Pues sí, amigos, aquí va otra de esas pesadillas atroces que tengo yo de vez en cuando y que me gusta contaros para que este blog tenga también su correspondiente parte onírica. Pero antes de pasar a relatarla debo poneros en antecedentes, para que entendáis un poco por dónde puede venir la cosa.
Como ya sabréis los que seguís mi blog de cine, en los últimos tiempos me he enganchado al Gran Hermano VIP, y lo sabéis porque a menudo confieso en mis críticas que cuando una peli me resulta muy tostonazo y muy espesa termino necesitando un chute de ordinariez y me paso al GH VIP para resarcirme de tanta intelectualidad tirándome al barro y rebozándome en pura basura. En fin, que a base de hacerlo una y otra vez he terminado por engancharme. Qué pasa, a ver si no va a poder una ya engancharse a nada, con la de vicios que me he ido quitando a lo largo de los años.
Bueno, pues el caso es que, como supongo que sabréis casi todos (aunque algunos no queráis confesarlo por una especie de extraño pudor) en esta edición del GH VIP la “estrella” indiscutible es Belén Esteban. Sí, la ex de Jesulín de Ubrique que a base de operarse y requeteoperarse la cara y de intoxicaciones y desintoxicaciones varias de sus multiadicciones ha terminado por parecer una fusión entre una ranasapo, la cerdita Peggy de los Teleñecos y Carmina Barrios, la mamá de Paco León, el Luisma.
En fin, la cuestión es que Belén Esteban se me ha aparecido en sueños. Vaya, como os lo cuento. Ya os podéis imaginar mi estupefacción primero y mi posterior espanto, anonadamiento y conmoción. Plato de gusto desde luego no es. Que esta señora esté todo el rato metida en mi televisor es una cosa y otra muy distinta que encima penetre subrepticiamente en mis sueños y los invada con su extraña cara batracio-porcina.
Pues sí, la mismísima Belén Esteban se mete en mi casa y, claro, yo superagobiada. Y la tía empieza, en su estilo habitual, a pegar voces y a lloriquear como hace todo el rato en el GH VIP. “Ayyyyyyy mi Andrea, ayyyyyyy mi niiiiiiiiiiñaaaaaaa”. Y así dale que te pego. Efectivamente es una pesadilla como pocas he tenido. Yo pasándolo fatal en el sueño, poneos en mi lugar, sudando la gota gorda y espantada por completo, sin saber qué hacer para echarla de mi casa. Empiezo a poner excusas para ver si se va, que si tengo que hacer esto, que si tengo que hacer aquello, y nada, la tía que no se va ni a tiros y sigue erre que erre con su mantra “Ayyyyyyyyy, mi Andrea, ayyyyyyyy mi niiiiiiiiiiiiñaaaaaaaa”.
Total, que como no consigo que se vaya, decido pasar de ella y meterme en la cama. Y eso hago, me acuesto y escondo la cabeza debajo del edredón, pero hosssstia, no os lo vais a creer!!! Va la colega y… SE METE EN LA CAMA CONMIGO!!!!!!! Joder, yo ya presa de la desesperación, porque hasta debajo del edredón no para de chillar y de llamar a la Andreíta. Y al final ya toda enloquecida, víctima de una enajenación mental que no me permite pensar ni razonar (y aunque pudiera pensar tampoco podría hacer ya más nada porque lo he intentado todo para echarla), decido que me tengo que suicidar para no escucharla.
Y en esto que estoy pensando en autoasfixiarme con la almohada cuando… zas!!! Me despierto toda empapada en sudores fríos de puro terror. Cómo lo véis? Creéis que debería dejar de ver Gran Hermano?
Mira que bien, ¡grande tu mundo onírico! Yo a esta hora lo único que puedo es citar a Martin Luther King con aquello de “Tengo un sueño…”
ResponderEliminar