jueves, 29 de agosto de 2019

Plácido

Plácido Domingo ha sido acusado por nueve mujeres de haber abusado sexualmente de ellas hace aproximadamente unos 30 años. Las denuncias son anónimas, salvo una que ha dado la cara y ha contado públicamente su experiencia. Relata la denunciante que el cantante le propuso que se fuera a su casa con él y que eso la hizo sentir muy incómoda. Finalmente se fue, y al parecer mantuvo relaciones con el señor Domingo en varias ocasiones, pero en realidad ella no quería mantener esas relaciones. La señora muestra a la cámara varias fotos con el tenor, tomadas años después de los supuestos abusos. Fotos de ella con su hija y con Plácido, fotos de ellos solos... vamos, que la incomodidad que dice sentir por haber mantenido relaciones sexuales con el cantante no le impidió seguir manteniendo un trato cordial en lo sucesivo, hasta que ahora, 30 años después ha decidido denunciar públicamente los hechos.

Domingo ha negado las acusaciones, ha afirmado que le duele pensar que alguna mujer se haya podido sentir molesta por alguna actitud suya, y hace una reflexión sobre comportamientos que en el pasado eran perfectamente admisibles y que hoy en día no lo son, lo que ha venido a significar para algunos el reconocimiento tácito de su culpabilidad.

Bastantes compañeros, hombres y mujeres, que han trabajado con el cantante han salido en su defensa, alegando que siempre ha sido una persona sumamente educada con todo el mundo y que no le consideran capaz de abusar de nadie. Sí que afirman tener conocimiento de una vida un tanto dispersa en el terreno amoroso pero no dudan de que todas las relaciones que hubiera podido mantener hayan sido consensuadas de mutuo acuerdo.

Yo no puedo afirmar una cosa ni la otra porque no estaba allí y considero que en estas cosas sólo las personas implicadas saben de verdad lo que pasó. Sí que me llama la atención la rapidez con la que mucha gente, que tampoco estaba allí ni puede saber a ciencia cierta quién dice la verdad, se ha apresurado a condenar al cantante sin concederle ni la más mínima oportunidad a la presunción de inocencia. Hay incluso orquestas que de inmediato han corrido a cancelar los contratos que tenían acordados con el tenor en tanto no se investiguen las denuncias y se determine su no culpabilidad.

Ya, ya sé que movimientos como el "Me too"  han contribuido poco al respeto a la presunción de inocencia, pese a sonados planchazos como el que afectó al actor estadounidense Morgan Freeman, que también fue acusado de abusos por varias mujeres aunque posteriormente se supo que todo había sido orquestado por una periodista sin escrúpulos que había comprado las declaraciones de esas mujeres para montar una causa contra el artista. Freeman salió exculpado del asunto pero con todo y con eso una acusación tan grave no deja indemne a nadie, y siempre habrá quien siga perpetuando la sospecha bajo el lema "Cuando el río suena...". Algo parecido le sucedió a Kevin Spacey, que fue prácticamente condenado por toda Norteamérica y sus contratos de trabajo cancelados ipso facto, tras conocerse la acusación de un joven que afirmaba que el actor le había tocado el pene. Finalmente la causa se fue al traste porque el denunciante se negó a testificar por miedo a "incriminarse a sí mismo". Total, un fiasco, pero la carrera del actor ya había sido destrozada por completo, y su buen nombre arrastrado hasta la saciedad.

Nada de esto ha sido óbice para que de nuevo hordas de mujeres indignadas alrededor del mundo se hayan abalanzado sobre el tenor español dispuestas a condenarlo por unos hechos que en absoluto han sido probados; que además, de haber sucedido, ocurrieron hace más de 30 años; y que han sido rebatidos por buena parte de los compañeros de trabajo del señor Domingo. No importa, a estas alturas el Yosítecreo cuando habla una mujer, diga lo que diga, está por encima de todo lo demás, incluida la fama, el prestigio y la honra de una persona.

Ya lo he dicho antes muchas veces. Flaco favor le están haciendo a la causa feminista estos movimientos que conceden absoluta credibilidad a cualquier testimonio inculpatorio de una mujer frente a la nula credibilidad a los de defensa de un hombre. Esto tiene implicaciones muy graves. Cualquier mujer, por motivos espúreos tales como venganza, despecho u odio hacia un hombre, puede decir lo que le venga en gana y destrozar la vida de ese hombre sin que haya una sola prueba contra él, excepto el mero testimonio de la denunciante. Y con el beneplácito, el aplauso y el entusiasmo generalizado del feminismo militante, que atacará sin piedad a ese señor hasta que no quede ni un ápice de su buen nombre sobre la faz de la tierra. Es muy peligroso continuar por este camino.

Yo ya digo que no tengo ni idea de lo que pasó. Queda claro por la mayoría de testimonios que Plácido Domingo tiene fama de ser un hombre mujeriego, seductor y consecuentemente infiel a su esposa. Como tantos en el ambiente de la farándula. Pero esto, por suerte, en esta sociedad no convierte a nadie en delincuente. Ese tipo de hombre ha existido, existe y existirá siempre y en todo caso se le podrá llamar rijoso, salido, viejo verde o lo que sea, pero no abusador. No si las personas con las que ha mantenido relaciones han accedido a ellas por voluntad propia, sea inducidas por la fama del caballero, por su poder, por su dinero o por lo que sea. No me cabe la menor duda de que un artista de renombre como él ha tenido que tener a sus pies, dispuestas a cualquier cosa, a cientos de mujeres, como suele ocurrir con muchas personas de esas características. Si ha forzado a algunas de ellas a actos que no querían cometer será la ley la que tendrá que determinarlo, y mientras no lo haga nadie puede vilipendiarle ni exigir que pague por algo que está lejos de estar demostrado.

A ver si nos vamos enterando de que en un estado de derecho las personas no tienen que demostrar su inocencia, cosa por otra parte bastante complicada, si no imposible. Son los que acusan los que tienen que demostrar la culpabilidad del acusado. De verdad entendemos todos bien este sencillo principio?

2 comentarios:

  1. Es una vergüenza que ya no exista la presunción de inocencia, además el personal siempre acusa como si estuvieran presentes

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