jueves, 7 de mayo de 2020

Coronavireando

A ver cómo cuento yo esto para que no suene fatal.

Sabéis esa gente que en mitad de una guerra o una pandemia o un desastre nuclear o una catástrofe de cualquier tipo va y se enamora, y resulta que pasa los mejores momentos de su vida mientras a su alrededor el mundo entero se derrumba? Hay un montón de películas con historias así. Os acordáis de Titanic? Ese barco hundiéndose con un montón de gente dentro, y Kate Winslet y Leo Di Caprio a su bola ellos, dando vueltas por el barco corriendo uno detrás del otro, metiéndose mano, y luego ella recordando ese día con carita de no haber pasado uno más guay en su vida.... Bueno, pues yo me siento un poco así con esto del Coronavirus, y me da un poco palo decirlo, pero es que es verdad.  Lo tengo que confesar sin tapujos: yo estoy disfrutando con el confinamiento como una mona.

Claro, tiene su explicación. Para empezar, hay dos cosas en el mundo que odio: madrugar y los mogollones de gente. Pues bien, el confinamiento me ha venido a librar repentinamente de las dos.  De repente puedo vivir siguiendo mis propios ritmos naturales. Levantarme a la hora que el cuerpo me pide y acostarme igual. Sin prisas, sin estrés, sin despertador, sin remordimientos. Y luego las calles, prácticamente vacías. Ufff, lo que he disfrutado cuando sacaba a mi perrilla y no había absolutamente nadie más en el mundo. Como mucho, algún vecino paseando también a su can por la acera de enfrente. Silencio total. Lo más parecido que había vivido nunca era el éxodo masivo de agosto,  pero incluso entonces los chinos estaban abiertos, no estaba sola del todo. Esto de la soledad completa ha sido sencillamente orgásmico.  Sé que mucha gente no lo entenderá, la mayoría probablemente, pero igual hay algún rarito por ahí como yo que me entiende perfectamente.

Tengo que reconocer también que he tenido otro golpe de suerte: he podido pasar el confinamiento con mis hijos en casa.  Y estoy disfrutando muchísimo, de verdad. Con lo mamá gallina que soy, si hay algo que me gusta en el mundo es tener a mi prole, por muy crecidita que esté ya, pululando a mi alrededor. Tal vez si esto me hubiera pillado siendo pequeños estaría más jodida. O en plena edad del pavo, qué horrooor!!!! Pero es que ya son grandes y su capacidad de dar por culo ha menguado bastante. Así que... cuándo iba yo a pillar una oportunidad como ésta de tenerlos a tiempo completo para mí?? De desarrollar mi faceta gallinácea a tutiplén?? Jamás.

Hombre, si fuera para toda la vida igual me agobiaba un poco. Confinados para siempre como que no mola. Pero esto del confinamiento temporal da para mucho: charlas nocturnas, juegos, diversión,  risas.... en fin, hogar dulce hogar.

Entiendo que las familias que estén separadas lo tienen que estar pasando fatal.  Aparte, otras viven esta situación con angustia por varios motivos: económicos, de salud, etc. En fin, que de todas las casuísticas posibles yo me he topado con la mejor: todos mis polluelos en el nido, y en buenas condiciones. No puedo quejarme, las cosas como son. Ellos estarán hasta los huevos/pipilla del confinamiento pero yo estoy encantada.

Se da la circunstancia también de que estoy viendo estos días una serie sobre la historia de una familia: This is us. Está muy bien, os la recomiendo. Tiene una estructura narrativa como de puzzle. Son piezas que poco a poco van encajando hasta reconstruir el retrato entero, con constantes saltos a distintas etapas del pasado y del futuro.  Los recuerdos están muy presentes  porque muchas cosas de la vida actual de los protagonistas están directamente relacionadas con acontecimientos del pasado, y hasta te van dando pistas de por dónde irá la cosa 20 años después. Eso sí, es un poco moñas; bueno, un poco bastante moñas. Y los personajes son muy intensitos. Pero está muy bien porque, como decía Tolstói en Ana Karenina "Todas las familias felices se parecen, pero las infelices lo son cada una a su manera", y esta familia tiene una manera muy curiosa de ser infeliz.

La cuestión es que viendo la serie muchas veces pienso que probablemente estos días también quedarán en la memoria de todos nosotros. Algunos los recordarán con tristeza, otros con horror... en fin, cada cual según lo haya vivido.  Quien haya perdido a alguien por el virus pensará en todo esto como en un infierno. Pero tal vez otras personas no tengan un recuerdo negativo. Yo sé que probablemente los recordaré con nostalgia, como una oportunidad única que la vida me ha dado, que me ha permitido disfrutar de los míos de una manera que, en condiciones normales, nunca habría sido posible.

De todas formas esto aún no ha terminado, queda partido. Aquí no está nadie libre de pillar el bicho, y si eso ocurre en cualquier momento todo puede dar un vuelco. Pero pase lo que pase a partir de ahora, que nos quiten lo bailao estos dos meses. Lo bailao, lo reído, lo jugado, lo charlado... en definitiva, lo vivido.

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