Bueno, amigos, supongo que muchos de los que habéis seguido mi culebrón con las perrillas arderéis en deseos de saber qué ocurrió al final con mi Lolilla. La última vez que escribí sobre ella estaba bastante hecha polvo porque había tomado la decisión - dura y difícil decisión - de dársela a una familia que vivía en el campo.
Finalmente con todo el dolor de mi corazón terminé haciéndolo. Fue el último viernes de junio. Por la tarde la llevé al lugar donde había quedado con esa familia y me despedí de mi Lolilla. Pasé un fin de semana penosa y acongojada sin saber nada de ella porque en la finca donde está no hay cobertura y no podía comunicarme con los nuevos dueños. Pero en cuanto volvieron a la ciudad me mandaron vídeos y fotos de la perrilla jugando con el otro perrito que ya tenían ellos y pude ver lo contenta que parecía correteando libremente y saltando de un lado para otro en plena naturaleza.
En días sucesivos me han seguido mandando vídeos y dándome noticias de ella y todo indica que ha encontrado el hogar perfecto para una perra campera como ella. Me cuentan que se ha "enamorado" del otro perrillo, Trufo, con el que pasa prácticamente toda la semana hasta que llegan los dueños los viernes por la tarde. Dicen que no se separa de él y que se pasan el día jugando y retozando.
A mí me gusta imaginármelos estos días de calor tórrido saliendo por la noche de su morada-cueva como Simba y Nala, los leoncillos de El Rey León, mirando las estrellas con sus cabecitas juntas disfrutando del airecillo nocturno. Puedo ver a mi Lola saltando para intentar cazar moscas, salamanquesas y cualquier bicho que se le ponga a tiro. Con lo que le gusta a ella el tema cinegético!
También Bimba ha salido ganando porque está mucho más tranquila y relajada. Aunque es y seguirá siendo una perra timorata y asustadiza al menos ya no tiene al enemigo en casa. Se pasa el día tumbada a lo perruno o paseando de un lado a otro con su pachorra habitual. No se esconde por los rincones, no llora, se la ve mucho más feliz.
Así que al final creo que la decisión que tomé fue la acertada. Me costó mucho porque significaba una rendición y porque le había cogido mucho cariño a la Lolilla y no me hacía a la idea de separarme de ella, pero ahora he visto que esa separación era necesaria y que ha sido para el bien de ella y también del de Bimba.
Muchas veces nos empeñamos en cosas que no pueden ser y que hacen la vida más complicada. Yo estaba tan hecha polvo por la muerte de Manolo que fui incapaz en su momento de dejar a una de ellas en la perrera. Las vi, me enamoré y en el estado hipersensible en el que estaba no pensé en las consecuencias. Tampoco sabía nada de ellas, pero conforme pasaban los días sí que me daba cuenta de que Lola iba a darme problemas porque era perra campera y se veía que no había vivido en un piso nunca. No sé si os acordaréis pero ni siquiera sabía subir las escaleras, le daban pánico.
Ha sido una historia de amor apasionante, y con final feliz. Y he aprendido de perros en este tiempo lo que no está escrito, creo que no había estudiado más concienzudamente sobre un tema en mi vida. La muerte de Manolo salvó la vida de las perrillas y al final cada una de ellas ha encontrado el hogar perfecto. Lolilla, igual que Manolo, siempre irá en mi corazón. La hijaputa, con todo el porculito que ha dado, se hacía querer con su carita traviesa y esos ojillos picaruelos tan lindos. Y de hecho la familia que la ha acogido también se ha enamorado de ella rápido porque ya la tienen colgada de perfil del guasap en un primer plano precioso. Y el Trufo no ha tenido más remedio que caer rendido a sus pies porque dónde iba a encontrar él una perrilla más bonita y pizpireta. El sueño de cualquier cánido de pro.
Y hasta aquí puedo contar.
De corazón, no te puedes imaginar lo que me alegro. Sé todo el empeño y dedicación que has puesto y como te afecta. Un enorme abrazo de tu amigo virtual Fran.
ResponderEliminarGracias Martínez. Además la Lolilla es tu ahijada, sé que te alegras de verdad.
EliminarQue sepas que está genial y, sobre todo, feliz.
Y feliz ella, feliz yo.
Malegro, Inma. Muchas veces las personas nos empeñamos en confundir realidad con deseo. Por lo que has ido contando por aquí tú te empeñaste en cumplir un deseo pero tuviste ese brillo de inteligencia emocional de saber separar realidad y deseo. Decisiones duras, que hacen sufrir, pero cuya recompensa beneficia a todos. Sabia Inma, lúcida como pocos. En tus análisis políticos eres brillante. En tus actitudes realidad/deseo, también.
ResponderEliminarComo siempre, gracias por compartirlo.
Gracias, Ardaler. Sí que ha sido una decisión difícil pero a la larga inevitable.
EliminarY como ha sido un happy end no me cuesta nada compartirlo.
Felices vacances, amigo.