lunes, 8 de febrero de 2016

Guasap, historia de una rarita

Hoy he pasado por un trance superduro. Os cuento:

Me levanto tarde, he salido la noche anterior y tengo pelín resaca.

Cojo el móvil para ver si tengo algún mensaje y... Horreaurrrrrr! Se ha hecho realidad una de mis mayores pesadillas:

ME HAN METIDO EN UN GRUPO DE GUASAP!!!!!!

Jodeeeeer, y no ha sido cualquiera. No. Me han metido mis primas!!!!!!

Es verdad que antes otras personas lo habían intentado pero no me preocupaba mucho porque no eran de la familia y los grupos eran amplios y yo me salía automáticamente sin dar explicaciones ni nada.

Pero claro, estas son mis primas. Y las quiero mucho pero ellas no saben que siento una profundísima aversión hacia los grupos de guasap. La verdad es que nos vemos poco y nunca hemos hablado de este tema. Ufffff, qué forma horrible de empezar una mañana!

Me tiro un rato mirando el móvil toda horrorizada, probablemente con la cara desencajada y ojiplática total. Aunque no puedo verme sé que la tengo. Y entro en modo “pánico”

Dios mío, qué hagooooooo? Cómo le explicas tú a la gente que eres alérgica a los grupos de guasap? Si todo el mundo está metido en tropecientos grupos y se pasan la vida chateando con cientos de personas y además les gusta y se lo pasan hasta bien.

Es muy difícil explicarle a alguien que tú el guasap lo tienes básicamente para mandarte recados y punto. Que ni siquiera tienes un Facebook operativo porque tampoco te interesa. Eso hoy en día es casi una aberración que puede condenarte al ostracismo.

Lo primero que hago es mandarle toda horrorizada un guasap a mi hermana:

- Tíaaaaaaaa,  hay alguna manera de salirse del grupo sin que se den cuenta?????

Porque tengo claro que no quiero estar pero tampoco quiero que mis primas se mosqueen conmigo por una gilipollez como esta.

Diosssss míooooo, qué tesitura más complicada! Qué difícil lo tenemos en la vida los raritos!

Mi hermana me contesta que no hay forma humana. Que ella lo que hace es silenciar los grupos y no echarles muchas cuentas. Pero es que yo no quiero tener todo el rato en mi móvil el icono de que tengo mensajes nuevos por el grupo este. Empiezo a pensar que lo mejor sería prescindir del móvil, como hace alguna poca gente, y así no tendría que pasar estos malos ratos.

Total, que después de diez minutos de pensar y comerme la cabeza atormentándome con el tema decido que oye, que tengo ya 50 tacos y no es edad de ir por la vida teniendo reparos en decir las cosas claras ni de andarse con rodeos.

Así que pensado y hecho. Mando un primer y último mensaje al grupo en el que vengo a decir más o menos que asumo mi condición de prima rarita pero que me salgo. Que no me gustan los grupos de guasap, que me marean y que soy incapaz de seguir las conversaciones. Que espero que no se lo tomen a mal pero que me voy. Y muchos besos. Ah, y que me apunto a todos los eventos familiares que organicen si no me guardan rencor y me avisan personalmente.

Considero esto un acto de valentía social de alcance mayor. Estoy segurísima de que hay mucha más gente a la que, igual que a mí, le aterrorizan este tipo de contactos pero que son incapaces de decirlo claramente. Y de hecho a mí me ha costado diez larguiiiiiiiisimos minutos tomar la difícil decisión.

Mi primera intención, como he dicho, fue desaparecer discretamente sin que se enteraran. Pero cuando me di cuenta de que era imposible pensé en la maldad intrínseca de estos artefactos, que pueden convertirse en un arma de destrucción social masiva de personas alérgicas a la hipercomunicación virtual.

En fin, espero sinceramente que mis primas acepten estoicamente mi rareza y no se lo hayan tomado a mal. Ya saben de toda la vida que soy una tía peculiar y un tanto asocial, así que no creo que les extrañe mucho. Es más, me sorprende  bastante que me hayan incluido en el grupo, sabiendo que soy un cardo.

Igual a partir de ahora debería ir dejando caer por ahí a toda la gente que conozco que odio los grupos de guasap. No me imagino mi vida charlando constantemente con todo el mundo, dado que en mi entorno hago auténticos malabares para evitar hacerlo en vivo y en directo con la gente con la que me cruzo a diario.

En mi blog me da igual que sepáis estas cosas que me pasan porque todo el mundo que me visita sabe ya de mis filias y fobias. Soy yo la primera sorprendida de que me haya costado diez minutos mandar ese mensaje al grupo cuando la Inma normal y corriente que yo creo ser habría reaccionado de inmediato sin comerse la cabeza un solo segundo.

Pero hoy, a lo largo de todo el día, de vez en cuando me ha venido a la cabeza cómo he empezado la jornada y que a lo mejor mis primas están pelín cabreadas conmigo. No es que esté arrepentida, en absoluto. Sé que mi calidad de vida, que es bastante alta, habría descendido varios niveles si hubiera seguido en el grupo, al igual que mi salud mental. Eso no admite réplica, no podía seguir y punto. Pero... no sé, igual debía de haberme quedado un ratillo más para ver cómo se lo tomaban y haberles dado un poco de cuartelillo o algo.

Jo, pero estaba tan loca por salir corriendo que ni me lo planteé. Me fui to escopetá.

En fin, primas, si alguna de vosotras lee esto, de verdad que espero que me entendáis. Los raritos somos así, raritos. Y solo hay dos opciones: o aceptarnos como somos o mandarnos a la mierda. No somos mala gente, de verdad. De hecho, no hacemos daño a nadie, por lo menos los raritos como yo. Solo que... pues eso, tenemos nuestras rarezas.


2 comentarios:

  1. Me pasa como a ti. Además, si tienes gente cercana delicada de salud y eso, es agobiante el tiempo que pasa entre que ves el simbolico de que te ha llegado un wasap hasta que ves de quién viene.
    Luego, en esos grupos la gente no tiene contención a la hora de pensar en las sensibilidades de las personas que lo componen, y algunos/as se despachas con comentarios muy fuera de lugar.
    Otros lo utilizan para dialogar entre dos o tres de cosas que son privadas de ellos y que no interesan al resto de componentes...
    En fin, un lío...

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    1. La verdad es que no tengo ni idea de lo que habla la gente en los grupos porque nunca me he quedado en ninguno lo bastante como para enterarme pero lo que sí sé es que un chat eterno, que nunca cesa porque siempre hay alguien dispuesto a decir algo, me parece una pesadilla insoportable.

      De todas formas ya tengo asumido que el no entrar en este tipo de cosas me califica automáticamente como ente extraño y asocial. Y supongo que entre mis primas habrá quien se lo tome deportivamente, como cosa propia de mí, y habrá quien me eche la cruz. Pero son gajes del oficio de rarita, qué le vamos a hacer.

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