domingo, 21 de septiembre de 2014

Aventuras y desventuras de una aprendiz de chef en apuros

Por motivos que no vienen al caso (y aunque vinieran tampoco os los iba a contar, so chismosos) estoy aprendiendo a cocinar. Sí, qué pasa. Yo siempre he sido una intelectual, una persona dedicada a la vida contemplativa y reflexiva, y este tipo de cuestiones nunca me habían interesado, y la verdad es que seguirían sin interesarme si no fuera por razones de estricta supervivencia. Y así es como, a los casi 50 aquí estoy, iniciándome en las artes culinarias, con el escaso éxito que a continuación paso a relatar.

En fin, como ya he dicho, yo nunca he sido muy aficionada a la cocina (aunque sí al buen comer) y, ayyyy, señor, ingenua de mí, esperaba poder atravesar mi recorrido vital sin aprender a cocinar nunca, confiada en que de mi madre cocinera saltaría a mi marido y de ahí a mis hijos, alguno de los cuales me saldría fijo aficionado a las artes culinarias y me salvaría de tener que meterme yo en los fogones... y luego a la vejez, si es que llegaba (cosa muy poco probable teniendo en cuenta mis antecedentes familiares) tenía pensado apuntarme a algún menú diario de éstos que ofertan muchos servicios de catering... total, que mi intención era llegar a la tumba virgen y pura en el aspecto fogonero.

Y he estado a puntito a puntito de conseguirlo, pero ayyyyy, la mujer propone y el destino dispone. La cosa es que mis optimistas planes de practicar el parasitismo gastronómico durante toda la vida hasta el mismo día de mi muerte se han ido al carajo, y aquí estoy, metida en faena, padeciendo las penosas consecuencias de mi reconocida ignorancia en este campo.

Lo primero que pensé fue montar un equipo de cocina en casa, confieso que para escaquearme lo máximo posible. Y así, puse a uno de mis hijos de encargado de pelar patatas; a otro lo nombré experto en freír huevos; y a la mayor, como es la que muestra más presencia de ánimo para tareas organizativas, la puse a decidir menús y a encargarse de la compra.

El de las patatas ha funcionado más o menos bien; el de los huevos fritos también, aunque no parezcan huevos fritos a simple vista, sino que en apariencia son algo confuso de difícil descripción; pero luego, cuando los pruebas sí se nota que son huevos fritos, aunque no se puedan mojar sopas porque no hay yema visible donde mojarlas. En fin, el chiquillo pone toda su mejor intención, y a fin de cuentas son huevos fritos. Ya con el tiempo irá mejorando la cuestión estética.

Lo de la organización falló de entrada porque en el planning de mi primogénita no entraba el cuchareo ni de casualidad. Todo era a base de pasta, básicamente pasta, mucha pasta... y de vez en cuando algún día otra cosa para sustituir a la pasta, por ejemplo arroz congelado del Mercadona del de 1 minuto en el microondas. En fin, hidratos de carbono tutiplén, que es nuestra especialidad, pero las legumbres, pescado, carnes y verduras como que brillaban por su ausencia. Y bueno, hasta yo misma, que soy una gran aficionada a la cocina italiana (y a la china y a la hindú y a la española incluso... en realidad a todas, siempre y cuando no tenga que cocinar yo), reconocí que no me parecía un menú demasiado saludable. Lo siento, Julia, pero es así. Tú eres una fiera en casi todo, pero ahí no estuviste muy acertada, las cosas como son.

En definitiva, de momento el equipo de cocina ha funcionado más bien poco porque afortunadamente algunas personas se han compadecido de nuestra bisoñez en este terreno y nos han ido pasando tuppers de gominolas y otras exquisiteces para alimentarnos, pero hemos tenido unas cuantas experiencias que me gustaría compartir con mi fiel y escaso público. Ahí van:

El primer día que puse a funcionar al equipo decidimos hacer pulpo a la gallega y me dispuse a descongelar un cacho de pulpo que tenía en el congelador. Todo perfecto. Puse al pelapatatas a lo suyo, yo las partí y las cociné en el microondas, y cuando fui a incorporar el pulpo... lavirrrgen, resultó que no era pulpo. Era una morcilla!!!!! Una morcilla que estaba ahí para echarla a las lentejas. Oye, tú, sin cachondeos, que congelada la morcilla parecía pulpo. Lo juro, que me muera ahora mismo.

Otro día decidí hacer arroz. El sofrito lo tenia congelado, así que lo descongelé... y bingoooooo!!!! Esta vez había acertado, era sofrito para el arroz y no otra cosa. Así pues procedí y seguí religiosamente las instrucciones que me habían dado y eché el sofrito en la perola, y luego el arroz con los vasitos de agua correspondientes. Eché un kilo entero porque pensé que estos niños, con tanto deporte y tanto crecimiento, tienen mucho desgaste y necesitan comer un montón y más vale pasarse que quedarse corta. Total, que a partir de echar el arroz toda mi preocupación fue que los granos de arroz no quedaran duros ni demasiado blandos, así que me tiré todo el rato probando granitos y ajustando la temperatura y el agua para que me salieran perfectos. Y me salieron. Diiiiiiigo! Estaban en su punto que te cagas... Pero con tanto entusiasmo olvidé la sal.

En fin, hubo que tirar casi todo el arroz, aunque tengo que decir que los chiquillos se comieron cada uno un platito, con una carita que de verdad, daba pena. "Mamá, te ha salido bueno, lo que pasa es que no sabe a nada". En fin, en un acto de valentía inaudito, tiré todo lo que quedó, porque no era plan de hacerles pasar otra vez por el duro trance. Yo no tuve valor de probarlo.

Hoy, en otro acto de arrojo sin precedentes, había decidido volver a probar con el pulpo, y había descongelado otro pedazo de pulpo que tenía en el congelador metido en plasticuchi de ésos de congelar, por supuesto asegurándome previamente de que no fuera morcilla. Incluso me aseguré de que tampoco fuera chorizo, para descartar el máximo de errores posibles. Estuve estudiando el color con un montón de detenimiento y lo vi claro: morcilla no era. Y efectivamente, no era morcilla; ni era chorizo. Esta vez... eran calamares!!!!!

Y claro, yo con mis patatas ya cocinadas y perfectamente dispuestas en los platos, saco mi presunto pulpo de la nevera y me dispongo a cortarlo con las tijeras para ponerlo con las patatitas, el pimentón y el aceitito...  agarro mis tijeras y cojo el pulpo y me digo yo a mí misma: "Qué pulpo más raro, yo juraría que el último pulpo que vi no se parecía a esto". Porque sí, el color era el mismo, y esto también tenía patitas, pero no tenía los borococos del pulpo y además al cortarlo con las tijeras había agujeros en mitad de la carne y eso no pasa con el pulpo; el pulpo es todo carne sin agujeros en el centro, como sabe todo el que haya comido pulpo alguna vez.

Y entonces pensé: "Hosssstia, mecagoentó, esto no es pulpo, esto parece calamares". Por lo menos al cortarlo con las tijeras tenía toda la pinta de los calamares, y las patitas eran como las patitas de los calamares. Y me dije: "virgen santa, ahora qué hago". Podría hacer como si no me hubiera dado cuenta  y cocinarlo igual que el pulpo. Y que sea lo que Dios quiera. Pero luego consulté por el guasap con algunos expertos en pulpología y todos me lo desaconsejaron. No, los calamares no deben cocinarse como el pulpo a feira, deben ponerse o fritos o a la plancha. Luego mi hermana me dijo que estaban muy buenos friendo unos ajitos y luego echando los calamares, y decidí hacerlos así.

En fin, que me puse a ello con toda la ilusión del mundo. Pero ay diossss, otra vez volví a olvidar lo de la sal; porque me preocupaba muchísimo la textura de los calamares, que no se quedaran duros y eso. Y me había puesto la sal al lado para que no se me olvidara, pero nada, como si no estuviera;  yo veía el bote y pensaba que era un tarro más que luego tendría que recoger. Vamos, que no me di ni cuenta de que era la sal y de que debería de echar sal a los calamares.

Total, que al final le dije a uno de los niños que lo probara, y lo masticó con gesto un poco raro, que yo me dí cuenta perfectamente de que mucho no le había gustado, pero el chiquillo, que se ve que ha salido buena persona, me dijo: "Está rico, mamá". Y yo, que no soy tonta del todo y vi meridianamente claro que el pobre no sabía cómo tragarse aquello, le dije: "Prueba a echarte patatitas, igual sabe mejor". Y así se lo han comido todos, los tres, y además me han dicho que con las patatas están bueníiiiiisimos los calamares (aunque algunas patatas están un poco duras, mamá). Madre mía, qué niños más buenos tengo, la verdad es que no me los merezco.

Y ahora aquí estoy yo escribiendo todo este rollo porque la verdad, no sé cómo afrontar el terrible momento de meterme los calamares en la boca. Yo, que he sido siempre supersibarita y sólo comía exquisiteces, y prefería mil veces no comer antes de meterme cualquier porquería en la boca... madre mía, cómo me trago yo esto ahora. Y aquí los tengo delante. Y si les echo tomate frito o salsa barbacoa o algo? Y si me tapo la nariz, como cuando mi madre me metía de pequeña los garbanzos en la boca?

Ayyyyyy, señorrrr! Bueno, que eso, que si de repente empezáis a verme algo más flaca que de costumbre no os preocupéis, que no me he vuelto anoréxica ni nada de eso. Es simplemente que estoy pasando un poquito de hambre.

Ps. Al final he probado los calamares y no he sido capaz. No tengo cuerpo. He encontrado al fondo de la nevera una hamburguesa con sabor a pinchitos y me he tirado al barro. Voy a dejar los calamares que quedan para alguno de los niños, que cuando tienen hambre se comen a dios por los pies las criaturas.

Ps2. He pensado usar al Manolo en el futuro para que pruebe mis comidas antes de dárselas a mis hijos, como hacían los reyes antiguos con sus esclavos, pero al cabrón le he puesto los calamares, los ha olisqueado y ha pasado como de la mierda. Joder con el puto perro, lo delicaíto que ha salido!


viernes, 19 de septiembre de 2014

Horreaurrr!! Los escoceses han votado!! Terrible precedente.

Pues sí, andan nuestros amigos fachas con lo del referéndum en Escocia en un sinvivir, y nuestros amigos independentistas andan tres cuartas de lo mismo, aunque por distintas razones. Los primeros dicen que Cameron es un mantamojá porque ha creado un peligrosísimo precedente, que eso de preguntarle cosas a la gente qué coño es y que adónde vamos a ir a parar si seguimos haciendo preguntitas por ahí. Y los segundos rezando para que el peligrosísimo precedente realmente lo sea y no se quede en agua de borrajas, en un quiero y no puedo o en una mierda empapelá.

Y digo yo: hay que ver el pánico que le tienen algunos a eso de preguntarle a la gente. Porque dicen que dicen que dicen que en estas cosas se vota más con el corazón y no con la cabeza. Vaya por Dioss, el puto corazón de los cojones, siempre ahí jodiendo la marrana, cuando no es por un infarto es porque nos obliga a votar lo que no votaríamos jamás si nos lo pensáramos una mijilla.

Yo, para evitar este inconveniente, propondría que a la puerta de los colegios electorales, cuando haya votaciones, pongan a unos psicólogos express para que hagan un test express al personal y al que vaya a votar con el corazón no le dejen entrar, simple y llanamente. "Mire, usted no puede votar porque en el test que le acabamos de hacer sale clarísimamente, con un porcentaje de error mínimo, que usted va a votar con el corazón y no va a usar su cabeza para nada. Venga, pollo, para su casa, que esto de votar es para los que saben lo que votan, so anormal".

Y yo a mi vez me pregunto (muchas preguntas son éstas, ciertamente): realmente esta gente cree en eso que llaman tan pomposamente DEMOCRACIA? Porque la Democracia, nos guste o no, es esto, dejar que la gente, por muy gilipollas que sea, vote. Joder, que dejamos votar a gente tan racional y tan centrada como Hermann Tertsch, Jiménez Espantos, Artur Mas o Sandro Rey, el vidente! Y en los USA dejan votar hasta a Lady Gaga, coño!

Que hay gente que vota lo que se debe de votar y otros que no? Pos vale, posí, yo soy la primera que lo pienso. Porque hay que ver lo que en este país vota la gente, qué horror. Pero una de dos, o aceptamos que esto va así y que hasta el más descerebrado tiene su derecho al voto, o empezamos a restringirlo, por ejemplo, para los notables; o mira, ya puestos, para uno solo que mande y nos dejamos de pegos. No sé, pero si verdaderamente creemos en eso tan chulo del pueblo soberano y tal... qué pasa porque la gente decida lo que quiere hacer con cosas tan fundamentales como el país al que quiere pertenecer?

Y esto lo dice una que considera los nacionalismos, cualquier nacionalismo, un cáncer letal, casi al mismo nivel que las religiones, o peor incluso, si cabe. Pero bueno, si la gente es imbécil y le da por ahí yo qué coño puedo hacer? Es como los que les da por rezar; pos vale, son unos capullos pero si les va ese rollo yo qué tengo que decir ahí? Lo único que puedo es pedir que a mí no me obliguen a seguir su paranoia, pero hasta ahí puedo llegar.

La Democracia es el sistema político que ha elevado a la categoría de sagrado el concepto de soberanía popular. Y si es eso lo que queremos tenemos que llevarlo a sus últimas consecuencias. Como si mañana se vota que en lugar de un estado laico esto va a ser un estado islámico gobernado por los tarados esos que van por ahí rebañándole el cuello a la peña y grabándolo mientras sueltan su retahíla de gilipolleces. Si se vota y la gente decide eso mayoritariamente todo lo que yo puedo hacer, si de verdad creo en la Democracia, es largarme de aquí escopetá y pedir refugio en algún otro país menos tarado. Es lo que hay.

Realmente es la Democracia el mejor de los sistemas, o el menos malo? Pues no lo sé, pero parece que hoy en día en el mundo occidental es el mejor valorado, hasta el punto de que es el que se quiere exportar y a menudo imponer en sitios en los que no están tan convencidos. Es un axioma aceptado por todo el mundo: no es ya que sea el mejor sistema, es que es el único aceptable. Pero luego vamos y nos cagamos por la patilla cuando se trata de preguntarle a la gente asuntos espinosos que no molan.

Y sabéis qué es lo que pasa cuando en un supuesto sistema democrático deja de preguntarse a la gente sobre asuntos esenciales y se empieza a tener miedo a lo que puedan responder los ciudadanos? Pues que al final éstos terminan encabronándose y mandando a tomar por culo a los políticos. Y convirtiéndose en eso que tan pomposamente se llama ahora "antisistemas".

La cuestión es: hay alguien más antisistema que los que tienen miedo a preguntar y a enterarse de lo que la gente piensa? No son ésos los primeros que se están cargando ese mismo sistema que tanto defienden y provocando su aniquilamiento?

Habría que pensarlo, no? Bueno, los que aún estén en condiciones de pensar y no se dejen obnubilar por los caprichos de sus locuelos corazones.

domingo, 7 de septiembre de 2014

De suripantas y magufos

No sé si os habréis enterado de que en su último informe sobre el empleo la OCDE ha dictaminado que el empleo que se está creando en España es de una calidad regularilla, por no decir asquerosamente ínfima y lamentable, y que con los salarios que la gente está cobrando de ésta no salimos ni de coña, por mucho que la Virgen del Rocío pueda estar de nuestra parte y que la ministra Báñez le ponga todas las medallas y todas las velas del mundo.

Gran descubrimiento el de la OCDE, vive Dios. La cuestión es:

Usted, yo, el otro y el de la moto supimos perfectamente desde el minuto cero de la crisis, cuando los salarios empezaron a devaluarse a punta pala y nuestras cuentas bancarias empezaron a enrojecer y no precisamente de vergüenza, que lo que no se cobra no se gasta. Vamos, que si no te pagan o te pagan una puta mierda va a comprar cositas tu tía la de Burgos. Y lo poco que compres va a ser de marcas blancas o de los chinos. A unas malas, y como mucho, del mercaíllo y va que chuta.

Y estos señores, expertos todos ellos que cobran unos sueldos con tantos ceros que usted, yo, el otro y el de la moto, no seríamos capaces en la vida de pasarlos a palabras, pos se acaban de enterar del gran descubrimiento. Pero qué coño se pensaban los tarados estos? Que con sueldos de 500 y 600 euros se iba a tirar la gente a la calle toda enloquecida para consumir a destajo?

Y la pregunta es: en manos de quién estamos, virgen santa? Estos tíos han necesitado ocho añoooos, ochooooooo (que se dice pronto) para enterarse de que de donde no hay no se puede sacar. Encima cobran un pastizal por informar con casi una década de retraso de un principio básico de la economía de mercado que conocía hasta el más pringaíllo de los mortales. Y a saber la de carreras y de másteres que habrán hecho los inútiles estos, que para contarnos su gran descubrimiento necesitan escribir un informe de chorrocientas páginas soltando chorrocientas mil majaderías. Que hasta un bebé de dos meses sabe perfectamente que el que no llora no mama, joder!

Veamos, señores: yo, humilde ciudadana cordobesa, con conocimientos muy básicos pero a la par muy prácticos de economía, les voy a hacer mi propio informe:

1. Si yo cobro una mierda no me voy a comprar una casa.

2. Si yo cobro una mierda no me voy a comprar un coche.

3. Si yo cobro una mierda no me voy a hacer un plan de pensiones.

4. Si yo cobro una mierda no me voy a pegar pedazo de vacaciones.

5. Si yo cobro una mierda las cervecitas me las tomo en mi casa.

6. Si yo cobro una mierda las bragas, cuando se me rompan, las remiendo.

Como consecuencia:

1. El negocio inmobiliario se va a la mierda.

2. El negocio del automóvil (talleres de reparación aparte) se va a la mierda.

3. El negocio del pánico a la vejez se va a la mierda.

4. El negocio turístico se va a la mierda.

5. El negocio de la hostelería se va a la mierda.

6. El negocio textil se va a la mierda.

Y bien... verdaderamente era tan difícil, so panda de capullos, inútiles, cabrones, gilipollas, suripantas y magufos de mierrrrrda?

En qué estábais pensando todos estos años, mientras miles y miles de personas se comían los mocos, y eran expulsadas de sus casas por no poder pagarlas y tenían que recurrir a los abuelos para poder echarse un cacho telera a la boca?

Ps. No hace falta que lo contéis. Sí, en este post he puesto una docena de veces la palabra mierda. No lo he podido evitar, me salía sola.

Ps2. Y con la de antes 13, y con ésta que voy a soltar ahora 14, pero es que toda esta panda de espantajos y de mamarrachos me parecen inexorablemente... una puta mierrrrrrda!

jueves, 4 de septiembre de 2014

Cuento de Navidad fuera de temporada

Nuestro protagonista es un bloguero llamado Fulgencio Antúnez que regenta un blog sobre cocina senegalesa, seguido regularmente por dos inmigrantes de Camerún y un par de hipsters de una ONG llamada "Salvemos a la cabra montés africana".

Antúnez tiene un nuevo compañero de trabajo, Bermudo González, con el que ha mantenido algún que otro rifirrafe en los dos meses que lleva en su sección, y mira a González con cierta reserva. No es que le tenga ojeriza ni nada pero prefiere ser precavido y no relacionarse demasiado.

Un buen día nuestro personaje entra en su blog y de repente se encuentra un comentario nuevo; teniendo en cuenta que nadie comenta nunca sus posts empieza a sufrir síntomas de inminente infarto y se lleva la mano al corazón. Pero cuál no será su sorpresa cuando lee el nombre de su visitante: Aspirino Bermúdez de Gonzaliaga.

Cielossssss! Ese nombre... de qué le suena? Bermúdez de Gonzaliaga, Bermúdez de Gonzaliaga, se repite una y otra vez. El mensaje de Bermúdez le deja aún más frío, incluso helado. Dice así: "Se creerá usted que ha encontrado las joyas de la Corona".

Dios bendito, no puede ser una casualidad. Bermúdez de Gonzaliaga... Bermudo González. Hace unos días González y el propio Antúnez estuvieron hablando de monedas antiguas y durante la charla salieron a relucir varias de ellas: pesetas, libras, pesos, coronas... Coronas, coronas, joyas de la Corona... Y esa ironía en el comentario...Todo cuadra. Bermúdez de Gonzaliaga no puede ser otro que el propio González.

Antúnez le da una respuesta rápida un poco al tuntún para ver por dónde le sale, y Bermúdez contesta casi de inmediato: "Pues sobre usted podría caer todo el peso de la Ley". Hosssstia! Pesetas, pesos, peso de la Ley. Ya no cabe la menor duda, Bermúdez y González son la misma persona. No puede tratarse de una simple casualidad, es imposible. Bermudo y Bermúdez, coronas y joyas de la Corona, pesos y peso de la Ley... todo encaja, el puzzle está resuelto.

Antúnez comienza una extraña ciberrelación con Bermúdez en la que todo lo que éste dice en el blog es interpretado por Fulgencio como un mensaje cifrado que guarda relación con algún incidente ocurrido entre Bermudo y él en el trabajo. Todo lo que dice Bermúdez tiene un significado claro y ese significado siempre lleva una carga de crítica destructiva que Antúnez detecta sin dificultad y que aumenta cada vez más sus reservas sobre las intenciones de Bermudo González con respecto a él.

Antúnez cada vez se fía menos de González. Éste algunas veces le trae un puñado de gominolas durante la mañana como aperitivo y Antúnez comienza a sospechar que las gominolas podrían estar envenenadas, ya que Bermúdez en los últimos tiempos ha ido soltando algunos mensajes en el blog que le han parecido dardos ponzoñosos.

Nuestro héroe come las gominolas que le trae González con aprensión y si las continúa ingiriendo es solo porque forman parte esencial de su dieta. No obstante deja escrito que si muere en circunstancias extrañas las gominolas sean analizadas y manda un email a un amigo donde le deja instrucciones muy precisas al respecto.

Así transcurren dos años de constantes sospechas y mensajes de doble y triple sentido en el blog. Cualquier frase puede tener significados ocultos. Si Bermúdez de Gonzaliaga dice "Hay que ver, no somos nadie", Antúnez inmediatamente lo interpreta como una velada amenaza de muerte. Lo que le está diciendo es que en cualquier momento puede dejar de ser alguien para no ser nadie, o sea, para morir, y muy probablemente asesinado. Y ese día en el trabajo no da la espalda en ningún momento a Bermudo González por lo que pudiera suceder.

Pero un buen día de repente Aspirino Bermúdez comenta en el blog: "Hoy me ha picado un mosquitus tirolensis". Cáspita!!!!!! El mundo de Fulgencio Antúnez de repente sufre un auténtico tsunami. Algo no cuadra. Ese mensaje es imposible. Hay algo, algo que se le escapa, pero no sabe lo que puede ser.

Esa noche Antúnez se queda subrepticiamente en el trabajo y, cuando todos se han ido, provisto de una linterna, se introduce en los archivos de la empresa y busca la carpeta correspondiente a Bermudo González. Ahí está! La coge con mucho cuidado y comienza a pasar páginas: experiencia profesional,  situación familiar, informes médicos, enfermedades, alergias... Alergias! Eso es! Eso es lo que no cuadra! Bermudo es alérgico al mosquitus tirolensis! Y Antúnez recuerda que alguna vez lo ha comentado durante el desayuno.

Eso significa que... si Bermudo fuera Bermúdez ahora mismo estaría muerto por la picadura del letal insecto. Y eso significa también que... Bermudo no puede ser de ninguna manera Bermúdez. No puede ser, no puede ser... Dos años creyendo que Bermúdez es Bermudo y viceversa y ahora, de repente...

Fulgencio se va directamente al ordenador del archivo y teclea en Google "Aspirino Bermúdez de Gonzaliaga". 120.000 entradas, 25 imágenes... Aspirino Bermúdez de Gonzaliaga, famoso hacker que consiguió introducirse en una ocasión en el sistema ultraprotegido de la Banca Vaticana. Bermúdez de Gonzaliaga existe, es una persona real y no un pseudónimo que usa Bermudo González para camuflarse y zaherir sin piedad a Antúnez en su blog.

Y ahora qué? Pues toca pedir perdón, no queda otra. Perdón al propio Bermudo por haber sospechado durante tanto tiempo de él y por haber comido sus gominolas presuntamente envenenadas con tanta aprensión. Y perdón a Bermúdez de Gonzaliaga por haber visto en cada uno de sus mensajes significados ocultos que en realidad no existían y por haber alimentado una inquina hacia su persona completamente infundada, porque en realidad Bermúdez es un simpático hacker que un buen día se topó con ese curioso blog de cocina senegalesa y decidió apalancarse ahí mismo y echar un ratito de charla durante sus descansos de la dura actividad pirateril. Claro que… cómo les va a pedir perdón si ellos son ajenos a las tribulaciones de Antúnez?

Y así es como, después de horas de introspección, de duros autorreproches, de acto de contrición y de tenaz propósito de enmienda, decide compensar a Bermudo secretamente y lo hace deconstruyendo una famosa receta de la cocina tradicional senegalesa y reiventándola en homenaje a su compañero de trabajo, poniéndole el nombre clave de “Salsa de rábano senegalés a lo Bermudo”. Naturalmente patenta de inmediato su nueva salsa, y en pocos días el éxito es espectacular. Su modesto blog de media docena de visitantes de repente se convierte en trending topic en las redes sociales y Fulgencio no da abasto a responder los cientos de comentarios que recibe. Tanto es así que el propio gobierno de Senegal lo nombra hijo predilecto y le invitan a una recepción especial en la que el presidente del país le hará entrega de una medalla con el escudo de la nación.

Ni que decir tiene que Antúnez necesita también recompensar a Bermúdez de Gonzaliaga por los malos sentimientos que durante dos años albergó contra él, por lo que a pesar de tener un millón de seguidores, decide nombrarlo oficialmente “Seguidor de honor” de su blog.

Y colorín colorado, esto está finiquitado.

Ps. Cualquier parecido con la realidad NO es pura coincidencia.

Ps2. Dedicado a mis particulares Bermudo González y Aspirino Bermúdez de Gonziliaga.

martes, 2 de septiembre de 2014

I did it my way

Recientemente he tenido una conversación que me ha parecido interesante con una persona en este blog.

La persona en cuestión me reprochaba que me lo tengo creído o algo así, y de ahí derivó a que, oye, a lo mejor me quiero demasiado.

Y he estado pensando y pensando y pensando en ese asunto y he llegado a la siguiente conclusión:

Y bien? Qué pasa si me lo tengo creído. A ver:

1. Me gusta mi vida tal y como es.

2. Me gusta mi familia tal y como es, por supuesto perro incluído (un besito, Manolo, ay mi chiquitín). Y además mis hijos son insultantemente guapos, lo cual permite que cuando enseño sus fotos por ahí la gente pueda decir "Jó, qué guapos" sin tener que ir a confesarse al día siguiente.

3. Que yo sepa, hoy por hoy, todos estamos sanos (cruzo los dedos xx y toco madera).

4. Me gusta mi trabajo y me lo paso bien en él (vamos, que no miro el reloj cada cinco minutos).

5. Me siento muy querida por bastante gente (tampoco a millares, pero los justos para mí)

6. Yo también quiero mucho a bastante gente (tampoco demasiados, los justos también)

7. No deseo mucho más de lo que tengo, lo cual me convierte en una persona RAZONABLEMENTE feliz.

8. No me falta ninguna de las cosas necesarias para vivir.

9. Vivo en un país en el que muchos de mis derechos son respetados, aunque últimamente algunos estén peligrando seriamente. Pero con todo y con eso es un país privilegiado, de los llamados del primer mundo.

10. Creo que soy bastante más inteligente que la media (y no me refiero a cociente intelectual, que nunca me lo he medido ni me interesa, sino a inteligencia emocional y a sentido común, que son mucho mas importantes para vivir bien)

11. No tengo problemas serios de los que pueden joderte de gordo, o sea, de salud, dinero, amor, tecnológicos, etc. Y encima tiendo inexorablemente hacia el optimismo y la risa.

12. Me lo paso de puta madre casi todo el tiempo, y lo que es mejor, conmigo misma. No necesito a nadie para pasarlo bien porque tengo mogollón de aficiones unipersonales (una de ellas este blog).

13. Estoy rodeada de libros y no soy ciega (del todo), dos circunstancias que unidas me hacen muy feliz.

14. Por primera vez en mi vida, tras décadas de estreñimiento crónico, mi tránsito intestinal funciona de puta madre, que miedo me da tanta regularidad. Vamos, que todos los días apunto una cruz en mi almanaque celebrando mi pequeña gran victoria.

15. Como en mi familia hay una persona adicta a los medicamentos de todo tipo, tengo remedios en casa para todos los dolores y aflicciones que pudiera llegar a padecer jamás, lo cual es una garantía de calidad de vida muy importante.

16. Y sí, yo me gusto. No todo; hay cosas de mí que no me gustan. Por ejemplo. no termino de familiarizarme con mi cara, que a estas alturas aún me sigue pareciendo un poco rara, pero bueno, es la que tengo. Pero en general sí me gusto bastante y considero que la naturaleza ha sido harto generosa conmigo. Y además tengo unas gafas de sol supergrandes que me tapan la mitad de la cara, lo cual hace que me sienta mucho más mona y que hasta me preste de vez en cuando a salir en las fotos.

Así pues, qué pasa si me lo creo? Debería sentirme mal? Debería sentirme una mierda? O sentirme desgraciada? O mirarme al espejo y echarme a llorar? O ir por la vida flagelándome por alguna cosa que aún no sé?

Y si fuera verdad que me lo tengo creído?  Posí, me lo tengo creído, qué passssssa! Qué coño!!!!

Ps. Y cruzo los dedos para seguir necesitando justamente lo que tengo.

Ps2. Y cruzo los dedos para seguir teniéndomelo igual de creído SIEMPRE.