mucho, y le contarán todo lo que pasa, y la harán partícipe de sus vidas, porque ellos necesitarán que siga ahí, que no se vaya.  Como siempre digo, las personas nunca mueren del todo mientras permanezcan en el recuerdo de alguien. 

Por eso sus hijos hablarán de ella a sus nietos, y les contarán anécdotas, y perpetuarán las tradiciones que ella creó. Esta comida la preparaba la abuela, este cuento te lo leía por las noches, esta canción la cantaba cuando estaba contenta. Todos los que hemos perdido a nuestras madres tenemos ese empeño en que nuestros hijos las recuerden. Yo, por ejemplo, tengo un inmenso retrato de la mía en el salón, es una presencia constante, está detrás de nosotros en las fotos, ahí presidiendo las comidas navideñas, las reuniones, todas las celebraciones. 

Mi prima era algo mayor que yo, y como mis padres tuvieron la genial idea de repetir nombre en la familia (odio los nombres repetidos) se quedó para siempre con el sobrenombre de la Inma Grande, y yo pasé a ser la Inma Chica. Y aunque tenga ya esta provecta edad seguiré siendo la Inma Chica para los restos, y ella, aunque ya no esté entre nosotros, seguirá siendo en nuestra familia la Inma Grande.  

Desde aquí un abrazo enorme a  Paco, a Sonia, a Carlos, a mis primas y a mi tía Estrella.  Le ha tocado a la pobre pasar también por el dolor más grande que existe para una madre, perder a un hijo.  Siguiendo la terrible tradición por la que ya pasaron mi madre, mi tía Rafi y mi hermana. Y otro abrazo eterno para la Inma Grande, dondequiera que ande. Gracias por todo, primi.


2 comentarios:

  1. Pues se me ha metido algo en el ojo.

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  2. Quiero colgar aquí un comentario de mi prima Maricarmen, que lo ha intentado publicar ella en el blog y no ha podido. En su nombre lo copio yo:

    Así es la vida, un día lloras de alegría y otro lloras de tristeza.
    Ayer mi sobrina de corazón me da la noticia de que está embarazada y hoy me dan la noticia de que se nos ha ido una prima de corazón.
    Hace unos días también nos dejo un amigo común de las dos, Mariano. Amigo y compañero de trabajo de ella, y el marido de mi amiga Toñi.
    Esta cruel enfermedad, a cuanta gente querida se está llevando.
    Mi padre, que no es muy amigo de los whatsapp, me dijo ayer, tengo un mensaje de Pilar, tu tía, a veces se preguntan por la salud y hablan. Yo llegue tarde a casa y le dije mañana lo vemos y le contestamos. Así que esta mañana lo vimos y nos quedamos con una gran tristeza.
    Mi querida Inma Grande, en mi recuerdos de niñez, allí esta ella y sus hermanas, que para mi eran mis primas grandes. Cuando eres pequeña no entiendes de parentescos, para ti son tus tíos y tus primos, esos con los que pasas los domingos en el campo, con los que has disfrutado algunas Navidades, con los que compartes cualquier evento familiar.
    Siempre le estuve y estaré agradecida. En la enfermedad de mi madre, ella siempre nos echaba un cable, en las citas médicas, en las pruebas, en los ingresos. Siempre dispuesta, con esa dulzura y ese cariño que te daba.
    Allí siempre estuvo, en los momentos buenos, en los difíciles y en los complicados.
    Mujer buena, valiente, luchadora. Grande toda ella.
    En estos momentos nos gustaría poder estar más cerca, estar con vosotros, dar un poco de consuelo, dar un fuerte abrazo a Estrella, a Paco, a Mari Estrella, a Lourdes, a sus hijos y a toda nuestra querida familia.
    Desde aquí os mandamos todo nuestro cariño en estos momentos tan duros.
    Pues sí, prima Inma Chica, allí dondequiera que ella ande siempre será la Inma Grande.

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