lunes, 18 de diciembre de 2017

Madres y putas

Domingo 17 de diciembre. En el programa Chester, Risto Mejide entrevista a Samanta Villar y como la alternativa es ver el debate de la Sexta de las elecciones catalanas, no dudo ni un segundo: Chester.

Bendita decisión. El debate no puede ser sino más de lo mismo del eterno bucle sin fin catalán, que ya de puro cansino aburre hasta a las cabras. .En cambio la entrevista de Risto a Samanta es una verdadera joya del librepensamiento. Y eso que ninguno de los dos me cae nada bien, son egocéntricos hasta la náusea y tienen más cuento que Calleja, pero lo fascinante es que de dos personas así salga algo tan bueno. Realmente bueno.

El programa de hoy se llama Freedom y como su propio nombre indica va sobre la libertad. La libertad de hablar y de pensar pero también de ser y de estar de una determinada manera en el mundo. Y ahí es fácil encontrarme.

Samanta habla de la maternidad y de los problemas que le ha ocasionado hablar libremente de su experiencia como madre. En su día hizo varios programas tipo reality o docudrama en los que grababa su día a día como madre cuarentona primeriza de mellizos. Previamente se había sometido a un tratamiento de fertilidad para ser madre añosa, y por supuesto, también lo había convertido en espectáculo. Samanta es así, su vida es su espectáculo favorito, pero yo por ejemplo también soy un poco como ella porque este blog no deja de ser un reality sobre la mía. Por eso no me cuesta entender cómo ella misma se ofrece como testimonio. Para qué buscar en otra parte  aquello que tú misma has experimentado en tus carnes.

A Samanta la maternidad no le ha gustado como experiencia, y lo dice sin ambages. Ella quiere a sus hijos como cualquier madre a los suyos pero eso no quita para que reconozca que ha sido traumático para ella, y que si hubiera sabido la clase de sacrificio que suponía tal vez no lo habría hecho. Creo que hay miles de mujeres que podrían decir lo mismo pero la mayoría ni se atreven. En un mundo en el que la maternidad es casi un lujo y está sacralizada hasta límites caricaturescos hablar en negativo de esa vivencia es casi pecado mortal. A Samanta se le echaron las tías encima a saco en las redes sociales. De puta parriba, que si le deberían de quitar a los mellizos, que ojalá mujeres como ella nunca pudieran ser madres, que si zorra, que si guarra, que si cerda... Presiento que detrás de muchos de esos comentarios se esconden bastantes madres frustradas de ésas que tratamiento tras tratamiento no consiguen el ansiado embarazo.  Y muchísimas supermadres de ésas que sienten que la maternidad es lo más de lo más, lo único que da sentido a sus vidas y que no conciben que nadie pueda vivirlo de otra manera.

Yo en su día tuve sensaciones muy parecidas a las de Samanta y por eso puedo entender perfectamente de lo que habla. Y me congratulo de que por fin alguien  diga lo que nos ha pasado a muchísimas mujeres. Yo también  cuando tuve a mi primera hija me tiré meses sin dormir. Lo he contado varias veces pero no me importa volverlo a repetir. Yo había buscado y querido a esa hija con verdadero ahínco, no fue un accidente ni mucho menos, pero de repente la vida se convirtió en un infierno. No dormir te destroza, te vuelve loca, te hace sacar lo peor que hay en ti. Yo he querido morirme, tirarme por una ventana, tirar a la niña o tirarnos las dos. Los vecinos gritaban para que calláramos a la niña, en pleno mes de agosto, todas las ventanas abiertas, medio edificio sin poder pegar ni ojo, mis oídos a punto de reventar, mi resistencia al borde del colapso, mi mente enloquecida. No era persona ni mujer ni ser pensante; era una piltrafa humana que solo quería una cosa en el mundo: dormir. Cómo no voy a entender a Samanta?

Quiero yo a mis hijos? Más que a nada en el mundo. Y que haya tías talibanas que puedan cuestionar mi amor a mis hijos o mi derecho a tenerlos me parece más que preocupante, sólo por reconocer que lo pasé francamente mal y que la maternidad tiene muy poco que ver con esa visión idílica que mucha gente te cuenta y que te hace sentir superculpable cuando tú no consigues verla como tal.

En el programa una Madre Coraje, una supermadre de éstas que se sienten orgullosísimas de su condición, sale a defender su postura y de paso a atacar a Samanta, su negatividad, su egoísmo y su falta de madurez a la hora de afrontar la maternidad. Vamos, para juzgarla como indigna de ser madre. Y naturalmente Samanta se cabrea y reivindica sobre todo su derecho a vivir las cosas como le sale del coño y no como oficialmente se supone que las debe de vivir y de sentir. Ole tu coño, Samanta.

En la segunda parte de la entrevista Villar habla de putas. Ha escrito un libro sobre ellas después de haber convivido durante un tiempo y además reivindica el término: putas. Dice que le gusta y que lo suyo sería despojarlo de connotaciones negativas. Puta como profesión honorable y digna.

Sin haber escuchado aún sus argumentos ni su experiencia con las putas me pongo a su favor. De forma intutitiva siempre he pensado lo mismo, a pesar de los múltiples mensajes oficialistas y bienpensantes en contra de esta visión. Yo siempre he pensado y defendido que si una tía quiere usar su cuerpo para vivir de él que lo haga. Es una posibilidad y existe una amplia demanda dispuesta a pagar lo que sea por una serie de servicios que las tías llevamos dando toda la vida a menudo con malditas la ganas. Siempre que haya quien esté dispuesto a  pagar por follar, me parece de puta madre que haya quien ofrezca ese servicio. Y en hombres lo mismo. De hecho cada vez hay más putos, eso sí, con clientela básicamente masculina (los tíos son fundamentalmente los que buscan sexo de alquiler y los que están dispuestos a pagar por él,  sea con hombres o con mujeres).

Naturalmente la polémica está servida. No podía faltar en el programa la presencia de una política indignadísima (anda que no) defendiendo la postura contraria, la "buena", la de las personas decentes y comprometidas con la sociedad: la prostitución es indigna y por tanto hay que perseguirla. Samanta contrapone a esto la opinión de sus amigas putas,  que han tomado la decisión libre de vivir del sexo porque lo prefieren a vivir de cualquier otra cosa. Puede haber mujeres (y hombres) que prefieran aguantar que les penetre un desconocido a limpiar mierdas en servicios públicos 8 horas al día por 800 euros al mes. Y quién eres tú para decirles lo que es digno y lo que no, o lo que es mejor o peor para ellos?

Mucha hipocresía es lo que hay en torno a este asunto. Hay miles de mujeres que se casan con un tío con pasta simplemente porque viven muy bien de ese tío. Es eso más digno? Éticamente menos reprobable? Pues es una cuestión de cada cual, uno decide cómo vivir su vida y el sexo no es tampoco la cosa más asquerosa de la que se puede vivir. A mí, por ejemplo, me parece menos repugnante que limpiar culos de viejos con los que no tienes ningún lazo afectivo.

En fin, que perseguir el proxenetismo, el tráfico de mujeres  y la explotación sí; perseguir la prostitución no. Y la mejor manera de controlar la explotación es precisamente legalizarla y dejar de estigmatizar la profesión porque serán ellas mismas las que denunciarán las irregularidades que se produzcan en su gremio. Cuando estén organizadas y luchen por sus derechos ya se encargarán ellas de denunciar a proxenetas y mafiosos por la cuenta que les trae. Desde luego en la clandestinidad y la ilegalidad eso es imposible.

Bueno, pues eso, que chapó por Samanta, por plantear las cosas desde otros puntos de vista y decir públicamente lo que muchos pensamos. Por salirse del pensamiento único y contar otras verdades tan válidas o más que las oficiales, y por poner voz a mucha gente, a una minoría silenciosa que casi nunca es escuchada pero que, para bien o para mal, está ahí. GRACIAS SAMANTA.

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