Estoy en un bar con un tío superguapo con el que he salido. Uno de esos tíos que miran babeando casi todas las tías y también buena parte de público masculino. Para que os hagáis una idea, Pedro Sánchez a su lado es El Fary.
Alto, elegante, ojazos, sonrisa magnética, prestancia absoluta... En fin, megaguapérrimo. Y encima el tío invitándome todo el rato.
Yo sin dar crédito, claro, pensando cómo un tío tan buenorro ha querido salir con una tía como yo, que no estoy mal pero que, las cosas como son, juego en otra división. No soy Sara Carbonero ni Beyoncé ni Jennifer López.
- Quieres otra?
- Venga!
- Otra ronda por aquí!
En esto que la camarera viene a servirnos y le dice a una chica que no deje allí tirado el vestido que se ha quitado. Al oír la palabra "vestido" miro atrás y veo uno encima de unas cajas. La camarera me informa de que es para una especie de mercaíllo. Al oír la palabra "mercaíllo" me olvido ipso facto del guapo y corro rauda a echarle un vistazo al vestido. El muchacho, claro, se mosquea un poco. Yo intento justificarme ante ese dios del amor.
- Es que yo soy muy de mercaíllo. Me gusta mucho comprar ropa usada.
Mientras valoro si me compro o no el vestido, cuando vuelvo a mirar el guapo ha desaparecido. Me pongo a buscarlo desesperada por el bar y no está.
Joder, encima que ligo con un tío así, voy y lo dejo tirado para comprarme un vestido. Y además le digo que soy carnaza de mercaíllo! Es pa matarme!
Salgo a la calle y tampoco está por allí, así que supongo que se ha ido y como estamos en el quinto coño llamo a un taxi. Y mientras espero, mira tú por dónde, me encuentro allí sentada en un peñasco a una amiga mía.
- Coño, tú qué haces aquí?
- Yo esperando a mi sobrina. Y tú?
- Yo que he quedao con un tío que te mueres de güenorro, pero me he puesto a mirar un vestido y se me ha pirao. Los tíos no aguantan nada, coñoooo!
Ella me dice que igual me ha dejado algún mensaje en el móvil antes de irse. Yo no había caído pero miro el móvil y efectivamente tengo un montón de mensajes suyos.
Lo dejo para después porque me pongo a charlar con mi amiga. Pero cuando voy a leer los mensajes del guapérrimo resulta que no encuentro el móvil.
Momento pánico, os podéis imaginar. Me pongo loquísima buscando el móvil.
- Tía, hazme una llamada perdida!
Mi amiga me llama y efectivamente el móvil suena, pero no sé dónde. Sigo rebuscando en el bolso, pero nada. Así que le digo que vuelva a llamarme, y mi amiga me dice que pasa, que a ver si me creo que va a tirarse todo el rato llamándome.
Como ella no quiere me dedico a recorrer las mesas y a pedirle a todo el mundo que me haga llamadas perdidas para encontrar el puto móvil. Pero resulta que una se ha quedado sin batería, la otra me enseña su móvil roto hecho pedazos, un grupo de señoras me miran sospechosamente y esconden sus aparatos, por si se los robo.
Cuando vuelvo con mi amiga, me cuenta que en ese rato que he estado enloquecida buscando inútilmente mi móvil ella ha conocido al hombre de su vida.
- Ya, pero por favor por favor por favor, hazme una perdidaaaaaa!
A mi amiga se le escapan unas lagrimillas.
- Pero qué te pasaaaaaa?
- Nunca me hacéis caso cuando os cuento mis cosas. Yo siempre os escucho a vosotras y cuando a mí me pasa algo nunca os importa. Te he ido a contar lo del hombre de mi vida y tú me dices que te haga una llamada perdida.
- Eso no es verdad. Te he escuchado siempre. Nos hemos pasado horas y horas y horas hablando de tus cosas! Lo que pasa es que me has pillado que primero se me pierde el guapo y luego el móvil y me he quedado loquísima.
Parece que se tranquiliza un poco, se le va pasando, la animo:
- Venga, ya está, cuéntame lo del hombre de tu vida.
- Pues resulta que estaba yo...
- Espera espera espera! No te enfades. pero antes de empezar... me puedes hacer una perdida? Porfiiiiiiii!!!!!!!!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario