En mi familia tenemos una enfermedad hereditaria crónica: la mala suerte.
Sí, amigos, pertenecemos a ese tipo de gente que estamos en primera línea cuando se habla de ese reducido 3 % testimonial a la hora de sortear cualquier desgracia.
No sé, incluso para las cosas más pegosas. Por ejemplo, una operación tonta, de apendicitis, de anginas, de vegetaciones... Siempre está ahi ese raro 3 % al que le pasa algo: puntos infectados, complicaciones inesperadas, intolerancias al acero quirúrgico... yo qué sé. Somos los putos amos de las contingencias adversas. Da igual, sea lo que sea, ahí estamos nosotros siempre, al pie del cañón, para rellenar las estadísticas y hacer bulto en ese 3 % de desgraciados. Para que os hagáis una idea, nosotros no operamos a nuestros niños de fimosis. Por qué? Pues porque es muy probable que se queden sin su pequeño pene!!! Así de claro. Así somos y así os lo estoy contando.
Ya a estas alturas te lo tomas con sentido del humor, en plan cachondeo. Bueno, qué le vamos a hacer? Eso sí, procuras rehuir al máximo los quirófanos para no tentar demasiado a la suerte. Pero si no hay más remedio ya contamos con nuestro margen de riesgo multiplicado.
Tanto es así que nuestro umbral del dolor a la hora de recibir malas noticias está francamente alto. A nosotros no nos acojona cualquier cosa, no. Tiene que ser algo muuyyyyyy gordo para que nos inmutemos y nos permitamos un leve pestañeo.
No, no reaccionamos en mi familia igual que en las demás ante las malas noticias. Somos gente curtida en estas lides. Que te dicen que te puedes quedar ciega? Ceguera a la vista? Bah, pos vaya mierda! Y eso es todo? Pero si llevo toda la vida medio cegata, a mí me vas a acojonar con eso! Venga yaaaaa!!!! Juaaassssss!!!!!
Sí, amigos, así de duros somos. Somos los Clint Eastwood de las malas noticias; las recibimos con cara de póker y los médicos flipan con nuestra gallardía y savoir faire. Vamos, que lloran ellos y nosotros tenemos que consolarlos, no os digo más.
Pero también digo otra cosa. Vale, que sí, que asumimos el pertenecer a ese 3% (que no, no tiene nada que ver con ese otro 3% que se llevaba la Generalitat de Cataluña por cada concesión de obra pública). No, nuestro 3% es bastante más mierda.
PERO........... COÑOOOOO, YA ESTÁ BIENNNN!
Ya ni resiliencia, ni manuales de resistencia, ni pollas en vinagre. Que esa puta pandilla de tuertos que nos está mirando sólo a nosotros, en exclusiva, que nos dejen en paz, que miren a otros, que ya vale, que estamos hasta el coño de ellos.
Igual entre nuestros antepasados hubo un gran cabrón que se cargó a un montón de gente y ahora sus descendientes lo tenemos que pagar. Supongamos que existiera algún tipo de justicia natural universal que regulara este tipo de cosas (mis tías lo llaman Dios y rezan constantemente para intentar calmarlo)... Vale, yo a ese juez supremo universal le digo lo siguiente:
ES QUE NO PUDISTE JODERLE LA VIDA A ÉEEEEEEL??? QUÉ COÑO TE HEMOS HECHO NOSOTROOOOOOOOS, CABRÓOOOOOON???????
Tranquilos, amigos, es un simple desahogo. Ya sé que no existe Dios ni justicia universal ni karma ni nada. Sólo estoy muy cabreada. Están tocando a todo lo que más quiero y eso me está dando un subidón de mala leche muuuuy gordo.
Lo siento titas, pero...
ME CAGO EN DIOS Y EN SU PUTA MADREEEEEE!!!!!!!!
Sin acritud, de verdad. No os lo toméis a mal.
Amén
ResponderEliminarHabrá que hacernos a la idea
ResponderEliminarque sube la marea
y esto no da más de sí.
Habrá que darnos por vencidos
y echarnos al camino
que no hay nortes por aquí.
Al sueño americano,
se le han ido las manos
y ya no tiene nada que ofrecer,
sólo esperar y ver si cede
la gran bola de nieve
que se levanta por doquier.
¡Hay que vivir!, amigo mío
antes que nada hay que vivir,
y ya va haciendo frío,
hay que burlar ese futuro
que empieza a ser seguro en ti.
Habrá que componer de nuevo
el pozo y el granero
y aprender de nuevo a andar.
Hacer del sol nuestro aliado
pintar el horno ajado
y volver a respirar.
Quitarle centinelas,
al parque y a la escuela,
columpios y sonrisas volarán.
Sentirse libre y suficiente
al cierzo y al relente,
mientras se va dorando el pan.
Habrá que demoler barreras,
crear nuevas maneras
y alzar otra verdad.
Desempolvar viejas creencias
que hablaban en esencia
sobre la simplicidad.
Darles a nuestros hijos,
el credo y el hechizo
del alba y el rescoldo
en el hogar.
Y si aún nos queda algo de tiempo,
poner la cara al viento
y aventurarnos a soñar.
Joan Baptista Humet.
EliminarUn hombre sabio al que también le estaban mirando unos cuantos tuertos.
Gracias amor.
https://www.youtube.com/watch?v=d9l_zCe1gN0
EliminarCoño, que biente escrbes,
ResponderEliminarEso es pa compensar. Ponte mejor las gafas, tita.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarSalva25 de septiembre de 2019, 2:09
ResponderEliminarY aún con ese nefasto tres por ciento, tu familia nos ha regalado a una preciosa joya.
Eres un tesoro, Inma, maldito, pero un gran tesoro al fin y al cabo.
¡Ánimo!