- A ti te gusta cocinar?
Esto me lo espeta de sopetón anoche un tío de mi barrio cuando estoy paseando al Manolo tan tranquilamente. Se me acerca el tipo y me suelta eso sin saludo previo y sin más nada.
Claro, yo me acojono de momento. Qué querrá éste ahora? No en vano soy asustadiza natural.
Y por si acaso y porque es la verdad contesto:
- No.
Y entonces va y me suelta tal que así:
- Pues a mí sí. Y ahora mismo voy a cocinar un arroz con piñones y nueces y perdiz que te chupas los dedos.
Y dicho esto, yo me puse toda ojiplática y él se dio media vuelta y se piró. Lo prometo, palabrita.
Estas situaciones surrealistas le pasan a todo el mundo o solo me pasan a mí?
A ver, me explico. Yo a este hombre sólo lo conozco de que se pasa la vida sentado en la terraza de la panadería y cuando yo voy él se ofrece siempre muy amablemente a quedarse con el Manolo, y cuando salgo me hace entrega del perro, yo le doy las gracias y punto pelota.
Bueno, miento. Una vez tuvimos otra conversación. Cuando salía yo de la panadería me dio al Manolo y me dijo "Necesito una novia guapa, cariñosa y que me quiera mucho. Sabes de alguien?". Y yo le contesté "No, pero puedes apuntarte al First date".
Ya está. No he hablado más nada con él en la vida.
Os parece normal lo del arroz?
Claro, ahora vendrá mi asidua lectora "Yo" y dirá que es evidente que el tío pretendía ligar conmigo, como el usuario que me preguntó cómo era posible que me pasara tantas horas en completo silencio en la biblioteca.
Y sí, es posible, de hecho es lo primero que pensé. Lo que pasa es que si hubiera querido ligar conmigo supongo que lo siguiente habría sido invitarme a comerme el arroz con él o algo así. Me tiré un buen rato después pensando en el asunto, a falta de otra cosa más interesante en la que pensar.
Una posibilidad es que ésa fuera la intención del tipo pero que tal fuera la cara de terror que tuve que poner que ni se atrevió a seguir. Porque cara de terror fijo que puse. Es algo que me sucede siempre que invaden mi confortable asociabilidad.
Tal fue mi espanto cuando pensé que iba a invitarme a cenar que empecé a inventar excusas mentalmente al instante. A mí tener que decir que no es algo que me incomoda muchísimo, nunca me sale de forma natural. Siempre necesito buscarme las excusas más peregrinas, excusas nada definitivas, de ésas que en un pispás te las desmontan. Por ejemplo, lo primero que pensé fue decirle que era alérgica a los piñones, una excusa estúpida que está pidiendo a gritos que te contesten que vale, que no le echamos piñones al arroz. Esas cosas me pasan constantemente por no saber decir que no, a secas.
Otra opción es que lo que realmente quería era tomarme como pinche para ayudarle, y por eso me preguntó si me gustaba cocinar, porque si no no tiene mucho sentido. Pero es que ese hombre, que se tira todos los días horas y horas en la puerta de la panadería, no conoce a más nadie para que le ayude a hacer un arroz? Y si era eso lo que quería también fue mi cara de pánico lo que le disuadió de pedírmelo?
En fin, no sé, a vosotros os pasan estas cosas? Váis por la calle y la gente os suelta preguntas así u os cuenta lo que va a cocinar esa noche? Creéis que es normal o en cambio pensáis que tengo cierto poder de atracción sobre raritos, frikis y especies similares?
En cualquier caso echarle al arroz piñones y nueces no me parece muy acertado. Lo de la perdiz es bien distinto. Lo otro, pues..., mira a ver si es que han puesto cerca de tu casa algún centro dedicado a personas con problemas mentales. Y ese individuo te está pretendiendo claramente. Distinto es que su estilo de ligar sea o no mínimamente acertado. La próxima vez ve a pasear a Manonolo y a comprar pan con tu novio, seguro que no se te acerca nadie. Por cierto, ¿tú sabes cocinar?
ResponderEliminarSi cocer pasta y hacer sopas de sobre es saber cocinar, sí.
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