Está siendo una noche intensa. Manolo y yo, él de cuerpo presente, yo también.
Lo mismo lloro, que río, que le hablo, que yoquesé.
La verdad, más lloro que otra cosa.
Y le toco, le toco mucho, pero por encima de la mantita. No quiero sentir el frío de su piel.
Y me dedico a mandar compulsivamente mi post anterior a todas las asociaciones animalistas que encuentro en twitter.
Creo que es un vano intento de montarle un funeral a lo grande.
Necesito que el mundo entero sepa que Manolo ha muerto.
He mandado el post a varias asociaciones mexicanas, peruanas y venezolanas porque allí puede que estén despiertos y lo vean.
Es que no puedo creer que Manolo esté muerto y que el mundo siga. Incluso yo seguiré mañana y pasado y todos los días.
Necesito que Manolo sobreviva de algún modo, aunque sea en el recuerdo de la gente que lea esto.
Como Hatchiko sobrevive en mí desde que vi la peli.
Necesito que todo el mundo sepa que Manolo existió.
No era el perro más listo del mundo, en realidad era bastante tonto.
No sabía levantar las patas para que le pusiera sus abrigos. Era supertorpe.
Pero no puedo dejar que muera y que eso no sea una catástrofe mundial.
Quiero funerales de estado para él. Quiero que el mundo se pare. Si alguien en el mundo se lo merece es él.
Porque nunca ha hecho daño a nadie.
Porque se ha muerto sin dar un ruido.
Porque embellecía el mundo con su presencia.
Porque era un pequeño gran perro.
Porque saltaba como un loco cuando me oía llegar.
Porque sus ojos no tienen parangón en el mundo entero.
Porque estoy segura de que nadie me ha querido como él. Ni me querrá.
Manolo, mi amor, buen viaje.
martes, 28 de febrero de 2017
Manolo ha muerto
Manolo ha muerto. Está frío y no se mueve.
No sé qué hacer, nunca he estado en una habitación con un perro muerto.
Ni siquiera sé lo que siento. Como siempre que muere alguien importante en mi vida soy incapaz de reaccionar, no siento nada. Solo escalofríos.
Son las 3 de la mañana, no puedo llamar a nadie para contárselo. Y tampoco quiero hablar con nadie ahora. Qué me podrían decir si ni siquiera sé qué decir yo?
Creo que aún no me lo creo. No quiero tocarlo, no me atrevo.
Al principio no sabía que estaba muerto. Lo he estado zamarreando un rato para que se moviera. Incluso he puesto bien el suero y me he echado a dormir otra vez pensando que estaba muy dormido solamente. Pero no conseguía conciliar el sueño, sabía que algo no iba bien. Y he encendido la luz y lo he vuelto a zamarrear. Y ya he visto que no hacía nada. Nada.
Manolo ha muerto y ni siquiera me he dado cuenta. Además ha muerto por mi culpa. Yo le dí el puto hueso que le provocó la obstrucción intestinal por la que le operaron de urgencia anoche. Yo lo he matado.
Está muerto ahí, en su camita, pegado al sofá donde yo dormía a su lado. No ha hecho ni un ruido. No se ha quejado. Ha muerto solito. Y yo estaba al lado durmiendo tan ricamente. A eso se le llama una dueña en condiciones.
Ha sido el único perro de mi vida. Y ahora es el único perro muerto de mi vida.
Mi Manolo. Tan chiquito. Tan gruñón. Con sus tremendas orejas picudas.
Todavía estoy esperando que resucite. Que se mueva. Que haga algo.
Cómo se hace el velatorio de un perro muerto? Si ni siquiera soy capaz de acercarme y tocarlo. No quiero tocarlo frío.
Podría cogerlo en brazos y pasar esta última noche juntos abrazándolo o tumbado en mi regazo, como tantas veces. Pero no puedo. No soy capaz, de verdad.
Nada, está muerto. He ido a zamarrearlo otra vez y no se mueve.
Y mis vecinos de abajo se han puesto a follar a grito pelao. Qué buena noche para ponerse a follar! Es como el canto del cisne de Manolo. Él muerto, su dueña contándoselo al mundo y los de abajo follando.
Nada, no se mueve. Está muerto de verdad. De cuerpo presente. Y la de abajo se acaba de correr.
En realidad me alegro de que no haya nadie en casa hoy. Prefiero que estemos los dos solos esta noche. No sabría qué decir si hubiera aquí alguien. Y no podría soportar ahora mismo que nadie me hablara.
Creo que voy a tomarme una cerveza. O mejor aún, tengo un benjamín de cava. Lo abriré para brindar por él. Haremos una gran despedida. La ocasión lo merece.
En el suelo su cuenco lleno de comida. Su recipiente del agua. Todo en esta casa está lleno de Manolo. Mi Manolo.
Se me ocurre que podría hablar con él un rato. Tipo Cinco horas con Mario. Cinco horas con Manolo.
Sí, voy a hablar con él:
Manolo, no sabes lo feliz que he sido contigo. Y lo orgullosa que me he sentido de ti siempre cuando te paseaba por la calle y todos los niños querían tocarte y decían lo bonito que eres. Y todas las señoras. Y ese viejecito que siempre te dice cosas.
Eres el perro más bonito del mundo. Y no es pasión de madre; es que lo eres objetivamente hablando. Ningún perro tiene tus ojitos ni mira como tú.
No puedes estar muerto, no puede ser. Estoy soñando, un mal sueño. Pero cuando me despierte tú vas a estar ahí saltando y ladrando y yo te voy a abrazar y te voy a comer a besos.
Por favor, muévete, gruñe un poquito como tú sabes.
No te mueras, por favor. Éramos tan felices juntos! No te puedes morir. No quiero que te mueras.
Bueno, por lo menos los de abajo han parado de follar.
Ps. Vaya mierda de noche! Ni siquiera he sido capaz de abrir el benjamín!
No sé qué hacer, nunca he estado en una habitación con un perro muerto.
Ni siquiera sé lo que siento. Como siempre que muere alguien importante en mi vida soy incapaz de reaccionar, no siento nada. Solo escalofríos.
Son las 3 de la mañana, no puedo llamar a nadie para contárselo. Y tampoco quiero hablar con nadie ahora. Qué me podrían decir si ni siquiera sé qué decir yo?
Creo que aún no me lo creo. No quiero tocarlo, no me atrevo.
Al principio no sabía que estaba muerto. Lo he estado zamarreando un rato para que se moviera. Incluso he puesto bien el suero y me he echado a dormir otra vez pensando que estaba muy dormido solamente. Pero no conseguía conciliar el sueño, sabía que algo no iba bien. Y he encendido la luz y lo he vuelto a zamarrear. Y ya he visto que no hacía nada. Nada.
Manolo ha muerto y ni siquiera me he dado cuenta. Además ha muerto por mi culpa. Yo le dí el puto hueso que le provocó la obstrucción intestinal por la que le operaron de urgencia anoche. Yo lo he matado.
Está muerto ahí, en su camita, pegado al sofá donde yo dormía a su lado. No ha hecho ni un ruido. No se ha quejado. Ha muerto solito. Y yo estaba al lado durmiendo tan ricamente. A eso se le llama una dueña en condiciones.
Ha sido el único perro de mi vida. Y ahora es el único perro muerto de mi vida.
Mi Manolo. Tan chiquito. Tan gruñón. Con sus tremendas orejas picudas.
Todavía estoy esperando que resucite. Que se mueva. Que haga algo.
Cómo se hace el velatorio de un perro muerto? Si ni siquiera soy capaz de acercarme y tocarlo. No quiero tocarlo frío.
Podría cogerlo en brazos y pasar esta última noche juntos abrazándolo o tumbado en mi regazo, como tantas veces. Pero no puedo. No soy capaz, de verdad.
Nada, está muerto. He ido a zamarrearlo otra vez y no se mueve.
Y mis vecinos de abajo se han puesto a follar a grito pelao. Qué buena noche para ponerse a follar! Es como el canto del cisne de Manolo. Él muerto, su dueña contándoselo al mundo y los de abajo follando.
Nada, no se mueve. Está muerto de verdad. De cuerpo presente. Y la de abajo se acaba de correr.
En realidad me alegro de que no haya nadie en casa hoy. Prefiero que estemos los dos solos esta noche. No sabría qué decir si hubiera aquí alguien. Y no podría soportar ahora mismo que nadie me hablara.
Creo que voy a tomarme una cerveza. O mejor aún, tengo un benjamín de cava. Lo abriré para brindar por él. Haremos una gran despedida. La ocasión lo merece.
En el suelo su cuenco lleno de comida. Su recipiente del agua. Todo en esta casa está lleno de Manolo. Mi Manolo.
Se me ocurre que podría hablar con él un rato. Tipo Cinco horas con Mario. Cinco horas con Manolo.
Sí, voy a hablar con él:
Manolo, no sabes lo feliz que he sido contigo. Y lo orgullosa que me he sentido de ti siempre cuando te paseaba por la calle y todos los niños querían tocarte y decían lo bonito que eres. Y todas las señoras. Y ese viejecito que siempre te dice cosas.
Eres el perro más bonito del mundo. Y no es pasión de madre; es que lo eres objetivamente hablando. Ningún perro tiene tus ojitos ni mira como tú.
No puedes estar muerto, no puede ser. Estoy soñando, un mal sueño. Pero cuando me despierte tú vas a estar ahí saltando y ladrando y yo te voy a abrazar y te voy a comer a besos.
Por favor, muévete, gruñe un poquito como tú sabes.
No te mueras, por favor. Éramos tan felices juntos! No te puedes morir. No quiero que te mueras.
Bueno, por lo menos los de abajo han parado de follar.
Ps. Vaya mierda de noche! Ni siquiera he sido capaz de abrir el benjamín!
lunes, 27 de febrero de 2017
Haters
Leo en El País Semanal el último artículo de Javier Marías cuyo enlace dejaré al final de este post por si alguien está interesado en leerlo completo, y no puedo sino estar de acuerdo al cien por cien con el escritor. El texto se titula "A quién podemos cargarnos hoy?" y va sobre la inexplicable proliferación de polémicas en Internet sobre los asuntos más peregrinos y absurdos.
En este caso lo que llama la atención de Marías es una noticia sobre una portada polémica de la revista Vogue USA en la que aparecen varias modelos de distintas nacionalidades y hechuras pero que ha terminado siendo controvertida por el gesto de una de las modelos, concretamente una de tallas grandes, que tiene una pose distinta a la de sus compañeras.
Así lo relata Marías completamente alucinado:
Dos eran los pecados. Por un lado, la mano y el brazo de una modelo estaban retocados, siendo más largos de lo normal, y, casualmente o no, esa mano es la que coge por la cintura a la modelo “de talla grande, Ashley Graham”. Pero lo imperdonable es que la susodicha Ashley Graham posa de manera levemente distinta que el resto: es la única que, en vez de apoyar una mano en una compañera, la tiene caída, “reposa sobre el muslo y le tapa la cintura”. Ergo: se la obligó a posar así para que pareciera más delgada; ergo: la revista es falaz, discriminatoria e hipócrita, y, lejos de “reivindicar la diversidad de cuerpos”, finge hacerlo y disimula las curvas de Graham. De nada sirvió que ésta asegurara que fue ella quien eligió posar así y que nadie le indicó qué hacer. Twitter siguió vomitando sus vómitos.
En fin, muchos os preguntaréis lo mismo que se pregunta el escritor en su artículo, a saber:
1. Cómo es posible que haya tanta gente a la que le importe una gilipollez como ésta?
2. Cómo es posible que estén tan ociosos como para dedicarse a criticar un pego así?
3. Cómo es posible que hayan mirado la foto tan detalladamente como para percatarse de algo tan nimio?
Yo también me pregunto todo esto. Me cuesta mucho entender a quién le importan este tipo de cosas y cómo hay que estar de la olla para ponerse a mirar con lupa la foto para buscarle algún fallo y despotricar a saco sobre ella. Como no se podía criticar por racista ni por discriminatoria ni por nada políticamente incorrecto puesto que las modelos eran de distintas etnias y constituciones físicas... pues algo había que inventar para ponerla a parir.
Resulta inquietante que haya tanta gente en las redes sociales que se dedica básicamente a buscar cada día algo con lo que meterse y soltar mierda a mansalva. Me refiero al fenómeno de los "haters", individuos cuya principal ocupación es ésa, además con una saña, una violencia verbal y una agresividad francamente preocupantes.
Hasta aquí lo que le llama la atención y le horroriza a Marías, pero yo voy aún más lejos. A mí también me fascina el efecto que estos odiadores profesionales consiguen en las personas a las que atacan, algunas de las cuales terminan incluso cerrando sus cuentas en las redes solo para huir del acoso. Y me llama la atención porque me resulta incomprensible que a alguien le importe una mierda lo que le pueda decir una panda de desconocidos de los que no sabe nada, salvo que no tienen otra cosa mejor que hacer que soltar chorradas, con frecuencia completamente desquiciadas, por Internet.
A ver, puedo entender la desazón y hasta la desesperación en el tema del acoso a adolescentes, porque se trata de sus propios compañeros, normalmente el acoso en la red es una extensión del que padecen en el mundo real. Además se trata de chavales en pleno crecimiento, que pasan por una etapa en la que la aceptación del grupo es fundamental, y es fácil minar su autoestima y la escasa seguridad en sí mismos que puedan tener. Pero en el caso de personas adultas y ya formadas que son atacadas por absolutos desconocidos que no parecen estar muy bien de la cabeza, me cuesta asimilar que verdaderamente les puedan herir sus críticas y comentarios, por muy ofensivos que pretendan ser. A fin de cuentas no ofende quien quiere sino quien puede. En mi caso por ejemplo es francamente difícil poder ofenderme porque las pocas personas cuya opinión sobre mí realmente me importa jamás actuarían de ese modo, con semejantes virulencia y mala follá.
Hace unos años me movía yo por unos foros en los que se opinaba sobre todo lo divino y lo humano y la verdad es que estaba bastante enganchada a ese sitio. Bueno, pues allí había un sujeto, Uboat era su apodo, que tenía una profunda animadversión hacia mí. La verdad es que ideológicamente estábamos en las antípodas, el tipo era bastante facha y nos embarcábamos en tremendas trifulcas sobre cualquier asunto que se planteara. Normalmente la cosa no pasaba de ser, al menos para mí, un divertido intercambio de pullas, exabruptos y escupitajos virtuales, y nadie salía realmente tocado de estos rifirrafes, que no dejaban de ser un entretenimiento inofensivo.
O al menos eso pensaba yo, hasta que un buen día no sé qué coño le pasó al tío este, si le habría tocado yo la tecla o lo había desquiciado o algo, nunca he sabido qué fue, el caso es que cruzó una línea roja que por entonces en aquel lugar era sagrado. Y lo que hizo fue revelar mis datos personales que hasta ese momento se habían mantenido a buen recaudo. En esos foros todo el mundo intervenía con un nick y se consideraba una falta de elegancia imperdonable y una burrada revelar información personal de los que allí nos movíamos. Bueno, pues el tarado aquel un buen día se levantó con ganas de hacer pupa real y soltó allí mi nombre y apellidos, dónde trabajaba y todo lo que había conseguido saber de mí a través de una amiga común con la que yo me escribía y que también se escribía con él.
Reconozco que aquello me sentó como una patada en la espinilla porque hasta ese momento nuestras broncas se habían limitado a lo virtual y jamás habíamos traspasado esa barrera hacia lo personal pero entonces me di cuenta de que aquel sujeto estaba mucho más pirado de lo que yo creía, y hasta me acojoné pensando que si había saltado esa línea igual podía cualquier día perder la pinza definitivamente y coger el coche, plantarse en la puerta de mi trabajo y arrearme tres puñaladas, porque además el tipo era bastante bruto y agresivo y si su violencia verbal se correspondía con la física desde luego era para preocuparse.
Ésa ha sido la única vez que me ha afectado algo que me hayan soltado por Internet, pero fue porque realmente me di cuenta de que el individuo estaba bastante mal de la cabeza y me entró miedo de verdad de lo que pudiera llegar a hacer. Se veía que estaba muy revuelto contra mí y que lo que quería era hacerme daño de verdad. Pero tal como me entró el cabreo se me fue y, una vez superado el modo pánico, decidí sacar el lado positivo del asunto y aprovechar la coyuntura que me había puesto en bandeja el chiflado para hacer una cosa que ya alguna que otra vez me había planteado, que era salir del anonimato en la red, algo que cada vez me daba más repelús, y empezar a hablar y opinar con mi nombre y apellidos, sin tapujos de ninguna clase. Estaba verdaderamente asqueada de la gente que usaba el anonimato para soltar barbaridades y hasta amenazas que jamás en la vida se hubieran atrevido a decir con su identidad real, y yo quería que quedara claro que no pertenecía a ese tipo de cobardes, como por ejemplo sí era el tarado que había revelado mi nombre.
Así que hice lo que más le podía joder en la vida, que fue empezar a firmar mis intervenciones con mi nombre real. Lo que él había supuesto que iba a ser una gran putada se volvió en su contra porque yo ya me sentí libre para ir con mi identidad por delante y a no ocultarme de nadie mientras que él seguía escudado tras su apodo, porque aunque yo podía haber hecho lo mismo y revelar sus datos me habría parecido muy bajuno e indigno ponerme a su altura. Era mucho mejor darle en las narices convirtiendo en un bien lo que él había pretendido que fuera un mal. Y de paso mataba tres pájaros de un tiro porque hacía algo que yo en el fondo creía que debía haber hecho tiempo atrás, y además lo consideré una victoria dialéctica personal puesto que había conseguido sacar al tipo completamente de sus casillas y que perdiera las formas y las papeletas y le perdí el poco respeto que le tenía como contrincante intelectual. Desde ese día pasó a ser cascarón de huevo total.
A partir de ese momento siempre he escrito en todas partes con mi nombre y apellidos y he despotricado contra toda esa gente que permanece escondida detrás de una identidad ficticia porque no tienen cojones para decir lo que piensan, corderos en la vida real y cobardes acosadores detrás de la pantalla. Y por todo esto digo que aparte de no explicarme, al igual que Javier Marías, cómo es posible que haya gente que dedica su vida a agredir verbalmente de forma sistemática sin sentido ni razón, menos me explico todavía que esa gente pueda ocasionar el menor daño en las personas a las que atacan. Y repito mi pregunta: cómo puede importarle a nadie lo que opine de él o ella un pringado al que no conoce ni le conoce y que, por tanto, no tiene capacidad para ocasionarle ningún perjuicio real? Porque si incomprensible es la figura del "hater", no lo es tanto o más la del "hated"?
Ahí dejo la pregunta y el artículo de Marías por si alguien quiere leerlo:
http://elpaissemanal.elpais.com/columna/javier-marias-cargarnos-hoy/
En este caso lo que llama la atención de Marías es una noticia sobre una portada polémica de la revista Vogue USA en la que aparecen varias modelos de distintas nacionalidades y hechuras pero que ha terminado siendo controvertida por el gesto de una de las modelos, concretamente una de tallas grandes, que tiene una pose distinta a la de sus compañeras.
Así lo relata Marías completamente alucinado:
Dos eran los pecados. Por un lado, la mano y el brazo de una modelo estaban retocados, siendo más largos de lo normal, y, casualmente o no, esa mano es la que coge por la cintura a la modelo “de talla grande, Ashley Graham”. Pero lo imperdonable es que la susodicha Ashley Graham posa de manera levemente distinta que el resto: es la única que, en vez de apoyar una mano en una compañera, la tiene caída, “reposa sobre el muslo y le tapa la cintura”. Ergo: se la obligó a posar así para que pareciera más delgada; ergo: la revista es falaz, discriminatoria e hipócrita, y, lejos de “reivindicar la diversidad de cuerpos”, finge hacerlo y disimula las curvas de Graham. De nada sirvió que ésta asegurara que fue ella quien eligió posar así y que nadie le indicó qué hacer. Twitter siguió vomitando sus vómitos.
En fin, muchos os preguntaréis lo mismo que se pregunta el escritor en su artículo, a saber:
1. Cómo es posible que haya tanta gente a la que le importe una gilipollez como ésta?
2. Cómo es posible que estén tan ociosos como para dedicarse a criticar un pego así?
3. Cómo es posible que hayan mirado la foto tan detalladamente como para percatarse de algo tan nimio?
Yo también me pregunto todo esto. Me cuesta mucho entender a quién le importan este tipo de cosas y cómo hay que estar de la olla para ponerse a mirar con lupa la foto para buscarle algún fallo y despotricar a saco sobre ella. Como no se podía criticar por racista ni por discriminatoria ni por nada políticamente incorrecto puesto que las modelos eran de distintas etnias y constituciones físicas... pues algo había que inventar para ponerla a parir.
Resulta inquietante que haya tanta gente en las redes sociales que se dedica básicamente a buscar cada día algo con lo que meterse y soltar mierda a mansalva. Me refiero al fenómeno de los "haters", individuos cuya principal ocupación es ésa, además con una saña, una violencia verbal y una agresividad francamente preocupantes.
Hasta aquí lo que le llama la atención y le horroriza a Marías, pero yo voy aún más lejos. A mí también me fascina el efecto que estos odiadores profesionales consiguen en las personas a las que atacan, algunas de las cuales terminan incluso cerrando sus cuentas en las redes solo para huir del acoso. Y me llama la atención porque me resulta incomprensible que a alguien le importe una mierda lo que le pueda decir una panda de desconocidos de los que no sabe nada, salvo que no tienen otra cosa mejor que hacer que soltar chorradas, con frecuencia completamente desquiciadas, por Internet.
A ver, puedo entender la desazón y hasta la desesperación en el tema del acoso a adolescentes, porque se trata de sus propios compañeros, normalmente el acoso en la red es una extensión del que padecen en el mundo real. Además se trata de chavales en pleno crecimiento, que pasan por una etapa en la que la aceptación del grupo es fundamental, y es fácil minar su autoestima y la escasa seguridad en sí mismos que puedan tener. Pero en el caso de personas adultas y ya formadas que son atacadas por absolutos desconocidos que no parecen estar muy bien de la cabeza, me cuesta asimilar que verdaderamente les puedan herir sus críticas y comentarios, por muy ofensivos que pretendan ser. A fin de cuentas no ofende quien quiere sino quien puede. En mi caso por ejemplo es francamente difícil poder ofenderme porque las pocas personas cuya opinión sobre mí realmente me importa jamás actuarían de ese modo, con semejantes virulencia y mala follá.
Hace unos años me movía yo por unos foros en los que se opinaba sobre todo lo divino y lo humano y la verdad es que estaba bastante enganchada a ese sitio. Bueno, pues allí había un sujeto, Uboat era su apodo, que tenía una profunda animadversión hacia mí. La verdad es que ideológicamente estábamos en las antípodas, el tipo era bastante facha y nos embarcábamos en tremendas trifulcas sobre cualquier asunto que se planteara. Normalmente la cosa no pasaba de ser, al menos para mí, un divertido intercambio de pullas, exabruptos y escupitajos virtuales, y nadie salía realmente tocado de estos rifirrafes, que no dejaban de ser un entretenimiento inofensivo.
O al menos eso pensaba yo, hasta que un buen día no sé qué coño le pasó al tío este, si le habría tocado yo la tecla o lo había desquiciado o algo, nunca he sabido qué fue, el caso es que cruzó una línea roja que por entonces en aquel lugar era sagrado. Y lo que hizo fue revelar mis datos personales que hasta ese momento se habían mantenido a buen recaudo. En esos foros todo el mundo intervenía con un nick y se consideraba una falta de elegancia imperdonable y una burrada revelar información personal de los que allí nos movíamos. Bueno, pues el tarado aquel un buen día se levantó con ganas de hacer pupa real y soltó allí mi nombre y apellidos, dónde trabajaba y todo lo que había conseguido saber de mí a través de una amiga común con la que yo me escribía y que también se escribía con él.
Reconozco que aquello me sentó como una patada en la espinilla porque hasta ese momento nuestras broncas se habían limitado a lo virtual y jamás habíamos traspasado esa barrera hacia lo personal pero entonces me di cuenta de que aquel sujeto estaba mucho más pirado de lo que yo creía, y hasta me acojoné pensando que si había saltado esa línea igual podía cualquier día perder la pinza definitivamente y coger el coche, plantarse en la puerta de mi trabajo y arrearme tres puñaladas, porque además el tipo era bastante bruto y agresivo y si su violencia verbal se correspondía con la física desde luego era para preocuparse.
Ésa ha sido la única vez que me ha afectado algo que me hayan soltado por Internet, pero fue porque realmente me di cuenta de que el individuo estaba bastante mal de la cabeza y me entró miedo de verdad de lo que pudiera llegar a hacer. Se veía que estaba muy revuelto contra mí y que lo que quería era hacerme daño de verdad. Pero tal como me entró el cabreo se me fue y, una vez superado el modo pánico, decidí sacar el lado positivo del asunto y aprovechar la coyuntura que me había puesto en bandeja el chiflado para hacer una cosa que ya alguna que otra vez me había planteado, que era salir del anonimato en la red, algo que cada vez me daba más repelús, y empezar a hablar y opinar con mi nombre y apellidos, sin tapujos de ninguna clase. Estaba verdaderamente asqueada de la gente que usaba el anonimato para soltar barbaridades y hasta amenazas que jamás en la vida se hubieran atrevido a decir con su identidad real, y yo quería que quedara claro que no pertenecía a ese tipo de cobardes, como por ejemplo sí era el tarado que había revelado mi nombre.
Así que hice lo que más le podía joder en la vida, que fue empezar a firmar mis intervenciones con mi nombre real. Lo que él había supuesto que iba a ser una gran putada se volvió en su contra porque yo ya me sentí libre para ir con mi identidad por delante y a no ocultarme de nadie mientras que él seguía escudado tras su apodo, porque aunque yo podía haber hecho lo mismo y revelar sus datos me habría parecido muy bajuno e indigno ponerme a su altura. Era mucho mejor darle en las narices convirtiendo en un bien lo que él había pretendido que fuera un mal. Y de paso mataba tres pájaros de un tiro porque hacía algo que yo en el fondo creía que debía haber hecho tiempo atrás, y además lo consideré una victoria dialéctica personal puesto que había conseguido sacar al tipo completamente de sus casillas y que perdiera las formas y las papeletas y le perdí el poco respeto que le tenía como contrincante intelectual. Desde ese día pasó a ser cascarón de huevo total.
A partir de ese momento siempre he escrito en todas partes con mi nombre y apellidos y he despotricado contra toda esa gente que permanece escondida detrás de una identidad ficticia porque no tienen cojones para decir lo que piensan, corderos en la vida real y cobardes acosadores detrás de la pantalla. Y por todo esto digo que aparte de no explicarme, al igual que Javier Marías, cómo es posible que haya gente que dedica su vida a agredir verbalmente de forma sistemática sin sentido ni razón, menos me explico todavía que esa gente pueda ocasionar el menor daño en las personas a las que atacan. Y repito mi pregunta: cómo puede importarle a nadie lo que opine de él o ella un pringado al que no conoce ni le conoce y que, por tanto, no tiene capacidad para ocasionarle ningún perjuicio real? Porque si incomprensible es la figura del "hater", no lo es tanto o más la del "hated"?
Ahí dejo la pregunta y el artículo de Marías por si alguien quiere leerlo:
http://elpaissemanal.elpais.com/columna/javier-marias-cargarnos-hoy/
martes, 14 de febrero de 2017
San Valentín, First Dates y el Amor
14 de febrero, festividad de San Valentín. El día más moñas y empalagoso del año, pero un día tan bueno como otro cualquiera para reflexionar sobre ese sentimiento tan volátil e intangible conocido como AMOR. Y ya que hoy todo el mundo habla de él, por qué yo no?
No es la primera vez, ya lo he hecho a menudo antes, pero en esta ocasión voy a centrarme en un aspecto distinto, una cuestión que me planteo mucho últimamente: qué busca la gente en el amor?
Como algunos sabéis, últimamente me he convertido en una entusiasta fan del programa de Cuatro "First dates". Me resulta fascinante ver los vídeos de presentación de la gente, su reacción cuando le presentan a la persona elegida por el programa como pareja, y luego observar cómo se desarrolla la cita, las revelaciones íntimas que se hacen los comensales, los comentarios grabados a espaldas del otro, y por supuesto, la decisión final. Me gusta hasta ver la ropa que eligen para la cita, porque eso dice mucho de la gente y de lo que busca. Es un programa muy interesante que despierta totalmente mi faceta voyeur, estoy enganchadísima. Y claro, de tanta observación luego saco mis conclusiones.
La primera es que todo el mundo quiere que le quieran. La gente busca amor, algunos compulsiva y desesperadamente. Muchos no llevan ni un año sin pareja pero están locos por encontrar lo más rápidamente posible otra. La mayoría antes de apuntarse al "First" ya habían experimentado en páginas varias de contactos por Internet. Hay muchísima gente a la que no le gusta estar sola y prefiere tener pareja, una inmensa mayoría. Algunos incluso más de una, los poliamorosos, de los que hablé hace poco en otro post.
Muchos de los participantes en el "First" confiesan abiertamente que buscan a alguien para hacer cosas juntos: ir al cine, pasear, viajar... es decir, buscan amor pero lo que realmente buscan es compañía, y casi todos coinciden en afirmar que la presencia física es fundamental.
Esto es tan generalizado que me ha sorprendido una vez más comprobar lo profundamente alejada que estoy del sentir mayoritario. Siempre he sabido que soy rarita, pero viendo este programa me doy cuenta de que soy mucho más peculiar de lo que pensaba.
Ya he dicho muchas veces que a mí me gusta la soledad; soy una solitaria de manual. Es así, tengo una capacidad de entretenerme conmigo misma infinita. Ahora mismo, sin ir más lejos, se ha colgado la conexión a la red en el curro y me he quedado sin tener nada que hacer, todos los posibles trabajos manuales que podía hacer ya los he terminado, así que he decidido ponerme a escribir a mano esto, ya lo pasaré luego al blog. Así pues, no conozco la palabra "aburrimiento", siempre hay algo que me apetece hacer, y la mayoría de esas cosas son incompatibles con ningún tipo de compañía, como mucho la perruna. Escribir, por ejemplo, precisa soledad y mucha tranquilidad.
Y sin embargo a mí también me gusta esa sensación de estar enamorada y de que alguien lo esté de mí, en eso soy bastante vulgar. Lo que cambia es lo que yo busco en el amor.
Yo no busco compañía, al menos no compañía física; no la necesito. Sí me gusta en cambio saber que hay una permanente conexión mental y emocional con esa persona. Eso es lo que me interesa. Por eso para mí las relaciones a distancia no constituyen ningún problema. No necesito que estén conmigo ni hacer cosas juntos; no preciso a nadie sentado a mi lado en el sofá viendo una peli, ni en la mesa cenando, ni mucho menos en la cama durmiendo. Esto último más bien al contrario, ya he contado alguna vez que la idea de dormir con alguien me horroriza.
A mí lo que me gusta de estar enamorada es simplemente eso, la sensación, la emoción. El saber que en todo momento y lugar hay alguien que piensa en mí, que se preocupa por todo lo mío, que hace cosas por y para mí, que ocupa buena parte de su tiempo en hacer planes conmigo, aunque nunca se vayan a realizar. Y a la viceversa, yo igual. Esa seguridad es lo que hace que nunca me sienta sola aunque físicamente lo esté. Por eso no me asusta la soledad y hasta me gusta, porque es una soledad meramente física.
Estoy plenamente convencida de que hay cientos, miles de personas, que están muy acompañadas, algunas hiperacompañadas, pero que se sienten mortalmente solas. Tener a alguien al lado viendo una peli no significa que esa persona esté realmente ahí contigo ni mucho menos que quiera estar. Es muy probable que lo que realmente quiera es estar en otra parte o haciendo otra cosa.
Para mí el verdadero y único sentido del amor es saber que existe esa persona que, esté donde esté o con quien esté, donde realmente está, interiormente, es conmigo. Y viceversa, que dondequiera que yo vaya, voy con él.
Y básicamente eso es para mí el AMOR.
No es la primera vez, ya lo he hecho a menudo antes, pero en esta ocasión voy a centrarme en un aspecto distinto, una cuestión que me planteo mucho últimamente: qué busca la gente en el amor?
Como algunos sabéis, últimamente me he convertido en una entusiasta fan del programa de Cuatro "First dates". Me resulta fascinante ver los vídeos de presentación de la gente, su reacción cuando le presentan a la persona elegida por el programa como pareja, y luego observar cómo se desarrolla la cita, las revelaciones íntimas que se hacen los comensales, los comentarios grabados a espaldas del otro, y por supuesto, la decisión final. Me gusta hasta ver la ropa que eligen para la cita, porque eso dice mucho de la gente y de lo que busca. Es un programa muy interesante que despierta totalmente mi faceta voyeur, estoy enganchadísima. Y claro, de tanta observación luego saco mis conclusiones.
La primera es que todo el mundo quiere que le quieran. La gente busca amor, algunos compulsiva y desesperadamente. Muchos no llevan ni un año sin pareja pero están locos por encontrar lo más rápidamente posible otra. La mayoría antes de apuntarse al "First" ya habían experimentado en páginas varias de contactos por Internet. Hay muchísima gente a la que no le gusta estar sola y prefiere tener pareja, una inmensa mayoría. Algunos incluso más de una, los poliamorosos, de los que hablé hace poco en otro post.
Muchos de los participantes en el "First" confiesan abiertamente que buscan a alguien para hacer cosas juntos: ir al cine, pasear, viajar... es decir, buscan amor pero lo que realmente buscan es compañía, y casi todos coinciden en afirmar que la presencia física es fundamental.
Esto es tan generalizado que me ha sorprendido una vez más comprobar lo profundamente alejada que estoy del sentir mayoritario. Siempre he sabido que soy rarita, pero viendo este programa me doy cuenta de que soy mucho más peculiar de lo que pensaba.
Ya he dicho muchas veces que a mí me gusta la soledad; soy una solitaria de manual. Es así, tengo una capacidad de entretenerme conmigo misma infinita. Ahora mismo, sin ir más lejos, se ha colgado la conexión a la red en el curro y me he quedado sin tener nada que hacer, todos los posibles trabajos manuales que podía hacer ya los he terminado, así que he decidido ponerme a escribir a mano esto, ya lo pasaré luego al blog. Así pues, no conozco la palabra "aburrimiento", siempre hay algo que me apetece hacer, y la mayoría de esas cosas son incompatibles con ningún tipo de compañía, como mucho la perruna. Escribir, por ejemplo, precisa soledad y mucha tranquilidad.
Y sin embargo a mí también me gusta esa sensación de estar enamorada y de que alguien lo esté de mí, en eso soy bastante vulgar. Lo que cambia es lo que yo busco en el amor.
Yo no busco compañía, al menos no compañía física; no la necesito. Sí me gusta en cambio saber que hay una permanente conexión mental y emocional con esa persona. Eso es lo que me interesa. Por eso para mí las relaciones a distancia no constituyen ningún problema. No necesito que estén conmigo ni hacer cosas juntos; no preciso a nadie sentado a mi lado en el sofá viendo una peli, ni en la mesa cenando, ni mucho menos en la cama durmiendo. Esto último más bien al contrario, ya he contado alguna vez que la idea de dormir con alguien me horroriza.
A mí lo que me gusta de estar enamorada es simplemente eso, la sensación, la emoción. El saber que en todo momento y lugar hay alguien que piensa en mí, que se preocupa por todo lo mío, que hace cosas por y para mí, que ocupa buena parte de su tiempo en hacer planes conmigo, aunque nunca se vayan a realizar. Y a la viceversa, yo igual. Esa seguridad es lo que hace que nunca me sienta sola aunque físicamente lo esté. Por eso no me asusta la soledad y hasta me gusta, porque es una soledad meramente física.
Estoy plenamente convencida de que hay cientos, miles de personas, que están muy acompañadas, algunas hiperacompañadas, pero que se sienten mortalmente solas. Tener a alguien al lado viendo una peli no significa que esa persona esté realmente ahí contigo ni mucho menos que quiera estar. Es muy probable que lo que realmente quiera es estar en otra parte o haciendo otra cosa.
Para mí el verdadero y único sentido del amor es saber que existe esa persona que, esté donde esté o con quien esté, donde realmente está, interiormente, es conmigo. Y viceversa, que dondequiera que yo vaya, voy con él.
Y básicamente eso es para mí el AMOR.
lunes, 13 de febrero de 2017
Enero
Enero es mi mes más peor del año. Por muchas vueltas que le dé no le veo nada bonito. Alguno dirá: los Reyes Magos. Y yo le contesto: Sí, el fin de la Navidad, y de las vacaciones de Navidad. Tócate los cojones!
No he querido hablar de este asunto hasta que no ha pasado del todo porque me resulta tan deprimente que si hablo de lo deprimente que es temo deprimirme aún más. Por eso hasta que no hemos entrado de lleno en febrero he sido incapaz de abordar el tema.
Enero es feo, es asqueroso y es oscuro. Hace un frío que pela; los días son cortísimos y negros como la pena negra; económicamente funesto: después de los gastos navideños hay que atravesar la temible cuesta; y para colmo en mi trabajo nos ponen el reloj a cero y hay que empezar a trabajar toooooodos los días tooooooodas las horas. Después del último trimestre del año, que si te has portado bien te sobran un montón de horas y todos los días te puedes chupar por lo menos una y llegar a tu casa a una hora prudente para comer... otra vez a echar la peoná completa y a almorzar casi a la hora de la cena de los países nórdicos.
Y el frío... ese frío asqueroso que se te mete en los huesos. Y eso que este año me he comprado un anorak rojo nuevo que es la hostia de calentito, es un horno portátil el hijoputa. Pero claro, sólo tapa por arriba, y te lo pones y vas tan agustito ahí metida, y ahora llegas al tren con la calefacción a tope y te tienes que poner en pelotas. Y como el trayecto dura solo cinco minutos entre que te quitas todo y te lo vuelves a poner te pasas todo el rato vistiéndote y desnudándote. Eso es vida?
Yo como voy en invierno toda encebollá me paso la vida quitándome y poniéndome cosas. Con el frío que hace por la mañana en la bici tengo que ir forrada como una esquimal: mallas polares, encima otras mallas o pantalones, y por arriba camiseta de tirantes, camiseta de manga corta, jersey polar y anorak-horno. Además guantes, bufanda y orejeras, toma ya!!!!! Con tanto trapo encima me muevo como un tentetieso de esos que se balancean para los lados. Claro, cuando salgo a mediodía llevo la cesta de la bici que parece el baúl de la Piquer. Ahí va todo lo que me sobra, que es prácticamente todo (bufanda, guantes, orejeras, mallas polares, jersey polar), y el anorak lo tengo que llevar puesto por cojones porque no cabe ya, y voy medio asá, que llego a mi casa hecha un charquito. Repito: eso es vida?
En fin, ya he hablado otras veces de mi aversión al frío y de las discusiones que mantengo con algunas de mis amigas que tienen una para mí incomprensible afición a la gelidez invernal.
Yo le diría a toda esa gente que dice que ama el frío que se fijen en los animales, que son los que más saben del mundo. Ellos no se rigen ni por chominás ni por postureos, se rigen por puro instinto de supervivencia. Y qué hacen los animales en invierno? Pues hibernar, meterse en sus madrigueras y esperar allí tan ricamente a que llegue el calorcito de la primavera.
De pequeña había en uno de mis libros de texto un poema que decía así:
Con su barba blanca y su manto rojo el señor invierno llegó con enojo.
A los conejitos en sus madrigueras encerró diciendo: no salid afuera!
Pues eso, hasta la poesía popular lo dice: no salid afuera!
Y los pájaros? Qué me decís de los pájaros? Esos sí que saben. En cuanto pegan el primer tiritón y empieza a colgarles el moquillo del pico salen pitando para zonas cálidas y no vuelven a aparecer hasta que no está bien asentado el calorcito. Quién quiere estar piando y canturreando cuando a su alrededor caen chuzos de punta? Nadie.
Otro que sabe más que Castelar: mi Manolo. Ese se tira todo el invierno liado en su mantita, hecho un rosco. Arrastra su camita hasta donde da el sol, si hay un solo rayo en el salón ahí se pone él, a disfrutar del efecto invernadero, y no se mueve salvo que me oiga abrir el frigorífico o coger su cuenco de la comida para llenárselo, que tiene un oído el cabrón que te cagas. Y en cuanto ha terminado de comer otra vez se va corriendo a esconderse debajo de su manta.
Cómo me puede decir nadie que el invierno molaaaaaaa?
Hombre, el invierno molaría un huevo si te pudieras permitir hacer como los animales: meterte en la madriguera y no pisar la calle para nada. Solo en las horas en las que el sol caliente te pegas un paseíto y te vuelves a refugiar en tu casita hasta el día siguiente. Claro, así cualquiera! Los jubilados, por ejemplo, esa especie en extinción a la que la mayoría de nosotros ya nunca perteneceremos, pueden permitirse que el invierno les guste. Aunque incomprensiblemente muchos de ellos en lugar de quedarse tan ricamente en sus camitas bajo el edredón gozando del calorín se levantan cuando aún es de noche y con todo el relente se van a la calle a andar. Algo de todo punto incomprensible para mí. Como se suele decir, Dios le da carne a quien no tiene dientes. Esa gente está super ida de la pinza. Anda que si tuviera yo la suerte de no tener que trabajar para vivir me iba a levantar a las 7 de la mañana para morirme de frío en la puta calle! Los cojones!
En fin, y aparte del frío, qué me decís de que a las 5 ya empiece a irse el sol y todo se ponga negro? Y eso si hay suerte y el sol ha aparecido, porque por ejemplo este finde no ha asomado el pescuezo. Y cuando hay un montón de días así, que parece que estamos en el Norte, Diooosssss, qué penurria... No me extraña nada que el día más deprimente del año internacionalmente reconocido como tal sea el tercer lunes de enero. Hossstia, lunes para colmo de desgracias! Por lo visto ese día se dispara el número de suicidios en el mundo. Es que sólo de pensarlo dan ganas de morirse. Os imagináis una vida horrorosa en la que todos los días del año fueran el tercer lunes de enero? Eso sería vida?
Bueno, y de la cuesta de enero qué me contáis? Después de la paga extra de Diciembre y de esa orgía de luces, comilonas y fiestuquis... Halaaaaa, muérete de la pena. Un montón de meses ahí sin otra paga extra y sin más na de na, el sueldo pelao y mondao. Concretamente en mi caso son tres meses, porque a Dios gracias (o más bien a mi talento para las oposiciones) en marzo tengo una especie de extra porque nos pagan la Productividad, la Calidad y un montón de complementos del tirón. Pero hasta ese bendito día qué? Nada, a estirar el sueldo como un chicle, a mirar los escaparates con un lagrimón y un moquillo colgando y con la tarjeta lo más escondida posible para no tener la tentación de tocarla. Y a soñar con la Productividad. No quiero ni pensar en la depresión de los que ya no ven otra paga extra hasta el verano.
Y habrá quien me diga: bueno, en enero están las rebajas. Qué rebajas ni rebajas, si ya te lo has gastado todo en Navidad, desgraciao? Las rebajas son otra ruina porque hay quien se ha gastado hasta el último céntimo en las fiestas pero siente remordimientos si no compra nada aprovechando las rebajas.
- Cómo vamos a estar en rebajas y no me voy a comprar nada?
- Pos imbécil, porque ya te lo has comprado todo en Navidad y no necesitas más nada!
- Pero es que son las rebajas!
Y las tiendas llenas de gente arruinada pero que exprimen al máximo sus exiguos ahorros para seguir comprando más cosas, aunque no las necesiten y luego no sepan qué hacer con ellas. Enero saca lo peor del ser humano, la gente ya arrastrá hasta lo más bajo, el consumir por consumir, sin sentido ni razón. Qué asssssco!!!!!
Y bueno, dejo ya el post porque verdaderamente me estoy deprimiendo tan solo de pensar en ello. Menos mal que otro año más he conseguido sobrevivir a ese dechado de miserias y penurias que es el mes de enero y muy pronto la primavera estará aquí y podré dejar de ponerme triple capa de ropa para pasar un frío de cojones por la mañana y un calor de muerte al mediodía.
Y con la primavera llegará la Productividad. Ayyyyy, bendita Productividad!
No he querido hablar de este asunto hasta que no ha pasado del todo porque me resulta tan deprimente que si hablo de lo deprimente que es temo deprimirme aún más. Por eso hasta que no hemos entrado de lleno en febrero he sido incapaz de abordar el tema.
Enero es feo, es asqueroso y es oscuro. Hace un frío que pela; los días son cortísimos y negros como la pena negra; económicamente funesto: después de los gastos navideños hay que atravesar la temible cuesta; y para colmo en mi trabajo nos ponen el reloj a cero y hay que empezar a trabajar toooooodos los días tooooooodas las horas. Después del último trimestre del año, que si te has portado bien te sobran un montón de horas y todos los días te puedes chupar por lo menos una y llegar a tu casa a una hora prudente para comer... otra vez a echar la peoná completa y a almorzar casi a la hora de la cena de los países nórdicos.
Y el frío... ese frío asqueroso que se te mete en los huesos. Y eso que este año me he comprado un anorak rojo nuevo que es la hostia de calentito, es un horno portátil el hijoputa. Pero claro, sólo tapa por arriba, y te lo pones y vas tan agustito ahí metida, y ahora llegas al tren con la calefacción a tope y te tienes que poner en pelotas. Y como el trayecto dura solo cinco minutos entre que te quitas todo y te lo vuelves a poner te pasas todo el rato vistiéndote y desnudándote. Eso es vida?
Yo como voy en invierno toda encebollá me paso la vida quitándome y poniéndome cosas. Con el frío que hace por la mañana en la bici tengo que ir forrada como una esquimal: mallas polares, encima otras mallas o pantalones, y por arriba camiseta de tirantes, camiseta de manga corta, jersey polar y anorak-horno. Además guantes, bufanda y orejeras, toma ya!!!!! Con tanto trapo encima me muevo como un tentetieso de esos que se balancean para los lados. Claro, cuando salgo a mediodía llevo la cesta de la bici que parece el baúl de la Piquer. Ahí va todo lo que me sobra, que es prácticamente todo (bufanda, guantes, orejeras, mallas polares, jersey polar), y el anorak lo tengo que llevar puesto por cojones porque no cabe ya, y voy medio asá, que llego a mi casa hecha un charquito. Repito: eso es vida?
En fin, ya he hablado otras veces de mi aversión al frío y de las discusiones que mantengo con algunas de mis amigas que tienen una para mí incomprensible afición a la gelidez invernal.
Yo le diría a toda esa gente que dice que ama el frío que se fijen en los animales, que son los que más saben del mundo. Ellos no se rigen ni por chominás ni por postureos, se rigen por puro instinto de supervivencia. Y qué hacen los animales en invierno? Pues hibernar, meterse en sus madrigueras y esperar allí tan ricamente a que llegue el calorcito de la primavera.
De pequeña había en uno de mis libros de texto un poema que decía así:
Con su barba blanca y su manto rojo el señor invierno llegó con enojo.
A los conejitos en sus madrigueras encerró diciendo: no salid afuera!
Pues eso, hasta la poesía popular lo dice: no salid afuera!
Y los pájaros? Qué me decís de los pájaros? Esos sí que saben. En cuanto pegan el primer tiritón y empieza a colgarles el moquillo del pico salen pitando para zonas cálidas y no vuelven a aparecer hasta que no está bien asentado el calorcito. Quién quiere estar piando y canturreando cuando a su alrededor caen chuzos de punta? Nadie.
Otro que sabe más que Castelar: mi Manolo. Ese se tira todo el invierno liado en su mantita, hecho un rosco. Arrastra su camita hasta donde da el sol, si hay un solo rayo en el salón ahí se pone él, a disfrutar del efecto invernadero, y no se mueve salvo que me oiga abrir el frigorífico o coger su cuenco de la comida para llenárselo, que tiene un oído el cabrón que te cagas. Y en cuanto ha terminado de comer otra vez se va corriendo a esconderse debajo de su manta.
Cómo me puede decir nadie que el invierno molaaaaaaa?
Hombre, el invierno molaría un huevo si te pudieras permitir hacer como los animales: meterte en la madriguera y no pisar la calle para nada. Solo en las horas en las que el sol caliente te pegas un paseíto y te vuelves a refugiar en tu casita hasta el día siguiente. Claro, así cualquiera! Los jubilados, por ejemplo, esa especie en extinción a la que la mayoría de nosotros ya nunca perteneceremos, pueden permitirse que el invierno les guste. Aunque incomprensiblemente muchos de ellos en lugar de quedarse tan ricamente en sus camitas bajo el edredón gozando del calorín se levantan cuando aún es de noche y con todo el relente se van a la calle a andar. Algo de todo punto incomprensible para mí. Como se suele decir, Dios le da carne a quien no tiene dientes. Esa gente está super ida de la pinza. Anda que si tuviera yo la suerte de no tener que trabajar para vivir me iba a levantar a las 7 de la mañana para morirme de frío en la puta calle! Los cojones!
En fin, y aparte del frío, qué me decís de que a las 5 ya empiece a irse el sol y todo se ponga negro? Y eso si hay suerte y el sol ha aparecido, porque por ejemplo este finde no ha asomado el pescuezo. Y cuando hay un montón de días así, que parece que estamos en el Norte, Diooosssss, qué penurria... No me extraña nada que el día más deprimente del año internacionalmente reconocido como tal sea el tercer lunes de enero. Hossstia, lunes para colmo de desgracias! Por lo visto ese día se dispara el número de suicidios en el mundo. Es que sólo de pensarlo dan ganas de morirse. Os imagináis una vida horrorosa en la que todos los días del año fueran el tercer lunes de enero? Eso sería vida?
Bueno, y de la cuesta de enero qué me contáis? Después de la paga extra de Diciembre y de esa orgía de luces, comilonas y fiestuquis... Halaaaaa, muérete de la pena. Un montón de meses ahí sin otra paga extra y sin más na de na, el sueldo pelao y mondao. Concretamente en mi caso son tres meses, porque a Dios gracias (o más bien a mi talento para las oposiciones) en marzo tengo una especie de extra porque nos pagan la Productividad, la Calidad y un montón de complementos del tirón. Pero hasta ese bendito día qué? Nada, a estirar el sueldo como un chicle, a mirar los escaparates con un lagrimón y un moquillo colgando y con la tarjeta lo más escondida posible para no tener la tentación de tocarla. Y a soñar con la Productividad. No quiero ni pensar en la depresión de los que ya no ven otra paga extra hasta el verano.
Y habrá quien me diga: bueno, en enero están las rebajas. Qué rebajas ni rebajas, si ya te lo has gastado todo en Navidad, desgraciao? Las rebajas son otra ruina porque hay quien se ha gastado hasta el último céntimo en las fiestas pero siente remordimientos si no compra nada aprovechando las rebajas.
- Cómo vamos a estar en rebajas y no me voy a comprar nada?
- Pos imbécil, porque ya te lo has comprado todo en Navidad y no necesitas más nada!
- Pero es que son las rebajas!
Y las tiendas llenas de gente arruinada pero que exprimen al máximo sus exiguos ahorros para seguir comprando más cosas, aunque no las necesiten y luego no sepan qué hacer con ellas. Enero saca lo peor del ser humano, la gente ya arrastrá hasta lo más bajo, el consumir por consumir, sin sentido ni razón. Qué asssssco!!!!!
Y bueno, dejo ya el post porque verdaderamente me estoy deprimiendo tan solo de pensar en ello. Menos mal que otro año más he conseguido sobrevivir a ese dechado de miserias y penurias que es el mes de enero y muy pronto la primavera estará aquí y podré dejar de ponerme triple capa de ropa para pasar un frío de cojones por la mañana y un calor de muerte al mediodía.
Y con la primavera llegará la Productividad. Ayyyyy, bendita Productividad!
jueves, 2 de febrero de 2017
Soy yo o es el mundo, que es así?
- A ti te gusta cocinar?
Esto me lo espeta de sopetón anoche un tío de mi barrio cuando estoy paseando al Manolo tan tranquilamente. Se me acerca el tipo y me suelta eso sin saludo previo y sin más nada.
Claro, yo me acojono de momento. Qué querrá éste ahora? No en vano soy asustadiza natural.
Y por si acaso y porque es la verdad contesto:
- No.
Y entonces va y me suelta tal que así:
- Pues a mí sí. Y ahora mismo voy a cocinar un arroz con piñones y nueces y perdiz que te chupas los dedos.
Y dicho esto, yo me puse toda ojiplática y él se dio media vuelta y se piró. Lo prometo, palabrita.
Estas situaciones surrealistas le pasan a todo el mundo o solo me pasan a mí?
A ver, me explico. Yo a este hombre sólo lo conozco de que se pasa la vida sentado en la terraza de la panadería y cuando yo voy él se ofrece siempre muy amablemente a quedarse con el Manolo, y cuando salgo me hace entrega del perro, yo le doy las gracias y punto pelota.
Bueno, miento. Una vez tuvimos otra conversación. Cuando salía yo de la panadería me dio al Manolo y me dijo "Necesito una novia guapa, cariñosa y que me quiera mucho. Sabes de alguien?". Y yo le contesté "No, pero puedes apuntarte al First date".
Ya está. No he hablado más nada con él en la vida.
Os parece normal lo del arroz?
Claro, ahora vendrá mi asidua lectora "Yo" y dirá que es evidente que el tío pretendía ligar conmigo, como el usuario que me preguntó cómo era posible que me pasara tantas horas en completo silencio en la biblioteca.
Y sí, es posible, de hecho es lo primero que pensé. Lo que pasa es que si hubiera querido ligar conmigo supongo que lo siguiente habría sido invitarme a comerme el arroz con él o algo así. Me tiré un buen rato después pensando en el asunto, a falta de otra cosa más interesante en la que pensar.
Una posibilidad es que ésa fuera la intención del tipo pero que tal fuera la cara de terror que tuve que poner que ni se atrevió a seguir. Porque cara de terror fijo que puse. Es algo que me sucede siempre que invaden mi confortable asociabilidad.
Tal fue mi espanto cuando pensé que iba a invitarme a cenar que empecé a inventar excusas mentalmente al instante. A mí tener que decir que no es algo que me incomoda muchísimo, nunca me sale de forma natural. Siempre necesito buscarme las excusas más peregrinas, excusas nada definitivas, de ésas que en un pispás te las desmontan. Por ejemplo, lo primero que pensé fue decirle que era alérgica a los piñones, una excusa estúpida que está pidiendo a gritos que te contesten que vale, que no le echamos piñones al arroz. Esas cosas me pasan constantemente por no saber decir que no, a secas.
Otra opción es que lo que realmente quería era tomarme como pinche para ayudarle, y por eso me preguntó si me gustaba cocinar, porque si no no tiene mucho sentido. Pero es que ese hombre, que se tira todos los días horas y horas en la puerta de la panadería, no conoce a más nadie para que le ayude a hacer un arroz? Y si era eso lo que quería también fue mi cara de pánico lo que le disuadió de pedírmelo?
En fin, no sé, a vosotros os pasan estas cosas? Váis por la calle y la gente os suelta preguntas así u os cuenta lo que va a cocinar esa noche? Creéis que es normal o en cambio pensáis que tengo cierto poder de atracción sobre raritos, frikis y especies similares?
Esto me lo espeta de sopetón anoche un tío de mi barrio cuando estoy paseando al Manolo tan tranquilamente. Se me acerca el tipo y me suelta eso sin saludo previo y sin más nada.
Claro, yo me acojono de momento. Qué querrá éste ahora? No en vano soy asustadiza natural.
Y por si acaso y porque es la verdad contesto:
- No.
Y entonces va y me suelta tal que así:
- Pues a mí sí. Y ahora mismo voy a cocinar un arroz con piñones y nueces y perdiz que te chupas los dedos.
Y dicho esto, yo me puse toda ojiplática y él se dio media vuelta y se piró. Lo prometo, palabrita.
Estas situaciones surrealistas le pasan a todo el mundo o solo me pasan a mí?
A ver, me explico. Yo a este hombre sólo lo conozco de que se pasa la vida sentado en la terraza de la panadería y cuando yo voy él se ofrece siempre muy amablemente a quedarse con el Manolo, y cuando salgo me hace entrega del perro, yo le doy las gracias y punto pelota.
Bueno, miento. Una vez tuvimos otra conversación. Cuando salía yo de la panadería me dio al Manolo y me dijo "Necesito una novia guapa, cariñosa y que me quiera mucho. Sabes de alguien?". Y yo le contesté "No, pero puedes apuntarte al First date".
Ya está. No he hablado más nada con él en la vida.
Os parece normal lo del arroz?
Claro, ahora vendrá mi asidua lectora "Yo" y dirá que es evidente que el tío pretendía ligar conmigo, como el usuario que me preguntó cómo era posible que me pasara tantas horas en completo silencio en la biblioteca.
Y sí, es posible, de hecho es lo primero que pensé. Lo que pasa es que si hubiera querido ligar conmigo supongo que lo siguiente habría sido invitarme a comerme el arroz con él o algo así. Me tiré un buen rato después pensando en el asunto, a falta de otra cosa más interesante en la que pensar.
Una posibilidad es que ésa fuera la intención del tipo pero que tal fuera la cara de terror que tuve que poner que ni se atrevió a seguir. Porque cara de terror fijo que puse. Es algo que me sucede siempre que invaden mi confortable asociabilidad.
Tal fue mi espanto cuando pensé que iba a invitarme a cenar que empecé a inventar excusas mentalmente al instante. A mí tener que decir que no es algo que me incomoda muchísimo, nunca me sale de forma natural. Siempre necesito buscarme las excusas más peregrinas, excusas nada definitivas, de ésas que en un pispás te las desmontan. Por ejemplo, lo primero que pensé fue decirle que era alérgica a los piñones, una excusa estúpida que está pidiendo a gritos que te contesten que vale, que no le echamos piñones al arroz. Esas cosas me pasan constantemente por no saber decir que no, a secas.
Otra opción es que lo que realmente quería era tomarme como pinche para ayudarle, y por eso me preguntó si me gustaba cocinar, porque si no no tiene mucho sentido. Pero es que ese hombre, que se tira todos los días horas y horas en la puerta de la panadería, no conoce a más nadie para que le ayude a hacer un arroz? Y si era eso lo que quería también fue mi cara de pánico lo que le disuadió de pedírmelo?
En fin, no sé, a vosotros os pasan estas cosas? Váis por la calle y la gente os suelta preguntas así u os cuenta lo que va a cocinar esa noche? Creéis que es normal o en cambio pensáis que tengo cierto poder de atracción sobre raritos, frikis y especies similares?
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