martes, 20 de marzo de 2012

Bicicleta, cuchara, manzana, by Carlos Bosch

De un tiempo a esta parte, desde que descubrí que a este blog entran personas de verdad, me he dado cuenta también de que muchos de los que vienen por aquí no pisan ni de casualidad mi otro blog de crítica cinematográfica "Malos tiempos para la crítica", con lo cual se están perdiendo (os estáis perdiendo, vamos) algunas interesantes e impagables divagaciones mías (jejeje, lo siento pero me quiero) no sólo sobre cine sino también sobre otros temas de palpitante actualidad que abordo en mis críticas.  Por ello he decidido traerme alguno de esos posts aquí, sobre todo los que pienso que puedan tener interés para alguien. En concreto tengo un amigo lector que está viviendo muy de cerca el problema del Alzheimer en su familia. Comentamos el otro día algo acerca del  famoso documental de Carlos Bosch sobre Pascual Maragall, que él no había visto, y por ello cuelgo aquí mi opinión sobre la película y, de paso, sobre el tema. Ahí va:
Después de ver este documental una se queda con la duda de si ha visto una historia sobre la enfermedad de Alzheimer o bien una elevación a los altares de la figura indiscutiblemente atractiva de Pascual Maragall. Una especie de hagiografía en vida, vamos. Pero la cosa, me temo, va más por lo segundo.

Desde el primer momento se hace hincapié de un modo insistente en que la forma de abordar la enfermedad de Maragall es extraordinaria, ejemplar y valiente, vamos, la de un hombre fuera de lo común, la de un luchador nato. La sensación que queda es que el resto de las personas que son diagnosticadas de esta terrible enfermedad la afrontan cobardemente, se hunden en la miseria y en absoluto le echan la energía y los cojones de este señor. Por lo visto el hecho de que haya montado una Fundación para investigar sobre el mal le convierte en una especie de gurú del Alzheimer, un mecenas de la salud mental.

No, mire usted; la principal diferencia entre este señor y el resto de los mortales es que su posición, sus medios económicos y su evidente carácter público le permiten hacer este tipo de cosas. Ni es el primero ni el único; la lista de celebridades que padecen un mal y se dedican en cuerpo y alma a luchar contra él, recaudar fondos y propiciar todo tipo de investigaciones es larguísima: Carreras con la leucemia, Gemio con las enfermedades degenerativas infantiles, Christopher Reeves con la investigación en células madre, etc. Es más, toda esa gente que padece esas enfermedades llamadas "raras" que no interesan a nadie, fijo que se daría un canto en los dientes por que a algún famoso le tocara la china y moviera cielo y tierra por encontrar un remedio para su mal. Es un clásico, y además entra dentro de lo normal.

De por sí ya este tono hagiográfico a mí me echa bastante para atrás, porque soy poco propensa a regocijarme con las vidas de santos. Pero si esto fuera poco, lo peor es que se intenta huir tanto del dramatismo y del morbo que podría provocar el tema que no parece que esté una viendo una película sobre el Alzheimer. No creo yo que las personas que estén padeciendo en su familia este terrible mal puedan sentirse mínimamente identificadas con la historia de este señor simpatiquísimo, con tanta vitalidad, que habla con todo el mundo por la calle y se enfada porque le esconden las llaves de su coche para que no conduzca. Vamos, si no fuera porque una sabe que este documental va sobre una persona con Alzheimer nadie lo diría.
No sé, yo entiendo que se pretenda mantener la dignidad de esta persona y no se hable ni mucho menos se grabe en los momentos de pérdida de lucidez pero hombre, de ahí a que no se vea por ninguna parte nada de la pesadilla que supone para las personas que rodean a estos enfermos... pues tampoco. Desde luego si pretendían acercar la enfermedad al gran público y concienciar a la gente lo veo muy difícil de esta manera. Este señor durante toda la cinta parece más sano que una pera, como si su degeneración progresiva no fuera más que un fantasma del que han oído hablar pero que no se intuye ni mínimamente en la película.

Personalmente no creo que la actitud de Maragall sea especialmente valiente ni encomiable; creo que la inmensa mayoría de las personas, cuando reciben un palo como éste, lo afrontan con toda la dignidad posible y se enfrentan exactamente a la misma lucha con las mismas ganas. Habrá quien se hunda y se rinda de primeras, claro, pero seguro que son los menos. Cada cual lo afrontará en la medida de sus posibilidades pero no me gustan nada las historias en las que se pretende ensalzar el valor y la gallardía de alguien por la vía facilona de dotarle de unas cualidades de las que supuestamente carecen el resto de los mortales.

En definitiva, no me ha gustado el tono laudatorio del documental. No creo tampoco que refleje en absoluto la realidad de las personas que padecen este mal, ni mucho menos la de sus familias, que normalmente se ven obligadas a afrontarla con escasísimos medios y poquísima ayuda externa. Y por último tampoco veo especialmente meritorio que alguien monte una fundación de ayuda a la investigación sobre una enfermedad de la que se ha concienciado porque no ha tenido más remedio, al haberle tocado la china. Mérito tendría si esa concienciación le hubiera venido por generación espontánea, pero vamos, luchar por un remedio contra el mal que uno padece tampoco es la cosa más excepcional del mundo.

Conste que Maragall es un tipo que me cae genial y sin duda debe de ser una gran persona pero como para beatificarlo por luchar contra su Alzheimer... pues va a ser que no.
Ah, no sé si os habréis dado cuenta pero he cambiado la foto de mi  perfil, en atención a este amigo que se muestra quejicoso por la foto anterior (al parecer la visión de mi chancla en primer plano no era de su agrado). Bueno, pues he puesto otra, pero vamos, conociéndolo fijo que no tarda en ponerle alguna pega. Como si lo viera. 

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