viernes, 30 de octubre de 2015

Día de perros


Hoy es de esos días que se levanta una y conforme va pasando el tiempo se da cuenta de que no tenía que haberse levantado. Llevo en modo “Pitufa Gruñona” algo así como 11 horas, pero como no soy mujer de sufrir en silencio, ni siquiera las almorranas, que cuando me duelen también se lo tengo que contar a todo el mundo, aquí estoy para poneros al tanto del cúmulo de desgracias que me han acontecido en este día aciago.

Lo primero, hoy trabajo de tarde y no he puesto el despertador. Cuando me levanto sobre las 9’30  tengo un reglazo del copón. No una regla normalita, no, una cosa así en plan hemorragia que te desangras viva. A punto he estado de salir pitando para urgencias, tal era el chorro, que además no paraba ni patrás ni palante. Así he estado unas 3 horas horribiles horribiles hasta que la cosa se ha cortado y he podido ponerme de pie. Sí, ya sé, ya sé, que debería de ir al médico, y de hecho es algo que tengo pendiente. Hace tiempo que tenía que haber solucionado esto pero lo he ido dejando dejando y al final me voy a tener que operar de los miomas que me provocan las hemorragias sí o sí. Bueno, el caso es que me he quedado con la mitad de sangre en el cuerpo y completamente hecha unos zorros.

Una vez cortada la hemorragia, me ducho, me visto y me preparo para ir a trabajar, con tan mala suerte que voy y meto la mano en la bolsa de la basura inorgánica y me rajo medio dedo meñique con un plato que ayer rompió uno de mis hijos, el rompeplatos oficial de la casa. Como no había perdido bastante sangre con lo de la regla, toma ya, la poca que me quedaba en el cuerpo empieza a desparramarse por el tremendo boquete que me he abierto en el puto dedo. Total, que meto el apéndice bajo el grifo, cojo algodón y betadine intentando cortar la hemorragia mientras busco desesperadamente tiritas por toda la casa. Finalmente consigo dejar de sangrar un minuto y como no encontraba tiritas por ninguna parte he tenido que salir a la calle con un algodón y esparadrapo, que parece que en lugar de dedo llevo una miniescultura. Para más inri como iba justa de tiempo no he podido pararme en ninguna farmacia ni chinos a comprar tiritas decentes. Bueno, ya me curaré bien en el curro.

Llego al tren con el tiempo justo y durante el trayecto me voy tranquilizando a mí misma: “Venga, Inma, no pasa nada, las dos hemorragias se han cortado, has llegado a tiempo al tren, ahora llegas a zona de confort, en la biblio tienes todos los artilugios para curarte,  y seguro que tienes una tarde tranquilita. Ya pasó, tía, ya pasó”.

Y una mierrrrrrda! Cuando llego a Rabanales, como siempre, dejo pasar a todo el mundo y me dispongo  a entrar en el campus, pero resulta que al pasar mi tarjeta por el sensor la puertecita automática no se abre. Mecagoenelcopónyensuputamadre! A otra muchacha le ha pasado lo mismo que a mí y estamos las dos atrapadas sin poder entrar. A todo esto sale la empleada de RENFE más torrrrpe de la tierra (Ojalá hubiera estado alguno de los treneros de mi club de fans, pero no, me ha tenido que tocar la petarda esta). La colega se pone a pedirnos a la chica y a mí explicaciones, que cuál es la entrada que nos ha fallado, que cuántas veces lo hemos intentado, que si tal que si cual.

Para que lo entendáis los que no sois de aquí, la capulla esta no tenía más que darle a un botón y se abre automáticamente la puerta auxiliar, cosa que habría hecho sin dilación cualquiera de sus compañeros. Pero no, ella no, ella tenía que hacer un estudio exhaustivo del asunto y someternos a un interrogatorio. Y yo teniendo que ticar en el reloj y mi compi esperándome para hacerle el relevo. Es que me iba dando un infarto cuando ya la tía por fin se ha mostrado conforme con nuestras explicaciones y se ha dignado a darle al puto botón. A estas alturas la Pitufa gruñona que hay en mí ya está a punto de saltar por los aires.

Total, llego a la biblio y le cuento a mi compi que he estado a punto de no venir a trabajar por lo de la hemorragia, y me dice que no pasa nada, que no cree que vaya a haber nadie una tarde de viernes con un puente por delante, que habríamos cerrado nuestra zona y punto. Cuando sale por la puerta, a los cinco minutos, mientras me estoy zampando unos tortellinis que me he pedido en el bar aparece un tío y se apalanca con toda su parafernalia en un rincón. En esto que entra una panda de siete tíos por lo menos que entran a la sala de trabajo en grupo y el solitario empieza a mandar callar: shhhhhhhhhhhhhhh shhhhhhhhhh shhhhhhhh! Hosssstia, un viernes por la tarde, con un puente por delante y me tiene que tocar el tío más imbécil de la tierra, justo después de haber tenido que enfrentarme a la empleada de RENFE más tonta de la Tierra. En fin, el caso es que desde que entró el tipo este no ha parado de haber chorreíllo de gente y cada vez que alguien habla lo más mínimo o me pregunta algo el silencioso con su mantra shhhhhhhhh shhhhhhhh shhhhhhh! Por favor, lo que me faltaba hoy! Dios mío, qué he hecho yo para merecer estooooooo?

Pero no, no acaba ahí la cosa, qué va. Cuando abro mi recipiente con los tortellinis me doy cuenta de que hay un pedazo de mosca como una casa zumbando a mi alrededor. Zuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuum! Ya se ha colao una hijaputa de estas por la ventana! Al intentar ahuyentarla me pego un porrazo con el dedo malo en el ordenador y veo las estrellas: Ayyyyyyyyyyy! Total, que toda decidida a exterminar a mi enemiga cojo el insecticida que tenemos para estos eventos y lo esparzo abundantemente por toda mi zona de trabajo, no sin antes haber tapado mi comida. Pero mira tú por dónde la mosca es inmortal, incombustible, la he rociado algo así como 25 veces en toda la jeta y sigue por aquí rondando que no hay manera de cargársela. No sé este bicho cómo puede seguir volando si yo estoy a punto de desmayarme con la fumigación que he hecho, hosssstia.

A todo esto abro el ordenador y me encuentro en el correo una petición del Consorcio de Bibliotecas Universitarias Andaluzas. Bueno, vale, bien, un poquito de trabajo extra no está mal para animar la tarde. Miro la signatura y… hossstia, mecagoentominación! Es un Congreso y hay tropecientos libros con la misma signatura. No tengo más remedio que ir abriendo uno por uno buscando el código de barras que se corresponde con el de la petición. Lavirrrrgen, una de esas peticiones coñazo que te tiras medio día intentando dar con el libro. Pero bueno, es mi trabajo. Voy para las estanterías rezando para que por lo menos esa signatura esté a una altura razonable para que pueda ir revisando los libros tranquilamente.

Y una mierrrrrrrrda que te comas, Inma! Están en la última balda, justo a ras del suelo!!!!!!!! Esto no puede ser, es una conspiración!!!!!! El Universo entero se ha puesto de acuerdo para joderme el día de principio a finnnnn!

Total, en cuclillas pruebo con los dos o tres primeros volúmenes y nada, no es ninguno de ellos, y son algo así como chiquicientosmil así que decido sentarme en el suelo para estar mínimamente cómoda. Total, no hay casi nadie, salvo el shhhhhhhhhhhhh y los tíos que se han metido en la sala de grupos con la puerta cerrada. Y de esa guisa estoy sentada en el suelo a lo gran jefe indio rodeada de tomos de congresos cuando aparece de la nada un señor muy trajeado y se me acerca con mucho cachondeo: “Qué, te aburrías y te has puesto a limpiar las estanterías? Jajajajajajajajajaja!”

Y desde el fondo: Shhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!

Y desde mi mesa: Zuuuuuummmmmmmmmmmmmmm!

Aaaaaaaaaaargggggg, Socorroooooooooooooo, que se acabe este cochino día de una puta veeeeeeeeeez!

Mamaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaá!

(Probablemente continuará; esto no tiene pinta de ir a quedarse aquí)


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