viernes, 27 de septiembre de 2019

Fantasmas

"Podemos escanear la esquela".

Una compañera de trabajo ha muerto y para darla de baja en Personal necesitan algún documento. En el curro dudamos sobre si será preciso el certificado de defunción o con la esquela bastará.

Mientras discutimos el tema pienso en lo fácil que es dejar de ser persona. Ayer esta compañera aún era persona, hoy es una difunta, ha pasado a otra escala. En cuestión de días dejará de estar en la relación del personal de la Universidad, pero también dejará de figurar en el censo de la provincia, y en el registro de su Comunidad de vecinos, y en el de clientes de su banco. Poco a poco será dada de baja de todos aquellos sitios que certificaban que ella era una persona.

Quedará por supuesto en la memoria de los suyos, familia, amigos, vecinos, compañeros de trabajo... De hecho ya está ahí. Hace apenas unos días que dejamos de verla y no sé los demás, pero a mí se me representa constantemente como un fantasma. Me basta con cerrar los ojos para ver su figura pequeñita acercándose a mi mostrador a preguntarme algo. Lo hacía con cierta frecuencia.  Aún no me cuesta nada visualizarla, incluso oír su voz, verla caminar (tenía una forma de andar bastante característica); aún su recuerdo está fresco. Con el tiempo se irá diluyendo y cada vez me costará más percibirla con claridad.

En el caso de mi compañera la transición de persona a difunta no ha sido inmediata pero sí bastante rápida; otras veces hay un estadio intermedio, la de moribundo. Los moribundos no dejan de ser personas del todo, pero están a un paso de ser difuntos, se podría decir que tienen un pie a un lado y otro pie al otro lado.

En cualquier caso mi reflexión gira en torno a la volatilidad de nuestra condición de personas. La fragilidad acojonante de esa condición. Hoy estamos en un montón de documentos como entes vivos y activos, y mañana, paro cardíaco mediante, dejamos de estar, dejamos de ser, dejamos de existir, y pasamos a convertirnos en pasado. Fantasmas del pasado. Todos, tú, yo, el otro y el de la moto.

Bastará un certificado de defunción, o una esquela escaneada. Et voilà! Hago chas y aparezco al otro lado.

Adiós, compañera, bon voyage. En algún momento, no sé si pronto o tarde, yo también pasaré ese trance y alguien mandará mi esquela a los de Personal para que me borren del registro de empleados.  Y alguien recogerá mis cosas, las que he ido acumulando a lo largo de años y años de trabajo. Y alguien se encargará de quitar mi nombre del directorio.

Quedará mi letra en los libros de registro. Y mi firma en los documentos que catalogué. Y los códigos que apunté en cada ejemplar que pasó por mis manos, en las tesis, los TFGs, las novelas... Y tal vez mi imagen en algunas cuantas fotos de grupo. Y puede que mi espectro se pasee por entre estas estanterías, pasillos y habitáculos que fueron testigos de mi vida profesional.

Seré... otro fantasma del pasado.

2 comentarios:

  1. Has leído "Los muertos ", de James Joyce? Tu publicación me ha hecho recordar este cuento. Trata este tema.

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