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viernes, 24 de marzo de 2017

El guarro (Enésimo capítulo)

Os cuento la última de mi compañero el guarro, del que ya os he hablado largamente en otras ocasiones.

Ya os había dicho que el tipo se dedica a ir por ahí recogiendo todo tipo de chatarras y basuras y dejándonos por aquí todas las mierdas que se encuentra. El artista viene viene siempre cargado de bolsas cutres llenas de objetos de todo tipo y condición. Pero ya lo de hoy sobrepasa todo.

Hemos descubierto en un rincón un recipiente en el que guarda... no os lo perdáis... tarritos de aceite monodosis de estos de las cafeterías, pero abiertoooooos!!!!!!! El tío va recogiendo los restos del aceite que deja la gente en las mesas!!! O vete a saber dónde, porque conociéndolo capaz es de rebuscar en las papeleras o en el contenedor de basura.

Por supuesto se lo hemos tirado. Como le hemos tirado también un cucurucho de patatas fritas (fritas fritas, no chips) que también ha debido de encontrar por ahí y que había puesto en un sitio que hemos habilitado como "su rincón". Aunque en la práctica tiene todo el espacio invadido con "sus cosas".

Yo ya sabía que sale por el campus después de los desayunos para recoger restos de comida que la gente se ha dejado, pero creía que se llevaba las cosas no usadas. Los tarros de aceite cerrados por ejemplo. Bueno, no deja de ser de miserables pero eso podría tener un pase. Ahora descubrimos que no, que lo recoge todooooo!!!!! Una compañera nos ha contado que lleva en las bolsas trozos de pan, de tortilla... to lo que pilla!

Ayyyyyyy Dioooooosssss!!! Está mucho más chiflado de lo que había imaginado.

Aquí la gente se toma estas cosas a cachondeo y todo el mundo se descojona de él, pero este hombre está muy mal, hosssstia! Y a mí empieza a preocuparme bastante qué puedo encontrarme debajo de mi mesa cualquier día de éstos. Ya es bastante tener que convivir con unos zuecos asquerosos con más mierda que las bragas de la Potitos, que los tiene aquí debajo de la mesa para quitarse los zapatos cuando llega, pero visto lo visto, qué será lo siguiente?

Lo peor es que tenemos que hacer desaparecer las cosas en el quinto carajo porque si nota que le falta algo rebusca en la papelera desesperado hasta que lo encuentra y lo vuelve a colocar en su sitio. Tenemos que dárselo a las limpiadoras para que lo tiren cuanto más lejos mejor. Y con todo y con eso alguna vez nos hemos encontrado algo de vuelta después de creer que lo habíamos hecho desaparecer para siempre.

Yo no digo que lo que tiene este hombre no sea una enfermedad, y de verdad que me da pena, pero... esta gente está para trabajar? Es decir, está para convivir con personas más o menos normales? No estaría mejor recogidito en alguna parte donde le trataran de sus males?

Porque mucho cursito de Seguridad e Higiene en el Trabajo y mucha polla, pero luego resulta que si tu compañero huele a zorruno a 15 leguas y tienes que colgar tu chaqueta en un clavo para no ponerla en la percha al lado de la suya y te tienes que comprar un cojín para no poner el culo en el mismo sitio en el que antes lo ha puesto él y tienes que desinfectar el teclado todos los días antes de ponerte a trabajar, no te queda otra que joerte.

Vale que él estará fatal de la cabeza y que hay que ser piadosos y compasivos con las personas enfermas, pero es que yo voy a terminar también con una psicosis del copón a cuenta de trabajar en el mismo sitio que el cerdo chalado este, perdón, el enfermo este. Es que si fuera posible morir de asco yo ya estaría muerta y enterrada.

De verdad tengo que esperar a que se jubile para poder venir a trabajar sin que se me levante el estómago día sí día también?

Si es que solo de contarlo me entran ganas de vomitar. Ayyyyyyy Dioooooossss, qué cruz!!!

viernes, 25 de noviembre de 2016

La usuaria

Una usuaria escribe una carta a la biblioteca protestando por el ruido que hacemos mi compañera y yo. Transcribo la carta, aun a riesgo de que la usuaria me pueda denunciar por no haberle pedido los derechos de autor:


Les mando este correo porque estoy bastante insatisfecha con el trato que se le da a la sala de las revistas, sobre todo por parte del personal que ahí trabaja.



Vengo varios días a estudiar a esta sala, supuesta por ser más tranquila y de menos tránsito que el resto, y no hay un día que no me encuentre un panorama propio de la calle. La mayoría de los días las dos mujeres que deben estar pendiente de la sala molestan más que ayudan a mantener un ambiente en calma, con sus conversaciones matutinas y las visitas que les hacen algunos de sus compañeros/as. Hoy en concreto, tanto ellas dos como un hombre calvo y una mujer rubia se han tirado charlando a voz propia, sin intentar susurrar siquiera, ¡20 minutos!



Y eso no es todo. Algunos días me he encontrado música sonando en la sala, no sé si proveniente del mostrador o de otra persona, pero ninguna de las dos han hecho nada por silenciarlo. Por no decir que raro es el día que la puerta que comunica con los servicios no está cerrada y se va toda la calefacción.



Del hombre mayor que hay a veces no tengo queja, es el único que hace su trabajo en condiciones, e incluso de mi parte le pueden felicitar.



Creo que una biblioteca de ámbito universitario no puede ofrecer un trato tan pobre y que las personas que venimos a estudiar a la sala lo recibamos. Somos personas adultas que no venimos a pasar el rato (la mayoría) y en muchos casos nos estamos jugando exámenes, oposiciones, etc.



En definitiva, creo que esta sala es maravillosa si se le diera el uso que merece, no es un patio de recreo y si bien es cierto que no tienen que trabajar como si esto fuera un funeral, si tienen muchas ganas de conversar pueden salirse afuera, como nos recomiendan otros trabajadores de la misma cuando estamos haciendo ruido y con mucha razón.



Siento el mensaje tan largo, pero llevo estudiando en esta sala desde principios de septiembre y creo que he esperado demasiado tiempo para saber lo que ocurre con cotidianidad y lo que es un hecho aislado.



Gracias de antemano por su atención. Un cordial saludo.

Conste que entono un serio mea culpa. Es cierto,  lleva gran parte de razón. A menudo nos olvidamos de que estamos en una biblioteca. Y yo, que soy una persona silenciosa, poco amiga del ruido, que hasta me escondo en el último vagón del tren para huir de la atronadora muchedumbre, tengo que entenderlo por huevos.

Bien es verdad también que si yo fuera un usuario de la biblioteca que buscara silencio por encima de todo jamás me sentaría cerca de los mostradores de los bibliotecarios, que son lugares donde el silencio absoluto es imposible. Es donde van los proveedores, los conserjes, los de mantenimiento, los de limpieza, suena constantemente el teléfono y hay que responder forzosamente a los usuarios que preguntan o a los compañeros... Es un constante ir y venir de gente con la que hay que hablar sí o sí. O bien se aísla al personal acústicamente con una mampara o una cristalera o bien el usuario asume que cerca de los mostradores el silencio total es imposible. Hay sitios en la biblioteca mucho más apropiados para estudiar tranquilamente.

Con todo y con eso asumo nuestra culpa. Efectivamente nos juntamos a primera hora y charlamos en los mostradores y cuando van llegando los usuarios casi ni los vemos durante los primeros minutos, y seguimos de cháchara un rato más sin darnos cuenta de que podemos estar molestando. Vale, nostra culpa. De todas formas la cartita de marras tampoco era necesaria; habría bastado con que se acercara al mostrador para decirnos que la estábamos molestando o simplemente emitir un sencillo shhhhhhhhhhhhhh, que es lo que normalmente se hace en estos casos. Se nota bastante que pretende hacer pupa.

Pero bueno, lo que realmente me interesa de esta misiva es el concepto de "bibliotecario" que tiene la usuaria. Ella no necesita ningún servicio que le podamos prestar los bibliotecarios puesto que solo usa la biblioteca como lugar de estudio. Luego para ella el bibliotecario perfecto, al que le gustaría felicitar incluso, es un señor que llega a su puesto de trabajo, se planta los cascos y en siete horas no hace absolutamente nada más. Es decir, quiere un ciego, un mudo o mejor aún, un muerto como bibliotecario.

Ella no necesita material, y si lo necesita da por supuesto que llega a las estanterías solo, sin proceso de ningún tipo. Personas que nos pasamos la jornada laboral completa trabajando, seleccionando material, recibiéndolo, registrándolo, catalogándolo, colocándolo en las estanterías y atendiendo al público, no le parecemos buenos profesionales porque molestamos. En cambio el compañero que no hace absolutamente nadaaaaaaaa en sus siete horas de jornada, salvo estar de cuerpo presente, y a veces ni eso, le parece el bibliotecario perfecto. Si le pusieran un maniquí en el mostrador estaría encantada.

Y es muy triste, de verdad. Hay muchos usuarios que creen que los bibliotecarios, y esta chica lo menciona así, somos cuidadores, al estilo de los que en las salas de los museos vigilan que la gente se comporte y no haga barbaridades. Para ellos solo estamos ahí para mandar callar y por supuesto para callar nosotros mismos.

Ya he hablado aquí varias veces largo y tendido de mi compañero, pero lo que más me ha dolido de esta carta es que un tipo caracterizado por virtudes tales como la vagancia máxima, la falta absoluta de higiene personal hasta un punto rayano en la cerdez, la racanería más enfermiza y el autismo laboral más implacable..., que esa joyita sea considerada un modelo profesional.

Cómo me gustaría decirle a esa usuaria y a muchos otros que piensan como ella que, además de atender al teléfono y a los usuarios que vienen a consultarnos y a los compañeros que vienen al mostrador por distintos motivos, nos pasamos la jornada haciendo posible que todo ese material esté a disposición de todo el mundo, perfectamente registrado, catalogado y controlado, lo que supone un trabajo ingente que no podría hacer cualquier muerto al que se sacara de la tumba y se colocara en el mostrador para hacer bulto. Que es un trabajo especializado, que no es como descubrir la radiactividad pero que requiere preparación y concentración y que ser bibliotecario no consiste en guardar silencio absoluto durante siete horas al día, aunque ese silencio pueda ser una virtud interesante a tener en cuenta.

En fin, inevitable hacer autocrítica. Somos bibliotecarios y o nos aíslan físicamente de los usuarios (lo cual no estaría mal) o tenemos que evitar al máximo los ruidos y realizar nuestro trabajo lo más silenciosamente posible. Ahí lleva toda la razón.

Pero ya el mero hecho de que haya alabado las virtudes profesionales de una persona conocida por todos los compañeros por su falta de interés en el trabajo, por su profunda inoperancia, por su falta de compañerismo y por los indescriptibles hedores que se desprenden de su cuerpo,  le quita toda la razón que en otros aspectos pudiera haber tenido.

Yo creo que lo menos que la autora de esa carta se merecería sería pasar una jornada entera estudiando junto a este señor. Lo más cerquita posible. Y luego ya hablaríamos.

jueves, 16 de junio de 2016

El guarro (II)

Hace un tiempo hablé en este blog de un compañero de trabajo con cierta alergia al agua y al jabón. Para los que no lo leyeran paso el enlace:

http://arfondoalaizquierda.blogspot.com.es/2015/12/el-guarro.HTML


En aquel momento incidí en ese aspecto de la personalidad del sujeto, y también hice una leve alusión a su impresionante falta de compañerismo. Hasta el punto de que una lectora llegó a insinuar que podía tratarse de un Síndrome de Asperger o algo similar.

Que este hombre no es muy normal es claro. Ahora bien, si tiene alguna patología diagnosticada o no es algo que ignoro. Desde luego si la tuviera creo que nosotros, sus compañeros de trabajo, deberíamos de saberlo. Al menos para tratarlo como un enfermo y no como a un simple guarro cabroncete con el que es francamente difícil la convivencia laboral. No quiero ya ni pensar la convivencia personal. Dios mío, lo que su señora tiene que estar soportando no lo puedo ni quiero imaginar.

En fin, como iba diciendo, la guarrez no es la única cualidad de este personaje. Además de eso tiene como una especie de obsesión con ir recogiendo cosas por ahí. El tío aparece todos los días en el trabajo resoplando y sudando la gota gorda (tiene turno fijo de tarde) cargado de bolsas de supermercado (Mercadona, Carrefour...) llenas de cosas que ha ido recogiendo por ahí.

La verdad es que nosotras nunca tocamos sus bolsas pero más o menos nos hacemos a la idea de lo que contienen porque hay gente que lo ha visto por ahí en esta entretenida tarea. Yo misma lo vi un día de lejos, yendo yo en la bici, sacando papeles de propaganda de un buzón que no era el de su casa. Estaba registrando un buzón de propaganda de un bloque de pisos que le pillaba de camino para el trabajo!!!! Lo prometo.

Igualmente otras personas le han visto recoger todo tipo de chatarra y objetos que se va encontrando por la calle. Y como supongo que su señora le tendrá prohibido que lleve sus tesoros a casa lo que hace el tipo es traerlos al trabajo y distribuirlos por el cubículo en el que trabajamos. Ayer sin ir más lejos mi compañera me mandó una foto de un tapacubos de rueda de coche que asomaba por una bolsa.

Frecuentemente hacemos eso, mandarnos fotos de sus hallazgos una a la otra, y la receptora siempre contesta con la carita del guasap esa que suda copiosamente del bochorno.

Naturalmente nosotras nunca tocamos sus cosas. Hemos ido desarrollando una repugnancia enfermiza hacia todo lo que viene de este hombre, y estoy segura de que ninguna de nosotras venía de fábrica con esa cualidad. Yo por lo menos nunca he sido escrupulosa ni nada por el estilo, pero a tal punto he llegado que como tengo que usar el mismo asiento que él y ahora en verano vengo a trabajar con pantaloncillos cortos o con faldas y sin medias ni nada, totalmente a pelo, no puedo soportar la idea de plantar mi culo y mis piernas en donde él ha puesto los suyos, así que me he comprado un cojín y en cuanto le hago el relevo cuando yo vengo de tarde lo primero que hago es ponerlo. Ni muerrrrta pongo yo mi culo ahí sin protección.

Para que os hagáis una idea, también va recogiendo las cosas que los alumnos se van dejando en las mesas. Incluso cosas de comerrrrr!!! Que alguien se ha dejado media hamburguesa? Pues él la recoge y se la guarda!!!!!! De verdad, palabrita.

El tipo nos tiene a todos alucinados. De hecho algunos compañeros han pillado más de una vez a los alumnos haciéndole fotos. Lo que no me explico es cómo no las han colgado en el Twitter o en el Facebook de la biblioteca.

Un día se estaban descojonando de él porque estaba repantingado en la silla, con los pies en la mesa y dos ordenadores, uno a cada lado, los cascos puestos, la camisa desabrochada con todo su inmenso tripón al aire, y durmiendooooooo de esta guisa! Por lo visto los nenes tenían un cachondeo que pa qué y estaban sacándole fotos. El compañero que lo vio fue corriendo a despertarlo y le llamó la atención, pero lo hecho hecho estaba, y las fotos deben andar por ahí en alguna parte.

Y lo peor es que hay quien ve estas cosas y nos mete a todos en el mismo saco. Esa imagen del trabajador público que a todos los que somos más o menos normales y cumplimos con decoro con nuestras funciones nos llena de horror.

A pesar de lo mal que nos hace sentirnos esta persona la verdad es que nadie sabe muy bien cómo tratarlo, porque nos damos cuenta de que muy normal no es y de que alguna enfermedad mental debe de tener, y además grave. Yo creo que por eso nadie le dice nada y todos nos limitamos a espantarnos cada vez que lo vemos aparecer cargado con su chatarrería y con sus pintas de no haber visto una ducha en meses.

Otra peculiaridad que tiene es que va a todo lo que sea gratis. Que se entera de que dan una copa en alguna parte o que hay un evento en el que no hay que pagar... sea de lo que sea, da igual... lo mismo un concierto que un congreso de biología molecular... él va a todo y se toma su copa gratis. Un homenaje a alguien, una jubilación, el aniversario de algún acontecimiento... allí que va él tan contento y tan feliz, tanto si conoce al homenajeado como si no, siempre que den de comer o de beber gratis.

Habrá quien piense que igual es que el tío está mal de dinero o algo así. De hecho durante años nosotras nos aferramos a esa esperanza, pero qué va. El colega tiene su casa pagada, la mujer es profesora de instituto, no tiene personas mayores ni hijos pequeños a su cargo, solo un hijo mayor que ya ha terminado sus estudios y trabaja con una beca... y además de tanto ahorrar yendo a sitios gratis hace un par de años se compró un apartamento en la playa que debe de estar pagando en cómodos plazos.

En fin, cuento esto por aquí porque de vez en cuando siento la tremenda necesidad de desahogarme.

No puedo explicarme cómo su señora puede soportarlo. Porque del olor no he hablado pero... podría hacer mil comparaciones e inventar cientos de metáforas que darían por sí solas para otro post. La cuestión es que si esa mujer lo conoció así tal cual eso significa que ella está igual de enferma que él o peor. Y si lo conoció normal y luego se ha vuelto de esta manera... no me cabe en la cabeza cómo  puede tener estómago para algo así. Por mucho cariño que le haya cogido.

Como mínimo lo habría llevado a un médico y tendría algún diagnóstico. Y es de suponer que alguien habría informado a sus superiores para que fueran comprensivos con él. Y los superiores habrían intentado hacer con él cualquier cosa menos tenerlo de cara al público, atendiendo a la clientela. De hecho, es lo que se hace aquí con las personas que tienen problemas psíquicos, que son un montón. Aunque os cueste creerlo esta profesión es un nido de tarados, es un trabajo de riesgo total, a juzgar por la cantidad de gente que está más pallá que pacá. Tenemos una colección que es digna de un tratado de Psicopatología.

Pero de todos los piraos éste es el único que está de cara al público, y ya os digo que es famoso y tiene a un montón de paparazzis detrás a la caza de sus mejores momentos.

En fin, y aquí estoy yo con el tapacubos a un lado, una bolsa del Mercadona igualmente sospechosa al otro, y ... ah, se me había olvidado, también tiene debajo de nuestra mesa una especie de pantuflas que se pone cuando llega y se quita los zapatos. Yo cada vez que me asomo y veo las pantuflas me quiero morir.

Es que no tiene desperdicio. No hay por dónde cogerlo, de verdad.

Y pensar que le quedan lo menos cuatro años más para jubilarse!!!! Ay virgen santa, lo podré soportar????

Ps. No podía guardarme esta información espeluznante. Hoy he sabido que el apartamento en la playa lo pagó a tocateja. Palabrita. Conocéis a alguien que tenga dinero para comprarse un apartamento así??

Ps2. Ah, y ahora se ha ofrecido voluntario para trabajar también los śabados. Querrá ahorrar para un yate al contado??

sábado, 5 de diciembre de 2015

El guarro

Hay en mi trabajo un tío que es guarro no, lo siguiente. No es que huela mal porque tenga algún problema o algo así, que hay gente que tiene una enfermedad y no es culpa suya. No, el tipo este es que no se cambia de ropa en toda la semana, de lunes a viernes!!!! Todos los días va con la misma!!!!! Generalmente un polo azul marino de éstos megasufridos que sirven para disimular la mierda que tienen encima. En invierno o en verano, da igual que estemos a 0 grados que a 40, él no se cambia en toda la semana. Os podéis imaginar el cantazo que da el colega. En verano es algo realmente espeluznante.

Recuerdo una vez que se ofreció a llevarnos a unos cuantos a casa. Pleno verano, no olvidaré la fecha exacta, 27 de agosto de 2002 (iba a una celebración familiar y llegué blanca como la pared, toda descompuesta), 42 grados a la sombra, jueves o viernes, el polo del tipo ya de un color indefinido, entre el marrón mierda y el negro. A mí me tocó ir detrás de él. Madre mía, sin aire acondicionado, él con la ventanilla abierta, sin ventanilla trasera, el alerón del tío al aire y ese viento que echaba para atrás justo hacia mis fosas nasales el nauseabundo olor de sus sobacos. No he estado más cerca de morir de asco en  la vida, si no morí aquel día lo mismo ya ni me muero nunca. 

Ni que decir tiene que me juré que una y no más, santo Tomás. Prefiero ir andando mil veces de Rabanales a Córdoba a la pata coja que repetir la terrorífica experiencia.  Solo de pensarlo me traspongo casi al borde del desmayo.

Le cuento todo esto a un amigo y me dice que lo que le sorprende es que nadie le haya dicho nunca nada. La verdad es que somos un poco gilipollas con el tema este, porque los que cumplimos con las normas básicas de higiene personal no deberíamos sentir vergüenza por llamar la atención a alguien que no las cumple. Deberían ser ellos los que se avergonzaran y se sintieran mal. Sin embargo aunque todo el mundo habla de esto a sus espaldas, incluída yo, y procuramos no acercarnos demasiado a él, nadie hasta el día de hoy ha sido capaz de decirle nada al tío este.

Y no lo entiendo, porque igual que le decimos a la gente que nos molesta cuando hace ruido o cuando llega tarde o cosas así, no sé por qué cuesta tanto decirle a alguien que se lave y que se cambie de ropa, que huele a zorruno que te cagas. 

Y me gustaría hacer una consulta popular a través del blog planteando una serie de cuestiones peliagudas sobre el asunto este que han despertado mi interés:

- Es de mala educación decirle a alguien que es un guarro?

- Qué es de más mala educación, ser un guarro o decirle guarro a un guarro?

- Le habéis dicho alguna vez a alguien que era un pedazo de marrano?

- En caso afirmativo, cómo se lo habéis dicho, directamente o pegando tironcillos a lo Gila?

- Cómo se lo ha tomado el cochino en cuestión?

- Habéis tenido éxito y ha corregido su actitud o ha pasado olímpicamente?

En fin, como me imagino que éste no es el único guarro del mundo, espero ansiosa alguna respuesta, a ver si alguien me saca de dudas. Sé que al final no seré nunca capaz de decírselo directamente por ese extraño pudor que da tratar este asunto pero cualquier idea ingeniosa para combatir la marranez de este sujeto será bienvenida.

Ahora que lo pienso sí que hay algo que podéis hacer por mí. Podéis difundir este post a través de las redes sociales, el correo y todos los medios a vuestro alcance a ver si le llega al tipo en cuestión. Y si no le llega a él igual sí le llega a otro guarro de la misma calaña que se dé por aludido. Tal vez, aunque no me ayude directamente a mí, sí podamos hacer entre todos algo por alguna otra persona que esté padeciendo esta misma lacra.