sábado, 6 de diciembre de 2014

Historia de unos ojos II

Queridos amigos, no quiero cantar victoria pero tengo que decir que... a día de hoy, después de mi operación y sin que las posibles complicaciones y/o secuelas hayan dado señal de vida, de momento... VEOOOOOOOOO!!!!!

Síiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii, VEOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!!! Increíble pero cierto!!!!

Y en mi breve historial de persona que ve, he podido observar unas cuantas cosas que me gustaría reseñar:

1. Que ver entraña cierto peligro y puede llegar a ser ruinoso;  he salido de compras y me he dado miedo a mí misma. Resulta que me gusta casi todo lo que veo y, como veo un montón, en media hora me he pulido un pastizal. Esto de ver puede llegar a ser mi perdición.

2. Que al verme la cara en el espejo... joder, no me conozco. Ahora entiendo por qué siempre me veo tan rara en las fotos. En realidad es que nunca me había visto propiamente como soy. De momento estoy un tanto disgustada con lo que he visto, no sé si esto con el tiempo cambiará o me acostumbraré o algo. Ahora mismo estoy en estado de shock.

3. Que me he dado cuenta de que mis hijos necesitan urgentemente una maquinilla de afeitar.  Cómo les ha crecido el bigote a estos chicos desde la última vez que los vi.

4. Que han salido exactamente cinco canas en mi pelo hasta ayer impolutamente castaño, y no sé si es que ha coincidido que me han salido por el canguelo de la operación o que estaban ya ahí y no las había visto hasta ahora. Este puto ojo ya está empezando a dar por culo nada más estrenarlo.

5. Que las uñas de mis pies estaban pintadas sin ningún tipo de criterio racional. Y que la pintura se salía por todas partes y en ocasiones llegaba a la parte trasera de los dedos. Vamos, un sindiós estético.

6. Que muchos de mis jerseys tienen un montón de pelotillas, lo cual nos lleva directamente al punto primero, al de la ruina económica a la que puedo llegar si sigo mirando mi ropa y  luego me pongo a mirar escaparates.

7. Que las paredes de mi casa tienen desconchones por todas partes, lo cual nos lleva de nuevo directamente a lo de la ruina, porque una de dos,  o hago como que no los veo cual era mi costumbre, o al final tendré que llamar a un albañil-pintor-hombreparatodo que me solucione el cifostio, con el consiguiente gasto que ello me ocasionaría.

8. Que el desorden que impera en mi hogar es mucho más grave de lo que yo ya intuía cuando iba a tientas. Hay por todas partes un montón de objetos extraños, algunos de ellos con cables, que no sé para qué sirven. Y esto me lleva directamente a otro problema: los tiro yo todos directamente pegándome un curro de la hostia o me paso meses peleándome con mis hijos para que lo hagan ellos, probablemente con escaso éxito? Terrible dilema, vive Dios.

9. Que el Manolo, mi perro, se ha estado meando impunemente durante toda su vida en buena parte de mis muebles, que presentan por los bajos un aspecto bastante lamentable. Esto, a diferencia de otros detalles que he descubierto, no me ha sentado tan mal, porque he llegado a la conclusión de que es absurdo cambiar de muebles cuando tienes un perro que se mea en todos lados, así que por ahí puedo ahorrar una barbaridad. Gasto en mobiliario, cero.

Y de momento éstas son las cosas básicas que he descubierto desde que dejé atrás mi condición de cegata, pero muy probablemente... continuará.

3 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Kowalski, hay que ver que ni siquiera me has felicitado por mi santo. Cada día estás más raspao de buenos modalos. Me tienes francamente desolada.

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