Tenemos la trilogía del año. Si hace un par de años nos tocó la saga "Crepúsculo" y el anterior tuvimos hasta en la sopa "Millennium", ahora le toca al señor Grey y sus fustas de cuero.
No, por supuesto que no la he leído, como tampoco leí ninguna de las otras trilogías mencionadas. Soy muy poco propensa a los best-sellers y basta que dos personas a las que conozco estén leyendo el mismo libro a la vez para que yo lo dé por descartado. No soporto ir a la playa o bajar a la piscina o montarme en el tren y ver a todo el mundo leyendo el mismo libro. Además, y no es por despotricar de la cultura popular, pero teniendo en cuenta que el programa más visto en este país lo emite Tele-5 y se llama Sálvame, tengo grandes motivos para desconfiar del gusto multitudinario de mis compatriotas.
Pero no es el terreno literario el que me ha llevado hoy a traer aquí los susodichos 3 tochos de la escritora norteamericana E. L. James, sino el asunto del que tratan. Me interesa mucho más el fenómeno sociológico que ha originado esta mamotrética literatura basura.
Al parecer la cosa va de una relación de dominio-sumisión entre un señor joven, guapo, millonario, inteligente, divertidísimo y un fenómeno en la cama a prueba de gatillazos (lo cual, como todo el mundo sabe, no existe, salvo en la subliteratura romántica) y su novia-esclava, que de ésta no sé nada porque de lo que todo el mundo habla es del amo Grey.
Y todo el mundo habla del amo Grey porque resulta que el 99% de lectores de este libro son señoras de mediana edad que acaban de descubrir que existen los látigos, las cuerdas y la gente a la que le gusta dominar o ser dominada. Gran descubrimiento, vive diosssss!
Desde luego James ahí ha estado fina. Ante la ignorancia sexual del respetable, ella ha aprovechado para hacerse rica escribiendo cutrerismos para amas de casa hastiadas de maridos aferrados a sus mandos a distancia y al monótono y aburrido sexo conyugal.
Supongo que estas señoras no tendrán ni la más remota idea de lo que es "Historia d'O", de Pauline Réage. Ni habrán leído en su vida al puto amo de la literatura erótica contemporánea, Mr. Henry Miller, ni jamás habrán oído hablar del trópico de Cáncer ni mucho menos del de Capricornio
Tristes vidas en tristes camas en las que ahora se multiorgasman leyendo a la manca cómo el tal Grey domina a su esclava, mientras creen estar descubriendo el mundo.
Señoras, señores, respetable y escaso público de este blog, no os dejéis engañar. Si queréis sexo auténtico, real, sin aviones privados ni fustas impostadas que exciten e inciten los sentidos, leed a Miller, o a Reáge, o a cualquiera que haya escrito sobre el sexo mucho antes de que se pusiera de patética moda trilogística.
Leed la colección de "La sonrisa vertical", sobre todo en sus primeros años. Leed "El amante lesbiano" de Jose Luis Sampedro, esa maravilla literaria sobre el transexo. Leed los versos calientes de Officium Veneris. Leed incluso a la tristemente amaestrada por el amor y la política Almudena Grandes en "Las edades de Lulú".
Leed, leed y leed, pero por diossssss, no os agilipolléis leyendo las 50 sombras de este dandy de pacotilla que a las amas de casa norteamericanas y europeas hace vibrar y comentar con las amigas por el whatsapp sus avances en el mundo de la greymanía y reunirse a la hora de la merienda para comprobar cuál de ellas ama más al amo Grey. Vamos, como anteayer hacían con sus "divertidíiiiiiisimas" reuniones de tuppersex, sólo que en versión sado. Un horror, el antimorbo elevado a la enésima potencia.
Leed, leed y leed. Pero sobre todo, si podéis y os dejan, vivid el sexo como os dé la gana y no dejéis que ningún Grey os diga qué está o deja de estar de moda en la cama.
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