Supongo que habréis oído hablar del caso de Itziar Ituño, la actriz y activista vasca que se puso a la cabeza de una manifa por la liberación de los presos de ETA, y algunas marcas con las que trabajaba han cancelado sus colaboraciones. Por lo visto la tal Ituño tiene algún amigo de ETA que está preso por asesinato, y ya había hecho anteriormente en un pregón de su pueblo un alegato a favor de la liberación del muchacho, un tal Txus Martín que, en valeroso acto de servicio por Euskal Herria, se cargó un buen día a un sargento de la Ertzaintza.
Al parecer la muchacha esta participaba en la famosa e hiperpopular serie "La casa de papel" (no, no la he visto, no busquéis mi crítica), y a raíz de este trabajo fue contratada por algunas marcas, como BMW o Iberia, para hacer promoción de sus productos. Tengo entendido que hasta le regalaron o prestaron, vete a saber, un flamante BMW para que fuera por ahí promocionando los citados vehículos. Pero ahora, tras salir las imágenes de la señora encabezando la manifestación proetarra, han decidido que mejor se compre un patinete.
De repente cienes y cienes de personas de renombre, que curiosamente hasta este momento habían proclamado abiertamente su adhesión y entusiasmo por la cultura de la cancelación, han puesto el grito en el cielo. Cómo es posible que esta muchacha, por haber manifestado libremente sus ideas, se vea expuesta a la posibilidad de ver anuladas sus colaboraciones laborales e incluso de perder algunos contratos importantes y sustanciosos??
Es lo que pasa cuando el Team facha se apunta a los métodos habituales del Team rojo. Que salta la indignación. Porque amigos, esto mismo ha pasado cienes de veces, pero con inquisidores del otro bando. Se ha intentado cancelar, y a menudo se ha conseguido, a personas por meterse con Irene Montero, por ejemplo, o por decir abiertamente que ser trans no es ser mujer. Que se lo digan a Lucía Etxebarria, una señora por la que no siento especial simpatía pero que ha sido vetada en multitud de actos por lo peor de lo peor, ser tachada de TERF. O al mismísimo Pablo Motos, que día sí día también aparece en Twitter con entusiastas llamamientos a la cancelación de su programa, básicamente por ser catalogado por el Team red como "cuñao". Por no hablar de cualquiera que diga sin sonrojarse que es aficionado a la tauromaquia. Ya apaga y vámonos.
En fin, lo más loco es cuando salen personajes como Pablo Iglesias o Echenique revelando en plan venganza que BMW, la marca que ha cancelado a Ituño, debe su fortuna a haber hecho negocio illo tempore en connivencia con los nazis. Vamos, que hasta el momento veían de putísima madre que esta señora muy representativa de la izquierda vasca colaborara con una empresa colaboradora con el nazismo, y lo escandaloso es que esa empresa haya cancelado ahora esa colaboración. Me pinchan y no sangro, oyessss.
No sé yo qué es peor, si colaborar con una marca que ha hecho fortuna por sus vínculos con el nazismo hace cien años o salir a la calle a mostrar adhesión con unos asesinos de hace 20 años. Así de repente tengo algunas dudas al respecto.
Personalmente me parece muy respetable que esta señora diga libremente lo que le dé la real gana y se manifieste sin complejos por la libertad de los presos etarras o por cualquier otra causa que considere ella justa. Ahora bien, me parece igualmente respetable que las marcas decidan quién quiere que las represente y quién no. Y esto vale igual para el team facha que para el rojo. Que es lo que ellos, unos y otros, no terminan de captar, que no puede ser que veas de puta madre que le hagan a otros lo que te parece una real mierda cuando se lo hacen a los tuyos. Mandíbula de cristal y puños de acero.
Yo no he visto esa serie que la ha hecho tan famosa pero desde luego si tuviera algún interés en verla no dejaría de hacerlo porque Ituño tenga amigos etarras o porque ella misma asesine a su abuela. Y sinceramente espero que el selecto grupo de personas que lee este blog nunca deje de hacer algo que le apetezca por tener mayor o menor sintonía personal o moral con un responsable o participante del hecho en cuestión. No a la cultura woke. No a la cultura de la cancelación.
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