viernes, 25 de noviembre de 2016

La usuaria

Una usuaria escribe una carta a la biblioteca protestando por el ruido que hacemos mi compañera y yo. Transcribo la carta, aun a riesgo de que la usuaria me pueda denunciar por no haberle pedido los derechos de autor:


Les mando este correo porque estoy bastante insatisfecha con el trato que se le da a la sala de las revistas, sobre todo por parte del personal que ahí trabaja.



Vengo varios días a estudiar a esta sala, supuesta por ser más tranquila y de menos tránsito que el resto, y no hay un día que no me encuentre un panorama propio de la calle. La mayoría de los días las dos mujeres que deben estar pendiente de la sala molestan más que ayudan a mantener un ambiente en calma, con sus conversaciones matutinas y las visitas que les hacen algunos de sus compañeros/as. Hoy en concreto, tanto ellas dos como un hombre calvo y una mujer rubia se han tirado charlando a voz propia, sin intentar susurrar siquiera, ¡20 minutos!



Y eso no es todo. Algunos días me he encontrado música sonando en la sala, no sé si proveniente del mostrador o de otra persona, pero ninguna de las dos han hecho nada por silenciarlo. Por no decir que raro es el día que la puerta que comunica con los servicios no está cerrada y se va toda la calefacción.



Del hombre mayor que hay a veces no tengo queja, es el único que hace su trabajo en condiciones, e incluso de mi parte le pueden felicitar.



Creo que una biblioteca de ámbito universitario no puede ofrecer un trato tan pobre y que las personas que venimos a estudiar a la sala lo recibamos. Somos personas adultas que no venimos a pasar el rato (la mayoría) y en muchos casos nos estamos jugando exámenes, oposiciones, etc.



En definitiva, creo que esta sala es maravillosa si se le diera el uso que merece, no es un patio de recreo y si bien es cierto que no tienen que trabajar como si esto fuera un funeral, si tienen muchas ganas de conversar pueden salirse afuera, como nos recomiendan otros trabajadores de la misma cuando estamos haciendo ruido y con mucha razón.



Siento el mensaje tan largo, pero llevo estudiando en esta sala desde principios de septiembre y creo que he esperado demasiado tiempo para saber lo que ocurre con cotidianidad y lo que es un hecho aislado.



Gracias de antemano por su atención. Un cordial saludo.

Conste que entono un serio mea culpa. Es cierto,  lleva gran parte de razón. A menudo nos olvidamos de que estamos en una biblioteca. Y yo, que soy una persona silenciosa, poco amiga del ruido, que hasta me escondo en el último vagón del tren para huir de la atronadora muchedumbre, tengo que entenderlo por huevos.

Bien es verdad también que si yo fuera un usuario de la biblioteca que buscara silencio por encima de todo jamás me sentaría cerca de los mostradores de los bibliotecarios, que son lugares donde el silencio absoluto es imposible. Es donde van los proveedores, los conserjes, los de mantenimiento, los de limpieza, suena constantemente el teléfono y hay que responder forzosamente a los usuarios que preguntan o a los compañeros... Es un constante ir y venir de gente con la que hay que hablar sí o sí. O bien se aísla al personal acústicamente con una mampara o una cristalera o bien el usuario asume que cerca de los mostradores el silencio total es imposible. Hay sitios en la biblioteca mucho más apropiados para estudiar tranquilamente.

Con todo y con eso asumo nuestra culpa. Efectivamente nos juntamos a primera hora y charlamos en los mostradores y cuando van llegando los usuarios casi ni los vemos durante los primeros minutos, y seguimos de cháchara un rato más sin darnos cuenta de que podemos estar molestando. Vale, nostra culpa. De todas formas la cartita de marras tampoco era necesaria; habría bastado con que se acercara al mostrador para decirnos que la estábamos molestando o simplemente emitir un sencillo shhhhhhhhhhhhhh, que es lo que normalmente se hace en estos casos. Se nota bastante que pretende hacer pupa.

Pero bueno, lo que realmente me interesa de esta misiva es el concepto de "bibliotecario" que tiene la usuaria. Ella no necesita ningún servicio que le podamos prestar los bibliotecarios puesto que solo usa la biblioteca como lugar de estudio. Luego para ella el bibliotecario perfecto, al que le gustaría felicitar incluso, es un señor que llega a su puesto de trabajo, se planta los cascos y en siete horas no hace absolutamente nada más. Es decir, quiere un ciego, un mudo o mejor aún, un muerto como bibliotecario.

Ella no necesita material, y si lo necesita da por supuesto que llega a las estanterías solo, sin proceso de ningún tipo. Personas que nos pasamos la jornada laboral completa trabajando, seleccionando material, recibiéndolo, registrándolo, catalogándolo, colocándolo en las estanterías y atendiendo al público, no le parecemos buenos profesionales porque molestamos. En cambio el compañero que no hace absolutamente nadaaaaaaaa en sus siete horas de jornada, salvo estar de cuerpo presente, y a veces ni eso, le parece el bibliotecario perfecto. Si le pusieran un maniquí en el mostrador estaría encantada.

Y es muy triste, de verdad. Hay muchos usuarios que creen que los bibliotecarios, y esta chica lo menciona así, somos cuidadores, al estilo de los que en las salas de los museos vigilan que la gente se comporte y no haga barbaridades. Para ellos solo estamos ahí para mandar callar y por supuesto para callar nosotros mismos.

Ya he hablado aquí varias veces largo y tendido de mi compañero, pero lo que más me ha dolido de esta carta es que un tipo caracterizado por virtudes tales como la vagancia máxima, la falta absoluta de higiene personal hasta un punto rayano en la cerdez, la racanería más enfermiza y el autismo laboral más implacable..., que esa joyita sea considerada un modelo profesional.

Cómo me gustaría decirle a esa usuaria y a muchos otros que piensan como ella que, además de atender al teléfono y a los usuarios que vienen a consultarnos y a los compañeros que vienen al mostrador por distintos motivos, nos pasamos la jornada haciendo posible que todo ese material esté a disposición de todo el mundo, perfectamente registrado, catalogado y controlado, lo que supone un trabajo ingente que no podría hacer cualquier muerto al que se sacara de la tumba y se colocara en el mostrador para hacer bulto. Que es un trabajo especializado, que no es como descubrir la radiactividad pero que requiere preparación y concentración y que ser bibliotecario no consiste en guardar silencio absoluto durante siete horas al día, aunque ese silencio pueda ser una virtud interesante a tener en cuenta.

En fin, inevitable hacer autocrítica. Somos bibliotecarios y o nos aíslan físicamente de los usuarios (lo cual no estaría mal) o tenemos que evitar al máximo los ruidos y realizar nuestro trabajo lo más silenciosamente posible. Ahí lleva toda la razón.

Pero ya el mero hecho de que haya alabado las virtudes profesionales de una persona conocida por todos los compañeros por su falta de interés en el trabajo, por su profunda inoperancia, por su falta de compañerismo y por los indescriptibles hedores que se desprenden de su cuerpo,  le quita toda la razón que en otros aspectos pudiera haber tenido.

Yo creo que lo menos que la autora de esa carta se merecería sería pasar una jornada entera estudiando junto a este señor. Lo más cerquita posible. Y luego ya hablaríamos.

4 comentarios:

  1. Jajajaja, me hace gracia una cosa. La misiva dice de 4 personas que hablais y luego de un hombre que hay a veces ahi. Pero dice que esta solo. Eso es que le marginais o como? No os relacionais con el ni nada?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Está solo porque suele trabajar de tarde y no hay nadie más. Pero de todas formas es difícil comunicarse con una persona que se planta los cascos para ver vídeos desde que llega al trabajo hasta que se va. Es complicado.

      Eliminar
  2. Ayer fui a una biblioteca a coger una pelicula y vi a una bibliotecaria cincuentona colocando de una manera brusca y descuidada discos por las estanterias. Una mueca de evidente desencanto inundaba sus facciones. Entonces me acordé de la entrega y el escrupuloso detallismo con el que describes el desempeño de tu honroso trabajo y me eché a reir. No porque dude de tu profesionalidad, ni muchisimo menos, sino porque vi un contraste muy clamoroso.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Habrá que ver qué entiendes tú por eso de "manera brusca y descuidada".

      En mi biblioteca están todos los materiales ordenados y colocados perfectamente en las estanterías pero te aseguro que antes de colocarlos no les damos besitos ni los acariciamos con ternura. Ni tampoco sonreímos amablemente a los libros antes de ponerlos en su sitio.

      Ponemos más o menos la misma cara que puede poner un estibador cuando está cargando en el puerto o un albañil cuando está colocando ladrillos.

      Eliminar